Aterosclerosis: propionato de imidazol, ¿un nuevo impulsor y objetivo terapéutico?

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Investigadores han descubierto que el propionato de imidazol, una molécula producida por microorganismos, es un factor clave en el desarrollo de la aterosclerosis, abriendo nuevas vías para su diagnóstico temprano y terapias personalizadas.

Un reciente estudio publicado en la revista Nature identifica al propionato de imidazol (ImP), un metabolito derivado del microbioma intestinal, como un impulsor directo de la aterosclerosis y un blanco terapéutico emergente. Este hallazgo no solo expande el repertorio de mecanismos implicados en la enfermedad cardiovascular, sino que desafía el paradigma lipídico clásico, aportando una dimensión inflamatoria y metabólica que podría revolucionar tanto el diagnóstico como el tratamiento.

Aunque los enfoques actuales para prevenir la aterosclerosis se centran en el control de factores de riesgo tradicionales (colesterol, hipertensión, diabetes), un número significativo de pacientes sigue desarrollando enfermedad subclínica o eventos cardiovasculares a pesar de recibir tratamiento óptimo.

En este contexto, el ImP emerge como una molécula clave: su administración en ratones genéticamente predispuestos fue suficiente para inducir placas ateroscleróticas sin alterar el perfil lipídico, lo que sugiere una vía patogénica independiente del colesterol.

A nivel humano, los investigadores demostraron una asociación sólida entre los niveles plasmáticos de ImP y la presencia de aterosclerosis subclínica, utilizando imágenes vasculares avanzadas en dos grandes cohortes poblacionales (PESA e IGT). Esta correlación se mantuvo incluso después de ajustar por los factores de riesgo clásicos, y fue más pronunciada en individuos con enfermedad metabólicamente activa, evidenciada por captación de ¹⁸F-FDG en arterias o médula ósea.

En un contexto clínico donde se necesitan urgentemente biomarcadores tempranos y sensibles, el ImP muestra un potencial diagnóstico prometedor.

Desde el punto de vista mecanístico, el estudio detalla cómo el ImP activa la vía mTOR a través del receptor imidazoline-1 (I1R) en células mieloides, promoviendo una respuesta inflamatoria caracterizada por expansión de monocitos proinflamatorios y células T helper. A nivel tisular, se observó una reprogramación transcripcional de macrófagos, fibroblastos y células endoteliales en la aorta, lo que favorece la infiltración inmune y la progresión de la placa.

Este eje ImP–I1R–mTOR no solo es necesario para inducir la aterosclerosis en modelos animales, sino que su bloqueo farmacológico mediante AGN192403 también detuvo la progresión de la enfermedad, sin modificar el colesterol ni los niveles circulantes de ImP.

Lea el análisis completo en: Intramed. Artículos – 28 de julio de 2025 (debe registrarse en el sitio web).

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