hígado graso no alcohólico

El 20% de los españoles padece hígado graso o esteatohepatitis, y entre el 2 y el 3% ya ha desarrollado inflamación hepática o fibrosis, lo que puede acabar desembocando en casos graves de cirrosis o cáncer hepático.

Los expertos reunidos en el XXXIX Congreso Anual de la Asociación Española para el estudio del Hígado (AEEH) han presentado un nuevo método diagnóstico para detectar esteatohepatitis no alcohólica (EHNA o NASH por sus siglas en inglés) sin necesidad de realizar una biopsia. La esteatohepatitis es una enfermedad del hígado que se produce por la inflamación y daño de este órgano, como consecuencia de una acumulación excesiva de grasa en forma de triglicéridos, en lo que se conoce como enfermedad del hígado graso (HGNA o NAFLD).

Considerada como una de las epidemias clínicas del siglo XXI debido al consumo generalizado de una dieta excesivamente calórica, el hígado graso se produce por «la acumulación de ácidos grasos y triglicéridos en las células hepáticas. Su origen es desconocido aunque suele ir asociado a la obesidad, la diabetes y la hiperlipidemia, y cuando esta infiltración grasa se complica, el hígado se inflama y aparece la esteatohepatitis, una enfermedad que debe ser tratada precozmente porque puede desembocar en cirrosis o cáncer», explica el Dr. Manuel Romero, miembro de la AEEH y catedrático de medicina de la Universidad de Sevilla.

La esteatohepatitis es una enfermedad completamente asintomática, que genera una pequeña alteración de la bioquímica hepática junto con alteraciones metabólicas (síndrome metabólico) como la hipertensión, obesidad, dislipemia, diabetes, etc.

La detección de hígado graso ocurre muchas veces en un chequeo rutinario y es confirmado mediante una simple analítica de sangre o una ecografía. Ahora bien, el diagnóstico de la esteatohepatitis es un poco más complejo ya que requiere de la realización de una biopsia, por lo que es mucho menos accesible e incomodo para el paciente. «Justamente por este motivo se ha desarrollado un nuevo método diagnóstico capaz de detectar si el paciente padece inflamación hepática a través de una resonancia magnética y, mediante un posterior análisis en el ordenador, nos mostrará su diagnóstico con una seguridad claramente superior a los métodos de los que disponemos a día de hoy», destaca el Dr. Manuel Romero.

Actualmente, en torno al 20 por ciento de los españoles padecen hígado graso, cifra que está aumentando potencialmente entre los jóvenes. Entre un 10 y 15 por ciento de los pacientes con hígado graso desarrollan esteatohepatitis, lo que representa un 2-3% de la población total española o lo que es lo mismo, más de un millón de personas.

Esta inflamación hepática, caracterizada por la acumulación de grasa, es producida principalmente por dos causas diferenciadas: por el consumo de alcohol en exceso (esteatohepatitis alcohólica) y por tener un perfil de obesidad o diabetes (esteatohepatitis no alcohólica). Aún así, en los últimos estudios realizados, se ha detectado que entre un 30% – 40% de los pacientes que presentan una esteatohepatitis no alcohólica es debido a causas genéticas. «Se ha comprobado que la presencia de una mutación en el gen PNPLA3 puede conllevar a que la persona sea más propensa a acumular grasa en el hígado y, por tanto, a desarrollar esta enfermedad sin necesidad de tener unos perfiles clínicos desfavorables. Se calcula que solo el 3%-5% de la población española tiene este gen mutado y que más de un tercio de ellos tendrán tendencia a desarrollar enfermedad hepática», puntualiza el Dr. Romero.

Las dos complicaciones más graves que derivan directamente de esta enfermedad serían, por un lado, la progresión natural de la enfermedad hepática, es decir, un primer proceso a la cirrosis que podría llegar a producir cáncer de hígado, y, por otro, el incremento del riesgo cardiovascular, ya que se ha visto que las personas que poseen el hígado inflamado tienen mayor riesgo cardiovascular que las personas con hígado sano.

A pesar de ello, la esteatohepatitis es una enfermedad que se puede revertir mediante la práctica regular de ejercicio físico y una dieta saludable, junto con el control de las principales enfermedades que se asocian a la esteatohepatitis, como es la obesidad y la diabetes. Aun así, el Dr. Manuel Romero añade que, «el problema es que resulta tremendamente difícil convencer al paciente para que haga deporte, con lo que nos vemos obligados a desarrollar nuevos tratamientos que permitan lograr el control de la enfermedad». En este sentido, también se presentará en el congreso un estudio que muestra el impacto positivo del ejercicio físico y la dieta durante un año en esta enfermedad. Además, en el marco del congreso, se discutirán las posibilidades terapéuticas de fármacos prometedores como el ácido obeticólico, la quercetina o el GFT-505″, añade el hepatólogo.

En el marco de la AEEH se ha conformado el Grupo Nacional para el Estudio de la Esteatohepatitis, un equipo formado por dieciocho grupos de investigación, quince hospitales y tres centros de investigación básica, que tiene el objetivo de elaborar el primer registro sobre esta enfermedad y potenciar la investigación traslacional y de colaboración.

Los hepatólogos españoles reclaman una estrategia nacional en hepatología

El Congreso ha albegado la presentación del Libro Blanco de la Hepatología en España, una iniciativa liderada por la AEEH, con la colaboración de Porib y Gilead, que pretende poner de manifiesto el rol de la hepatología en nuestro país, dando a conocer datos sobre los recursos asistenciales, humanos, diagnósticos y terapéuticos, que están disponibles actualmente para el manejo de estos pacientes.

Gracias a este trabajo, en el que han participado un total de 161 hospitales españoles de referencia, sabemos, por primera vez, que nuestro país dispone de un total de 590 médicos destinados al manejo de los pacientes hepáticos (ratio de 1,28 por cada 100.000 habitantes), y que, además, el 56% de estos especialistas se localizan en los hospitales de más de 500 camas y que poseen una edad media de 47 años.

El documento también revela que la mortalidad asociada a las enfermedades hepáticas (8%) duplica la tasa de mortalidad por cualquier otra causa dentro de los servicios hospitalarios de gastroenterología y medicina interna (3%) y la tasa de mortalidad de los hospitales consultados (4%). Además, las enfermedades hepáticas son responsables del 2% del total de ingresos que se produjeron en nuestro país en el año 2011 (3.640.064), y es la segunda enfermedad que ha experimentado un mayor crecimiento en el número de ingresos en los últimos cinco años.

Otro dato analizado en la investigación realizada por la AEEH, ha sido saber cuales son las patologías hepáticas más frecuentes de las consultas externas, es decir, aquellas revisiones que realiza el especialista a aquellos pacientes que ya no están hospitalizados. Así, se ha visto que el 80% de las consultas se debieron a hepatitis virales (36%), trasplante hepático (27%) y cirrosis (16).

En este sentido el Dr. Calleja señala que «estos datos nos hacen preveer que la carga asistencial asociada a las patologías hepáticas irá en aumento durante los próximos años, con lo que es necesario que las autoridades sanitarias se comprometen a diseñar una estrategia nacional en hepatología, que pueda garantizar una calidad asistencial a todos los pacientes».

Fuente: Jano Online.

Un seguimiento realizado por investigadores del Germans Trias i Pujol a personas diagnosticadas de esta patología revela, además, que el 16,9 por ciento de los pacientes falleció en el primer mes y el 39,3 por ciento, antes del año.

El 36 por ciento de los pacientes diagnosticados de hepatitis alcohólica fallecen en los primeros seis meses, según ha mostrado un estudio realizado por un grupo de expertos del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona (Barcelona), liderados por la doctora Ana Bargalló.

Para llevar a cabo esta investigación, publicada en la Revista Española de Enfermedades Digestivas, se realizó un seguimiento de cinco años a pacientes ingresados y diagnosticados de hepatitis alcohólica. De esta forma, los expertos comprobaron que el 16,9 por ciento de los pacientes murió el primer mes; el 36,1 por ciento a los 6 meses y el 39,3 por ciento al año.

Se trata de enfermedad muy grave asociada directamente al consumo elevado y prolongado de alcohol y, aunque su incidencia se desconoce, se calcula que afecta aproximadamente a un 20 por ciento de las personas que tienen un consumo de alcohol importante.

Y es que, a aunque la hepatitis alcohólica tiene tratamiento, la mayoría de las personas presentan también cirrosis y otras enfermedades hepáticas, por lo que dificulta el tratamiento y, por ende, la curación.

De hecho, este estudio ha reflejado que aproximadamente una cuarta parte de los pacientes que fallecieron lo hicieron en los primeros 15 días de ingreso, cifra que representa el 64 por ciento de la mortalidad intra hospitalaria.

En concreto, sólo sobreviven más de cinco años el 58 por ciento de los pacientes con hepatopatía alcohólica, el 49 por ciento de pacientes con cirrosis provocada por el consumo de alcohol y el 33 por ciento de pacientes con Hepatitis Alcohólica sobre una cirrosis previa. Esta enfermedad suele aparecer a los 40 y 60 años de edad y afecta especialmente a los hombres.

«No debe asociarse con la marginalidad o las borracheras ya que existe un bebedor social capaz de ingerir a lo largo del día cantidades elevadas de alcohol sin ser consciente de ello ni llegar nunca a estar ebrio, pero que está poniendo su salud en peligro» ha explicado el experto de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), Miguel Ángel Simón Marco.

Por ello, el experto ha destacado la necesidad de diagnosticar precozmente esta enfermedad y, al mismo tiempo, iniciar «de toma temprana» los tratamientos a los pacientes con peor pronóstico. En este sentido, ha informado de que actualmente existen diferentes índices pronósticos que permiten, a través de la medición de parámetros como la bilirrubina, la función renal o la creatinina, clasificar al paciente y empezar a actuar.

«Por otro lado, la abstinencia al alcohol es un punto clave del tratamiento. Si no se consigue, los tratamientos serán poco efectivos y lo más importante, puede dificultar la realización de otros tratamientos como el trasplante hepático», ha apostillado, para informar de que en el estudio sólo un 31,4 por ciento dejaron de beber y tuvieron una tendencia a «mejorar» la supervivencia.

Fuente: JANO.es.

Las proteínas AP-1 abren una nueva vía de abordaje en esta patología. En animales, previnieron la inflamación y el daño hepático.
Una de las enfermedades más prevalentes en las sociedades occidentales es la esteatosis hepática, también conocida como enfermedad del hígado graso, que afecta al 30 por ciento de la población adulta y se caracteriza por una acumulación de grasas en el hígado. La esteatosis hepática suele asociarse con una ingesta excesiva de alcohol y con la obesidad, y puede provocar insuficiencia hepática, diabetes e incluso cáncer. Hasta el momento, no existen tratamientos farmacológicos para solucionar la enfermedad.

El Grupo de Genes, Desarrollo y Enfermedad del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), liderado por Erwin Wagner, director del Programa de la Fundación BBVA-CNIO de Biología Celular del Cáncer, ha abierto nuevas vías para el abordaje de esta hepatopatía, ya que ha descubierto nuevos factores, las proteínas AP-1, críticos en el desarrollo de la esteatosis. Los resultados del trabajo, que aparecen hoy en Cell Metabolism, se han conseguido en colaboración con Johan Auwerx, de la EPFL en Lausana, Suiza.

El equipo del CNIO había observado que los hígados de los ratones obesos tenían niveles bajos de Fra1, proteína del tipo AP-1. Para conocer el porqué, los investigadores crearon ratones transgénicos que aumentaban o disminuían la producción de estas proteínas en el hígado y estudiaron sus consecuencias en la enfermedad.

«El aumento de las proteínas AP-1, como Fra1 o Fra2, fue capaz de prevenir la acumulación de grasa y la esteatosis en ratones. «Sorprendentemente, el aumento de estas proteínas en ratones con obesidad y esteatosis hizo desaparecer por completo la grasa en el hígado, además de prevenir inflamación y daño hepático», ha señalado Sebastian Hasenfuss, primer firmante del artículo.

Efectos opuestos
Los investigadores del CNIO también describen el mecanismo subyacente del efecto de estas proteínas sobre el metabolismo de las grasas. Según Wagner, «las proteínas AP-1 son reguladores maestros del metabolismo de las grasas. Estas proteínas controlan la captación en el hígado de las grasas procedentes del torrente sanguíneo».

En el artículo tambien se describe cómo otras proteínas relacionadas con Fra1, como c-Fos y JunD, ejercen efectos opuestos sobre el metabolismo de las grasas en el hígado. Los autores proponen que un desequilibrio entre el conjunto de estas proteínas podría ser clave en la patogénesis de la esteatosis. La investigación ha sido financiada por la Fundación BBVA, el Ministerio de Economía y Competitividad y el European Research Council.

Tomado de: Diario Médico.

Las proteínas AP-1 abren una nueva vía de abordaje en esta patología. En animales, previnieron la inflamación y el daño hepático.

Una de las enfermedades más prevalentes en las sociedades occidentales es la esteatosis hepática, también conocida como enfermedad del hígado graso, que afecta al 30 por ciento de la población adulta y se caracteriza por una acumulación de grasas en el hígado. La esteatosis hepática suele asociarse con una ingesta excesiva de alcohol y con la obesidad, y puede provocar insuficiencia hepática, diabetes e incluso cáncer. Hasta el momento, no existen tratamientos farmacológicos para solucionar la enfermedad.

En España, el Grupo de Genes, Desarrollo y Enfermedad del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), liderado por Erwin Wagner, director del Programa de la Fundación BBVA-CNIO de Biología Celular del Cáncer, ha abierto nuevas vías para el abordaje de esta hepatopatía, ya que ha descubierto nuevos factores, las proteínas AP-1, críticos en el desarrollo de la esteatosis. Los resultados del trabajo, que aparecen hoy en Cell Metabolism, se han conseguido en colaboración con Johan Auwerx, de la EPFL en Lausana, Suiza.

El equipo del CNIO había observado que los hígados de los ratones obesos tenían niveles bajos de Fra1, proteína del tipo AP-1. Para conocer el porqué, los investigadores crearon ratones transgénicos que aumentaban o disminuían la producción de estas proteínas en el hígado y estudiaron sus consecuencias en la enfermedad.

Las proteínas AP-1 son reguladores maestros del metabolismo de las grasas y en el hígado controlan la captación de las grasas procedentes del torrente sanguíneo

«El aumento de las proteínas AP-1, como Fra1 o Fra2, fue capaz de prevenir la acumulación de grasa y la esteatosis en ratones. «Sorprendentemente, el aumento de estas proteínas en ratones con obesidad y esteatosis hizo desaparecer por completo la grasa en el hígado, además de prevenir inflamación y daño hepático», ha señalado Sebastian Hasenfuss, primer firmante del artículo.

Efectos opuestos:

Los investigadores del CNIO también describen el mecanismo subyacente del efecto de estas proteínas sobre el metabolismo de las grasas. Según Wagner, «las proteínas AP-1 son reguladores maestros del metabolismo de las grasas. Estas proteínas controlan la captación en el hígado de las grasas procedentes del torrente sanguíneo».

En el artículo tambien se describe cómo otras proteínas relacionadas con Fra1, como c-Fos y JunD, ejercen efectos opuestos sobre el metabolismo de las grasas en el hígado. Los autores proponen que un desequilibrio entre el conjunto de estas proteínas podría ser clave en la patogénesis de la esteatosis.

Fuente: Diario Médico.

Científicos del Instituto de Investigación en Atención Primaria Jordi Gol, de España, estudian los factores asociados al hígado graso no alcohólico, patología que puede desencadenar una cirrosis.
El Instituto de Investigación en Atención Primaria Jordi Gol ( IDIAP Jordi Gol ) ha llevado a cabo un estudio sobre pacientes entre 17 y 80 años que no tenían antecedentes de enfermedad hepática, ni consumían alcohol (es decir, no tenían un consumo de más de > 30g/día en hombres, ni más de > 20g/día en mujeres), pero que presentaban hígado graso (esteatosis hepática), detectado en una ecografía abdominal.
Para cada caso de intervención se seleccionó un caso de control del mismo equipo asistencial, edad y sexo. En total, fueron 704 pacientes, con una media de edad de 55 años y más hombres (50,4%) que mujeres (49,6%). El número de casos de intervención fue de 327 y el de casos control fue de 377.
Según el Dr. Llorenç Caballería, investigador del IDIAP, «los resultados nos muestran que variables como la obesidad, el sobrepeso o la resistencia a la insulina van muy ligados a la presencia de hígado graso no alcohólico, siendo especialmente significativa la obesidad, la hipertensión arterial y la diabetes».
También se ha podido observar que la enfermedad del hígado graso no alcohólico no sólo afecta a las personas adultas obesas o a las mujeres diabéticas, como se creía hasta ahora, sino que se ha visto que también puede producirse igualmente en ambos sexos, tanto en la edad adulta como en la pediátrica, y que esto seguramente es debido al aumento de la obesidad en las sociedades occidentales.
Los autores del estudio y su investigador principal , el Dr. Caballería , concluyen que «si sumamos al aumento de la población obesa, la elevada prevalencia del síndrome metabólico (SM), y su relación con el aumento del riesgo cardiovascular, y el papel que juega la esteatosis como componente hepático del SM, está claro que el hígado graso no alcohólico se convierte en un problema sanitario importante, que hay que evitar desde la atención primaria con el diagnóstico y el control de los factores de riesgo asociados » .
Tomado de: Jano Online.

Enfermedad hepática por depósitos grasos. Una perspectiva actual

Acta gastroenterológica latinoamericanaPérez Blanco LA, Vilar Gómez E, Martínez Pérez Y, Calzadilla Bertot L. Acta Gastroenterológica Latinoamericana. Septiembre 2013;43(3)254-60.
Autores del Instituto de Gastroenterología de Cuba han realizado la presente revisión sobre Enfermedad hepática no alcohólica teniendo en cuenta los aspectos más actuales de la fisiopatología, el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad. El hígado graso no alcohólico (HGNA) es una enfermedad frecuente en nuestra práctica diaria y cada día es más tenida en cuenta, sobre todo, por ser considerada la primera causa de hepatopatía crónicia en el mundo occidental y por ser la elevación de las aminotransferasas el principal motivo de consulta en hepatología.

higado-grasoLa revista electrónica Nature Reviews Gastroenterology and Hepatology publica en su edición más recienteuna sección titulada «Focus on» dedicada al hígado graso no alcohólico. Los artículos, que puesen ser revisados, a texto completo, son:

  • From NAFLD to NASH to cirrhosis—new insights into disease mechanisms.
  • The Gordian Knot of dysbiosis, obesity and NAFLD.
  • The genetics of NAFLD.
  • NAFLD, NASH and liver cancer.
  • Noninvasive evaluation of NAFLD.
  • Pharmacological agents for NAS.

higadoCurrent Concepts and Management Approaches in Nonalcoholic Fatty Liver Disease.

Autores: Bashar M. Attar y David H. Van Thiel.

Fuente: Scientific World Journal 2013.

Los elementos más recientes relacionados con la patogenia, la histología y el tratamiento de la enfermedad hepática por depósito de grasa no alcohólica se revisan en el presente artículo. Se incluyen los mecanismos relacionados con la pregresión de la fibrosis y se actualiza la iformación relacionada con el papel de la resistencia a la insulina.

cirrosis

Bermuda Triangle for the liver: Alcohol, obesity, and viral hepatitis.

Autor: Samir Zakhari.

Fuente: Gastroenterology & Hepatology 2013; 28 (suppl 1): 18–25

A pesar de los progresos en el entendimiento de las enfermedades del hígado en los últimos 30 años, estas se mantienen entre las 10 primeras causas más comunes de muerte globalmente. Se conoce que varios factores de riesgo, como la genética, diabetes, obesidad, consumo de alcohol excesivo, infección viral, género, disfunción inmune, y medicaciones, actuando individualmente o de conjunto, precipitan el daño al hígado. La hepatitis viral, el consumo de alcohol excesivo y la obesidad son los factores principales que causan la lesión hepática. Las dos primeras son también las principales causas de enfermedad hepática terminal en todo el mundo y la indicación más común para el trasplante de hígado. Por otra parte, la epidemia de obesidad que afecta a cerca de 400 millones de personas en todo el mundo, se acompaña por una frecuencia alarmante de enfermedad hepática avanzada, una condición exacerbada por el alcohol. Este artículo se concentra en las interacciones entre alcohol, hepatitis viral y obesidad (de manera eufemística descrito por el autor como el Triángulo de las Bermudas de la enfermedad del hígado), y habla de mecanismos comunes y sinergias.