cáncer

Científicos descubrieron una región del ADN que puede aumentar o disminuir las altas probabilidades de cáncer de pecho vinculadas con una variación genética específica, un hallazgo que podría ayudar a los médicos a mantener controladas a las mujeres en mayor riesgo.  Los resultados fueron publicados en la revista Nature Genetics junto con otros dos estudios separados que relacionan la misma zona del ADN y otras cuatro con el cáncer de ovario.
El estudio sobre los tumores mamarios se centró en mujeres que portaban un gen BRCA1 defectuoso, el cual aumenta significativamente el riesgo de desarrollar ciertos cánceres.
En promedio, alrededor del 65 por ciento de las mujeres que portan un gen BRCA1 defectuoso desarrollará cáncer de pecho y cerca del 40 por ciento padecerá cáncer de ovario a los 70 años.
Los estudios revelaron que si una mujer con BRCA1 fallido también porta una «versión riesgosa» de una región del ADN conocida como 19p13, el peligro de cáncer de mama sería aún mayor.
«Hallamos una región del ADN que actúa como control de volumen, aumentando o reduciendo el riesgo de desarrollar cáncer de mama por fallas en el gen BRCA1», dijo Antonis Antoniou, de la Universidad de Cambridge, quien dirigió el primer estudio.
«Nuestro descubrimiento es el primer paso en un estudio más amplio para identificar los factores genéticos que modifican el peligro de cáncer de pecho en las mujeres portadoras de mutaciones BRCA1 y finalmente podría ayudarnos a evaluar el riesgo de cada mujer y a controlar la enfermedad», añadió.
Los tumores mamarios son la forma más común de cáncer, con más de 1 millón de nuevos casos diagnosticados en el mundo cada año.
En un estudio separado, la misma región del ADN 19p13 también mostró elevar el riesgo de cáncer de ovario -aunque en menor grado- en mujeres que no eran portadoras de una falla en el BRCA1.
«Esto es importante porque sugiere que las mujeres que portan ciertas versiones de esta extensión del ADN podrían beneficiarse de un control más cuidadoso tanto del cáncer de pecho como de ovario», dijo Simon Gayther, del University College de Londres, que dirigió ese estudio.
Una tercera investigación realizada por científicos de Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia reveló que otras cuatro regiones genéticas también están vinculadas con el riesgo de cáncer ovárico en la población general.
Los tumores de ovario son la quinta forma más común de cáncer entre las mujeres de los países desarrollados. Alrededor de 230.000 pacientes son diagnosticadas por año y la enfermedad causa unas 130.000 muertes anuales.
La mayoría de las mujeres no son diagnosticadas hasta que el cáncer ovárico se expandió, dado que sus síntomas son difíciles de detectar y casi el 70 por ciento de las pacientes con la enfermedad avanzada muere dentro de los cinco años.
«Estos últimos hallazgos aumentan la posibilidad de que en el futuro, las mujeres (…) en mayor riesgo de cáncer ovárico porque portan estas nuevas variaciones del ADN descubiertas puedan ser identificadas y recibir más vigilancia para detectar signos tempranos del cáncer», dijo Andrew Berchuck, profesor de la Universidad de Duke que trabajó en el estudio.
LONDRES, sep 20 (Reuters)

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Los hombres que presentan ciertas variaciones genéticas que los ponen en mayor riesgo de desarrollar cáncer de próstata se beneficiarían de los controles regulares para detectar la enfermedad, señaló el viernes un estudio de investigadores británicos.
Los hallazgos sugieren que al reducir el foco de los controles preventivos del cáncer prostático a quienes tienen indicadores genéticos de riesgo, los médicos detectarían más tumores tempranos, además de disminuir los costosos y dañinos diagnósticos excesivos en casos no graves.
«Aunque estos son resultados preliminares, parece que el control (preventivo del cáncer de próstata) es razonablemente preciso a la hora de detectar cáncer potencialmente agresivo entre los hombres con mayor riesgo de la enfermedad por una predisposición genética», dijo Ros Eeles, quien dirigió al equipo del Instituto de Investigación del Cáncer de Gran Bretaña (ICR) y el Hospital Royal Marsden que efectuó el estudio.
La investigación reveló que el valor predictivo de los controles en esos hombres -expresado como el número de cánceres detectados en función del número de muestras de tejido tomadas- fue del 48%, muy por encima del 24% logrado con los controles extendidos a nivel poblacional.
El control del cáncer de próstata es controvertido, dado que los test de antígeno prostático específico (PSA) que se usan no pueden diferenciar entre los hombres con tumor agresivo de los que nunca tendrían síntomas o requerirían tratamiento, lo que puede generar un exceso de diagnósticos innecesarios.
Un estudio realizado en Estados Unidos el año pasado halló que el control prostático de rutina había generado más de 1 millón de diagnósticos de tumores que no hubieran causado efectos de enfermedad en los pacientes.
Los factores genéticos que aumentan el riesgo de desarrollar cáncer en la próstata incluyen las variaciones hereditarias en los genes BRCA1 y BRCA2.
Los tumores prostáticos son el segundo cáncer más común entre los hombres en todo el mundo y generan 254 000 muertes anuales.
Los médicos estadounidenses recomiendan el control por PSA a los hombres de más de 50 años, ya que consideran que el diagnóstico y tratamiento temprano es mejor que no hacer nada.
Pero los temores de diagnosticar casos que no derivarían en complicaciones de salud para los pacientes, y que llevan a tratamientos con radiación u hormonas o cirugías innecesarias con efectos como impotencia e incontinencia, ha disuadido en muchos países europeos al aplicar el control a nivel nacional.
Eeles dijo que los resultados se suman a la creciente evidencia de que los portadores de la variación en los genes BRCA desarrollan enfermedad más agresiva y respaldan la idea de que los hombres con riesgo genético deberían controlarse por cáncer de próstata  rutinariamente.
Londres, septiembre 12 (Reuters)

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Una molécula llamada semaforina E3 regula la diseminación o metástasis en algunos tumores y bloqueándola se puede evitar que el cáncer se difunda en el organismo.
La investigación fue realizada por el Instituto para la Investigación y la Cura del Cáncer de Candiolo, Turín, Piamonte, lo publica The Journal of Clinical Investigation (JCI).
Las semaforinas son una gran familia de moléculas que regulan la migración de las células.
En estudios precedentes el grupo piamontés, conducido por Luca Tamagnone, descubrió que también los tumores tienen semaforinas propias, que a su vez están implicadas en la proliferación de metástasis por el organismo.
“Cuando una de estas moléculas, la semaforina E3, es muy abundante en los tumores -escriben los investigadores-, éstos son particularmente invasores, y forman metástasis”.
Según el estudio, esta particular semaforina es un indicador óptimo de la posibilidad de metástasis para el melanoma y para el tumor de colon de recto, y ya se están experimentando medicinas en grado de bloquear la acción de ésta, actuando sobre algunas proteínas que participan en el mecanismo.
En el mismo número de la revista se publica otro estudio del Instituto Candiolo, que es financiado por la fundación piamontesa para la investigación sobre el Cáncer de la Universidad de Turín: los investigadores, guiados por Alberto Bardelli, descubrieron que el Everolimus, un fármaco usado hasta ahora para el carcinoma de riñón, es eficaz también en los de colon que presentan una variante genética particular.
Roma, 29 de julio (ANSA)

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Un equipo de investigadores informó hoy que ha utilizado pequeñísimas cápsulas de carbono con hierro, visibles en la pantalla de un escáner, para ubicarlas con precisión dentro del cuerpo y calentarlas con láser cuando llegan a un tumor.
Se trata de nanotubos de carbono con múltiples capas que contienen hierro y que son 10.000 veces más finos que un cabello humano, según lo describe una presentación hecha hoy en la 52 reunión anual de la Asociación Estadounidense de Físicos en Medicina, en Philadelphia.
En las pruebas de laboratorio los científicos del Centro Médico Bautista de la Universidad Wake Forest (Carolina del Norte) usó un escáner de imagen por resonancia magnética (MRI) para seguir la trayectoria de las partículas dentro del tejido vivo.
Cuando vieron que las partículas se aproximaban a un tumor les dispararon un rayo láser y el rápido calentamiento en esa escala tan pequeña destruyó el tumor.
 El método es el desarrollo de la técnica experimental para el tratamiento del cáncer conocida como terapia térmica inducida por láser (TTIL) que emplea la energía de rayos láser para calentar y destruir los tumores.
La TTIL funciona porque ciertas nanopartículas pueden absorber la energía de un láser y convertirla en calor. Si las nanopartículas son alcanzadas por el rayo mientras se encuentran dentro del tumor liberan la energía con alta temperatura y matan las células cancerosas.
Pero hay un problema con la TTIL: en el escáner que usan los médicos el tumor puede verse claramente, pero las partículas no se ven.
Una vez que se les inyecta al paciente no se les puede seguir el rastro y esto puede ser peligroso para él: si el láser alcanza las partículas cuando están lejos del tumor el calor puede destruir tejido sano. De ahí la importancia de este descubrimiento.
El equipo de Wake Forest ha demostrado, por primera vez, que es posible hacer que las partículas sean visibles en el MRI de manera que permita la toma de la imagen y el calentamiento simultáneos, según Xuanfeng Ding, quien presenta hoy el estudio en Philadelphia.
Dado que las partículas están cargadas con hierro se tornan visibles para el escáner.
«Para el tratamiento es muy importante que se pueda localizar exactamente la nanopartícula adentro del cuerpo humano», añadió Ding. «Es realmente apasionante ver que el tumor alcanzado con los nanotubos empieza a reducirse después del tratamiento».
 Si este método demuestra ser exitoso podría ayudar en el futuro a las personas que desarrollen cáncer, aunque todavía debe probarse que la tecnología es eficaz y segura. 
Washington, 21 jul (EFE).

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Especialistas de la Facultad de Medicina de la UNAM señalaron que en México la gran mayoría de los enfermos de cáncer pulmonar mueren antes de ser diagnosticados y representan el mayor número de defunciones, seguido por los de estómago, hígado, colon y mama.
El oncólogo Sergio Cruz Barajas explicó que mueren antes de ser diagnosticados principalmente porque los nódulos son casi imperceptibles a las tomografías, y cuando llegan a descubrirse, la afección ha avanzado hasta en 80 por ciento.
En un comunicado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el especialista recordó que a nivel mundial el cáncer es la principal causa de mortalidad, y tan solo en 2007 se le atribuyeron 7.9 millones de defunciones.
Comentó que uno de los motivos por los que esta afección no ocupa uno de los primeros lugares de incidencia en el país, es porque el número de fumadores no es tan alto en comparación con Estados Unidos o Europa.
Aunque se sabe que dicho carcinoma es más frecuente después de los 50 años y el riesgo de padecerlo se incrementa con cada década de vida, su impacto no está adecuadamente medido y representa un problema de salud.
Además diagnosticarlo es difícil porque se deben realizar tomografías, broncoscopías y biopsias costosas para el paciente, además de que en ocasiones el enfermo no acude al médico aunque presente síntomas, pues considera que sólo se trata de una tos; cuando fallece, se cree que fue por neumonía.
Cruz Barajas abundó que quienes desarrollan esa neoplasia tienen una posibilidad de vida de entre 15 y 20 por ciento, perspectiva mucho menor frente a la de mujeres en etapas avanzadas de cáncer de mama.
El especialista comentó que antes su incidencia era muy alta en varones y baja en mujeres, sin embargo ahora las estadísticas se han equilibrado.
México, 22 Jul. (Notimex).

Las personas con dermatitis atópica (DA) tendrían más riesgo de desarrollar cáncer, pero se desconoce si este hallazgo está asociado con los medicamentos utilizados o con la enfermedad en sí, según un nuevo estudio.
La DA es un tipo de eczema o inflamación cutánea que aparece por una reacción alérgica. De acuerdo a los Institutos Nacionales de Salud, afecta al 20% de los niños, pero a menudo desaparece en la edad adulta. La condición puede causar erupciones con placas rojizas que, cuando la persona se rasca, se desprenden como escamas. Existen distintas teorías sobre si esas reacciones que activan el sistema inmune hacen que los pacientes sean más o menos propensos a desarrollar cáncer.
Para investigarlo, el equipo del doctor Alejandro Arana, de Risk Management Resources, en New Jersey, analizó las historias clínicas de 4,5 millones de personas en el Reino Unido durante siete años. En la British Journal of Dermatology, los expertos publicaron que el 1,5% de los examinados tenía DA y menos del 3% recibió un diagnóstico oncológico durante el estudio. Los participantes con DA eran, en promedio, de 12 a 15 años menores que los que no estaban enfermos.
En general, las personas con la afección eran más propensas a desarrollar cáncer que el resto. Hubo 129 272 primeros cánceres diagnosticados en personas sin dermatitis (33 casos por cada 10 000 personas por año) y 700 primeros cánceres (42 casos por cada 10 000 personas por año) en el grupo con DA.
Pero, al separar el efecto de la diferencia de edad y analizar a cada grupo etáreo, el patrón cambió. En cada edad, la frecuencia del cáncer fue mayor en el grupo con la condición. Esto se mantuvo cuando el equipo se concentró específicamente en el linfoma, el melanoma y el cáncer cutáneo no melanoma.
Al considerar por grupo etáreo, los participantes con la enfermedad eran 1,5 veces más propensos a sufrir algún cáncer durante el estudio que los que no desarrollaron afecciones de la piel. El equipo insistió en que eso no prueba que tener dermatitis cause cáncer.
“Son investigaciones complejas y, a veces, es difícil comprenderlas”, dijo el doctor David Margolis, dermatólogo del Sistema de Salud de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos, quien no participó en el estudio. En el grupo con dermatitis el riesgo de desarrollar cáncer seguía siendo bajo. “Es necesario poner los resultados en perspectiva”, aseguró el experto.
Arana señaló que “las diferencias de riesgo según la edad son pequeñas, pero los médicos deben conocer estos resultados y tomar medidas preventivas en los pacientes (con dermatitis atópica)”. Los resultados no separan el efecto farmacológico con el desarrollo de la enfermedad. El tratamiento clásico de la DA incluye lociones de hidrocortisona, vendajes húmedos y, a veces, fármacos recetados.
En el 2005, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) emitió una advertencia: dos de esos medicamentos (Elidel y Protopic) podrían causar cáncer.
Nueva York, junio 28/2010 (Reuters)

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Las personas que han sobrevivido al cáncer deben intensificar el ejercicio, incluso -aunque parezca difícil- quienes no han terminado el tratamiento, afirmaron científicos en una nueva guía para estos pacientes.
Existen evidencias cada vez mayores de que la actividad física mejora la calidad de vida y alivia cierta fatiga relacionada con el cáncer. Además, puede contribuir a evitar una grave degradación del funcionamiento orgánico que podría persistir luego de la terapia.
A manera de ejemplo: Las mujeres que fueron sometidas a quimioterapia por cáncer de mama pueden perder músculo y ganar grasa en una cantidad equivalente a 10 años del envejecimiento normal. En otras palabras, una mujer de 45 años podría llegar a tener la complexión más gruesa y débil de una de 55 años, indicó Wendy Demark-Wahnefried, de la Universidad de Alabama en Birmingham, Estados Unidos.
Los científicos llevan años alertando que el sobrepeso y la vida sedentaria elevan el riesgo de varios tipos de cáncer. Entre los casi 12 millones de estadounidenses que han “vencido” la enfermedad hay indicios -aunque todavía no probados- de que las personas más activas pueden tener un menor riesgo de recurrencia. Como ocurre con cualquiera persona al envejecer, el ejercicio ayuda definitivamente a enfrentar el riesgo de afecciones cardíacas que tiende a aumentar a medida que vive más un sobreviviente de cáncer.
El Colegio Estadounidense de Medicina Deportiva convocó a un grupo de especialistas en Oncología y deporte para que evaluaran las evidencias. La guía emitida aconseja a los sobrevivientes el mismo ejercicio recomendado para cualquier persona: al menos unas dos horas y media a la semana. Los pacientes todavía en tratamiento podrían no sentirse muy animados para semejante actividad, pero deben evitar la inactividad en los días en que se encuentran bien, reconoce la guía.
“No es necesario ser (el astro del ciclismo) Lance Armstrong”, enfatiza la doctora Julia Rowland del Instituto Oncológico Nacional, en relación con una reunión sobre maneras de sobrevivir mejor que se efectuó este mes para examinar los resultados del ejercicio. “Saquen a pasear al perro, jueguen un poco de golf”, agregó.
Pero surgen las preguntas sobre cuánto ejercicio es necesario y de qué clase. Para estos propósitos se desarrollan novedosos estudios para empezar a responderlas. La Universidad de Salud y Ciencia de Oregón, Estados Unidos, entrena a sobrevivientes de cáncer de próstata a ejercitarse con sus esposas. El estudio comprende a 66 parejas para hacer una comparación entre quienes efectúan dos veces a la semana ejercicios para fortalecer los músculos y quienes están inactivos. Además, se averigua si la actividad compartida mejora el funcionamiento orgánico y mitiga la presión emocional que genera la enfermedad sobre la persona que atiende al paciente y en la relación matrimonial.
La Universidad de Duke, Estados Unidos, reclutó a 160 pacientes de cáncer de pulmón para indagar si un programa para practicar tres veces a la semana con ejercicio aeróbico y fortalecimiento muscular o ambos puede mejorar la condición física después de la cirugía.
Mary Lou Galantino es una fisioterapeuta que se especializa en atención de cáncer y realiza ejercicio desde que se le diagnosticó cáncer de mama en el 2003 en la Universidad de Pensilvania. Ahora a los 42 años, argumenta que se ejercitaba en la “caminadora” 24 horas después de cada sesión de quimioterapia para tener la energía suficiente que le permitiera atender a sus dos hijos menores. “Se puede sentir más energía con el ejercicio correcto”, enfatizó.
Washington, junio 29/2010 (AP)

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