Fungi and Atopy
Charles Barnes
Clinical Reviews in Allergy & Immunology(2019) 57:439–448
La atopia y los hongos tienen una larga historia de relación. Las esporas de hongos fueron de las primeras sustancias a las que se identificó que los humanos estaban sensibilizados. Los seres humanos entran en contacto con las esporas de hongos en los entornos al aire libre, interiores y ocupacionales. Como organismos, los hongos tienen su propio reino y se encuentran en todos los nichos ambientales de la tierra. Actualmente, la exposición a hongos en el ambiente interior, especialmente relacionada con las condiciones de vivienda húmeda, es de particular preocupación. Las tasas de sensibilización a los hongos generalmente superan el 5% del público en general con tasas más altas entre la población atópica. Alternaria es el mejor estudiado de los hongos alergénicos; sin embargo, la sensibilización cruzada a múltiples hongos está bien documentada. Los avances recientes en la comprensión de los mecanismos del sistema inmunológico innato están comenzando a explicar por qué la relación de la atopia fúngica es única y por qué la sensibilidad fúngica parece extenderse a muchos individuos no atópicos. Se ha acumulado evidencia que indica que la exposición a alérgenos fúngicos puede ser a través de esporas intactas, así como esporas y fragmentos miceliales. Hay mucha evidencia, a través de estudios en animales, que amplían los mecanismos de la exposición a hongos de bajo nivel a largo plazo. Sin embargo, se debe enfatizar que la presencia de hongos en el aire no necesariamente equivale a una enfermedad. De hecho, en ausencia de un individuo atópico y / o una respuesta inmune significativa contra los hongos, hay poca evidencia que sugiera enfermedad.
Palabras clave: atopia, enfermedad respiratoria, aerobiología, alergenos de interiores, alergia fúngica, calidad del aire interior