El dióxido de titanio, de origen natural, es utilizado principalmente como colorante en una amplia gama de aplicaciones. Se emplea desde hace décadas para dar color blanco a muchos alimentos, desde los productos de panadería y las cremas para untar hasta las sopas, los caldos, las salsas, los aliños para las ensaladas y los complementos alimenticios.
La Comisión Europea (CE) acaba de prohibir el dióxido de titanio/TiO2 (también conocido como E171) como aditivo alimentario. Los aditivos alimentarios se añaden a los alimentos con fines tecnológicos, como antioxidantes y edulcorantes, y muchos alimentos transformados no existirían tal como los conocemos en la actualidad sin aditivos alimentarios.
Esta decisión toma como base el hecho de no poder excluir los problemas de genotoxicidad asociados a ese producto, lo que significa que existe la posibilidad de que el uso del dióxido de titanio como aditivo alimentario pueda causar daños al ácido ribonucleico (ADN) o al cromosoma. En la Unión Europea el hecho de que no pueda confirmarse la inocuidad de un aditivo alimentario es suficiente para justificar su prohibición. (Más información)