octubre 2014 Archivos

El hallazgo podría contribuir a mejorar el tratamiento del esófago de Barrett y el cáncer.
El esófago tiene su propio nicho de células madre, según un estudio que se publica hoy en Cell Reports. El hallazgo de Eric Lagasse, de la Facultad de Medicina de Pittsburgh (Estados Unidos), y su equipo podría contribuir a mejorar el tratamiento del esófago de Barrett y el cáncer.
«El revestimiento del esófago debe renovarse de forma regular», ha indicado Lagasse. «Para ello, las células de las capas más profundas se dividen unas dos veces a la semana para producir células hijas que se conviertan en células especializadas. Hasta ahora no habíamos podido determinar si esas células son todas iguales o existe una subpoblación de células madre», ha añadido.
El equipo generó a partir de muestras murinas organoides de tejido esofágico en los que identificó una pequeña población de células que se dividen más despacio, son más primitivas, pueden generar células diferenciadas y autorrenovarse. En definitiva, células madre.

Acaba con la diarrea en el 90% de los casos.

Investigadores estadounidenses han desarrollado una píldora que lleva encapsulada materia fecal congelada que podría servir para tratar infecciones intestinales por la bacteria Clostridium difficile, y en un estudio preliminar han demostrado que puede solucionar la diarrea con una eficacia del 90 por ciento.

El trabajo se publica en Journal of the American Medical Association (JAMA) y, aunque los resultados proceden de un estudio muy incipiente, los autores creen que podría abrir una nueva línea de tratamiento para tratar estas infecciones cuando son recurrentes. Investigaciones previas han demostrado que el trasplante de materia fecal es un tratamiento beneficioso contra las infecciones intestinales bacterianas más difíciles de tratar como las ocasionadas por la C. difficile, que puede ser mortal ya que no siempre logra curarse con antibióticos.

Los estudios han mostrado que la materia fecal puede restaurar la flora bacteriana capaz de combatir a esta bacteria, pero el principal problema era saber cómo hacer llegar las heces al intestino del paciente. Para ello es necesaria la donación de materia fecal «fresca», normalmente de un familiar, pero para hacerla llegar al intestino del paciente es necesario usar una sonda o mediante una colonoscopia.

Sin embargo, los autores de este trabajo han ideado un método para conseguir que las heces llegaran al intestino, mediante su congelación, para luego encapsularlas y ser administradas por vía oral evitando cualquier proceso gastrointestinal invasivo.

En un ensayo preliminar utilizaron materia fecal de cuatro voluntarios, que fue administrada a un total de 20 pacientes con esta infección en los que previamente había fallado el tratamiento con antibióticos. Los pacientes recibieron 15 cápsulas durante dos días consecutivos y se sometieron a un seguimiento durante los 6 meses posteriores.

En 14 de estos pacientes (70%), el tratamiento resultó eficaz tras la primera administración de las cápsulas, y en los 6 pacientes que no respondieron inicialmente al tratamiento, la diarrea se cortó 4 días más tarde, por lo que la tasa global de eficacia fue del 90%.

Asimismo, el número de deposiciones se redujo de una media de 5 diarias antes del tratamiento a 2 diarias 3 días después y 1 al día durante las 8 semanas posteriores. Asimismo, no se observaron eventos adversos graves con el uso de estas cápsulas.

«Si utilizamos este método en nuevos estudios con controles más activos se podría demostrar la eficacia de este tratamiento y hacerlo más accesible a más pacientes», ha defendido Ilan Youngster, del Hospital General de Massachusetts en Boston, Estados Unidos, uno de los autores de este trabajo.

Fuente: Jano Online.