Existen pocos datos comparativos sobre la seguridad y la inmunogenicidad de las diferentes vacunas contra la COVID-19 administradas como dosis de refuerzo. Al cotejar con esa finalidad siete marcas distintas de estas, investigadores británicos descubrieron que la mayoría brinda una fuerte protección, incluso al combinarlas.
En esta investigación, cuyos resultados aparecen publicados en la revista The Lancet, los autores se propusieron generar datos para optimizar la selección de las vacunas de refuerzo después de dos dosis de ChAdOx1 nCov-19 (Oxford- AstraZeneca; en lo sucesivo, ChAd) o BNT162b2 (Pfizer-BioNtech, en lo sucesivo, BNT). Existen razones teóricas por las que predecir que la administración de un esquema mixto podría proporcionar una mayor protección.
También investigaron el efecto de la dosificación reducida (es decir, fraccionada) de las terceras dosis de tres vacunas sobre la reactogenicidad y la inmunogenicidad. Si se puede mantener la destrucción viral a pesar de utilizar una dosis reducida en comparación con la probada anteriormente en los ensayos de fase 3, podría ser posible reducir la reactogenicidad para los receptores de la tercera dosis y aumentar el alcance global del suministro finito de las vacunas anti-COVID-19.
Para ello desarrollaron un ensayo multicéntrico, aleatorizado y de fase 2 sobre la tercera dosis de refuerzo de las vacunas contra la COVID-19, con un subgrupo para investigar detalladamente la inmunología. El estudio se llevó a cabo en 18 centros del Reino Unido, en una mezcla de entornos comunitarios y de atención secundaria. Para reducir el riesgo de error en la administración de las vacunas, y los retrasos si había problemas en el suministro de una o más de estas, los diez grupos experimentales de las vacunas y de los controles (siete vacunas, con tres también a media dosis, y los controles) se dividieron en tres grupos con seis centros por grupo.
El ensayo fue revisado y aprobado por el Comité Ético de Investigación de South- Central Berkshire, del Hospital Universitario de Southampton, y por la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios del Reino Unido.
En total probaron siete vacunas diferentes como refuerzos: junto con la de Oxford- AstraZeneca y la de Pfizer, usaron tres marcas que habían sido autorizadas en varios países: Janssen, Moderna y Novavax. También sometieron a estudio dos vacunas que no habían sido autorizadas, en el momento de realizar este estudio, en algún sitio: una de ácido ribonucleico mensajero (ARNm) de CureVac, y otra de Valneva elaborada con el virus SARS-CoV-2 inactivado. Tres de las vacunas estudiadas (Valneva, Novavax y Pfizer-BioNtech) también fueron aplicadas con una media dosis. Por último, algunos de los voluntarios recibieron, como control, una vacuna contra la meningitis de Pfizer.
Todas las vacunas se administraron mediante una inyección intramuscular en la parte superior del brazo.
Los participantes eran adultos de 30 años o más, con una buena salud física (se permitían las comorbilidades leves o las moderadas bien controladas), que habían recibido dos dosis de las vacunas de AstraZeneca (ChAd) o de Pfizer (BNT) (la primera dosis en diciembre de 2020, enero de 2021 o febrero de 2021) y que tenían, en el momento de la inscripción, al menos 84 días después de la segunda dosis.
Debido a los plazos de despliegue de las vacunas en el Reino Unido, a algunos centros se les permitió inscribir a los participantes que tenían al menos 70 días después de la segunda dosis de ChAd. El calendario del ensayo significó que la selección incluyó a personas de 75 años y más.
Cada cohorte (A, B y C) tenía su propio grupo de control y reclutó dos poblaciones separadas, las que recibieron ChAd/ChAd y las que recibieron BNT/BNT. La aleatorización se realizó en el sistema de captura electrónica de datos REDCap, versión 10.6.13.
De esta forma, entre el 1 y el 30 de junio de 2021, se examinaron 3 498 personas, de las que se seleccionaron 2 883. Cinco participantes se retiraron antes de la vacunación, por lo que 2 878 recibieron una tercera dosis de las vacunas ensayadas como refuerzo.
La mediana de edad de los participantes seleccionados con el esquema ChAd/ChAd fue de 53 años (rango intercuartílico, RIC, 44-61) en el grupo de edad más joven y 76 años (73-78) en el grupo de mayor edad. En los que habían recibido el esquema con BNT/BNT, la mediana de edad fue de 51 años (41-59) en el grupo de edad más joven y de 78 años (75-82) en el grupo de mayor edad.
Los perfiles de las reacciones locales y las sistémicas de cualquier grado en los 7 días posteriores a la administración de todas las vacunas ensayadas fueron similares, siendo la fatiga y el dolor de cabeza las reacciones sistémicas más comunes, y el dolor en el sitio de la inyección la reacción local más frecuente. En general, la reactogenicidad fue mayor en las personas de 30-69 años en comparación con los participantes de más edad, independientemente de las primeras vacunas recibidas.
Al cabo de las cuatro semanas, los investigadores tomaron muestras de sangre de los voluntarios y midieron sus niveles de anticuerpos. También buscaron células inmunitarias, conocidas como linfocitos T, que atacan específicamente a otras células infectadas por los coronavirus.
Observaron que los niveles de los anticuerpos y los linfocitos T aumentaron en las personas que recibieron una dosis de refuerzo de una vacuna contra la COVID-19, en comparación con las que las recibieron contra la meningitis, aunque el rango de los incrementos fue bastante amplio.
Respecto al uso de las dosis de refuerzo reducidas, la media geométrica de las respuestas de las células T en el grupo que recibió una media dosis de la vacuna anti-COVID-19 de Novavax no fue significativamente mayor que la del control (1.4, intervalo de confianza, IC, del 95 %: 0.89-2.2).
Se encontraron respuestas máximas de la inmunoglobulina G (IgG) anti proteína de la espícula del SARS-CoV-2 a los 7 días después de la administración, tanto de una media dosis de refuerzo de la vacuna anti-COVID-19 de Pfizer-BioNtech, como de la dosis completa de esta y de la de Moderna, para los participantes que habían recibido el esquema de ChAd/ChAd o BNT/BNT. Para las otras vacunas, incluida la vacuna de ARNm de Curevac a dosis baja (12 mg), se observó un incremento de las concentraciones de esta IgG del día 7 al 28.
Según los investigadores, los resultados obtenidos sugieren que incluso la mitad de la dosis de la vacuna anti-COVID-19 de Pfizer-BioNtech como refuerzo produce una respuesta de la IgG anti-proteína de la espícula del virus SARS-CoV-2 a los 7 días.
Es importante constatar que las dosis de refuerzo aumentaron los linfocitos T que reconocen al coronavirus. Los anticuerpos pueden ser buenos para eliminar al coronavirus al principio de la infección, cuando el virus está colonizando la nariz. Pero en la profundidad de las vías respiratorias, los linfocitos T pueden proporcionar una segunda línea de defensa.
Durante el ensayo no se realizó un seguimiento de los voluntarios para comprobar hasta qué punto las vacunas de refuerzo prevenían realmente la infección o la enfermedad. Sin embargo, en los últimos meses los investigadores han demostrado que la medición de los niveles de los anticuerpos puede ser una forma bastante buena de predecir la efectividad de una vacuna.
En conclusión, según los resultados obtenidos los investigadores plantean que la mayoría de los refuerzos empleados en el estudio elevaron los anticuerpos a un nivel que equivaldría a una protección contra la infección de, al menos, el 90 por ciento. Y las vacunas de ARNm de Pfizer y Moderna produjeron niveles de anticuerpos mucho más altos que los de las otras vacunas.
En opinión de los autores este ensayo ha demostrado el potencial de todas las vacunas probadas (Oxford- AstraZeneca, Pfizer-BioNtech, Moderna, Novavax, Janssen, Curevac y Valneva) para reforzar la inmunidad tras un ciclo inicial de dos dosis de Oxford- AstraZeneca y de seis vacunas (Oxford- AstraZeneca, Pfizer-BioNtech, Moderna, Novavax, Janssen y Curevac) tras un ciclo inicial de dos dosis de Pfizer-BioNtech. Todas las vacunas mostraron perfiles de efectos secundarios aceptables, aunque algunos esquemas fueron más reactogénicos que otros.
Finalmente, expresan que los responsables políticos y los comités consultivos nacionales de inmunización deberían establecer los criterios para elegir las vacunas de refuerzo que se utilizarán en sus poblaciones. Esta decisión debería basarse en consideraciones inmunológicas, en los perfiles de los efectos secundarios conocidos, en la disponibilidad en el país y, en última instancia, en una decisión sobre qué nivel de refuerzo es suficiente en el contexto de los objetivos estratégicos nacionales para el control de la COVID-19.
Fuente: Munro APS, Janani L, Cornelius V, Aley PK, Babbage G, Baxter D, et al. Safety and immunogenicity of seven COVID-19 vaccines as a third dose (booster) following two doses of ChAdOx1 nCov-19 or BNT162b2 in the UK (COV-BOOST): a blinded, multicentre, randomised, controlled, phase 2 trial. The Lancet [Internet]. 2021[citado 19 Ene 2022]:[19 p.]. Disponible en: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0140673621027173 doi: 10.1016/S0140-6736(21)02717-3
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