mayo 2014 Archivos

La máxima incidencia se registra en mujeres de entre 30 y 40 años, aunque el 20% de los pacientes supera los 60 años en el momento de la detección del trastorno, según la SEED.

La prevalencia de la enfermedad celíaca en la infancia es cinco veces superior a la de la población adulta; sin embargo, en los últimos años, y gracias a las técnicas diagnósticas disponibles, “están siendo diagnosticados nuevos casos, en especial en pacientes adultos, por lo que se puede afirmar que la enfermedad celíaca ha dejado de ser un trastorno típicamente infantil”, asegura la doctora Julia Álvarez, coordinadora del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

“En el momento actual, entre el 20% y el 50% de los nuevos diagnósticos suceden en sujetos mayores de 50 años. Puede aparecer a cualquier edad de la vida y afecta a las mujeres más que a los hombres; en este sentido, la máxima incidencia se registra en mujeres entre 30 y 40 años de edad, aunque el 20% de los pacientes supera los 60 años en el momento del diagnóstico”, señala esta experta, tras el 56 Congreso de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, celebrado la semana pasada en Valencia.

La forma clásica de la enfermedad se caracteriza por síntomas graves de mala absorción (diarrea, esteatorrea, déficit de vitaminas liposolubles, hierro, calcio y ácido fólico), cambios de carácter, falta de apetito, retraso del crecimiento, títulos positivos de anticuerpos séricos y atrofia grave de las vellosidades en las biopsias del intestino delgado. “Éstos son los síntomas más frecuentes con los que se presenta la celiaquía en niños de entre 9 y 24 meses, que, además de las manifestaciones expuestas pueden presentar náuseas, vómitos, distensión y dolor abdominal recurrente, pérdida de masa muscular y de peso”, explica la doctora Álvarez.

Sintomatología por edades

El carácter del niño cambia hacia la irritabilidad, apatía, introversión e incluso la depresión. Después de los tres años, son frecuentes las deposiciones blandas, talla baja, anemias ferropénicas resistentes a tratamiento y alteraciones del carácter. En este sentido, añade la doctora, “cuando la enfermedad evoluciona sin tratamiento, particularmente en los niños entre el año y los dos años, pueden aparecer formas graves-crisis celíaca-, con presencia de hemorragias cutáneas o digestivas graves”.

A partir de la adolescencia y en los adultos, la clínica de la enfermedad celíaca es más latente y los síntomas digestivos están ausentes o bien ocupan un segundo plano. “La clínica más característica a esta edad es el dolor abdominal, generalmente de tipo cólico y recurrente, acompañado de hinchazón abdominal fluctuante, dispepsia o malas digestiones, síntomas de reflujo gastroesofágico y alteración del hábito intestinal, frecuentemente hacia estreñimiento”, matiza la experta.

“La enfermedad ha sido ilustrativamente definida como un trastorno ‘camaleónico’, que supone que habitualmente pueda presentarse como una inexplicable deficiencia de hierro, lesiones predominantemente cutáneas, alteraciones óseas, neurológicas o un aumento de transaminasas séricas, estando a menudo ausentes los trastornos digestivos”, apunta la doctora Álvarez, y añade: ”Creo que es importante relacionar en la sospecha diagnóstica los síntomas derivados los déficits de micronutrientes asociados como vitaminas liposolubles (A, D, E y K), B6, B12, ácido fólico, cobre, zinc, además del hierro comentado anteriormente”. Sin embargo, tanto en el niño como en el adulto, los síntomas pueden ser atípicos o estar ausentes, dificultando el diagnóstico, concluye.

Grupos de riesgo, programas de cribado

En un estudio llevado a cabo a través del Banco de Sangre de la Comunidad de Madrid, a través de la determinación de anticuerpos específicos en exámenes voluntarios realizados a más de 2.200 personas, uno de cada 370 era celíaco. Según concluyen los autores del estudio, estos datos justificarían la instauración de un programa de cribado universal. En opinión de la Dra. Álvarez, “merece la pena identificar al menos los grupos de riesgo en los que deberemos tener una especial sensibilidad para el despistaje de enfermedad celiaca considerando las posibilidades de formas clínicas, no clásicas, que tienen en ocasiones importantes repercusiones en estado nutricional de los pacientes y su calidad de vida”. Algunos autores estiman que el retraso medio entre el comienzo de los síntomas y el momento del diagnóstico es, por término medio, de unos veinte años, período en el que los pacientes deambulan por repetidas consultas con distintos especialistas, los cuales por lo general, no piensan que la celiaquía pueda ser la enfermedad que causa sus diversas molestias, en un periplo interminable, costoso y muy penoso, asegura la responsable del Área de nutrición del a SEEN.

Celiaquía en el niño

El diagnóstico de enfermedad celíaca en un niño genera en la familia distintos sentimientos. Por un lado,“la tranquilidad de haber encontrado la causa de los problemas que presentaba su hijo y que en muchas ocasiones es la causa de un vía crucis en busca de diagnóstico, y por otro lado, una sensación de agobio por todos los aspectos nutricionales que deben controlar -explica la especialista- deben aprender que alimentos concretos o productos alimentarios pueden dar de comer a su hijo, sienten limitaciones, se preocupan y limitan su vida social por dificultades para manejarse fuera del entorno del domicilio”.

Las familias al completo pueden vivirlo como un grave problema que, inicialmente, les limite la calidad de vida, en este sentido, “las distintas asociaciones de celíacos de nuestro país han desarrollado recursos, informativos y formativos, para mejorar estos aspectos psicológicos y minimizar el impacto del diagnóstico”, indica la doctora. En estas asociaciones se ofrecen catálogos donde se recogen los alimentos sin gluten, tipos y marcas disponibles, cursos de cocina, consejos de compra, revisión de etiquetado etc.

“Cuando los padres asumen el diagnóstico y el tratamiento son capaces de comenzar a educar a los hijos enfermos, sus familiares y asociarse con los educadores para sensibilizarles en el tema”, añade la doctora. La educación en la alimentación de un niño celiaco debe basarse en las mismas tácticas educativas que en el resto de la población haciéndole entender que los alimentos con gluten les perjudican. Aun así, indica la experta, “sabemos que la adherencia continuada a la dieta sin gluten es difícil a cualquier edad y el incumplimiento dietético es muy frecuente entre los celíacos con tasas de entre el 50-80%”.

La alimentación en el celiaco

Su tratamiento consiste en el seguimiento de una dieta estricta sin gluten durante toda la vida. “La dieta sin gluten se basa en dos premisas fundamentales: a) eliminar todo producto que tenga como ingredientes trigo, espelta, cebada, centeno y avena, y b) eliminar cualquier producto derivado de estos cereales -almidón, harina, sémola, pan, pasta, bollería y repostería-”, asevera la doctora Álvarez.

El celíaco debe basar su dieta en alimentos naturales: legumbres, carnes, pescados, huevos, frutas, verduras, hortalizas y cereales sin gluten: arroz y maíz. Deben evitarse, en la medida de lo posible, los alimentos elaborados o envasados, ya que en éstos es más difícil garantizar la ausencia de gluten. Los pacientes con anemia deberán recibir preparados de hierro, folato y vitamina B12 según las necesidades, “a pesar- indica la doctora-de que los diferentes estudios muestran que una dieta sin gluten, por sí sola es capaz de revertir la anemia entre un 78% y un 94% de los pacientes”.

Los estudios demuestran que los pacientes celíacos ven afectada su calidad de vida en función de los síntomas presentes y del impacto que sobre ellos tiene el seguimiento de una dieta sin gluten. En este sentido, explica la doctora, “algunos estudios de calidad de vida en niños celíacos muestran que hasta en un 23% de casos la tristeza es un síntoma presente cuando hacen dieta sin gluten”. Los estudios de calidad de vida relacionada con la salud realizados en población celíaca muestran que los celíacos que no siguen dieta muestran una peor calidad de vida que los que la siguen.“La preocupación referida por la mayoría de los celíacos es la necesidad de seguir una dieta toda la vida”, concluye la representante del Área de Nutrición de la SEEN.

Tomado de: Jano Online

Actualmente, se están llevando a cabo numerosas investigaciones en las que se abordan muy diversas estrategias en torno a la microbiota como tratamiento contra la obesidad.

Actualmente, se están llevando a cabo numerosas investigaciones en las que se abordan muy diversas estrategias en torno a la microbiota como tratamiento contra la obesidad. En este sentido, cabe destacar la repercusión que sobre el peso puede tener el uso de probióticos (alimentos con microorganismos vivos adicionados) o de prebióticos (ingredientes no digestibles que afectan beneficiosamente al organismo mediante la estimulación del crecimiento y la actividad de nuestra microbiota), así como su influencia sobre otras enfermedades metabólicas.

Tinahones ha señalado que «no existen evidencias científicas que nos hagan afirmar que tengan un efecto directo, aunque sí hay muchos ensayos clínicos en marcha y, a corto plazo, tendremos resultados». También existen trabajos a partir del trasplante completo de microbiota. En este sentido, el experto ha señalado que, «en modelo experimental, se ha trasplantado la microbiota de ratones genéticamente obesos o delgados a otros con intestino libre de gérmenes, y éstos han engordado o adelgazado en función de la microbiota original».

El siguiente paso es observar qué bacterias en humanos pueden tener una respuesta igual que en los modelos experimentales. «El trasplante de microbiota total en humanos es un tema aún de ciencia-ficción». En otro experimento realizado recientemente, a partir del manejo de gemelos humanos discordantes en peso (uno obeso y otro delgado) y ratones de experimentación, «se observado que el ratón al que se le introdujeron heces del gemelo obeso, engordó; y en el otro caso, adelgazó».

Este ejemplo incide en la «relación causal entre la microbiota del intestino y la capacidad de engordar y adelgazar».

Tomado de: Diario Médico

dia-mundial-wdhd14
Cada 29 de Mayo la Organización Mundial de Gastroenterología celebra el Día Mundial de la Salud Digestiva (World Digestive Health Day) e inicia una campaña mundial de salud pública a través de sus 110 sociedades nacionales y sus más de 50.000 miembros. Cada año se hace hincapié en un desorden digestivo concreto con el objetivo de incrementar el conocimiento del mismo entre el público en general así como impulsar su prevención y tratamiento. Para 2014, el tema escogido está relacionado con la importancia de la microbiota intestinal. El nombre oficial de la campaña es: Gut microbes: importance in health and disease.

roboticaCirugía robótica y cáncer de recto.
Autores: Prendes-Sillero E.J et al. Fuente: RAPD. 2014; 37 (2).
Un artículo en el que se realiza una revisión histórica de la cirugía robótica desde sus inicios, para posteriormente exponer las experiencia de los autores en cirugía laparoscópica con asistencia robótica de la resección mesorrectal. De acuerdo con los resultados, los autores consideran que la cirugía resectiva total del recto, asistida por robot, puede ser realizada de forma segura y efectiva en términos de recidiva y tasas de sobrevida.

higado-grasoProbióticos en las enfermedades hepáticas.(descarga pdf)
Autores: Soriano G y cols. Fuente: Nutr Hosp. 2013;28(3):558-563.

En las enfermedades hepáticas, especialmente en la cirrosis y la esteatohepatitis no alcohólica, las alteraciones en la microbiota intestinal y en los mecanismos de respuesta inflamatoria desempeñan un papel importante en la progresión de la enfermedad y el desarrollo de complicaciones. Los probióticos, debido a su capacidad para modular la flora intestinal, la permeabilidad intestinal y la res-puesta inmunológica, pueden ser eficaces en el tratamiento de las enfermedades hepáticas y en la prevención de las
complicaciones de la cirrosis. En este artículo se reseñan los resultados del uso de los probióticos en el tratamiento de la encefalopatía hepática mínima y en la prevención de episodios de encefalopatía aguda, así como en el tratamiento de la esteatohepatitis no alcohólica y la prevención de infecciones bacterianas en los pacientes con
trasplante hepático.