microbiota intestinal

Entre un 5 y un 11 por ciento de la población sufre el síndrome de intestino irritable, una de las principales causas de absentismo laboral. El gran intervalo de la cifra de afectados se debe a la dificultad para su diagnóstico.

El síndrome de intestino irritable (SII) se cree que afecta a entre el 5 y el 11 por ciento de la población mundial. La imprecisión en la cifra se debe, entre otros factores, a la dificultad para su diagnóstico. Aun así, se trata de una de las principales causas de absentismo laboral. Los factores que pueden llegar a desencadenar el síndrome son muy variados. Existe una predisposición genética, pero factores ambientales o psicológicos, como el estrés, pueden llegar a desencadenarlo. Puede causar dolor abdominal y, según el tipo de síndrome, se pueden desarrollar diarreas, estreñimiento o ambos. Este cuadro tan difuso hace que muchos pacientes no acudan en busca de ayuda médica, aunque en los momentos más graves llegue a afectar al desarrollo de su vida cotidiana. Ver más…

La riqueza de especies bacterianas en el intestino contribuye al fortalecimiento del sistema inmunitario en las membranas mucosas y protege frente al futuro desarrollo de asma y alergias en niños.

Es la principal conclusión del estudio realizado por investigadores del Área de Genómica y Salud de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (Fisabio), la Universidad de Linköping (Suecia) y el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA), perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

«Mirando la interacción de las bacterias con los anticuerpos del bebé al mes de vida podemos identificar claramente aquellos niños que desarrollan asma años más tarde. El descubrimiento es sorprendente, porque abre la vía a un diagnóstico precoz que permita dirigir estrategias de prevención a aquellos niños con alto riesgo de padecer la enfermedad en el futuro», destaca Alejandro Mira, investigador de la Fundación Fisabio. Ver más…

Un estudio del CIBEobn describe cómo la pérdida de peso tiene efectos en la composición de la microbiota.

Un trabajo del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), dependiente del Instituto de Salud Carlos III, ha descubierto diferencias en la composición de la comunidad de hongos del intestino en personas que sufren obesidad. Ver más…

Según los científicos del Instituto del Valle del Ebrón (VHIR) padecer diarrea o extreñimiento puede condicionar el tratamiento para el colon irritable.

La diversidad microbiana varía en las personas con síndrome de colon irritable en función de si tienen diarrea o estreñimiento, un hecho que puede condicionar su tratamiento. Según los resultados que un grupo del Instituto de Investigación del Valle de Hebrón (VHIR) de Barcelona ha publicado en Nature Scientific Reports, los pacientes que tienen diarrea alojan menos bacterias productoras de butirato y metano que los pacientes sanos o con estreñimiento. Ver más…

Investigadores de la Universidad de Kansas (EEUU) han descubierto que podría haber relación entre la producción del N-oxido de trimetilamina (OTAM) por las bacterias del intestino con el riesgo de sufrir enfermedad cardiaca en pacientes renales crónicos.

El N-óxido de trimetilamina (OTAM) es generado por una bacteria intestinal tras metabolizar los nutrientes de la dieta llamados colina y L-carnitina. La investigación, desarrollada por investigadores de la Universidad de Kansas (EEUU), ha demostrado que dar OTAM a roedores fomenta la ateroesclerosis y la alta concentraciones de este compuesto en sangre aumenta el riesgo de desarrollar enfermedad cardiaca. Su eliminación por la orina revela el importante papel de los riñones en este proceso. Los resultados se publicaron en Journal of American Society of Nephrology (JASN). Ver más…

Un estudio internacional en el que han participado científicos españoles concluye que los episodios traumáticos en la niñez están asociados a un mayor riesgo de enfermedades psiquiátricas, metabólicas e intestinales en la edad adulta.

La separación de la madre en la infancia provoca alteraciones en la microbiota intestinal del bebé que pueden causar el desarrollo de trastornos del comportamiento, según un estudio con roedores realizado por un equipo de científicos internacional. La investigación, publicada en la revista Nature Communications y que ha contado con la participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), añade que estos trastornos persisten hasta la edad adulta. Ver más…

El Hospital Ramón y Cajal ha puesto en marcha un grupo de trabajo de trasplante de microbiota intestinal. La primera paciente tratada, de 86 años, padecía infección por ‘Clostridium difficile’ refractaria-recidivante.

El pasado 18 de marzo, una mujer de 86 años se sometió a un trasplante de microbiota intestinal en el Hospital Ramón y Cajal, de Madrid. La muestra de heces de su hija tuvo un efecto fulminante sobre la infección por Clostridium difficile refractaria-recidivante que padecía. Inmediatamente pasó a hacer una sola deposición al día. Se trata de una de las primeras experiencias de trasplante fecal en España. Ver más…

El estudio muestra la conexión entre el desarrollo del microbioma y el tipo de parto.

Un análisis fecal simple de 98 niños suecos durante su primer año de vida ha encontrado una conexión entre el desarrollo del microbioma intestinal infantil y la manera en que se produjo su parto. Los bebés nacidos por cesárea presentaban un componente bacteriano intestinal que mostraba una semejanza significativa menor con la de sus madres en comparación con aquellos nacidos por parto vaginal.

El estudio, publicado en Cell Host & Microbe en la edición especial «Tehe Host-Microbiota Balance» ha encontrado que la nutrición puede también influir en el desarrollo de este microbioma infantil; específicamente en la decisión de dar leche materna o fórmulas de contaminación. Ver más…

Desde el nacimiento, millones de bacterias empiezan a colonizar nuestro intestino. Desempeñan un papel fundamental para mantener la salud física pero, además, podrían tener mucho que decir en la personalidad. Modifican el estado emocional, influyen sobre la memoria, el estado de ansiedad e incluso serían clave a la hora de elegir compañía sexual, como apuntan estudios con animales.

No es de extrañar que haya una comunicación continua entre los intestinos y el cerebro, al igual que muchas sensaciones y estados mentales se reflejan en nuestras tripas. / Imagen: Fotolia (derivada)

Podría ser un thriller psicológico, pero es real: dentro de ti hay una legión de millones de seres diminutos capaces de influir en tu mente sin que te des ni cuenta. Poco a poco la ciencia está desmontando la visión antropocéntrica de un ser humano autosuficiente, con control total sobre sus funciones mentales. No vivimos solos. Millones de bacterias no patógenas nos acompañan desde que nacemos y sin ellas nada sería igual. Juntas forman nuestra microbiota.

Se sabe que son imprescindibles para desarrollar unas buenas defensas y para la digestión de ciertos alimentos. Pero, además, son capaces de comunicarse con el cerebro. Influyen sobre el comportamiento social del individuo y sobre la elección de pareja, pueden modificar la memoria, el aprendizaje, el estado de ansiedad y el depresivo.

Toda nuestra piel se encuentra recubierta por estas bacterias, pero donde más se acumulan es en el intestino. Como si de una gran megalópolis de microorganismos se tratara, varios millones de ellos viven en el cálido y confortable interior de nuestro tubo digestivo.

Bacterias que enamoran

“Cada vez hay más evidencias de que la microbiota está implicada en ciertas conductas sociales como, por ejemplo, el reconocimiento de parentesco y el comportamiento reproductivo”, explica a Sinc la investigadora de la Universidad de Liverpool (UK) Zenobia Lewis.

Se sospecha que las bacterias de nuestras axilas influyen a la hora de elegir compañero de cama

Sus estudios con moscas revelan hasta qué punto los microorganismos intestinales pueden influir en la elección de pareja. La mosca es capaz de identificar miembros de su familia por la composición de su flora y así evitar la endogamia. “En los insectos, este efecto de la microbiota intestinal parece estar relacionado con la producción de feromonas. Lo que se come afecta las bacterias del estómago y, por tanto, al olor del hospedador. Para muchos animales, el olor es clave a la hora de decidir aparearse con otro individuo”, explica Lewis.

En definitiva, una mosca solo aceptará reproducirse con otra si su microbiota exhala el olor adecuado.

Este fenómeno no es exclusivo de insectos. Otros estudios han demostrado efectos similares en primates. Según Lewis, “ni siquiera los humanos parecen ser inmunes a los efectos de la microbiota. ¡Se sospecha que las bacterias de nuestras axilas influyen a la hora de elegir compañero de cama!”.

Las consecuencias de elegir la pareja sexual dependiendo qué microorganismos vivan dentro de él pueden, a largo plazo, determinar el curso de la evolución, propiciando la aparición de varias especies donde antes solo había una.

El grupo del investigador Pacheco López, en la Universidad Autónoma Metropolitana de México, también estudia cómo los microorganismos que se alojan en las tripas pueden modificar el comportamiento social. Él opina que se debería considerar al ser humano como un organismo complejo, que no puede actuar de manera independiente de sus compañeros más próximos.

Dime qué bacterias tienes y te diré quién eres

Que las bacterias desempeñen un papel a la hora de elegir con quién tener descendencia ya es bastante sorprendente. Pero, además, envían señales al cerebro que pueden modular los niveles de ansiedad, el humor, el aprendizaje o el dolor que siente el hospedador. También se las ha relacionado con enfermedades como el autismo o la esclerosis múltiple.

“Hay evidencias –asegura Lewis- de que las bacterias del intestino influyen en la memoria y el comportamiento en ratones. Además, se ha visto que la microbiota está implicada en los niveles de ansiedad”.

Se ha relacionado a las bacterias con el autismo y la esclerosis múltiple

Algunos estudios demuestran que la respuesta al estrés en ratones que se han criado totalmente libres de microorganismos es anormalmente alta. Estos animales rinden peor en pruebas de memoria sencillas.

Otra manera de investigar el efecto de estos huéspedes del tubo digestivo es colonizar roedores poseedores de una cepa con la microbiota propia de otra. Para ello, se extraen las bacterias de las heces de un donante y se introducen en un receptor. El resultado es que el comportamiento del ratón cambia y se vuelve similar al del donante.

El cerebro y la microbiota se cartean

Pero no hace falta un trasplante de heces para modificar la microbiota del intestino. Los probióticos son turistas bacterianos: organismos vivos que se administran desde el exterior y que pueden producir un beneficio para el hospedador. Si se conociesen las especies bacterianas adecuadas, sería posible administrar cócteles de probióticos para mejorar el estado de ánimo y el estrés en personas con ciertas patologías.

Es más, la manera más sencilla de modificar la población de bacterias es la alimentación. Desde la niñez, la dieta que sigamos puede favorecer el crecimiento de unos u otros microorganismos.

Así, esta legión de pequeños huéspedes se está colocando en el punto de mira para el desarrollo de terapias contra enfermedades neuropsicológicas. Pero, aunque cada vez está más claro que las condiciones del cerebro pueden ser modificadas al modular la microbiota intestinal, como indica el investigador John Cryan, de la Universidad de Cork (Irlanda), “que esto dé lugar a terapias basadas en microorganismos aún es solo una posibilidad tentadora que merece la pena investigar”.

Nuestra legión de microorganismos está en el punto de mira para el desarrollo de terapias contra enfermedades neuropsicológicas

Los mensajes de los microorganismos llegan al cerebro a través de moléculas que activan el nervio vago [que lleva información de nuestros órganos internos al cerebro] o actúan sobre el sistema inmunitario. Ambos canales sirven para trasladar la información al sistema nervioso central.

Y esta mensajería es correspondida. Desde el cerebro también se envía información que modifica la composición de la microbiota. Situaciones estresantes en la niñez pueden variar el microbioma de por vida, así como en un adulto el estrés crónico. Por ejemplo, un ratón que ha sido separado de su madre tres horas diarias durante los primeros doce días de vida tiene una microbiota diferente que uno que no ha sufrido este trauma.

Mariposas en el estómago

Pero lo cierto es que no es de extrañar que haya una comunicación continua entre los intestinos y el cerebro, al igual que muchas sensaciones o estados mentales se reflejan en nuestras tripas. Sentimos mariposas en el estómago cuando nos enamoramos, se nos cierra si estamos nerviosos y, a veces, toca hacer de tripas corazón para tomar la decisión adecuada.

Los sentimientos se reflejan en el tubo digestivo, y viceversa: su estado se refleja en nuestro ánimo. Porque en el intestino hay una red de varios cientos de millones de neuronas que actúan de manera independiente del cerebro. Este entramado de células nerviosas intestinales está en contacto íntimo con la mayor población de microorganismos del cuerpo humano, unos 100 billones de bacterias, y se le ha llegado a llamar ‘el segundo cerebro’.

Fuente: Intramed.net