agosto 2013 Archivos

Concluyendo una búsqueda de 30 años por los científicos, investigadores del Hospital Infantil de Boston han identificado dos proteínas en el oído interno que son decisivas para la audición, las cuales, cuando son dañadas por mutaciones genéticas, producen una forma de sordera progresiva tardía. Los hallazgos fueron publicados en la revista Neuron (DOI: 10.1016/j.neuron.2013.06.019).

Las mutaciones, que afectan a genes que se conocen como TMC1 y TMC2, fueron notificadas en 2011 por el laboratorio de Jeffrey Holt, PhD, del Departamento de Otolaringología del Hospital Infantil de Boston. Sin embargo, hasta ahora no se había aclarado lo que hacían los genes. En el nuevo estudio, Holt y sus colaboradores del Instituto Nacional de Sordera y otros trastornos de la comunicación (NIDCD) demostraron que las proteínas codificadas por los genes forman canales que convierten las ondas de sonido mecánicas en señales eléctricas que se emiten al cerebro. Una pequeñísima mutación puntual «un cambio en una base o “letra” en la secuencia genética» es suficiente para producir sordera.

Hace años se identificaron los canales correspondientes para cada uno de los otros sentidos, pero el canal para la transducción sensorial de la audición y el sentido del equilibrio se habían mantenido como un misterio, dice Holt.

En el estudio se utilizaron los llamados ratones de Beethoven que portan mutaciones en TMC1 y que se quedan sordos hacia el segundo mes de edad. Cada mutación tiene una contraparte humana que produce una forma prominente de sordera genética y que hace que los niños queden completamente sordos hacia los 10 a 15 años de edad.

Los estudios de las células ciliadas sensoriales de las cócleas de los ratones, que detectan las vibraciones de sonido y emiten señales al cerebro, demuestran que las proteínas de TMC1 y TMC2 son necesarias para introducir el calcio en las células. Los investigadores demostraron que cuando ocurría una mutación de TMC1, se reducía la afluencia de calcio y la corriente eléctrica resultante era más débil en respuesta al sonido. «Esta es la prueba irrefutable que hemos estado buscando», dice Holt.

El estudio también proporcionó evidencia de que:

Las proteínas de TMC1 y TMC2 actúan como respaldos entre sí, lo que explica por qué la sordera es gradual y no inmediata. «TMC2 puede compensar la pérdida de la función de TMC1, pero no por completo» dice Holt.

Las dos proteínas pueden crear estructuras de canales en forma individual o combinada en grupos, lo que indica que ayudan a formar células ciliadas diferentes sensibles a diferentes rangos de tono. «Creemos que los gradientes de expresión de estas dos proteínas son los que intervienen en la sintonización de la célula sensorial» dice Holt.

Basándose en el descubrimiento genético inicial realizado en 2011, ahora se está realizando un estudio de genoterapia en ratones para determinar si la reintroducción de los genes TMC1 o TMC2 en el oído interno podría restablecer la capacidad auditiva. El equipo de investigadores está buscando señales eléctricas en el octavo par craneal, lo que indica que el cerebro está recibiendo las señales y lo que es más importante si los animales responden al sonido. agosto 1 /2013 (Medcenter.com)

Bifeng Pan, Gwenaelle S. Géléoc, Yukako Asai, Geoffrey C. Horwitz, Kiyoto Kurima, Kotaro Ishikawa. Holt. TMC1 and  TMC2 Are Components of the Mechanotransduction Channel in Hair Cells of the Mammalian Inner Ear. Neuron, 2013

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Las diferencias genéticas al parecer explican por qué algunas personas pueden oler ciertos olores y otras no, afirman los investigadores.

Con la ayuda de 10 olores distintos, los investigadores realizaron pruebas de sensibilidad del olfato a casi 200 personas y luego analizaron el ADN de los participantes. En cuatro de los olores que se usaron en las pruebas, había un vínculo entre la sensibilidad del olfato y ciertas variantes genéticas.

Los cuatro olores son de malta, manzana, queso azul y violetas, según los hallazgos, publicados en la revista Current Biology (doi:10.1016/j.cub.2013.07.031).

«Nos sorprendió ver cuántos olores tenían genes asociados con ellos. Si esto se extiende a otros olores, entonces podríamos esperar que todos tuvieran su propio rango de olores a los que son sensibles», afirmó en un comunicado de prensa de la revista el colíder del equipo de investigación, Jeremy McRae, de Plant and Food Research en Nueva Zelanda.

«Estos olores se hallan en los alimentos y en las bebidas con los que la gente se encuentra cada día, como en los tomates o las manzanas. Esto podría significar que cuando las personas se sientan a comer, cada una de ellas lo vive de manera personalizada», afirmó McRae.

McRae y sus colaboradores también hallaron que la capacidad de las personas de oler estos cuatro olores era la misma en todo el mundo. Eso significa que alguien en Asia tiene tantas probabilidades de ser capaz de detectar uno de estos olores como alguien en África o Europa.

La capacidad de oler uno de estos olores no predice la capacidad de oler los otros, según halló también el estudio. Así que, si a alguien se le da bien oler el queso azul, no quiere decir que se le dará bien oler una manzana que tenga al lado.

Las variantes genéticas que afectan la capacidad de oler estos cuatro olores están en o cerca de genes que codifican los receptores olfativos. Los investigadores explicaron que las moléculas receptoras del olfato están situadas en la superficie de las células nerviosas sensoriales de la nariz. Cuando ciertos compuestos químicos flotan en el aire, las células nerviosas envían una señal al cerebro y eso resulta en la percepción de un olor.

Richard Newcomb, colíder del proyecto, afirmó que saber los compuestos que las personas pueden percibir de los alimentos, además de otros productos, ejercerá una influencia en el desarrollo de los futuros productos. «Las compañías podrían querer diseñar alimentos destinados a personas en función de su sensibilidad, y básicamente elaborar alimentos y otros productos personalizados según su gusto y su olfato», indicó en el comunicado de prensa. agosto 2/2013  (HealthDay News)

Jeremy F. McRae, Sara R. Jaeger, Christina M. Bava, Michelle K. Beresford, Denise Hunter, Yilin Jia. Identification of Regions Associated with Variation in Sensitivity to Food- Related Odors in the Human Genome.Current Biology,  Ago 1, 2013

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Células madres embrionarias de ratón se utilizaron para crear estructuras fundamentales del oído interno en la Universidad de Indiana, Estados Unidos.

El estudio emplea un sistema de cultivo de células madre en tercera dimensión para desarrollar el epitelio sensorial del oído interno. Este contiene células ciliadas, células de sostén y neuronas, capaces de detectar el sonido, los movimientos de la cabeza y la gravedad, explica el artículo.

Publicado en la revista científica Nature (doi: 10.1093/bmb/lds035), el ensayo proporciona nuevos conocimientos sobre el proceso de desarrollo de este órgano sensorial y sienta las bases para generar modelos de laboratorio de enfermedades como la sordera o los trastornos del equilibrio.

Los expertos reconocen que se requiere una mayor investigación para determinar cómo estos procedimientos pueden ser aplicados en el desarrollo de las células del oído interno humano.

Sin embargo, según el equipo de autores, el estudio abre una puerta a una mejor comprensión del oído interno y constituye una vía para la creación de modelos de medicamentos o terapia celular para el tratamiento de trastornos de este órgano.

Las células madre embrionarias son aquellas que forman parte de la masa celular interna de un embrión de cuatro a cinco días de edad. Una característica fundamental es que pueden mantenerse en el embrión o en determinadas condiciones de cultivo de forma indefinida.
julio 11/2013 (Cubadebate.cu)

Rivolta MN.New strategies for the restoration of hearing loss: challenges and opportunities.Br Med Bull. 2013;105:69-84

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Un análisis revisó la asociación entre la higiene oral y el cáncer de cabeza y cuello (CCC) y si esta asociación difiere del consumo de alcohol, betel o cigarrillos y del polimorfismo genético de la inflamación – genes relacionados. En el estudio se observó una asociación positiva entre la mala higiene oral y el CCC, la cual parecía diferir del consumo de alcohol o cigarrillo y los genotipos IL6 rs1800796. Chang JS et al. Oncología oral, 15/08/2013

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La reincidencia de la nefropatía IgA (NIgA) después del transplante renal es una causa importante de fallo del injerto bajo control mejorando de rechazo . Sin embargo, ninguna terapia específica para NIgA recurrente está actualmente disponible. En este estudio, los autores evaluaron histológicamente la eficacia de la amigdalectomía en la NIgA mediante injerto. La amigdalectomía no solo mejora los resultados de la investigación clínica, sino que también mejora el daño histológico causado por la NIgA recurrente después del transplante de riñón. Hotta K et al. Nephrology, 15/08/2013

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El tinnitus es un sonido percibido que puede ser atribuido a un origen externo. Este estudio intenta identificar una prescripción de amplificación optimizada, aplicada inicialmente de forma adecuada  para mejorar el tinnitus. DSL (E/S) v5.0 parece ser un buen punto de partida para la prescripción de una prótesis auditiva de salida para el manejo del tinnitus. Los beneficios a largo plazo de diferentes prescripciones para el tinnitus aún tienen que ser verificadas. Shekhawat GS et al. International Journal of Audiology, 15/08/2013

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Su madre tenía razón cuando lo advirtió que la música fuerte podía dañar su oído, pero ahora los científicos han descubierto exactamente qué produce el daño y cómo. En un informe de investigación publicado en el número de septiembre de 2013 de la revista FASEB, los científicos describen exactamente el tipo de ruido nocivo para el oído interno, ofreciendo una idea  sobre un compuesto que puede prevenir el daño relacionado con el ruido. Ver más…