Un trasplante con efectos fulminantes

El Hospital Ramón y Cajal ha puesto en marcha un grupo de trabajo de trasplante de microbiota intestinal. La primera paciente tratada, de 86 años, padecía infección por ‘Clostridium difficile’ refractaria-recidivante.

El pasado 18 de marzo, una mujer de 86 años se sometió a un trasplante de microbiota intestinal en el Hospital Ramón y Cajal, de Madrid. La muestra de heces de su hija tuvo un efecto fulminante sobre la infección por Clostridium difficile refractaria-recidivante que padecía. Inmediatamente pasó a hacer una sola deposición al día. Se trata de una de las primeras experiencias de trasplante fecal en España.

En el hospital madrileño se ha constituido un grupo de trabajo liderado por el jefe de sección del Servicio de Gastroenterología y Hepatología, Antonio López San Román, que cuenta con el endoescopista José Ramón Foruny, el jefe de sección de Enfermedades Infecciosas Javier Cobo y la investigadora en microbiota Rosa del Campo, del Servicio de Microbiología. De los seis pacientes con C. difficile a los que siguen porque consideran que podrían convertirse en candidatos idóneos, sólo una ha requerido un trasplante fecal. El resto responden, de momento, a la terapia con antibióticos. No descartan ampliar las indicaciones; el tratamiento de la colitis ulcerosa podría ser el siguiente paso.
Para minimizar el riesgo de transmisión de patógenos se realiza una extensa encuesta epidemiológica al donante y una batería de análisis de las muestras fecales
Alta eficacia
San Román explica que en este ámbito ha habido un antes y un después, marcado por la publicación de resultados espectaculares en 2013 en el New England. «Nos dejó a todos sorprendidos y pensando que teníamos que adaptar eso a nuestra práctica clínica, porque funciona. De hecho, ya está en las guías clínicas de la Sociedad Europea de Enfermedades Infecciosas como opción muy válida en la enfermedad por C. difficile refractaria-recidivante», apunta. Además, es una técnica que no «requiere una inversión importante ni medidas especiales y que se puede hacer perfectamente con la infraestructura de la que dispone un hospital público».
Con la primera paciente tratada se siguió el protocolo elaborado por el hospital para esta modalidad terapéutica. Cuando el jefe de infecciosas prevé que un paciente tiene mal pronóstico porque ya está en tercera línea de antibióticos, se lo remite al gastroenterólogo para que inicie el estudio de posibles donantes. «Lo que hacemos es anticiparnos. Si esperas a que fracase, tienes que realizar primero todo el procedimiento: hablar con el receptor, buscar al donante…», atestigua Cobo.
En este punto, San Román puntualiza que, «como la microbiota se hereda de padres a hijos, normalmente buscamos familiares, por lo menos en esta indicación, ya que así es como si devolviéramos al paciente su propia microbiota», expone San Román.
El análisis de las muestras es cosa de Del Campo, quien indica que «se hacen controles de las heces antes y después del trasplante, tanto en el donante como en el receptor. Además, hacemos un seguimiento para ver cómo se ha implantado la microbiota donada en el receptor».
La microbióloga se encarga, asimismo, de preparar la muestra de heces que trae el donante -en el caso del Ramón y Cajal, la hija- el día del trasplante. «Lo que hacemos es una suspensión de las heces con agua, dejamos que se hidrate bien, después la centrifugamos para bajar la fibra y recuperamos un total de medio litro de suspensión de bacterias», precisa. Ese preparado se lleva a la unidad de endoscopias, dividido en cinco jeringas de cincuenta mililitros cada una.
Colonoscopia
Ahí es donde entra en juego el endoscopista, quien apunta que se trata de una colonoscopia convencional con sedación. «Con muchísimo cuidado, con mínima insuflación, se llega al final del colon y en ese punto se libera, a través del canal de trabajo del endoscopio, la preparación que nos han traído de microbiología», explica. «Y durante la retirada del endoscopio lo que se evita es la aspiración», añade.
La paciente pudo regresar a su casa al día siguiente, ya sin síntomas. Los análisis preliminares de su microbiota dan alas al optimismo de los médicos. Del Campo señala que, «antes del trasplante, la paciente tenía una microbiota muy reducida, con C. difficile y poco más. Esta bacteria había desplazado al resto», según la científica. Ahora, el ADN extraído de sus heces revela un perfil muy parecido al de su hija. Las 18 o 20 bandas que se aprecian muestran una mayor diversidad de especies. La secuenciación masiva de ese ADN, que estará listo en unas semanas, desvelará la composición exacta de la microbiota.
Estos resultados auguran un futuro prometedor al procedimiento. Cobo calcula que se podría tratar a entre cinco y ocho pacientes al año con C. difficile solamente en el Hospital Ramón y Cajal.
Una indicación en la que el beneficio supera con creces al riesgo
En los últimos tiempos se han publicado algunos estudios que reflejan el posible riesgo de transmisión de condiciones no deseadas a través del trasplante de microbiota. Por ejemplo, se ha referido algún caso de posible contagio de obesidad.
En infecciones recidivantes o graves por C. difficile u otras bacterias, que además se producen en personas mayores, el beneficio sigue compensando.
Se ha apuntado que se podrían minimizar aún más los riesgos transfiriendo únicamente las bacterias buenas. Sin embargo, aparte de la dificultad que entraña saber exactamente cuáles son esas bacterias, los especialistas del Ramón y Cajal creen que, probablemente, lo que resulta curativo es trasplantar el ecosistema completo.
El Hospital Ramón y Cajal ha puesto en marcha un grupo de trabajo de trasplante de microbiota intestinal. La primera paciente tratada, de 86 años, padecía infección por ‘Clostridium difficile’ refractaria-recidivante.