Las variaciones en los patrones de edad y la magnitud del exceso de muertes, así como las diferencias en el tamaño de la población y la estructura según los grupos etarios, hacen que las comparaciones de los impactos acumulativos sobre la mortalidad entre los diferentes países sean un reto. La esperanza de vida es un indicador ampliamente utilizado que proporciona una imagen clara y comparable, entre las naciones, de los impactos de la pandemia de la COVID-19 sobre la mortalidad.
En este artículo de la publicación periódica International Journal of Epidemiology, órgano oficial de la Asociación Internacional de Epidemiología (International Epidemiological Association, IEC) los autores, aprovechando los métodos de descomposición demográfica, examinaron qué grupos de edad contribuyeron a los cambios en la esperanza de vida en el año 2020 y en qué medida las reducciones observadas en este indicador fueron atribuibles a las muertes oficialmente notificadas por la COVID-19.
Este estudio es el primero que utiliza una recopilación sin precedentes de datos demográficos de 29 países, que representan a la mayor parte de Europa, Chile y los Estados Unidos de América (EE.UU.), para examinar los impactos de la pandemia sobre la esperanza de vida en el año 2020, contextualizados con las tendencias del período 2015-2019.
La esperanza de vida al nacer es la medida más utilizada de la salud y la longevidad de la población. Se refiere al número medio de años que viviría una cohorte sintética de recién nacidos si experimentara, a lo largo de su vida, las tasas de mortalidad observadas en un periodo determinado.
Por ello, este indicador suele denominarse «esperanza de vida por períodos», ya que simula y resume las implicaciones de un perfil de la mortalidad de un año natural. Aunque no describe el curso de la vida real de una cohorte, y no debe interpretarse como una proyección o previsión de la vida de algún individuo, proporciona una descripción oportuna de los patrones de la mortalidad en la etapa estudiada.
La principal ventaja de la esperanza de vida por períodos es que está estandarizada por edades, lo que la convierte en el indicador preferido para las comparaciones entre los países con poblaciones de diferentes tamaños y estructuras de edad, y a lo largo del tiempo.
Antes de la pandemia, la esperanza de vida al nacer generalmente aumentaba de forma casi monótona en la mayoría de los países a lo largo del siglo XX y hasta el siglo XXI. En las últimas décadas, las mejoras en la esperanza de vida entre los países de renta alta se debieron principalmente a los avances logrados en las edades más avanzadas (≥65 años), aunque persiste una importante heterogeneidad entre estas naciones, que se ha hecho más prominente desde el año 2010.
Mientras que las poblaciones de algunos países de la Europa del Este y del Báltico experimentaron ganancias significativas en la esperanza de vida en la última década, otras fueron testigos de una desaceleración notable en el ritmo de las mejoras y, en algunos casos, estancamientos o incluso retrocesos temporales. Por ejemplo, la esperanza de vida en los EE.UU., Inglaterra y Gales y Escocia sólo experimentó avances limitados en la última década. Estas tendencias atípicas se han relacionado con mejoras más lentas relacionadas con la mortalidad en la vejez y con aumentos en las tasas de mortalidad en la edad laboral.
El análisis de la esperanza de vida realizado en esta investigación muestra que la pandemia se cobró un sorprendente peaje en la salud de la población en el 2020 en la mayor parte de Europa, los EE.UU. y Chile. Sólo los hombres y las mujeres de Dinamarca y Noruega, y las mujeres de Finlandia, lograron evitar el descenso en la esperanza de vida, según los resultados obtenidos en esta comparación transnacional entre 29 países.
Los EE.UU., seguidos de los países de Europa del Este como Lituania, Bulgaria y Polonia, experimentaron las mayores pérdidas en la esperanza de vida en el 2020, superiores para los hombres que para las mujeres en la mayoría de estas naciones.
Este documento revela que la población de 22 de los países incluidos en la investigación experimentó pérdidas en la esperanza de vida superiores a medio año en el 2020. Las mujeres de 8 de estos estados y los hombres de 11 experimentaron pérdidas de más de un año.
Para contextualizar, estas naciones han tardado una media de 5,6 años en lograr, recientemente, un aumento de un año en la esperanza de vida, un progreso que se ha visto anulado en el transcurso de 2020 por la COVID-19.
Para los países de Europa Occidental como España, Inglaterra y Gales, Italia y Bélgica, entre otros, la última vez que se observaron pérdidas de tal magnitud en un solo año fue durante la Segunda Guerra Mundial.
Mientras que en Europa el aumento de la mortalidad en los grupos de edad ≥60 años contribuyó en mayor medida a las pérdidas en la esperanza de vida, la pandemia supuso un empeoramiento de la mortalidad en la edad laboral (<60 años) en los EE.UU., y este grupo etario fue el que más contribuyó a las pérdidas en la esperanza de vida en los varones.
A pesar de tener una población más joven, los EE.UU. también presentaron mayores comorbilidades en estos grupos de edad, en comparación con las poblaciones europeas con mayor vulnerabilidad a la COVID-19. Otros factores, como los relacionados con las desigualdades en el acceso a la asistencia sanitaria de la población en edad laboral y el racismo estructural, también pueden contribuir a explicar este aumento de la mortalidad.
En los países de Europa del Este (Lituania, Bulgaria y Polonia), así como en Inglaterra y Gales y Escocia, donde también se ha observado un reciente estancamiento de la esperanza de vida debido al deterioro de la mortalidad en la mediana edad, igualmente se produjo un aumento de la mortalidad en el grupo de edad de <60 años.
El aumento de la mortalidad en el grupo de edad de 60 a 79 años fue el que más contribuyó a la pérdida en la esperanza de vida en los estados de Europa del Este, en comparación con los países de Europa Occidental, como España, Italia y Bélgica, donde el aumento de la mortalidad en los grupos de edad de ≥80 años tuvo un impacto considerable sobre este indicador.
La evidencia emergente de las naciones de ingresos bajos y medios (como Brasil y México), que han sido devastados por la pandemia, sugieren que las pérdidas en la esperanza de vida en estas poblaciones pueden ser incluso mayores. También es probable que varíen sustancialmente entre subgrupos dentro de un mismo país. Sin embargo, actualmente la falta de datos limita las comparaciones directas y más desglosadas entre una gama más amplia de estados, y se necesitan con urgencia para comprender los impactos totales de la pandemia sobre la mortalidad.
En conclusión, la esperanza de vida al nacer disminuyó de 2019 a 2020 en 27 de los 29 países estudiados. Los hombres de los Estados Unidos de América y de Lituania experimentaron las mayores pérdidas en la esperanza de vida al nacer durante 2020 (2,2 y 1,7 años, respectivamente), pero se documentaron reducciones de más de un año para los hombres en 11 de los países incluidos en el estudio y en 8 entre las mujeres. Las reducciones se atribuyeron principalmente al aumento de la mortalidad por encima de los 60 años y a las muertes oficiales por la COVID-19.
De acuerdo a los resultados de la investigación los autores señalan que la pandemia de la COVID-19 desencadenó un aumento significativo de la mortalidad en el año 2020 de una magnitud que no se había visto desde la Segunda Guerra Mundial en Europa Occidental o desde la desintegración de la Unión Soviética en la Europa del Este. Las mujeres de 15 países y los hombres de 10 terminaron con una esperanza de vida al nacer más baja en el 2020 que en el 2015.
El estudio revela que, aunque la COVID-19 podría verse como un impacto transitorio en la esperanza de vida, la evidencia de la morbilidad potencial a largo plazo debido a la COVID-19 prolongada y a su repercusión en la atención tardía a otras enfermedades, así como el aumento de las desigualdades derivadas de la perturbación social y económica ocasionadas por esta enfermedad, sugieren que las cicatrices de la pandemia en la salud de la población pueden ser más duraderas.
Para extender este estudio a un conjunto más amplio de países se necesitan los datos sobre la mortalidad por todas las causas con un desglose detallado por edad y sexo y, para un análisis más profundo, son necesarias otras características como el estatus socioeconómico y el origen étnico para evaluar los impactos desiguales de la pandemia de la COVID-19 sobre la mortalidad.
Fuente: Aburto JM, Schöley J, Kashnitsky I, Zhang L, Rahal C, Missov TI, et al. Quantifying impacts of the COVID-19 pandemic through life-expectancy losses: a population-level study of 29 countries. International Journal of Epidemiology [Internet]. 2021 [citado 24 Nov 2021]:[12 p.]. Disponible en: https://academic.oup.com/ije/advance-article-pdf/doi/10.1093/ije/dyab207/40489816/dyab207.pdf doi: 10.1093/ije/dyab207
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