A 50 años del primer trasplante renal exitoso en Cuba: “El milagro continúa”

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Quien le hubiese dicho entonces a cualquiera de los cirujanos que aquel 24 de febrero de 1970 se aventuraron a repetir en el lapso de menos de un mes, la proeza de realizar un trasplante de riñón en Cuba; que aquel joven de 23 años sobreviviría casi dos décadas luego del proceder, hubiese sido tildado cuando menos, de idealista.

Hace 50 años, un grupo multidisciplinario de especialistas, dirigido por el profesor Abelardo Bush, director-fundador del Instituto de Nefrología (INEF) en Ciudad de La Habana, practicaba el primer trasplante de riñón exitoso a Víctor Blanco Conde, con el riñón de un donante cadáver. El paciente moriría mucho tiempo después, de una afección hepática.

Ya el día dos de febrero, creadas las condiciones en el país y los grupos para llevar a cabo este complejo proceder, se había realizado un trasplante, pero la supervivencia fue de apenas 11 días, recuerda el doctor Jorge Pablo Alfonso Guerra, profesor titular y consultante del INEF y fundador de este programa en la isla.

Los cirujanos principales que lograron materializar “el milagro aquel 24 de febrero” fueron los profesores Oscar Suárez Savio y Alfredo Gómez Congreso Sampera y el equipo estuvo integrado también por Charles Magrans, Reynaldo Mañalich, Sergio Arce, Olga González Sureda, Armando Heras, especialistas en Nefrología, Urología, Inmunología, conjuntamente con anestesiólogos, técnicos en laboratorio y enfermeros.

El doctor Alfonso Guerra rememora que el primer intento de sustituir la función renal en el mundo, se remonta a 1945, cuando se inventó el riñón artificial,  y luego la diálisis peritoneal. “El trasplante renal constituye el tercer eslabón en este sueño, de sustituir un órgano enfermo por uno sano”, dice.

Para 1952 se registraba el primer intento de trasplante renal, en París, el 23 de diciembre. “Fue de una madre a un hijo, y este sobrevivió solo 23 días, pues hubo rechazo al órgano, aunque quedó marcado como el primer intento de trasplante renal con un donante vivo”, explicó el especialista.

El segundo intento tendría lugar en 1954 en Estados Unidos, en la Universidad de Harvard, en Boston, y se trató de un trasplante entre hermanos gemelos homocigóticos, idénticos, con una supervivencia de 8 años.

Para 1960, se ampliarían los intentos de trasplante renal en América Latina, y naciones como Argentina, Perú, México y Venezuela realizarían el proceder.

“Cuba no quedó atrás, y sumarían en esa época tres intentos de llevar a cabo esta intervención, uno en Camagüey y dos en La Habana, en el hospital nacional y el Instituto de Nefrología”, explicó el doctor Alfonso Guerra.

Así llegamos a aquel 24 de febrero de 1970, puntualiza.

“En ese año se lograron hacer 17 trasplantes en 16 pacientes, pues uno de ellos recibió dos. Fue algo heroico, romántico, si se quiere decir, pero para los que iniciamos el trasplante jamás se nos olvidará esta época que, probablemente, constituyó la fase más hermosa de nuestra vida. Ver un paciente moribundo prácticamente y devolverlo a la familia y a la sociedad, verlo en sus funciones académicas, laborales, sociales, es una sensación incomparable”, afirma el especialista.

Hubo una serie de premisas importantes que seguimos: se realizaron los primeros trasplantes en edad pediátrica, pues de los 16 pacientes que se trasplantaron, cuatro fueron en niños; se realizaron trasplantes de donante cadavérico con muerte encefálica, y se logró una supervivencia importante de este grupo, pues cuatro de esos 16 pacientes tuvieron supervivencia de más de 10 años, dijo.

“El año 70 fue glorioso en muchos aspectos, pero lo más importante es que abrió un camino, con la idea del profesor Bush de llevar el privilegio de recibir un trasplante renal a todo el país y no solo a la capital. Para 1974 ya se realizaba en Santiago de Cuba, en el año 1973 se hicieron 25 trasplantes en el país y en el 1974, se lograron hacer 22 de estos procederes”, señaló.

Para el profesor Alfonso Guerra, de esta etapa se derivaron otros grandes logros, como sentar el embrión de lo que luego sería la Organización Nacional de Trasplante y el Programa Nacional de Trasplante, así como la introducción del sistema de compatibilidad HLA (sistema del antígeno leucocitario humano).

“Hasta el momento se hacían solo con grupo sanguíneo e inmunosupresión muy primitiva. El HLA,  posibilitó hacer una selección con bases científicas. Se introdujo además un programa automatizado para la selección donante- receptor, el primero en utilizar la computación en la salud cubana, lo cual permitió sentar base para el intercambio de órganos en distintos centros de trasplante en el país”, explicó el especialista.

Hasta el año 1974 se había realizado en cuba 135 trasplantes renales, 118 de los cuales fueron sin HLA, solamente con grupo sanguíneo y 17 con HLA, ejemplificó.

“El trasplante renal es un trasplante de grupo muy extenso, en el que intervienen decenas de personas, por lo tanto nunca es de carácter personal. Siempre en el centro está el paciente que recibe el órgano, el cual se restituye hacia la sociedad, de una forma increíblemente útil. Y al mismo tiempo es un elemento de éxito para el Ministerio de Salud Pública y los otros organismos que intervienen en ese operativo, como trasporte, comunicaciones, y el Ministerio del Interior…”, dijo.

Un programa que ha crecido en el tiempo

Cuando en el año 1982 el entonces joven doctor Raúl Herrera Valdés— hoy profesor consultante y jefe del grupo nacional de Nefrología— intervino en el congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas para hablar de donación y trasplante de órganos, no sabía quizá el giro de 180 grados que la especialidad y la política de donación de órganos tendría en el país.

“Yo no fui más que un vocero del colectivo nuestro, por lo tanto del punto de vista personal, no tiene trascendencia ni importancia este hecho”, dice con absoluta modestia. Lo cierto es que ese planteamiento sirvió para que entonces el Comandante en Jefe, Fidel Castro, dedicara una buena parte del discurso de clausura de este congreso a realizar reflexiones alrededor del tema.

Por primera vez en Cuba y en el mundo, se convertía en una demanda pública central de gobierno, y un jefe de Estado se pronunciaba sobre la necesidad de que un país abordara el tema de la donación de órganos, como una necesidad vital a desarrollar.

“ (…) Tengamos una conciencia de algo superior, la conciencia del beneficio extraordinario, de que en el momento de que una vida se pierde, podamos darle vida a otra persona; en los momentos en que unos ojos se cierran, poderle dar luz a otra persona. De eso se trata (…)”, expresó Fidel.

Para Herrera Valdés, el trasplante renal está ubicado en el vértice de un programa integral para la atención del enfermo renal crónico, que tiene entre sus aspectos la promoción de salud, la prevención, el pesquisaje del paciente afecto, y su atención.

“La base de la pirámide de este programa de atención integral radica en los consultorios del médico de la familia y evoluciona hasta aquellas instituciones de salud que están dotadas con la tecnología para la implementación del tratamiento por diálisis”, dijo.

Pero, ¿qué se define por enfermedad renal crónica (ERC)?, la causa inicial de necesitar todos estos tratamientos.

De acuerdo con el experto, es el daño de la estructura y/o de la función del riñón, que evoluciona crónicamente hasta llegar a la obsolescencia de la función renal, con necesidad de tratamiento de reemplazo de la función renal por diálisis y/o trasplante renal.
A nivel mundial, de cada diez personas, una, al menos una vez en su vida, ha de padecer una enfermedad renal.

“Esto significa que por cada mil habitantes, aproximadamente la cifra de personas que están en un consultorio del médico de la familia, pueden haber alrededor de 100 con una enfermedad renal. Sin embargo, de estas personas, menos del 1 por ciento necesita tratamiento sustitutivo de la función renal como diálisis y/o trasplante. El resto, el 99 por ciento de los pacientes, están ubicados en la comunidad a nivel de la atención primaria, evolucionando por etapas hasta llegar al fallo renal terminal, con necesidad de reemplazo de la función renal”, dijo.

Agregó el profesor que, la ERC, es una epidemia a nivel global, que está potencializada precisamente por la longevidad de la población. “La epidemia de diabetes mellitus y la hipertensión arterial están asociadas a la obesidad, otras enfermedades renales primarias y otras enfermedades y factores de riesgos como es la nutrición inadecuada, el sedentarismo, el hábito de fumar, etc.”, dijo.

Cada año ingresan a tratamiento por diálisis un 100 nuevos pacientes por millón de habitantes. Ello significa entre 1000 y 1100 nuevos pacientes que ingresan a este tratamiento. Es la parte más visible y sensible desde el punto de vista social y humano, y también desde el punto de vista de su repercusión económica, e incluso política.

“Es por eso que este programa ha de partir del consultorio del médico de la familia con los objetivos de prevenir el desarrollo de la enfermedad, pesquisar al enfermo crónico en las fases más tempranas, y en colaboración con el médico de la familia tratar las causas de la enfermedad, buscando detener la evolución o enlentecer su progresión. Se trata de que el paciente, en el caso que llegue a la fase del fallo renal total, y tenga que someterse a diálisis y trasplante, lo haga en el mejor estado biológico posible, para tratar de lograr la rehabilitación”, abundó Herrera Valdés.

Trasplante renal: brindar seguridad a los pacientes

La primera especialidad que se constituyó en Cuba, luego del triunfo de la Revolución, fue justamente la Nefrología, recordó el coordinador del Programa de Enfermedades Renales, Diálisis y Trasplante,  y presidente de la Sociedad cubana de Nefrología, el profesor Jorge Pérez-Oliva Díaz.

“El grupo de fundadores y los que lo continuaron, tuvieron la visión desde el principio que era necesario estructurar un programa de desarrollo de la especialidad, que fuera integral, y que fuera desde la atención primaria de salud hasta la alta tecnología relacionada con la diálisis y el trasplante y que esto se extendiera rápidamente hacia todo el país”, remarcó.

“De ahí que consideramos que el primer logro de la especialidad en el INEF fue la formación de los recursos humanos y extender los métodos dialíticos hacia todo el territorio nacional. Y eso condicionó que los nefrólogos trabajáramos desde un inicio en una red que estaba dada por la necesidad de trasplantar a los pacientes que ya vivían en diálisis”, dijo el doctor.

¿Qué elementos demuestran el desarrollo de la especialidad? Según el profesor Pérez-Oliva, en primer lugar el crecimiento de los pacientes.

“En el año 2000 teníamos apenas 100 pacientes por millón de habitantes. Hoy tenemos alrededor de 340 pacientes por millón de habitantes, que usan métodos dialíticos; y entre diálisis y trasplantes tenemos aproximadamente 4700 pacientes que viven gracias a las terapias de reemplazo renal”.

“Los indicadores de la especialidad han mejorado de modo ostensible durante estos años. En Cuba la enfermedad renal crónica representa la causa número trece de fallecimiento, pero en el mundo la frecuencia es de 16.3 por cada cien mil habitantes. En nuestro país esa tasa es de 7.3. Ello es la expresión de que la atención primaria de salud y los cuidados integrados tienen un impacto sobre la enfermedad renal crónica en términos de mortalidad. Y eso no lo dice Cuba, lo dice la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, apuntó el especialista.

A su juicio, otro de los logros ha sido el registro de los pacientes renales en el país y su perfeccionamiento. “En este momento estamos tratando de instaurar un registro informático que lleva desde la atención primaria que recibe el paciente, hasta los métodos dialíticos, el trasplante renal, entre otros procedimientos”, precisó.

En los momentos más complejos para el país, se ha continuado el desarrollo con nuevos servicios, comprando tecnología, priorizando realmente la especialidad. “Creo que este es un esfuerzo que no es solo interdisciplinario, es transdisciplinario, pues incorporamos los saberes de todos en pos de la calidad y la excelencia en la atención al enfermo renal”, señaló el especialista.

Asimismo, reconoció el apoyo de la industria biofarmacéutica cubana, por ejemplo con los diagnosticadores con los que se hace posible el diagnóstico de la enfermedad renal en las etapas tempranas, en el sistema primario de salud.

Para el doctor Antonio Enamorado Casanova, coordinador del Programa Nacional de Donación y Trasplante del Ministerio de Salud Pública, dentro de los trasplantes de órganos el más significativo es el trasplante renal.

“Pero, es quizás la única tecnología en medicina que no depende absolutamente del sistema nacional de salud. Podemos tener los profesionales más preparados, las instituciones mejores concebidas, los mejores recursos, que si no contamos con el apoyo de la población no se salvarán los pacientes, y el recurso no será bien utilizado”, apuntó.

¿En qué apoya la población?

Según Enamorado Casanova, para que pueda realizarse un trasplante tiene que haber la aceptación de la población de que alguien done sus órganos en los momentos más complejos, para que los médicos podamos trasplantar.

“Ese elemento se convierte en el eje capital para que se puedan desarrollar estas tecnologías, que ya han dejado de ser una novedad científica, y hoy son una realidad para salvar muchas vidas y que necesitamos incrementar. La única forma posible es que tengamos una mayor oferta de órganos para trasplantar”, dijo.

Es la ciudadanía la que tiene esa posibilidad, que es la que aporta los órganos y nosotros se lo regresamos en forma de trasplantes a pacientes que lo necesitan, agregó.

“Un ciudadano tiene 10 veces más posibilidades de tener la necesidad de un trasplante de órgano que de ser un donante. Por lo tanto, cada uno de nosotros tenemos 10 veces más posibilidades de enfermar de los riñones, que de convertirnos en donantes de él”, explicó el experto.

En este esfuerzo, dijo, Cuba hoy cuenta con nueve centros de trasplante renal, que abarcan a toda la población cubana. Cinco en La Habana, uno en Villa Clara, uno en Camagüey, uno en Santiago de Cuba y uno en Holguín.

“Ello permite que los pacientes que hoy se dializan y viven en otras provincias que no son la cabecera del programa, se atienden en esa provincia. El programa tiene un principio equitativo de accesibilidad de la población cubana”, remarcó.

Un elemento importante, agregó, es que en todas las regiones se cuenta con los avances científicos que permiten el desarrollo de la medicina cubana aplicada. Hoy el sistema de selección de pacientes para que reciban un trasplante tiene el más alto nivel de desarrollo del mudo.

“Se trata de tecnologías muy costosas. Hay lugares donde un trasplante renal cuesta 80 mil dólares. Cuba, de forma gratuita, le brinda hoy una cobertura de medicamentos que tiene el estándar de los países desarrollados y se le suministra de forma gratuita a todos los pacientes trasplantados renales del país, que hasta la fecha suman más de 6 000. Hoy, más de 1 500 pacientes, viven con un trasplante renal en el país”, señaló Enamorado Casanova.

De acuerdo con el experto, en los últimos cinco años más de 700 familias han donado los órganos de un familiar fallecido y esto ha permitido que en el último lustro se hayan podido realizar más de 900 trasplantes.

“El trasplante renal es la tecnología sustitutiva de la función renal que menos costo tiene y que más calidad aporta a largo plazo. En el primer año de realización del trasplante, el trasplante renal es ligeramente más costoso que la hemodiálisis, pero el paciente que sobrepasa el primer año de sobrevida, reduce en un 70 por ciento los costos en relación con el paciente que continúa en diálisis”, dijo.

Pero, lo más importante es la calidad de vida que le aporta a un paciente trasplantado, con respecto a otros métodos. “Porque un trasplantado pasa a ser una persona normal en la sociedad, que acude a consulta médica como el hipertenso, como el diabético, como cualquier otra persona”, agregó.

¿Pueden entender la seguridad que les da a las personas un programa como el de trasplante en Cuba? Que comienza en la base y no ha dejado de desarrollarse en todos estos años, reflexionó.

La tasa de donación de órganos en Cuba en el 2019 fue de 13,7 por millón de habitantes, lo cual ubica a Cuba en segundo lugar en América Latina en la donación de órganos. “Necesitamos más, si bien es una tasa decorosa en relación a la región”, dijo Enamorado.

Hoy tenemos en diálisis más de 3000 pacientes en el país y todos los años enferman con posibilidades de recibir métodos dialíticos y necesitar trasplantes entre 1200 y 1500 pacientes.

Según el doctor Enamorado Casanova un elemento sobre el que aún hay desconocimiento, es el donante vivo. “Cuba ha dado pasos importantes en este aspecto abriendo su marco legislativo, pero no es de suficiente dominio de la población, aunque se han hecho esfuerzos de comunicación. Es importante que la población sepa que hay otras opciones además de esperar por el órgano de un cadáver”.

En ese sentido, destacó que la nueva resolución con carácter de ley que será incluida en la nueva Ley de Salud Pública, que debe ser discutida este año en el Parlamento, abre el espacio a que hasta el cuarto grado de consanguineidad puedan ser donantes de órganos, hijos adoptivos e incluso esposos. “Esto posibilitando que cada día haya más posibilidades para la población y teniendo en cuenta que con la tecnología y los medicamentos que tenemos, los trasplantes son igual de exitosos en sus resultados con estos tipos de donantes, que los que se tenían antes con los de primer nivel de consanguinidad”, dijo.

En estos momentos, a seis años de esta Ley, unas 25 personas que no se hubieran trasplantado nunca con la ley anterior, ya están trasplantados y con una calidad de vida absolutamente normal.

Donación de órganos en Cuba

  • La decisión de donar órganos para trasplante es una decisión de la persona en vida y de los familiares cercanos que lo acompañan. Sin ello no se puede extraer órganos.
  • Existen un grupo de profesionales en Cuba de alto nivel que certifican estos procesos y con los recursos necesarios para hacerlo.
  • Hay un trabajo en equipo en el proceso de donación, en el que contribuyen varias especialidades
  • Cuba cuenta con todo el respaldo legal que protege a la ciudadanía para el actuar en el proceso de donación de cara a los trasplantes. El ciudadano puede a la hora de fallecer escoger la forma en que quiere que sea tratado su cadáver. Una familia puede decidir que su cadáver sea cremado, pero primero ha aceptado la donación, y entonces se hace ese proceso antes de la incineración.

Nefrología, para Cuba y el mundo

“Nuestro sistema de nefrología y trasplante, cuando se habla de una supuesta crisis de valores en el mundo, ha estado en los principales centros epidemia y desastres, y tenemos colaboración activa en países de América Latina, el Caribe y África”, dijo el profesor Pérez-Oliva.

Recordó dos momentos cercanos, donde se incrementó la agresividad de la administración norteamericana contra Cuba: Bolivia y Ecuador. “Se tomó la decisión de retirar la colaboración de estos países y allí estaban los nefrólogos y los trasplantólogos cubanos”

“Lo más preciado para nosotros es la vida del ser humano, los que decidimos ser médicos y estamos desde hace muchos años en nuestras funciones es porque sentimos que lo más importante es salvar vidas. Por tanto, todo lo que agreda la salud de los ciudadanos y su posibilidad de salvar vidas lo rechazamos. Es un acto denigrante, el impedir que otras personas no puedan resolver sus problemas de salud”, apuntó por su parte el doctor Enamorado.

Durante muchos años, pese a todos los ataques, nos las hemos arreglado para que nuestro pueblo sienta que tiene un sistema de salud que lo respalda. “Los años más difíciles para Cuba fueron los del periodo especial, y en ellos en Cuba no se dejó de trasplantar. No había guagua, andábamos en bicicleta, pero trasplantábamos.

Y esa es la misma actitud que mantendremos los profesionales del sistema de salud cubano”, dijo.

“Los equipos de trasplante se trasladan a veces hasta 500 kilómetros para buscar un órgano, a Villa Clara, a Pinar del Río, a Matanzas, a Colón, a provincias distintas en avión; recursos que asegura nuestro país sin titubear.  Las afectaciones que hoy tiene la transportación cubana, producto de las medidas de asfixia económica de la administración norteamericana, impactan en la prontitud, y pese a eso se garantiza”.

Respecto al bloqueo y su repercusión en la especialidad y el programa, el doctor Enamorado Casanova señaló que hay, por ejemplo, técnicas que no hemos podido adquirir como las máquinas de conservación y perfusión de órganos, los cuales nos permiten ampliar en edades el pull de pacientes donadores, y son en esencia de producción norteamericana.

“No tenemos acceso a ese mercado, para poder contar con esas tecnologías. Hoy el costo que paga nuestro sistema de salud por un grupo de recursos, medicamentos, recursos gastables, teniéndolos que importar desde otros continentes lejanos, es mucho mayor que si lo pudiésemos adquirir en el mercado más cercano que tiene todas estas tecnologías y nivel de desarrollo, por lo que se encarece el programa para trasplantar”, dijo.

Pero hay un impacto que no se puede dejar de subrayar: el nivel de intercambio necesario para el progreso, el desarrollo científico… que con el campo de Estados Unidos es muy complejo y cada día se limita más. Se nos crean más trabas para poder acceder al desarrollo de tecnologías no tangibles pero muy necesarias para el desarrollo de los profesionales de esta rama de la medicina, apuntó.

“El equipo de trasplante renal en Cuba siempre está de guardia. La muerte no tiene hora. Nosotros dependemos de que existan órganos, que solo ocurre durante la muerte de alguien, y por lo tanto tenemos que estar ahí”, concluyó el especialista.

Una vigilia que permite seguir reproduciendo el milagro de hace cinco décadas y haya para muchos, más vida.

Tomado de: Cubadebate  24 de febrero 2020

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