junio 2014 Archivos

hpyloriDe la edición del mes de febrero de la revista World Journal of Gastroenterology, los siguientes artículos tratan aspectos novedosos y actualizados acerca del tema:

George Kenneth Mallory (1900-1986), hijo de F.B. Mallory, quien describió los cuerpos hialinos del hígado de los alcohólicos, nació en Boston e hizo sus estudios en la Facultad de Medicina de Harvard, donde se graduó en 1926. Desarrolló su carrera profesional en el Boston City Hospital como patólogo y obtuvo la Cátedra de Anatomía Patológica de la Facultad de Medicina de Boston en 1948. En 1929 publicó con Weiss un breve artículo sobre el cuadro clínico que lleva su nombre (Hemorrhage from laceration of the cardiac orifice of the stomach due to vomiting. Am J Med Sci. 1929;178:506).

esofagitis41Extraesophageal Presentations of GERD
Autor: Ryan D. Madanick. Fuente: Gastroenterol Clin NA. 2014; 43 (1):105-120

La posibilidad de acceder al texto completo de este artículo a través del acceso a la base de datos Clinical Key, para todos los usuarios del sistema de información en salud de nuestro país. El número 1 de este año 2014 está dedicado completamente a la Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico.

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tuboChronic diarrhea caused by idiopathic bile acid malabsorption: an explanation at last. Autor: Alan F Hofmann. Fuente: Expert Rev Gastroenterol Hepatol. 2009; 3 (5): 461-464.

En este editorial se revisan los conocimientos más recientes en cuanto a la circulación enterohepática y las explicaciones  que fundamentan la patogenia de la malabsorción por ácidos biliares, una causa de diarrea crónica. A nivel molecular, se ha identificado a la proteína  FGF19 como elemento clave en este proceso. Este artículo ocupa el primer lugar entre los más leídos en el sitio digital de la referida publicación.

El cáncer de páncreas será el segundo cáncer más letal en 2030

El cáncer de páncreas se convertirá en el segundo cáncer más letal en Estados Unidos en 2030, predice una investigación reciente.

Si las previsiones se sostienen, el cáncer de páncreas superará a los cánceres de mama, de próstata y colorrectal, terminando en segundo lugar solo respecto al cáncer de pulmón como el cáncer más letal del país.

«En general, la tasa de mortalidad por cáncer en EE. UU. está declinando cada año», señaló la autora del estudio, Lynn Matrisian, vicepresidenta de investigación y asuntos médicos de Pancreatic Cancer Action Network en Manhattan Beach, California.

«Y el número de muertes provocadas por otros cánceres importantes, como el de pulmón, el colorrectal y el de mama, sigue esa tendencia y está en descenso. Pero se ha logrado poco avance con el cáncer de páncreas, y sabíamos que no seguía la tendencia», lamentó.

¿Por qué?

Matrisian apuntó a una combinación de factores, como la población que envejece, el crecimiento relativo de poblaciones minoritarias de alto riesgo y la poca financiación para la investigación sobre el cáncer de páncreas.

Otros factores importantes incluyen la dificultad de diagnosticar el cáncer de páncreas temprano, y la necesidad de unos mejores tratamientos.

«El páncreas está localizado en la profundidad del abdomen», comentó, y el órgano es difícil de alcanzar y visualizar mediante los métodos de escaneo tradicionales. Además, «si el paciente presenta algún síntoma, con frecuencia es bastante no específico y vago», dijo Matrisian.

El hecho de que el páncreas esté rodeado de tejido denso que bloquea los fármacos es otro factor, añadió, al igual que la tendencia de la enfermedad de comenzar a propagarse en una etapa temprana.

El informe de Matrisian aparece en la edición de la revista Cancer Research.

Los autores del estudio anotaron que el cáncer de pulmón ya encabeza la lista como causa de muerte por cáncer en EE. UU., un dudoso honor que parece que no perderá en el futuro predecible.

Para calcular un amplio rango de cifras sobre la mortalidad por el cáncer dentro de más de una década, el equipo de investigación condujo un análisis profundo de estadísticas recientes que cubrían los doce cánceres más comunes entre los hombres y los trece más comunes entre las mujeres.

Los investigadores determinaron que durante las próximas dos décadas el cáncer de mama, el cáncer de próstata y el cáncer de pulmón seguirán siendo, como son ahora, los tres cánceres principales para hombres y mujeres juntos en términos solamente del número de personas recién diagnosticadas.

Pero, para cuando llegue el año 2030, los cánceres de tiroides, melanoma y uterino en realidad superarán al cáncer colorrectal (que actualmente es el cuarto), calificando en cuarto, quinto y sexto lugar como los principales cánceres en números absolutos.

Pero el panorama de las muertes por cáncer es algo distinto.

Actualmente, los cánceres de pulmón, de próstata y colorrectal son las causas número uno, dos y tres de muerte por cáncer entre los hombres de EE. UU., mientras que para las mujeres esos lugares les corresponden a los cánceres de pulmón, de mama y colorrectal.

Se predice que el cáncer de pulmón siga siendo la principal causa de muerte por cáncer en 2030. Pero el equipo del estudio halló que la segunda principal causa de muerte por cáncer tanto en hombres como en mujeres cambiará al cáncer de páncreas, seguido por el cáncer de hígado.

Matrisian y sus colaboradores describieron los hallazgos como una «llamada a la acción» que resalta una necesidad general de mejorar tanto el diagnóstico como el tratamiento del cáncer de páncreas.

Pero en una nota positiva, Matrisian sugirió que quizá el futuro resulte algo más alentador para el cáncer de páncreas, al menos en términos de la cantidad de recursos dedicados a la investigación. Por ejemplo, señaló que una ley promulgada en 2013 obliga ahora al Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU. a dar un nuevo enfoque a la mejora del diagnóstico y los tratamientos para una variedad de cánceres intratables, lo que incluye tanto el cáncer de páncreas como el de pulmón.

El Dr. Anirban Maitra, codirector y director científico del Centro de Investigación sobre el Cáncer de Páncreas Sheikh Ahmed Bin Zayed Al Nahyan del Centro Oncológico M.D. Anderson en Houston, enfatizó que «el cáncer de páncreas es una enfermedad muy difícil de detectar y tratar». Y dados los fondos insuficientes para la investigación, expresó poca sorpresa sobre las tendencias previstas.

«Hace años que sabemos que el cáncer de páncreas era uno de los pocos cánceres en que la incidencia y la tasa de mortalidad estaban en aumento», apuntó, «mientras que otros cánceres importantes se han beneficiado de un avance significativo que conduce a un declive en las tasas de mortalidad. Pero la publicación de este estudio es un recordatorio potente de que hará falta mucho trabajo para mejorar los resultados de los pacientes de cáncer de páncreas».

Fuente: Al Día, Infomed.

Diversas causas originan la cirrosis hepática

El experto en Gastroenterología del IMSS en Jalisco, Ernesto Santiago Luna, señaló que aún prevalece la creencia de que el origen de la cirrosis es el consumo excesivo de alcohol, pero afirmó en que es muy difícil atribuir esta enfermedad a una etiología única.
Indicó que este padecimiento es considerado un problema de salud pública y ocurre como consecuencia de una inflamación crónica del hígado o hepatitis, la cual puede desencadenarse por factores infecciosos, tóxicos, autoinmunes u obstructivos, entre muchos otros.
El titular del Departamento de Gastroenterología en el Hospital de Especialidades del organismo en la entidad, aclaró que cualquier afección que dañe el hígado crónicamente o lo obstruya, impidiendo el paso de la bilis hacia el intestino, puede traducirse en fibrosis o cirrosis hepática.
Resaltó que una vez instalada la cirrosis hepática, es muy difícil hablar de curación y más bien se sugiere sustituir el órgano dañado (trasplante).
Afirmó que entre los factores que más contribuyen a la hepatitis o inflamación crónica del hígado están los de tipo infeccioso, sobre todo el virus B y en menor grado el C.
Ello, debido a que no dan síntomas, lo que facilita que la hinchazón hepática persista por años, merma la función de dicho órgano y hace que éste modifique su estructura.
Otras causas que producen el mismo efecto son el exceso en el consumo de alcohol y la ingesta de algunos fármacos, en especial la vitamina A (retinoides) y el exceso de hierro, aunque también algunos solventes e insecticidas son capaces de inflamar el hígado y hacer que se haga cirrótico.
Asimismo, dijo, las llamadas enfermedades colestásicas caracterizadas por obstruir las vías biliares y dificultar la salida de bilis hacia el intestino, hacen que el hígado se inflame, lo mismo sucede en personas con esteatosis o acumulación de grasa en dicho órgano.
De esta manera, señaló que evitando los factores de riesgo ya mencionados, que, a excepción de los aspectos autoinmunes, son prevenibles, es mucho lo que puede hacerse para aminorar la incidencia de esta grave enfermedad que se considera una antesala importante al cáncer hepático primario, altamente letal.
El especialista mencionó la importancia de evitar el uso de drogas inyectables, alcoholismo, tatuajes, piercings, sexo no protegido, alcoholismo, automedicación y hasta alimentación rica en grasa, para evitar contraer hepatitis y con ello el riesgo incrementado a cirrosis.
Comentó que a nivel mundial, el 19 de mayo se celebró el Día de la Cirrosis Hepática como una oportunidad de reflexionar sobre las graves consecuencias de este mal que, como se explicó, es altamente prevenible.

Tomado del boletín de selección temática de Prensa Latina: Copyright 2013 «Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.»

El valor de corte para la positividad de la pepsina era 16 ng/mL.

Los pacientes con enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) podrían evitar el uso innecesario de un tratamiento antirreflujo y algunas pruebas invasivas y costosas con un test para determinar el nivel de pepsina en saliva durante la consulta, indica un estudio de la industria farmacéutica.
El análisis de pepsina en saliva con el Peptest (RD Biomed) complementaría los cuestionarios que se utilizan para diagnosticar el trastorno en el consultorio, según precisan los autores en la revista Gut.
«La pepsina se encuentra en la salud de las personas sanas y con acidez. Pero independientemente de la acidez del reflujo, la prevalencia y la concentración de pepsina en saliva eran mayores en los pacientes con síntomas asociados al reflujo que en el grupo de control», explicaron.
«En aquellos con acidez funcional, la prevalencia y la concentración de pepsina en saliva era más baja», indicó el investigador principal, doctor Daniel Sifrim, de la Facultad de Medicina y Odontología de Barts y Londres, en Inglaterra.
Sifrim agregó: «Un tercio de los participantes asintomáticos saludables tenían pepsina en saliva, lo que sugiere que el reflujo psicológico provocaría la aparición de pequeñas cantidades de la enzima en la cavidad oral».
«Por lo tanto, la principal diferencia con los pacientes sintomáticos sería cuantitativa, es decir, la concentración», añadió.
El test de pepsina en saliva tiene puntos positivos y negativos, según opinó el doctor C. Prakash Gyawali, de la Facultad de Medicina de la Washington University, en Missouri. «Es objetivo y fácil de utilizar», señaló.
Gyawali aclaró que la prueba se realizó «en un ambiente controlado (todos los pacientes utilizaban medicamentos para la ERGE y las muestras de saliva se obtuvieron una hora después de las comidas exactamente o al despertar), lo que sería difícil replicar en la práctica clínica».
Los autores reunieron 104 voluntarios saludables sin síntomas y 134 pacientes con los síntomas típicos de la ERGE (acidez con o sin regurgitación) en un centro médico académico urbano de Gran Bretaña. Incluyeron pacientes con una cirugía esofágica o gástrica previa o un trastorno motor esofágico.
Todos los participantes respondieron el Cuestionario de Enfermedad por Reflujo (RDQ por su nombre en inglés). Se les monitorizó el reflujo con impedancia con pHmetría.
Cada uno tomó una muestra de su saliva al despertar y antes de comer, beber o cepillarse los dientes, y, nuevamente, una hora después del almuerzo y de la cena.
El valor de corte para la positividad de la pepsina era 16 ng/mL y los participantes formaron parte de uno de tres grupos, dependiendo de la duración de la exposición al ácido (AET, por su sigla en inglés) esofágico y el resultado del análisis de asociación de síntomas de reflujo en saliva.
Los pacientes con AET total mayor al 4,2 por ciento formaron parte del grupo ERGE; aquellos con AET normal pero una asociación de síntomas positiva (SAP) mayor al 95 por ciento integraron el grupo con «esófago hipersensible» (EH), y los que tenían AET normal y una asociación de síntomas negativa (SAP menos al 95 por ciento) formaron el grupo con acidez funcional (AF).
Los investigadores ignoraban esa división y los resultados de las pruebas.
La edad promedio del grupo de control (31 años) era significativamente menor que la de los pacientes con ERGE (53 años), los pacientes con EH (43 años) y los pacientes con AF (50 años). En los grupos, hombres y mujeres estaban representados por igual.
Treinta y tres de los 87 participantes saludables sin síntomas (grupo de control) obtuvieron uno o más resultados positivos en los test de pepsina en saliva.
La prevalencia de pepsina en saliva fue significativamente más alta en los pacientes con acidez que en el grupo de control: 75 de los 111 obtuvieron uno o más resultados positivos en las muestras de saliva.
Entre los pacientes con acidez, aquellos con ERGE tenían una mayor prevalencia de pepsina elevada en saliva (45 de 58 con uno o más resultados positivos).
Los pacientes con EH tenían una alta prevalencia de pepsina en saliva (21 de 26 pacientes).
En cambio, sólo a nueve de 27 pacientes con AF se les detectó pepsina en saliva, significativamente menos que en los grupos con ERGE o EH.
La prevalencia de la detección de la pepsina era similar en los pacientes con AF y el grupo de control, y pocos pacientes obtuvieron un resultado positivo en las tres muestras.
El resultado positivo del test tuvo una sensibilidad del 77,6 por ciento.
«Se detectó pepsina en varios tejidos, incluida la boca, y es posible suponer que proviene del estómago en forma de un ataque de reflujo», dijo Gyawali.
Pero advirtió: «No pienso que este estudio demuestre que la pepsina en saliva permita diagnosticar la ERGE con certeza. Lo que los autores demostraron es que la pepsina se detecta en la saliva, en especial cuando el test se realiza una hora después de comer, más comúnmente cuando los reflujos son frecuentes que cuando no lo son (como en el grupo control)».
«La ausencia de pepsina en saliva sirve más para descartar la posibilidad de tener reflujos frecuentes que lo que su presencia ayuda a diagnosticar de manera concluyente la ERGE grave», opinó Gyawali, que no participó del estudio.

Tomado de: Intramed

En algunos pacientes con obesidad mórbida persisten los niveles bajos de colesterol HDL tras la cirugía bariátrica.
Un equipo de científicos del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBIS) ha descubierto que en algunos pacientes con obesidad mórbida, con o sin síndrome metabólico, que se han sometido a una cirugía bariátrica persisten los niveles bajos de colesterol HDL, aunque mejore su aspecto antropométrico, y, por tanto, existe riesgo cardiovascular. David Cano González, investigador del Laboratorio de Enfermedades Endocrinas del IBIS, explica a Diario Médico que analizaron la disfunción microvascular en pacientes obesos mórbidos, antes y después de la cirugía bariátrica, para comprobar si mejoraba.

En un estudio prospectivo publicado en la edición electrónica de la revista International Journal of Obesity se seleccionaron a 62 pacientes obesos mórbidos en los que se analizaron diversos valores antropométricos y bioquímicos, así como la función microvascular mediante flujometría por láser Doppler. «Transcurrido un año desde la cirugía bariátrica, se les repitió el mismo análisis para determinar la mejoría», comenta Cano.

Resultados
Los investigadores dividieron a los pacientes en dos grupos: 39 con síndrome metabólico y 23 sin el síndrome. Los resultados mostraron que, de los 39 pacientes con síndrome metabólico, 27 no mostraban síndrome metabólico tras la cirugía bariátrica. Los enfermos en los que mejoró el síndrome presentaban también una mejoría en la disfunción microvascular.

Por otra parte, analizaron algunos de los factores implicados en el síndrome metabólico -obesidad central, hipertensión, altos niveles de glucosa, hipertrigliceridemia y bajos niveles de HDL- y encontraron que los pacientes obesos mórbidos con o sin síndrome mejoran su peso después de la cirugía pero no así los niveles de HDL, que continúan bajos, lo que redunda en un mayor riesgo cardiovascular.

«Al no mejorar los niveles bajos de colesterol bueno, el paciente tampoco lo hace, a pesar de haber perdido 60 kilos de media», ha subrayado. No hay ningún fármaco para incrementar el colesterol HDL, no obstante, Pedro García Luna, responsable de la Unidad de Nutrición del Hospital Virgen del Rocío, en Sevilla, opina que hay aspectos del estilo de vida que pueden contribuir a mejorar el síndrome metabólico, como hacer ejercicio, reducir el consumo de sal, evitar azúcares refinados, y también ingerir nueces y aceite de oliva. Este grupo, en su línea de trabajo, espera iniciar un estudio para determinar si se debe tratar el HDL antes de operar a este tipo de pacientes.