El síndrome antifosfolípido (SAF) se acompaña de manifestaciones y complicaciones como las manifestaciones trombóticas, particularmente el tromboembolismo venoso (TEV) y los accidentes cerebrovasculares. Estas pueden ser graves y poner en peligro la vida de los enfermos. La conducta general frente a este síndrome precisa una adecuada valoración del perfil de anticuerpos antifosfolípido (AFL) y descartar la presencia concomitante de lupus eritematoso sistémico u otra enfermedad autoinmune sistémica, así como del riesgo cardiovascular y de hemorragia.
La anticoagulación con antagonistas de la vitamina K (AVK) constituye la base del tratamiento del SAF trombótico. Dado que las plaquetas juegan un papel central, el ácido acetilsalicílico a dosis bajas es la opción principal como tromboprofilaxis primaria y juega también un papel importante en terapias combinadas con AVK en trombosis arteriales. Los anticoagulantes orales directos pueden utilizarse en ciertas situaciones de bajo riesgo, pero no se recomiendan en pacientes con trombosis arteriales o AFL triple positivos. Los tratamientos adyuvantes, como la hidroxicloroquina o las estatinas pueden ser útiles en situaciones complejas como trombosis recurrentes o alto riesgo de hemorragia.
En este artículo que reccomendamos, se lleva a cabo una revisión de la evidencia científica acumulada y las recomendaciones de las guías para el tratamiento del SAF.
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