cáncer de mama

El cáncer de mama suele ser considerado más mortal entre las mujeres jóvenes, pero las adultas mayores -particularmente las de más de 75 años- tienen realmente más posibilidades de morir por la enfermedad, según revela un estudio internacional. Los expertos, que siguieron a miles de mujeres y publicaron sus hallazgos en Journal of the American Medical Association, dijeron que entre las mujeres diagnosticadass tipos que no tienen esos receptores porque a menudo crecen más lentamente y pueden responder a tratamientos hormonales. Las mujeres más jóvenes son más propensas que las de mayor edad a tener cáncer con receptores negativos, y también se les suele diagnosticar en una fase más avanzada, lo que lleva a la idea de que el cáncer de mama es más mortal entre ellas.
En el estudio, los investigadores hallaron que cinco de cada 100 mujeres diagnosticadas antes de los 65 años y seis de cada 100 diagnosticadas entre los 65 y los 74 años fallecieron de cáncer de mama en cinco años. Pero entre las mujeres de más de 75 años en el momento del diagnóstico, ocho de cada 100 murieron de cáncer. «Lo que es diferente en las mujeres de más edad es que suelen recibir menos tratamiento y de menor calidad», dijo Hyman Muss, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte, que no participó en el estudio. Casi todas las mujeres del estudio se operaron, pero apenas la mitad de las mayores de 75 años recibieron radioterapia, y apenas un 5 % fueron tratadas con quimioterapia. En comparación, el 75 % de las mujeres de menos de 65 años recibieron radioterapia y un 51 % quimioterapia. «Existe la creencia de que las mujeres mayores no se benefician de la quimioterapia tanto como las más jóvenes, y que los efectos secundarios son peores», dijo Gerrit-Jan Liefers, investigador del Centro Médico de la Universidad de Leiden en Holanda, que trabajó en el estudio. Liefers añadió que las propias pacientes mayores serían más indecisas en lo que hace a tratar el cáncer de forma agresiva. Aunque un estudio reciente halló que los índices de cáncer de mama han ido descendiendo, las mujeres mayores han obtenido peores resultados que las más jóvenes, lo que los autores atribuyeron en parte a un tratamiento menos agresivo, quizás debido a las preocupaciones de que la terapia pueda causar más problemas que la enfermedad. Muss expresó que es posible que muchas mujeres saludables de entre 70 y 80 años obtengan beneficios de la quimioterapia si padecen cáncer de mama. «Tenemos que enseñar a los médicos que no piensen en la edad cronológica de la persona, sino en su edad funcional», finalizó.
Febrero 8/2012 (Reuters)

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Investigadores del Laboratorio de Biología Molecular del Cáncer del Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia identificaron una proteína que ofrece la posibilidad de actuar como importante diana terapéutica para tratar casos de cáncer de mama de difícil curación. Así lo explicó el exinvestigador jefe del Laboratorio de Biología Molecular y expresidente del Comité de Empresa del CIPF, Rafael Pulido. Ampliar…

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Muchas mujeres que han sobrevivido a un cáncer suelen decir que fue una mamografía la que «salvó su vida», un testimonio poderoso que puede alentar a otras a realizarse los controles regulares para detectar a tiempo los tumores mamarios.
Pero, ¿cuáles son las posibilidades de que la prueba realmente salve la vida de una mujer? No tantas, según un nuevo análisis publicado en Archives of Internal Medicine.
«Las cifras sugieren que, como mucho, un 13 % de las personas diagnosticadas con cáncer de pecho han sido ayudadas. Eso significa que el otro 87 % no ha sido ayudado», dijo el doctor Gilbert Welch, del Dartmouth College, quien dirigió el estudio.
Welch señaló que las mujeres que cuentan sus historias de supervivencia al cáncer de mama pueden inducir con fuerza a que otras se controlen y, dado que la tecnología mamográfica ha mejorado, las posibilidades de que los médicos encuentren algo sospechoso son mayores.
Pero la detección temprana para algunas mujeres no será un gran beneficio, especialmente si el cáncer es de crecimiento lento, dijeron Welch y colegas. Y muchas serían diagnosticadas y tratadas por un cáncer de crecimiento tan lento que nunca les hubiera generado ningún síntoma ni amenazado sus vidas.
Los resultados de este análisis suman una nueva arista al gran debate sobre los beneficios de las pesquisas de control del cáncer en las personas saludables.
Este mes, el grupo estadounidense con apoyo del Gobierno denominado U.S. Preventive Services Task Force recomendó que los hombres saludables no se efectúen un test sanguíneo de control del cáncer de próstata, lo que generó alborto entre los especialistas oncológicos, que temen que eso lleve a que más hombres mueran por la enfermedad.
Y en el 2009, el mismo grupo aconsejó que las mujeres menores de 40 años no se realicen una mamografía y que las mayores de 50 lo hagan cada dos años, en lugar de anualmente, lo que disparó la protesta de las entidades de lucha contra el cáncer de pecho.
No obstante, las pruebas tienen beneficios y riesgos, señala Welch, que considera que el debate actual es positivo para los pacientes, quienes están comenzando a pensar más sobre los riesgos de las pesquisas.
Un estudio previo realizado por Welch reveló que los controles de rutina para el cáncer prostático generaban que 1 millón de hombres estadounidenses sean diagnosticados con tumores que de otra forma no hubiesen generado problemas de salud en ellos.
En la última investigación, el equipo se concentró en observar cuánto reducen las mamografías la muerte por cáncer de mama.
Los autores hallaron que en las mujeres de 50 años con cánceres mamarios diagnosticados por una mamografía, había un 13 % de posibilidades de que la pesquisa salvara sus vidas.
La pregunta, entonces, es cómo preservar el beneficio de la mamografía sin exponer a tantas mujeres a los daños de los diagnósticos excesivos, que incluyen ser tratadas por tumores que no hubiesen causado problemas, dijo Welch.
El experto manifestó que la tecnología de control del cáncer ha mejorado cada vez más en la detección de pequeñas formaciones con la presunción de que cuanto antes se detecta un tumor, mejores son las posibilidades de supervivencia.
Pero Welch indicó que como los tratamientos para el cáncer de mama mejoraron, la necesidad actual de un diagnóstico muy temprano es menor.
«Por años hemos estado buscando cada vez más y más duramente el cáncer. Creo que ha llegado la hora de hacer la pregunta: ‘íQué tal si buscamos con un poco menos de dureza?’», cuestionó.
El doctor Timothy Wilt, de la Administración de Veteranos de Minneapolis y que escribió un comentario sobre los resultados del estudio en la misma revista, dijo que la investigación brinda a los médicos datos de base científica para compartir con los pacientes, quienes suelen verse influenciados por anécdotas.
«Dado que las historias de sobrevivientes suelen ser tan poderosas pero imprecisas, pueden hacer que las personas tomen decisiones de atención médica que no tienen base científica y que podrían ser equivocadas», añadió Wilt.
Octubre 25/2011 Chicago, (Reuters).

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Exámenes de ADN para encontrar una mutación en un gen llamado CHEK2 pueden contribuir a predecir el riesgo de cáncer de mama, en mujeres con antecedentes oncológicos familiares, publicó la revista Journal of Clinical Oncology. Investigadores de la Universidad Médica Pomeranina, en Szczecin, Polonia, analizaron el ADN de siete mil 500 mujeres con tumor de seno y encontraron que el 3 % de las pacientes portaban el CHEK2. Aunque desde hace tiempo se conocía que estaba asociado con el desarrollo de ese tipo de cáncer, los científicos no sabían el papel que desempeñaban los antecedentes familiares. Durante el estudio los científicos encontraron que las mujeres con historial oncológico familiar, tenían una propensión mayor de sufrirla. El riesgo a padecer cáncer de mama es un 20 % más alto entre las mujeres con una mutación del gen CHEK2. En caso de que la paciente tenga antecedentes familiares del gen las probabilidades de padecer la enfermedad aumentan a un 34 %. Si bien los resultados del estudio constituyen un paso importante, los científicos sostienen que aún es muy pronto para decir a las mujeres que pasen pruebas genéticas para determinar su riesgo tumoral. Investigadores que no intervinieron en el estudio consideraron que las mujeres con antecedentes genéticos de la enfermedad deben hablar con su médico para tomar una decisión o con un asesor genético para conocer sus opciones. Agosto 30/2011 Washington, (PL)

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«La técnica de la biopsia del ganglio centinela es, sin duda, el mayor avance que se ha producido en la cirugía del cáncer de mama en la actualidad. De hecho, gracias a la optimización de esta prueba la cirugía de este tumor es hoy en día mucho menos agresiva.»
Con estas palabras, la doctora Julia Giménez, de la Fundación Instituto Valenciano de Oncología, subrayó la utilidad de dicha biopsia en el marco de la 4ª Revisión anual de Avances en Cáncer de Mama (RAGMA 11), auspiciada recientemente en Madrid por el Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM).
Los datos apuntan a que esta prueba evita la linfadenectomía (extirpación de todos los ganglios de la axila) en más del 60% de las pacientes con cáncer de mama, así como los efectos secundarios que esta intervención conlleva. Las secuelas más frecuentes de esta operación son el seroma (acumulación de líquido en la axila) que se produce inmediatamente después de la operación y el linfedema (aumento del volumen del brazo), que aparece más tarde.
Según explica la Dra. Giménez, la técnica del ganglio centinela ha evolucionado tanto que en la actualidad se puede utilizar incluso en los tumores no palpables. «Estas lesiones malignas», señala, «pueden ser localizadas al mismo tiempo que el ganglio centinela con una única inyección en el interior del tumor. La incorporación de las nuevas gammacámaras portátiles ha permitido optimizar la técnica al obtener imágenes durante la intervención de la lesión tumoral extirpada y del ganglio centinela».
El tratamiento quirúrgico de la mama cuando se diagnostica un tumor consiste en dos tipos de intervenciones. Por un lado, está la cirugía conservadora, cuyo objetivo es la extirpación del tumor, conservando la mama y con un amplio margen de seguridad.
«Este tratamiento va acompañado de radioterapia posterior. En los casos de tumores de gran tamaño, en los que no es posible una cirugía conservadora como tratamiento de inicio, la opción es la quimioterapia previa a la cirugía para reducir el tamaño de la neoplasia. En aproximadamente un 30% de las mujeres se logra la desaparición completa del cáncer. En estos casos, y si la paciente lo desea, se puede conservar la mama una vez finalizado el tratamiento», explica esta experta.
Por otro lado, la mastectomía es otra opción de tratamiento quirúrgico y consiste en extirpar toda la mama, incluyendo el complejo areola-pezón. «Esta intervención», señala la doctora Giménez, «está indicada cuando hay muchos focos de cáncer en la mama y cuando no se reduce su tamaño después de administrar quimioterapia antes de la cirugía».
Gracias a los programas de cribado a través de las mamografías, en la actualidad la mayoría de los cánceres de mama se diagnostican en estadio precoz. «Normalmente», comenta la doctora Giménez, «son lesiones de pequeño tamaño, muchas de ellas no palpables y la mayoría sin afectación ganglionar. Esto nos permite extraer la lesión conservando la mama y la axila en más de la mitad de los casos. Una intervención que en muchos casos se puede realizar de forma ambulatoria, sin ingreso hospitalario».
Los expertos se empiezan a plantear en qué casos y en cuáles no se deberían extirpar los ganglios afectados en estas pacientes. Por regla general, cuando los resultados del ganglio centinela son negativos, las afectadas se ahorran un vaciamiento axilar. Sin embargo, en algunas ocasiones en el ganglio se detectan micrometástasis.
Este tema fue abordado en el marco del RAGMA por el doctor Armando Giuliano, del Instituto de Cáncer John Wayne de Santa Mónica (Estados Unidos), que ha llevado a cabo un estudio, a través del Grupo Americano de Cirugía Oncológica, para concretar si la presencia de micro o macrometástasis en ganglio influye en la supervivencia. Tras seis años de seguimiento, los resultados indican que esta afectación no parece aumentar el riesgo, al menos cuando solo existen 1 o 2 ganglios afectados. Julio 1/2011 (JANO)

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El estudio más amplio que se ha hecho sobre el impacto de las mamografías muestra que éstas logran una «reducción significativa» en el número de muertes por cáncer de mama.
El profesor Duffy y su equipo llevaron a cabo un registro de 133 065 mujeres de entre 40 y 74 años en Suecia, que fueron divididas en dos grupos.
El primer grupo recibió una invitación para someterse a mamografías y el segundo fue sometido a los chequeos normales de salud.
Entre las mujeres del primer grupo, aquellas de entre 40 y 49 años fueron sometidas a mamografías cada 24 meses y aquellas de entre 50 y 74 años cada 33 meses, durante un período de siete años en promedio.
Al final de este lapso hubo 30% menos muertes por cáncer de mama entre las mujeres del primer grupo que entre aquellas no sometidas a radiografías.
Casi tres décadas después de que se iniciara el estudio, los científicos revisaron los registros originales y los de seguimiento para calcular el efecto de largo plazo de los análisis de mamografía en la mortalidad por cáncer de mama.
Nuevamente, los resultados fueron similares a los del ensayo original, con menos muertes entre las que tuvieron mamografías.
Y además, dicen los autores, «aunque el efecto relativo de los análisis en la mortalidad por cáncer de mama continuó siendo estable durante el período de seguimiento, el beneficio absoluto en términos de vidas salvadas se incrementó proporcionalmente con el número de veces que se estudió a las mujeres».
Después de 29 años, los resultados mostraron que por cada 400 a 500 mujeres sometidas a mamografías cada dos o tres años se logró evitar una muerte por cáncer de mama.
A largo plazo, explica el profesor Duffy, «el impacto total de las mamografías regulares en términos de prevención de muertes fue más del doble de la cifra alcanzada en el estudio de siete años».
Según el científico, estos datos apoyan la evidencia sobre los beneficios a largo plazo de las mamografías regulares, y «las mujeres y sus médicos deberían discutir qué es lo que pueden esperar sobre estos análisis de detección».
«Lamentablemente, no podemos saber con certeza quién desarrollará cáncer de mama y quién no», advierte el investigador.
«Pero si usted participa en un análisis de mamografía y se le diagnóstica la enfermedad en una etapa inicial, tendrá muy buenas posibilidades de que su tratamiento sea exitoso», agrega.
Aunque el cáncer de mama sigue siendo uno de los tipos de cáncer más frecuentes y la segunda causa de muerte por cáncer en mujeres en muchos países del mundo, muy pocos países ofrecen, como parte de sus programas nacionales de salud, mamografías regulares de escrutinio para las mujeres.
Y países como el Reino Unido, Suecia y Canadá sólo ofrecen mamografías de escrutinio a las mujeres mayores de 50 años.
La investigación, que siguió a más de 130 000 mujeres durante cerca de 30 años, revela que entre las participantes que fueron sometidas a mamografías regulares murieron 30% menos mujeres por causa de la enfermedad que entre aquellas que no recibieron el análisis.
Los resultados,  publicados  en la revista Radiology, demuestran que el número de fallecimientos que pueden prevenirse aumenta si las radiografías se llevan a cabo año tras año.
«Estos datos son una nueva evidencia de los beneficios de largo plazo de los análisis de escrutinio regulares de las mamas», expresan los científicos de la Universidad Queen Mary de Londres que llevaron a cabo el estudio.
«El cáncer de mama puede tardar muchos años en desarrollarse, así que para poder saber si las mamografías son efectivas necesitamos observar a las mujeres durante un largo plazo», explica el profesor Stephen Duffy, quien dirigió la investigación.
«En este estudio, continuamos monitoreando a las mujeres durante casi tres décadas y encontramos que entre más tiempo las analizamos más vidas pudieron salvarse», agrega. Junio 29/2011 (Diario Salud)

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Un estudio que evaluó 60 000 casos destaca que las dolencias cardiovasculares causaron más muertes que el tumor mamario.
Las mujeres mayores con cáncer de mama tienen más probabilidades de morir de enfermedad cardiovascular y otras causas que por el tumor, según los resultados de un reciente estudio del que informa Breast Cancer Research.
Los investigadores analizaron datos de más de 60 000 mujeres  estadounidenses, a partir de los 66 años de edad, a quienes se realizó seguimiento durante al menos 12 años tras un diagnóstico de cáncer de mama.
Al término del período de seguimiento, casi la mitad de las mujeres seguían con vida. Las que murieron vivieron hasta una edad de 83 años como promedio, y más de dos tercios de ellas fallecieron por causas distintas del cáncer de mama. De hecho, la enfermedad
cardiovascular causó la muerte a más mujeres que el cáncer de mama.
Las mujeres con más probabilidades de morir por cáncer de mama incluían a las que fueron diagnosticadas más jóvenes y a las que tenían un tumor de alto grado o de estatus de receptor de estrógeno negativo.
El patrón observado en las mujeres del estudio encaja con el patrón de las mujeres de la población general, en que la enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte, señalaron los investigadores.
«El cáncer es el responsable de alrededor de una cuarta parte de todas las muertes. Sin embargo, el cáncer de mama no es necesariamente una condena, y las pacientes deben cuidar su salud para reducir su riesgo de morir de enfermedad cardíaca y otras enfermedades relacionadas con la edad», señaló la autora del estudio Jennifer Patnaik, de la University of Colorado (Estados Unidos).Junio 23/2011 (JANO)

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