Hacer dieta a una edad temprana podría preparar el terreno para unos hábitos de salud nocivos, incluso trastornos alimentarios, según una investigación reciente.
Unas encuestas de mujeres en edad universitaria, llevada a cabo entre 1982 y 2012, también halló un vínculo entre las dietas tempranas y una obesidad y un abuso del alcohol posteriores.
«Mientras más joven era una mujer cuando comenzó a hacer dieta, más propensa era [más adelante] a utilizar conductas extremas para controlar el peso, como vomitar o el mal uso de laxantes», apuntó la investigadora del estudio, Lauren Holland, candidata doctoral en psicología clínica de la Universidad Estatal de Florida, en Tallahassee.
«También era más propensa a usar mal el alcohol y a tener sobrepeso o ser obesa cuando llegaba a la treintena», comentó Holland.
Los hallazgos serán presentados esta semana en la reunión anual de la Sociedad para el Estudio de la Conducta Ingestiva (Society for the Study of Ingestive Behavior), en Seattle. Los estudios presentados en reuniones médicas por lo general se consideran como preliminares hasta que se publiquen en una revista revisada por profesionales.
En 1982, 1992, 2002 y 2012, los investigadores preguntaron a mujeres jóvenes, con una edad promedio de casi 20 años, sobre sus conductas de dieta. En total, más de 2,100 estudiantes universitarias respondieron a las preguntas iniciales. Y más de 1,300 respondieron a las preguntas de seguimiento una década más tarde.
Se preguntó a las participantes si hacían dieta, con qué frecuencia, cuándo habían comenzado y qué estrategias utilizaban, como un plan bajo en grasa o bajo en calorías.
La buena noticia es que la realización de dietas declinó ligeramente, y la edad promedio del inicio de las dietas aumentó levemente, apuntó Holland. En 1982 era de 14.6 años, y para 2012 era de 15.4 años.
Pero en cada uno de los cuatro grupos «teníamos algunas incluso de cinco años», lamentó Holland. Pero esto fue poco común.
En general, cuando se les cuestionó inicialmente, las mujeres jóvenes no tenían sobrepeso.
Los investigadores hallaron un vínculo, no una relación causal directa, entre las dietas tempranas y unos resultados negativos posteriores.
«No podemos decir de forma definitiva que hacer dieta provoque un trastorno alimentario», aclaró Holland. Y los investigadores no calcularon el alcance de los riesgos específicos. Pero el hallazgo concuerda con los resultados de otros estudios, dijo.
Los investigadores tomaron en cuenta el peso de las mujeres al inicio del estudio, y si usaban estrategias extremas de control de peso en ese momento. También incluyeron el consumo de alcohol al inicio del estudio.
Muchos factores, como la genética, tienen que ver con los trastornos de la alimentación, apuntó Holland. Si la madre hace dieta o los amigos de un niño hace dieta, eso aumenta las probabilidades de dieta, explicó.
Otras investigaciones hallaron que los jóvenes obesos que pierden una cantidad significativa de peso se arriesgan a contraer trastornos alimentarios. Una teoría sugiere que se obsesionan con su alimentación.
Pero no todo el que hace una dieta en la juventud contrae un trastorno alimentario, apuntó el Dr. Metee Comkornruecha, especialista en medicina adolescente del Hospital Pediátrico de Miami, en Florida, que no participó en el estudio.
Sospecha que los que contraen un trastorno alimentario podrían tener otros problemas, como ansiedad o trastorno obsesivo compulsivo.
Holland dijo que no incluyeron la ansiedad ni otros problemas psicológicos al inicio del estudio.
Comkornruecha afirmó que el mensaje del estudio es que no se debe disuadir a los jóvenes con sobrepeso de intentar perderlo, pero hay que animarlos a perderlo de forma sensata, si deben hacerlo. Aconseja a los jóvenes con sobrepeso y a sus padres que «no se enfoquen en intentar perder peso rápidamente».
También, hay que evitar obsesionarse con un peso «ideal», comentó Comkornruecha. «Aunque quizá haya un peso ideal, por lo general se trata de un rango de peso ideal», aseguró.
A Holland le gustaría que los padres y las campañas de salud pública fomenten conductas que aumenten el bienestar. Esto significa aumentar la actividad física, reducir el «tiempo de pantalla» frente a la televisión y las computadoras, y comer una dieta rica en frutas y verduras.
Elegir bien a los amigos también puede ayudar, aseguró.
Dado que los pares influyen sobre las conductas de los niños y los adolescentes, lo mejor es juntarse con amigos que no se enfoquen en las dietas, sobre todo las dietas extremas, planteó.
Fuente: Intramed.net
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