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Según un estudio publicado en Nature, la malnutrición infantil desequilibra la microbiota intestinal de forma duradera y no se corrige con una alimentación adecuada.

La malnutrición infantil desequilibra la microbiota intestinal de forma duradera, pues esa alteración no se corrige al instaurar una alimentación adecuada, como muestra un estudio hoy en Nature.

El trabajo ha comparado a niños mayores de dos años sanos con otros malnutridos en Bangladés. Las comunidades bacterianas de los niños desnutridos eran más inmaduras, y apenas se recuperaron cuando a los niños se les suministró tratamiento basado en una alimentación completa. El hallazgo explica por qué las intervenciones terapéuticas alimentarias no siempre restauran el crecimiento normal en los niños desnutridos.

Jeffrey Gordon y sus colaboradores de la Universidad de Washington, en Saint Louis, analizaron la biota intestinal de niños malnutridos antes y después de la intervención nutricional, bien con una base de cacahuete, o de arroz y legumbre. En ambos casos, mejoró la maduración de la microbiota, pero el efecto duró poco. Los autores sugieren que estas intervenciones deberían ser más prolongadas e incluir microorganismos útiles para la flora intestinal.

En algunos pacientes con obesidad mórbida persisten los niveles bajos de colesterol HDL tras la cirugía bariátrica.
Un equipo de científicos del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBIS) ha descubierto que en algunos pacientes con obesidad mórbida, con o sin síndrome metabólico, que se han sometido a una cirugía bariátrica persisten los niveles bajos de colesterol HDL, aunque mejore su aspecto antropométrico, y, por tanto, existe riesgo cardiovascular. David Cano González, investigador del Laboratorio de Enfermedades Endocrinas del IBIS, explica a Diario Médico que analizaron la disfunción microvascular en pacientes obesos mórbidos, antes y después de la cirugía bariátrica, para comprobar si mejoraba.

En un estudio prospectivo publicado en la edición electrónica de la revista International Journal of Obesity se seleccionaron a 62 pacientes obesos mórbidos en los que se analizaron diversos valores antropométricos y bioquímicos, así como la función microvascular mediante flujometría por láser Doppler. «Transcurrido un año desde la cirugía bariátrica, se les repitió el mismo análisis para determinar la mejoría», comenta Cano.

Resultados
Los investigadores dividieron a los pacientes en dos grupos: 39 con síndrome metabólico y 23 sin el síndrome. Los resultados mostraron que, de los 39 pacientes con síndrome metabólico, 27 no mostraban síndrome metabólico tras la cirugía bariátrica. Los enfermos en los que mejoró el síndrome presentaban también una mejoría en la disfunción microvascular.

Por otra parte, analizaron algunos de los factores implicados en el síndrome metabólico -obesidad central, hipertensión, altos niveles de glucosa, hipertrigliceridemia y bajos niveles de HDL- y encontraron que los pacientes obesos mórbidos con o sin síndrome mejoran su peso después de la cirugía pero no así los niveles de HDL, que continúan bajos, lo que redunda en un mayor riesgo cardiovascular.

«Al no mejorar los niveles bajos de colesterol bueno, el paciente tampoco lo hace, a pesar de haber perdido 60 kilos de media», ha subrayado. No hay ningún fármaco para incrementar el colesterol HDL, no obstante, Pedro García Luna, responsable de la Unidad de Nutrición del Hospital Virgen del Rocío, en Sevilla, opina que hay aspectos del estilo de vida que pueden contribuir a mejorar el síndrome metabólico, como hacer ejercicio, reducir el consumo de sal, evitar azúcares refinados, y también ingerir nueces y aceite de oliva. Este grupo, en su línea de trabajo, espera iniciar un estudio para determinar si se debe tratar el HDL antes de operar a este tipo de pacientes.

El valor de corte para la positividad de la pepsina era 16 ng/mL.

Los pacientes con enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) podrían evitar el uso innecesario de un tratamiento antirreflujo y algunas pruebas invasivas y costosas con un test para determinar el nivel de pepsina en saliva durante la consulta, indica un estudio de la industria farmacéutica.
El análisis de pepsina en saliva con el Peptest (RD Biomed) complementaría los cuestionarios que se utilizan para diagnosticar el trastorno en el consultorio, según precisan los autores en la revista Gut.
«La pepsina se encuentra en la salud de las personas sanas y con acidez. Pero independientemente de la acidez del reflujo, la prevalencia y la concentración de pepsina en saliva eran mayores en los pacientes con síntomas asociados al reflujo que en el grupo de control», explicaron.
«En aquellos con acidez funcional, la prevalencia y la concentración de pepsina en saliva era más baja», indicó el investigador principal, doctor Daniel Sifrim, de la Facultad de Medicina y Odontología de Barts y Londres, en Inglaterra.
Sifrim agregó: «Un tercio de los participantes asintomáticos saludables tenían pepsina en saliva, lo que sugiere que el reflujo psicológico provocaría la aparición de pequeñas cantidades de la enzima en la cavidad oral».
«Por lo tanto, la principal diferencia con los pacientes sintomáticos sería cuantitativa, es decir, la concentración», añadió.
El test de pepsina en saliva tiene puntos positivos y negativos, según opinó el doctor C. Prakash Gyawali, de la Facultad de Medicina de la Washington University, en Missouri. «Es objetivo y fácil de utilizar», señaló.
Gyawali aclaró que la prueba se realizó «en un ambiente controlado (todos los pacientes utilizaban medicamentos para la ERGE y las muestras de saliva se obtuvieron una hora después de las comidas exactamente o al despertar), lo que sería difícil replicar en la práctica clínica».
Los autores reunieron 104 voluntarios saludables sin síntomas y 134 pacientes con los síntomas típicos de la ERGE (acidez con o sin regurgitación) en un centro médico académico urbano de Gran Bretaña. Incluyeron pacientes con una cirugía esofágica o gástrica previa o un trastorno motor esofágico.
Todos los participantes respondieron el Cuestionario de Enfermedad por Reflujo (RDQ por su nombre en inglés). Se les monitorizó el reflujo con impedancia con pHmetría.
Cada uno tomó una muestra de su saliva al despertar y antes de comer, beber o cepillarse los dientes, y, nuevamente, una hora después del almuerzo y de la cena.
El valor de corte para la positividad de la pepsina era 16 ng/mL y los participantes formaron parte de uno de tres grupos, dependiendo de la duración de la exposición al ácido (AET, por su sigla en inglés) esofágico y el resultado del análisis de asociación de síntomas de reflujo en saliva.
Los pacientes con AET total mayor al 4,2 por ciento formaron parte del grupo ERGE; aquellos con AET normal pero una asociación de síntomas positiva (SAP) mayor al 95 por ciento integraron el grupo con «esófago hipersensible» (EH), y los que tenían AET normal y una asociación de síntomas negativa (SAP menos al 95 por ciento) formaron el grupo con acidez funcional (AF).
Los investigadores ignoraban esa división y los resultados de las pruebas.
La edad promedio del grupo de control (31 años) era significativamente menor que la de los pacientes con ERGE (53 años), los pacientes con EH (43 años) y los pacientes con AF (50 años). En los grupos, hombres y mujeres estaban representados por igual.
Treinta y tres de los 87 participantes saludables sin síntomas (grupo de control) obtuvieron uno o más resultados positivos en los test de pepsina en saliva.
La prevalencia de pepsina en saliva fue significativamente más alta en los pacientes con acidez que en el grupo de control: 75 de los 111 obtuvieron uno o más resultados positivos en las muestras de saliva.
Entre los pacientes con acidez, aquellos con ERGE tenían una mayor prevalencia de pepsina elevada en saliva (45 de 58 con uno o más resultados positivos).
Los pacientes con EH tenían una alta prevalencia de pepsina en saliva (21 de 26 pacientes).
En cambio, sólo a nueve de 27 pacientes con AF se les detectó pepsina en saliva, significativamente menos que en los grupos con ERGE o EH.
La prevalencia de la detección de la pepsina era similar en los pacientes con AF y el grupo de control, y pocos pacientes obtuvieron un resultado positivo en las tres muestras.
El resultado positivo del test tuvo una sensibilidad del 77,6 por ciento.
«Se detectó pepsina en varios tejidos, incluida la boca, y es posible suponer que proviene del estómago en forma de un ataque de reflujo», dijo Gyawali.
Pero advirtió: «No pienso que este estudio demuestre que la pepsina en saliva permita diagnosticar la ERGE con certeza. Lo que los autores demostraron es que la pepsina se detecta en la saliva, en especial cuando el test se realiza una hora después de comer, más comúnmente cuando los reflujos son frecuentes que cuando no lo son (como en el grupo control)».
«La ausencia de pepsina en saliva sirve más para descartar la posibilidad de tener reflujos frecuentes que lo que su presencia ayuda a diagnosticar de manera concluyente la ERGE grave», opinó Gyawali, que no participó del estudio.

Tomado de: Intramed

Diversas causas originan la cirrosis hepática

El experto en Gastroenterología del IMSS en Jalisco, Ernesto Santiago Luna, señaló que aún prevalece la creencia de que el origen de la cirrosis es el consumo excesivo de alcohol, pero afirmó en que es muy difícil atribuir esta enfermedad a una etiología única.
Indicó que este padecimiento es considerado un problema de salud pública y ocurre como consecuencia de una inflamación crónica del hígado o hepatitis, la cual puede desencadenarse por factores infecciosos, tóxicos, autoinmunes u obstructivos, entre muchos otros.
El titular del Departamento de Gastroenterología en el Hospital de Especialidades del organismo en la entidad, aclaró que cualquier afección que dañe el hígado crónicamente o lo obstruya, impidiendo el paso de la bilis hacia el intestino, puede traducirse en fibrosis o cirrosis hepática.
Resaltó que una vez instalada la cirrosis hepática, es muy difícil hablar de curación y más bien se sugiere sustituir el órgano dañado (trasplante).
Afirmó que entre los factores que más contribuyen a la hepatitis o inflamación crónica del hígado están los de tipo infeccioso, sobre todo el virus B y en menor grado el C.
Ello, debido a que no dan síntomas, lo que facilita que la hinchazón hepática persista por años, merma la función de dicho órgano y hace que éste modifique su estructura.
Otras causas que producen el mismo efecto son el exceso en el consumo de alcohol y la ingesta de algunos fármacos, en especial la vitamina A (retinoides) y el exceso de hierro, aunque también algunos solventes e insecticidas son capaces de inflamar el hígado y hacer que se haga cirrótico.
Asimismo, dijo, las llamadas enfermedades colestásicas caracterizadas por obstruir las vías biliares y dificultar la salida de bilis hacia el intestino, hacen que el hígado se inflame, lo mismo sucede en personas con esteatosis o acumulación de grasa en dicho órgano.
De esta manera, señaló que evitando los factores de riesgo ya mencionados, que, a excepción de los aspectos autoinmunes, son prevenibles, es mucho lo que puede hacerse para aminorar la incidencia de esta grave enfermedad que se considera una antesala importante al cáncer hepático primario, altamente letal.
El especialista mencionó la importancia de evitar el uso de drogas inyectables, alcoholismo, tatuajes, piercings, sexo no protegido, alcoholismo, automedicación y hasta alimentación rica en grasa, para evitar contraer hepatitis y con ello el riesgo incrementado a cirrosis.
Comentó que a nivel mundial, el 19 de mayo se celebró el Día de la Cirrosis Hepática como una oportunidad de reflexionar sobre las graves consecuencias de este mal que, como se explicó, es altamente prevenible.

Tomado del boletín de selección temática de Prensa Latina: Copyright 2013 «Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.»

El cáncer de páncreas será el segundo cáncer más letal en 2030

El cáncer de páncreas se convertirá en el segundo cáncer más letal en Estados Unidos en 2030, predice una investigación reciente.

Si las previsiones se sostienen, el cáncer de páncreas superará a los cánceres de mama, de próstata y colorrectal, terminando en segundo lugar solo respecto al cáncer de pulmón como el cáncer más letal del país.

«En general, la tasa de mortalidad por cáncer en EE. UU. está declinando cada año», señaló la autora del estudio, Lynn Matrisian, vicepresidenta de investigación y asuntos médicos de Pancreatic Cancer Action Network en Manhattan Beach, California.

«Y el número de muertes provocadas por otros cánceres importantes, como el de pulmón, el colorrectal y el de mama, sigue esa tendencia y está en descenso. Pero se ha logrado poco avance con el cáncer de páncreas, y sabíamos que no seguía la tendencia», lamentó.

¿Por qué?

Matrisian apuntó a una combinación de factores, como la población que envejece, el crecimiento relativo de poblaciones minoritarias de alto riesgo y la poca financiación para la investigación sobre el cáncer de páncreas.

Otros factores importantes incluyen la dificultad de diagnosticar el cáncer de páncreas temprano, y la necesidad de unos mejores tratamientos.

«El páncreas está localizado en la profundidad del abdomen», comentó, y el órgano es difícil de alcanzar y visualizar mediante los métodos de escaneo tradicionales. Además, «si el paciente presenta algún síntoma, con frecuencia es bastante no específico y vago», dijo Matrisian.

El hecho de que el páncreas esté rodeado de tejido denso que bloquea los fármacos es otro factor, añadió, al igual que la tendencia de la enfermedad de comenzar a propagarse en una etapa temprana.

El informe de Matrisian aparece en la edición de la revista Cancer Research.

Los autores del estudio anotaron que el cáncer de pulmón ya encabeza la lista como causa de muerte por cáncer en EE. UU., un dudoso honor que parece que no perderá en el futuro predecible.

Para calcular un amplio rango de cifras sobre la mortalidad por el cáncer dentro de más de una década, el equipo de investigación condujo un análisis profundo de estadísticas recientes que cubrían los doce cánceres más comunes entre los hombres y los trece más comunes entre las mujeres.

Los investigadores determinaron que durante las próximas dos décadas el cáncer de mama, el cáncer de próstata y el cáncer de pulmón seguirán siendo, como son ahora, los tres cánceres principales para hombres y mujeres juntos en términos solamente del número de personas recién diagnosticadas.

Pero, para cuando llegue el año 2030, los cánceres de tiroides, melanoma y uterino en realidad superarán al cáncer colorrectal (que actualmente es el cuarto), calificando en cuarto, quinto y sexto lugar como los principales cánceres en números absolutos.

Pero el panorama de las muertes por cáncer es algo distinto.

Actualmente, los cánceres de pulmón, de próstata y colorrectal son las causas número uno, dos y tres de muerte por cáncer entre los hombres de EE. UU., mientras que para las mujeres esos lugares les corresponden a los cánceres de pulmón, de mama y colorrectal.

Se predice que el cáncer de pulmón siga siendo la principal causa de muerte por cáncer en 2030. Pero el equipo del estudio halló que la segunda principal causa de muerte por cáncer tanto en hombres como en mujeres cambiará al cáncer de páncreas, seguido por el cáncer de hígado.

Matrisian y sus colaboradores describieron los hallazgos como una «llamada a la acción» que resalta una necesidad general de mejorar tanto el diagnóstico como el tratamiento del cáncer de páncreas.

Pero en una nota positiva, Matrisian sugirió que quizá el futuro resulte algo más alentador para el cáncer de páncreas, al menos en términos de la cantidad de recursos dedicados a la investigación. Por ejemplo, señaló que una ley promulgada en 2013 obliga ahora al Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU. a dar un nuevo enfoque a la mejora del diagnóstico y los tratamientos para una variedad de cánceres intratables, lo que incluye tanto el cáncer de páncreas como el de pulmón.

El Dr. Anirban Maitra, codirector y director científico del Centro de Investigación sobre el Cáncer de Páncreas Sheikh Ahmed Bin Zayed Al Nahyan del Centro Oncológico M.D. Anderson en Houston, enfatizó que «el cáncer de páncreas es una enfermedad muy difícil de detectar y tratar». Y dados los fondos insuficientes para la investigación, expresó poca sorpresa sobre las tendencias previstas.

«Hace años que sabemos que el cáncer de páncreas era uno de los pocos cánceres en que la incidencia y la tasa de mortalidad estaban en aumento», apuntó, «mientras que otros cánceres importantes se han beneficiado de un avance significativo que conduce a un declive en las tasas de mortalidad. Pero la publicación de este estudio es un recordatorio potente de que hará falta mucho trabajo para mejorar los resultados de los pacientes de cáncer de páncreas».

Fuente: Al Día, Infomed.

Actualmente, se están llevando a cabo numerosas investigaciones en las que se abordan muy diversas estrategias en torno a la microbiota como tratamiento contra la obesidad.

Actualmente, se están llevando a cabo numerosas investigaciones en las que se abordan muy diversas estrategias en torno a la microbiota como tratamiento contra la obesidad. En este sentido, cabe destacar la repercusión que sobre el peso puede tener el uso de probióticos (alimentos con microorganismos vivos adicionados) o de prebióticos (ingredientes no digestibles que afectan beneficiosamente al organismo mediante la estimulación del crecimiento y la actividad de nuestra microbiota), así como su influencia sobre otras enfermedades metabólicas.

Tinahones ha señalado que «no existen evidencias científicas que nos hagan afirmar que tengan un efecto directo, aunque sí hay muchos ensayos clínicos en marcha y, a corto plazo, tendremos resultados». También existen trabajos a partir del trasplante completo de microbiota. En este sentido, el experto ha señalado que, «en modelo experimental, se ha trasplantado la microbiota de ratones genéticamente obesos o delgados a otros con intestino libre de gérmenes, y éstos han engordado o adelgazado en función de la microbiota original».

El siguiente paso es observar qué bacterias en humanos pueden tener una respuesta igual que en los modelos experimentales. «El trasplante de microbiota total en humanos es un tema aún de ciencia-ficción». En otro experimento realizado recientemente, a partir del manejo de gemelos humanos discordantes en peso (uno obeso y otro delgado) y ratones de experimentación, «se observado que el ratón al que se le introdujeron heces del gemelo obeso, engordó; y en el otro caso, adelgazó».

Este ejemplo incide en la «relación causal entre la microbiota del intestino y la capacidad de engordar y adelgazar».

Tomado de: Diario Médico

La máxima incidencia se registra en mujeres de entre 30 y 40 años, aunque el 20% de los pacientes supera los 60 años en el momento de la detección del trastorno, según la SEED.

La prevalencia de la enfermedad celíaca en la infancia es cinco veces superior a la de la población adulta; sin embargo, en los últimos años, y gracias a las técnicas diagnósticas disponibles, “están siendo diagnosticados nuevos casos, en especial en pacientes adultos, por lo que se puede afirmar que la enfermedad celíaca ha dejado de ser un trastorno típicamente infantil”, asegura la doctora Julia Álvarez, coordinadora del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

“En el momento actual, entre el 20% y el 50% de los nuevos diagnósticos suceden en sujetos mayores de 50 años. Puede aparecer a cualquier edad de la vida y afecta a las mujeres más que a los hombres; en este sentido, la máxima incidencia se registra en mujeres entre 30 y 40 años de edad, aunque el 20% de los pacientes supera los 60 años en el momento del diagnóstico”, señala esta experta, tras el 56 Congreso de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, celebrado la semana pasada en Valencia.

La forma clásica de la enfermedad se caracteriza por síntomas graves de mala absorción (diarrea, esteatorrea, déficit de vitaminas liposolubles, hierro, calcio y ácido fólico), cambios de carácter, falta de apetito, retraso del crecimiento, títulos positivos de anticuerpos séricos y atrofia grave de las vellosidades en las biopsias del intestino delgado. “Éstos son los síntomas más frecuentes con los que se presenta la celiaquía en niños de entre 9 y 24 meses, que, además de las manifestaciones expuestas pueden presentar náuseas, vómitos, distensión y dolor abdominal recurrente, pérdida de masa muscular y de peso”, explica la doctora Álvarez.

Sintomatología por edades

El carácter del niño cambia hacia la irritabilidad, apatía, introversión e incluso la depresión. Después de los tres años, son frecuentes las deposiciones blandas, talla baja, anemias ferropénicas resistentes a tratamiento y alteraciones del carácter. En este sentido, añade la doctora, “cuando la enfermedad evoluciona sin tratamiento, particularmente en los niños entre el año y los dos años, pueden aparecer formas graves-crisis celíaca-, con presencia de hemorragias cutáneas o digestivas graves”.

A partir de la adolescencia y en los adultos, la clínica de la enfermedad celíaca es más latente y los síntomas digestivos están ausentes o bien ocupan un segundo plano. “La clínica más característica a esta edad es el dolor abdominal, generalmente de tipo cólico y recurrente, acompañado de hinchazón abdominal fluctuante, dispepsia o malas digestiones, síntomas de reflujo gastroesofágico y alteración del hábito intestinal, frecuentemente hacia estreñimiento”, matiza la experta.

“La enfermedad ha sido ilustrativamente definida como un trastorno ‘camaleónico’, que supone que habitualmente pueda presentarse como una inexplicable deficiencia de hierro, lesiones predominantemente cutáneas, alteraciones óseas, neurológicas o un aumento de transaminasas séricas, estando a menudo ausentes los trastornos digestivos”, apunta la doctora Álvarez, y añade: ”Creo que es importante relacionar en la sospecha diagnóstica los síntomas derivados los déficits de micronutrientes asociados como vitaminas liposolubles (A, D, E y K), B6, B12, ácido fólico, cobre, zinc, además del hierro comentado anteriormente”. Sin embargo, tanto en el niño como en el adulto, los síntomas pueden ser atípicos o estar ausentes, dificultando el diagnóstico, concluye.

Grupos de riesgo, programas de cribado

En un estudio llevado a cabo a través del Banco de Sangre de la Comunidad de Madrid, a través de la determinación de anticuerpos específicos en exámenes voluntarios realizados a más de 2.200 personas, uno de cada 370 era celíaco. Según concluyen los autores del estudio, estos datos justificarían la instauración de un programa de cribado universal. En opinión de la Dra. Álvarez, “merece la pena identificar al menos los grupos de riesgo en los que deberemos tener una especial sensibilidad para el despistaje de enfermedad celiaca considerando las posibilidades de formas clínicas, no clásicas, que tienen en ocasiones importantes repercusiones en estado nutricional de los pacientes y su calidad de vida”. Algunos autores estiman que el retraso medio entre el comienzo de los síntomas y el momento del diagnóstico es, por término medio, de unos veinte años, período en el que los pacientes deambulan por repetidas consultas con distintos especialistas, los cuales por lo general, no piensan que la celiaquía pueda ser la enfermedad que causa sus diversas molestias, en un periplo interminable, costoso y muy penoso, asegura la responsable del Área de nutrición del a SEEN.

Celiaquía en el niño

El diagnóstico de enfermedad celíaca en un niño genera en la familia distintos sentimientos. Por un lado,“la tranquilidad de haber encontrado la causa de los problemas que presentaba su hijo y que en muchas ocasiones es la causa de un vía crucis en busca de diagnóstico, y por otro lado, una sensación de agobio por todos los aspectos nutricionales que deben controlar -explica la especialista- deben aprender que alimentos concretos o productos alimentarios pueden dar de comer a su hijo, sienten limitaciones, se preocupan y limitan su vida social por dificultades para manejarse fuera del entorno del domicilio”.

Las familias al completo pueden vivirlo como un grave problema que, inicialmente, les limite la calidad de vida, en este sentido, “las distintas asociaciones de celíacos de nuestro país han desarrollado recursos, informativos y formativos, para mejorar estos aspectos psicológicos y minimizar el impacto del diagnóstico”, indica la doctora. En estas asociaciones se ofrecen catálogos donde se recogen los alimentos sin gluten, tipos y marcas disponibles, cursos de cocina, consejos de compra, revisión de etiquetado etc.

“Cuando los padres asumen el diagnóstico y el tratamiento son capaces de comenzar a educar a los hijos enfermos, sus familiares y asociarse con los educadores para sensibilizarles en el tema”, añade la doctora. La educación en la alimentación de un niño celiaco debe basarse en las mismas tácticas educativas que en el resto de la población haciéndole entender que los alimentos con gluten les perjudican. Aun así, indica la experta, “sabemos que la adherencia continuada a la dieta sin gluten es difícil a cualquier edad y el incumplimiento dietético es muy frecuente entre los celíacos con tasas de entre el 50-80%”.

La alimentación en el celiaco

Su tratamiento consiste en el seguimiento de una dieta estricta sin gluten durante toda la vida. “La dieta sin gluten se basa en dos premisas fundamentales: a) eliminar todo producto que tenga como ingredientes trigo, espelta, cebada, centeno y avena, y b) eliminar cualquier producto derivado de estos cereales -almidón, harina, sémola, pan, pasta, bollería y repostería-”, asevera la doctora Álvarez.

El celíaco debe basar su dieta en alimentos naturales: legumbres, carnes, pescados, huevos, frutas, verduras, hortalizas y cereales sin gluten: arroz y maíz. Deben evitarse, en la medida de lo posible, los alimentos elaborados o envasados, ya que en éstos es más difícil garantizar la ausencia de gluten. Los pacientes con anemia deberán recibir preparados de hierro, folato y vitamina B12 según las necesidades, “a pesar- indica la doctora-de que los diferentes estudios muestran que una dieta sin gluten, por sí sola es capaz de revertir la anemia entre un 78% y un 94% de los pacientes”.

Los estudios demuestran que los pacientes celíacos ven afectada su calidad de vida en función de los síntomas presentes y del impacto que sobre ellos tiene el seguimiento de una dieta sin gluten. En este sentido, explica la doctora, “algunos estudios de calidad de vida en niños celíacos muestran que hasta en un 23% de casos la tristeza es un síntoma presente cuando hacen dieta sin gluten”. Los estudios de calidad de vida relacionada con la salud realizados en población celíaca muestran que los celíacos que no siguen dieta muestran una peor calidad de vida que los que la siguen.“La preocupación referida por la mayoría de los celíacos es la necesidad de seguir una dieta toda la vida”, concluye la representante del Área de Nutrición de la SEEN.

Tomado de: Jano Online

Investigadores de la Universidad de Granada demuestran en ratas obesas que la administración de tres cepas de estos microorganismos reduce la grasa del hígado.

Científicos españoles han demostrado en un experimento realizado con ratas obesas que consumir probióticos durante 30 días ayuda a disminuir la acumulación de grasa en el hígado. Este hallazgo, que publica la revista PLOS ONE, supone un importante avance en la lucha contra la enfermedad del hígado graso no alcohólico, asociada a la obesidad y a la diabetes.

Los investigadores, pertenecientes al grupo ‘Bioquímica de la Nutrición. Implicaciones Terapéuticas’ y al Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos José Matáix de la Universidad de Granada, han demostrado que la administración de tres cepas de probióticos disminuye la acumulación de grasa en el hígado de ratas obesas.

La acumulación de grasa en el hígado se denomina esteatosis y constituye el primer estadio de la enfermedad asociada a la obesidad y a la diabetes. Dado que la prevalencia de estas dos patologías es cada vez mayor, esta enfermedad se ha convertido también en un problema de salud que afecta a millones de personas en todo el mundo.

Los probióticos son microorganismos (bacterias o levaduras) que confieren efectos saludables a la persona que los toma en cantidades adecuadas. Tradicionalmente, sólo se consideraban microorganismos vivos, pero el concepto se amplió pues algunos microorganismos muertos, o incluso componentes de éstos, pueden exhibir propiedades probióticas.

Los investigadores de la UGR trabajaron con tres cepas que están depositadas en la Collection Nationale de Cultures de Microorganismes del Instituto Pasteur: Lactobacillus paracasei CNCM I-4034; Bifidobacterium breve CNCM I-4035 y Lactobacillus rhamnosus CNCM I-4036.

En un primer experimento, llevado a cabo en voluntarios sanos, los investigadores, demostraron que las tres son perfectamente toleradas y seguras para su consumo humano.

Ratas Zucker

En el presente estudio, las cepas se administraron durante 30 días en la dieta a ratas Zucker. Estas ratas desarrollan obesidad debido a una mutación en el gen que codifica el receptor de la leptina, hormona que transmite al organismo una señal de saciedad. La rata Zucker constituye uno de los modelos genéticos de obesidad mejor caracterizados.

En el trabajo, los autores describen que la administración de los probióticos produjo una acumulación de lípidos (mayoritariamente triacilgliceroles) en el hígado significativamente menor que la que tuvo lugar en ratas alimentadas con un placebo.

«Este hallazgo se acompañó de unos menores valores de moléculas proinflamatorias (factor de necrosis tumoral-a, interleuquina-6 y lipopolisacárido) en el suero de las ratas alimentadas con probióticos, efectos que no se observaron con el placebo», afirma el autor principal del estudio, el profesor de la UGR Luis Fontana Gallego.

Según señalan los investigadores, la enfermedad hepática no se curará con probióticos, pero estos microorganismos sí pueden servir como terapia coadyuvante a otros tratamientos.

Tomado de: Jano Online

El estudio ha testado la eficacia y la seguridad de la terapia combinada de los fármacos ABT-450/r, ombitsavir y dasabuvir, una tríada que, además de funcionar en pacientes con cirrosis, también resulta positiva en pacientes sin esta patología.

Un ensayo clínico de fase III en el que ha participado el Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona (Barcelona) ha logrado curar la hepatitis C en un 96% de pacientes sin cirrosis no tratados previamente, una cifra que se eleva al 99% en los casos de genotipo 1b, que es el más común en Europa y afecta a 50.000 catalanes.

Los resultados, publicados en la revista The New England Journal of Medicine, proceden de haber testado fármacos de tercera generación en 700 pacientes sin cirrosis no tratados previamente, que se estima que son como mínimo la mitad de los afectados, ha informado este martes el hospital en un comunicado.

Concretamente, el ensayo ha investigado al eficacia y la seguridad de la terapia combinada de los fármacos ABT-450/r, ‘ombitsavir’ y ‘dasabuvir’, un trío que en los últimos días se ha demostrado que funciona en pacientes con cirrosis; ahora, los investigadores han demostrado que también es positivo en pacientes sin esta patología asociada.

El ensayo clínico también ha investigado la eficacia del tratamiento añadiendo o prescindiendo de un cuarto fármaco, la ‘ribavirina’, utilizada en las terapias de primera y de segunda generación, en las que se combina con interferón.

La ‘ribavirina’, que causa algunos efectos adversos, como náuseas, insomnio, prurito, aumento de la bilirrubina y reducción de la hemoglobina, se ha demostrado más eficaz en los casos de enfermos europeos.

El responsable del Servicio del Aparato Digestivo del Hospital Germans Trias i Pujol, Ramon Planas, ha explicado que los fármacos de tercera generación «cortan de raíz» todas las consecuencias que puede tener la enfermedad, como la cirrosis y la necesidad de un trasplante de hígado.

El tratamiento se administra por vía oral, tiene una duración de doce semanas y su tolerancia es «excelente», según ha dicho Planas, que ha añadido que prácticamente ningún paciente de los que participaban en el ensayo lo han abandonado.

Tomado de: Jano Online