enero 2014 Archivos

Se revela que un complejo mecanismo estomacal, que regula la producción de grelina, inhibe el apetito y podría ser modulada farmacológicamente.

Especialistas del Instituto de Investigación Biomédica en Red Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) de España, grupo dirigido desde Santiago de Compostela, por Felipe F. Casanueva, han descubierto, tras un estudio realizado en roedores, la existencia de un complejo mecanismo en el estómago que regula la producción de grelina (la conocida como hormona del hambre), inhibe el apetito y puede ser modulada farmacológicamente mediante el uso de derivados del sistema canabinoide endógeno.

El trabajo supone un nuevo paso dentro de la línea de investigación seguida por este grupo desde hace años y centrada en el papel del estómago como órgano endocrino capaz de regular el apetito. Pone de manifiesto la relevancia de la comunicación gástrica cerebral como vía esencial de regulación del peso.

La investigación, publicada en el último número de PLoS One, ha sido dirigida por Luisa María Seoane, y ha contado con la colaboración del equipo de Uberto Pagotto, de la Universidad de Bolonia, y líder mundial de investigación en canabinoides.

El trabajo demuestra cómo el tratamiento con compuestos derivados del sistema canabinoide, concretamente el rimonabant, bloquea los receptores canabinoides CB1 en el estómago, lo que es interpretado por sensores presentes en las células gástricas como una señal de saciedad al cerebro que responde disminuyendo la ingesta.

Un viejo conocido:

El rimonabant es un viejo conocido comercializado en el año 2006 como una prometedora terapia contra la obesidad por presentar un potente efecto reductor del apetito. En 2008 fue retirado del mercado por sus efectos adversos a nivel central, ya que algunos pacientes presentaban episodios de depresión asociados a su uso. «A pesar de la polémica que desató la retirada del fármaco, el trabajo que ahora publicamos reabre la puerta a nuevas terapias con derivados canabinoides en la batalla contra la obesidad».

Precisamente el nuevo mecanismo encontrado demuestra un efecto beneficioso de este medicamento sobre el control del peso corporal y propone que el desarrollo de fármacos de características similares, con acción exclusiva sobre el estómago, «podría evitar efectos adversos en el sistema nervioso central».

Fuente: Diario Médico.

Un nuevo estudio ha revelado que, en pacientes con gastroparesia idiopática, el uso de nortriptilina no mejora los síntomas generales del trastorno de estómago.

El uso de medicamentos antidepresivos, como la nortriptilina, no mejora los síntomas generales del trastorno de estómago en pacientes que padecen gastroparesia idiopática, una enfermedad que causa que los músculos del estómago dejen de funcionar y para la que existen, en la actualidad, pocos tratamientos eficaces y ensayos rigurosamente controlados.

Es lo que revela un nuevo estudio, publicado en la revista JAMA, centrado en analizar si el tratamiento con nortriptilina -un antidepresivo que, a menudo, es utilizado para tratar síntomas como náuseas, vómitos o dolor abdominal-, mejoraría los síntomas del trastorno. Para ello, se realizaron pruebas aleatorias en 130 pacientes con gastroparesia idiopática a los que, durante un periodo de tiempo de 15 semanas, se les suministró nortriptilina o placebo.

Los resultados demostraron que la proporción de pacientes que experimentaron una ligera mejoría sintomática no fue diferente entre los grupos de tratamiento: 15 (un 23 por ciento), en el caso del suministro de nortriptilina, y 14 (21 por ciento), de los tratados con placebo.

«Los resultados obtenidos en la investigación plantean dudas en el uso actual que se da a los antidepresivos tricíclicos como una estrategia para el tratamiento de la gastroparesia idiopática», explica Henry Parkman, autor del estudio

Fuente: Diario Médico.

tpancreas-cpreERCP for Gallstone Pancreatitis.
Autores: Fogel EL, Sherman S.
Fuente: N Engl J Med 2014; 370:150-157.

A partir de la presentación de un caso clínico, se revisan los conceptos actuales de la patogenia de la Pancreatitis aguda biliar y las recoemndaciones terapéuticas, con énfasis en el papel y momento de la CPRE. El autor analiza críticamente la literatura sobre el tema y emite recomendaciones sobre la base de su experiencia.

Thomas Grier Miller (1886-1981) fue un médico norteamericano nacido en Satesville, Carolina del Norte, y graduado en la Universidad de Pensilvania en 1911. Inició su formación en el hospital de su universidad y comenzó su investigación clínica en el Departamento de Medicina, pero hubo de interrumpirla por la Primera Guerra Mundial, en la que participó como capitán de la armada. Aunque se ocupó de áreas muy diversas de la medicina a su regreso a la vida civil, su área de interés preferente fue la gastroenterología. En 1926 fundó la Sección de Gastroenterología del Hospital Clínico de la Universidad de Pensilvania, de la que fue jefe hasta su jubilación en 1952, y en 1934 fue nombrado profesor de medicina clínica en la misma universidad. Para efectuar sus investigaciones del intestino delgado diseñó en 1934, junto con W.O. Abbott, una sonda con doble luz para la aspiración del contenido intestinal. Miller tuvo numerosas distinciones y cargos profesionales, como la presidencia de la American Gastroenterological Association.

barrettBritish Society of Gastroenterology guidelines on the diagnosis and management of Barrett’s oesophagus
Autores: Fitzgerald RC y cols. Publicado en: Gut 2014;63:7-42.

En este artículo aparecen recomendaciones prácticas de la Sociedad Británica de Gastroenterología para el diagnóstico y el tratamiento del esófago de Barrett. Se trata de un documento elaborado con la mejor evidencia disponible sobre el tema al momento de ser redactado, que aborda aspectos controversiales y medulares sobre esta entidad: definición, estrategias de vigilancia de la displasia y conducta ante la aparición de la misma, así como en cáncer precoz.

hepatitis-cNovel Therapeutic Approaches for Hepatitis C.
Autores: Au JS, Pockros PJ. Fuente: Clin Pharmacol Ther. 2014; 95 (1).

El tratamiento clásico de la hepatitis crónica por virus C ha sido el interferón, acompañado por la Ribavirina. En la terapéutica de esta enfermedad han surgido los fármacos inhibidores de las proteasas y más recientemente, un nuevo grupo de antivirales de acción directa, que han posibilitado la experimentación de regimenes terapéuticos sin interferón. Estos fármacos, su mecanismo de acción y los resultados de los ensayos clínicoas más recientes, se exponen en la presente revisión.

Diveros estudios certifican que su efecto no se limita a patologías digestivas, según destacan los participantes en el V Workshop ‘Probióticos, prebióticos y salud: evidencia científica’, que tuvo lugar en España.

Expertos reunidos  en Valencia en el V Workshop “Probióticos, Prebióticos y Salud. Evidencia Científica” han coincidido en destacar la importancia que está adquiriendo la administración de probióticos y prebióticos como tratamiento coadyuvante o complementario, para la mejora del bienestar y la calidad de vida, no sólo en patologías digestivas o gastrointestinales.
La reunión, organizada por la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos (SEPyP), ha contado con la participación de unos 300 especialistas de distintas áreas. Entre ellos, algunas de las máximas autoridades en este campo como Francisco Guarner, gastroenterólogo del Hospital Vall d’Hebrón (Barcelona) y presidente de SEPyP, que junto a Guillermo Álvarez Calatayud, del Hospital Gregorio Marañón (Madrid), han puesto de relieve que la eficacia de probióticos y prebióticos en gastroenterología hay que añadir nuevas patologías e indicaciones.
En relación con la salud intestinal están contrastados, han señalado, efectos beneficiosos en distintos tipos de diarreas (aguda infecciosa, por antibióticos, del viajero, etc.), en la prevención de la enterocolitis necrotizante del prematuro, en trastornos funcionales digestivos (síndrome del intestino irritable, cólico del lactante), en procesos inflamatorios (pouchitis, colitis ulcerosa), en infección por Helicobacter pylori o en intolerancia a la lactosa.
Sobre nuevas indicaciones o patologías, Álvarez Calatayud ha destacado que ya son significativos los estudios que apuntan que la modificación de la microbiota o micromedioambiente intestinal, a través del empleo de probióticos y prebióticos, puede favorecer las expectativas en enfermedades como la celiquía, la fibrosis quística, la obesidad, los procesos cardiovasculares, la prevención del cáncer o trastornos del comportamiento como el autismo, mejorando la sintomatología digestiva y, por tanto, la calidad de vida de estos pacientes.
Trasplantes
Según los expertos presentes en la presente edición del Workshop de SEPyP, estas aplicaciones irán a más ya que en base a los resultados que se están obteniendo con trasplantes de microbiota fecal en la diarrea recurrente por Clostridium difficile, se habla ya de nuevas expectativas para otras enfermedades así como de la posibilidad de trasplantes a medida con las comunidades bacterianas que se precisen para mejorar carencias asociadas a cada tipo de disfunción.
Como muestra de la entidad que está adquiriendo este campo desde el punto de vista científico y clínico, el doctor Álvarez Calatayud ha destacado que en apenas una década se ha pasado de 175 revisiones científicas a 1.118. Asimismo, en el año 2000 eran 78 los estudios sobre la microbiota intestinal, mientras que en 2013 ya sumaban
La ultra-secuenciación de alto rendimiento y la bio-informática están permitiendo descifrar el universo microbiano que convive con el hombre a través del intestino.
Mecanismos implicados
Las razones del potencial terapéutico de estos microorganismos se debe a que los probióticos y los prebióticos son “los instrumentos que actualmente tenemos para mejorar la calidad y el funcionamiento de la microbiota intestinal, integrada por las comunidades microbianas que viven en el intestino. Hay ya mucha experiencia y evidencia de su eficacia en distintas situaciones, no solamente para prevenir y combatir la enfermedad (gastroenteritis, infecciones comunes, trastornos del hábito intestinal), sino también para mejorar nuestro bienestar (salud intestinal)”, ha explicado Francisco Guarner.
La microbiota intestinal es, según Guarner, como un órgano más de nuestro cuerpo, comparable al hígado, pero constituido por células que tienen un genoma distinto al humano, y por tanto, aportan recursos bioquímicos y metabólicos que las células humanas no tienen. Otro papel clave de las comunidades bacterianas que constituyen la microbiota es la de ser el principal instructor del sistema inmunitario, hasta el punto de que “para desarrollar una inmunidad saludable, es más importante tener una microbiota diversa y variada, que haber pasado muchas infecciones”, ha añadido el especialista.
Antibióticos
La importancia funcional de la microbiota tiene efectos incluso sobre los antibióticos, tal y como recoge la investigación presentada por Andrés Moya, del Centro Superior de Investigación en Salud Pública de la Consellería de Sanidad de la Generalitat Valenciana (CSISP-FISABIO). Este experto ha expuesto un trabajo sobre la acción de los antibióticos en la microbiota del intestino, cuyos resultados ponen de manifiesto que la interacción entre ecología microbiota del intestino y el hospedador humano es “mucho mayor de lo que pensábamos”. Entre otras observaciones, ha explicado que como reacción a los antibióticos, la microbiota activa sistemas que disminuyen sus efectos. Otras de sus acciones son la atenuación del metabolismo energético y la capacidad de metabolizar ácidos biliares, colesterol, hormonas y vitaminas.
Enfermedades del hígado
En el encuentro también ha intervenido el hepatólogo Germán Soriano, del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona), quien ha explicado que los probióticos y prebióticos pueden ser útiles para evitar la progresión de las enfermedades hepáticas y prevenir las complicaciones de la cirrosis, también en encefalopatía hepática, un problema importante, ya que afecta a entre el 30 y el 80% de los pacientes con cirrosis y se asocia a peor pronóstico, deterioro en la calidad de vida y mayor incidencia de encefalopatía aguda.
Aunque cada vez hay más evidencias a favor de la eficacia de diversos probióticos y prebióticos en este campo de la hepatología, el experto ha señalado que son precisos más estudios para definir claramente sus indicaciones. Además la mayoría de los publicados se han realizado en la India y deben ser confirmados en otras poblaciones, como la occidental.
Se trata de un campo tan amplio, que según Andrés Moya, cualquier tratamiento coadyuvante con probióticos o prebióticos dirigido a restaurar la salud en una patología o un grupo de edad determinado, incidiendo sobre los microorganismos clave, va a constituir líneas futuras de investigación. En este futuro, ha añadido Eduard Cabré, del Hospital Universitari Germans Trias i Pujol, deberá potenciarse el estudio de los efectos específicos de cada especie probiótica (o cócteles de especies) en un determinado contexto clínico, de forma que “habría que abandonar afirmaciones del estilo «los probióticos son eficaces en la situación clínica X» y sustituirla por «el probiótico A es eficaz en la situación clinica X», porque lo que se demuestre con un probiótico no es en modo alguno extrapolable al resto de especies probióticas”.

Con información de Jano Online

Un pequeño estudio no halló efectos nocivos de su consumo, aunque se necesitan estudios a mayor plazo, señalan los expertos.
El grano quínoa parece seguro para las personas que sufren de enfermedad celíaca, sugiere un nuevo estudio británico.
Las personas con enfermedad celíaca sufren de una respuesta inmunitaria en el intestino delgado cuando comen gluten, una proteína que se halla en los granos, como el trigo, la cebada y el centeno. Con frecuencia se recomienda a la quínoa como parte de una dieta libre de gluten, pero investigaciones anteriores en el laboratorio habían sugerido que quizá no fuera bueno para los pacientes de enfermedad celíaca.
Para ayudar a resolver el asunto, los investigadores añadieron 50 gramos (poco menos de dos onzas) al día a las dietas libre de gluten de 19 pacientes celíacos durante seis semanas. Los participantes podían elegir libremente cómo cocinar la quínoa. Los investigadores controlaron la salud de los participantes a través de pruebas de la sangre, el hígado y los riñones.
Los pacientes toleraron bien la quínoa, y el grano no empeoró su afección, según los hallazgos, que aparecen en la edición del 21 de enero de la revista The American Journal of Gastroenterology.
«Es importante anotar que se necesitan más estudios para determinar los efectos a largo plazo del consumo de quínoa en las personas con enfermedad celíaca», anotó en un comunicado de prensa de la revista el autor del estudio, el Dr. Victor Zevallos, del departamento de gastroenterología del Colegio del Rey en Londres, Inglaterra.
«Los datos clínicos [de este estudio] sugieren que los pacientes de enfermedad celíaca pueden tolerar con seguridad un consumo diario de quínoa (50 gramos)», concluyó Zevallos.

Tomado de: Noticias de salud, MedlinePlus.