«Peligrosa» moda

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«La moda puede causar dolor de espalda», reportaba en su sección de noticias hace unos años el portal de la Red de Salud de Cuba, Infomed, al referirse a una investigación llevada a cabo en el Reino Unido, y que colocaba en la mira de análisis las diversas prendas de uso y su repercusión en la salud de las personas.

Por su actualidad, aún después de haber transcurrido el tiempo, reproducimos en nuestro sitio la entrevista que sobre el tema realizó la periodista Lisandra Fariñas Acosta, del periódico Granma, al doctor Horacio Tabares Neyra, presidente de la Sociedad Cubana de Ortopedia y Traumatología.

«Pantalones muy ajustados, calzado abierto, bolsos enormes y joyas pesadas son el último grito de la moda, pero pueden contribuir al dolor de espalda», advertía la investigación.

«Vestir pantalones muy ajustados puede limitar la movilidad y obligar a los músculos a permanecer en tensión para compensar el cambio de postura, y si son muy estrechos no se puede caminar de modo normal» reveló el texto, que explica el hecho de que al caminar, tanto la rodilla, la cadera como los glúteos se mueven todos juntos para minimizar la presión que llega a las articulaciones. Si una de estas partes no se mueve como debiera, entonces se produce más presión en el resto.

Asimismo, la investigación recomienda a las personas vestir ropas que –incluyendo el uso de los bolsos– les permitan moverse más libremente. Pero, además, el estudio se detiene en el uso del calzado, como un elemento que puede también provocar dolor de espalda, tanto los zapatos altos, como las ballerinas, e incluso los zapatos abiertos y las botas blandas pueden hacerlo, si estos se usaran muy a menudo.

Sobre el tema justamente del calzado, el doctor Horacio Tabares Neyra, presidente de la Sociedad Cubana de Ortopedia y Traumatología, puntualizó a Granma algunas observaciones, a tener en cuenta cuando elegimos el tipo de zapatos a usar.

El especialista explicó que el empleo reiterado de calzado abierto para las actividades diarias, práctica tan común en la actualidad por hombres y mujeres, suprime el apoyo lateral sobre el antepié que brinda el calzado cerrado, sobre todo el de piel. Ello trae como consecuencia negativa (si bien es un proceso donde participan además causas genéticas e incluso étnicas) el aumento del ancho del antepié, lo cual hace insuficiente la acción del ligamento transverso del metatarso y es la principal causa de descenso del arco transverso del pie y metatarsalgia.

Por otra parte, el calzado de punteras estrechas presiona los dedos, al obligarlos a acomodarse al espacio que se les brinda, lo que con frecuencia es un factor que contribuye a la formación de hallux valgus o el comúnmente conocido «juanete», refirió el entrevistado.

Asimismo, de acuerdo con el doctor Tabares, el zapato sin tacón o tacón pequeño, además de no amortiguar el choque al deambular contra superficies duras como las aceras, aumenta la distancia entre los puntos de inserción del músculo triceps sural (gemelos y el sóleo), que se ubican en la parte posterior de la pierna o pantorrilla. Al respecto, abunda en el hecho de que, al ocasionar mayor tensión en la inserción del tendón de Aquiles, es causa relativamente alta de dolor en dicho punto, lo cual se conoce como insercionitis del tendón de Aquiles.

Igualmente, dijo, el calzado con tacones altos, y «mientras más altos es mayor», transfiere la carga del peso del cuerpo al antepié, y a los metatarsianos, originando dolor a ese nivel o metatarsalgia, con formación de callosidades en la región plantar.

«El pie no es ajeno al proceso normal de envejecimiento, sobre todo si tomamos en cuenta que carga todo el peso del cuerpo durante los años vividos. Ello origina cambios de tipo degenerativo en las articulaciones que ocasionan dolor y en dependencia de factores como el peso corporal del individuo, el tipo de actividad habitual (caminar largas distancias, subir y bajar escaleras, correr, cargar pesos, etc.); y el tipo de calzado que se emplea, puede ser causa de fascitis plantar y espolón calcáneo, afecciones ambas muy dolorosas e invalidantes».

Y las implicaciones del uso de determinado calzado, pudiesen ir más lejos de las «afecciones ortopédicas», para incidir en otras patologías como la diabetes. Así lo refiere el artículo publicado en la Revista cubana de Tecnología de la Salud, Reflexiones acerca del pie diabético y el calzado, cuando subraya que el estudio del calzado se ha convertido en la actualidad en un factor de riesgo latente y omnipresente para el paciente diabético, pues esta prenda de vestir ha perdido su objetivo primordial, es decir, proteger al pie.

«Los diseños actuales lejos de favorecer la ergonomía de ese importante órgano, solo le ocasionan lesiones y acrecientan las deformidades biomecánicas de tan compleja estructura arquitectónica. Al sumarse todas las complicaciones que trae consigo la diabetes, hace que el pie del paciente diabético se convierta en una bomba de tiempo, que lo va mutilando y deteriorando poco a poco, al aparecer las lesiones que, a la postre, lo limitará en muchas actividades de la vida cotidiana».

Fuente: Periódico Granma – 2 de julio de 2017

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