A los servicios de emergencias médicas traen un hombre de 39 años con un fuerte dolor de cabeza repentino asociado a dolor en el cuello. Su score de Glasgow (GCS) es de 15 y su examen neurológico no presenta focalización; su presión arterial (PA) es de 220/120 mmHg. anomalías focales. La tomografía de craneo muestra una hiperdensidad difusa compatible con hemorragia subaracnoidea (HSA) ¿Cuáles son los siguientes pasos en el manejo de la PA para este paciente?
Así comienza este artículo publicado en Emergency Care Today, que analiza los objetivos de presión arterial y la farmacoterapia preferida para los accidentes cerebrovasculares isquémicos y hemorrágicos no traumáticos. Lo sugerimos tambien a propósito de de uno de los artículos de autores cubanos más leídos, recientemente compartido.
Los autores comparten las siguientes «Perlas y trampas»:
- El manejo de la tensión arterial (TA) en los accidentes cerebrovasculares isquémicos debe lograr un delicado equilibrio entre prevenir la conversión isquémica y mantener una presión de perfusión cerebral adecuada al tejido viable.
- Una TA significativamente elevada puede empeorar la hemorragia cerebral al causar sangrado continuo o recurrente. Reducir la presión arterial media puede mitigar estos riesgos y posiblemente mejorar los resultados.
- La reducción rápida de la TA podría promover la hipoperfusión cerebral y sistémica. Reduzca lentamente la presión arterial elevada mientras controla el deterioro clínico para mantener una perfusión cerebral y sistémica adecuada.
- Se ha demostrado que la nimodipina tiene beneficios en morbilidad y mortalidad mediante la reducción de la isqueia cerebral tardía en pacientes con hemorragia subaracnoidea aneurismática.
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