cáncer

Pocos en el mundo pueden alardear de que el cáncer no los ha tocado. En este momento, millones afrontan una batalla personal contra la enfermedad y muchos más están sentados junto a seres queridos que luchan por su vida, visitando amigos que se recuperan de una quimioterapia o averiguando sobre los últimos tratamientos para sus parientes.

El pronóstico de la organización líder en investigación sobre cáncer no indica mejorías. El Informe Mundial del Cáncer 2014 señala que en los próximos 20 años se espera que los nuevos casos aumenten en 70 %, y que lleguen a 25 millones en 2025.

Producido cada cinco años por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) que depende de la Organización Mundial de la Salud, el informe de 632 páginas señala que los nuevos casos pasaron de 12,7 millones en 2008 a 14,1 millones en 2012.

Ese último año, el mundo experimentó el récord de 8,2 millones de muertes por cáncer.

Midiendo la brecha oncológica Los países en desarrollo están entre la espada y la pared.

Por una parte, siguen padeciendo una gran presencia de tipos de cáncer asociados a infecciones, como el de cuello uterino, el de estómago y el de hígado, que guardan relación con la pobreza y la falta de agua potable, de vacunas, de centros de detección precoz y de opciones adecuadas de tratamiento.

Por otro lado, los tumores relacionados con estilos de vida opulentos, como el de pulmón, mama e intestino grueso -por el elevado consumo de tabaco, alcohol y alimentos procesados también están diezmando las filas crecientes de las clases medias de esos países.

África, por ejemplo, está experimentando un «aumento alarmante» del tabaquismo, y se espera que la cantidad de adultos que fuman pase de «77 millones a 572 millones para 2100, si no se aplican nuevas políticas», sostiene la Sociedad Estadounidense del Cáncer.

El sudafricano Evan Blecher, director del programa internacional de investigación sobre control del tabaco de la Sociedad Estadounidense del Cáncer, atribuye este aumento a múltiples factores. Uno de los principales es el crecimiento económico.

«Las economías africanas están creciendo a mayor velocidad y de forma más sostenida que en los últimos 50 años», dijo Blecher a IPS desde su nativa Ciudad del Cabo. «El crecimiento económico impulsa el consumo de tabaco porque hay más dinero disponible», agregó.

«Algunos de los países donde hemos visto mayor aumento del tabaquismo son Angola, República Democrática del Congo, Etiopía, Madagascar, Mozambique, Senegal y Nigeria. Y son los de mayor crecimiento económico de África y del mundo», indicó.

Esta doble carga, de tumores de la pobreza y de la opulencia, se cierne sobre sistemas de salud que ya están bajo presión.

La Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) informa que los países de ingresos medios y bajos, donde reside 85 % de la población mundial, poseen solamente 4400 máquinas de megavoltaje, lo que representa menos de 35 % de las instalaciones mundiales de radioterapia.

La AIEA señala también que unos 23 países de más de un millón de habitantes cada uno, la mayoría en África, no tienen un solo aparato de radioterapia.

Esto también es desigualdad, R. Sankaranarayanan, consultor especial de la IARC, dijo a IPS que la brecha oncológica no solo separa a las naciones en distintos grados de desarrollo, sino a las poblaciones dentro de ellas.

«La enorme disparidad de sobrevivencia de cáncer de mama entre las zonas rurales y urbanas de China, India y Tailandia o entre las poblaciones negras y blancas de Estados Unidos… es un buen ejemplo», apuntó.

Investigadores y médicos de Estados Unidos señalan que hay una diferencia de 8,8 % en las tasas de mortalidad por cáncer de mama de las mujeres negras y las blancas.

Puesto que la obesidad es un grave problema para las comunidades afroestadounidenses -afecta a 50 % de los adultos negros y a 35 % de los blancos- no sorprende que ellas tengan mayor incidencia de cáncer colorrectal, asociado al consumo excesivo de alimentos procesados y poco saludables.

En India, donde se reportaron más de un millón de nuevos casos en 2012 y casi un millón de muertes por alguna forma de cáncer, la gran diversidad de estilos de vida se muestra como el factor decisivo de la brecha oncológica.

Por ejemplo, la mayor incidencia de cáncer se registró en el estado nororiental de Mizorán, una de las regiones de mayor crecimiento económico, mientras la más baja se halló en Barshi, un distrito rural del estado occidental de Maharashtra, donde buena parte de la población se dedica a la actividad agrícola.

Silvana Luciani, asesora en prevención y control del cáncer de la Organización Panamericana de la Salud, señaló que las disparidades de los servicios de salud dentro de la región también resultan en tasas de mortalidad desequilibradas.

«En América Central la mortalidad de cáncer de cuello uterino es de 15 o 18 muertes por 100 000 personas, mientras en América del Norte es de dos por 100 000″, dijo Luciani a IPS.

«Esto obedece a programas de detección mediante «Papanicolaou» que llevan mucho tiempo de existencia en América del Norte y tienen una calidad mucho mayor que en América Central, donde los servicios de salud están fragmentados», abundó.

Sankaranarayanan señala que países como Corea del Sur, Turquía, Malasia, India, Ghana, Marruecos, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica y México «están adoptando sistemas de salud de atención universal o seguros nacionales de salud que se dirigen a las poblaciones más pobres».

Pero «las poblaciones cada vez más envejecidas y la aparición de tecnologías oncológicas muy costosas aumentan las presiones sobre esos servicios», añadió.
abril 19/2014 (IPS)

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Integrantes de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) analizan el efecto que tiene en las células cancerosas el butirato, un compuesto presente en las verduras, las legumbres, las frutas y otros alimentos ricos en fibra.

El propósito de dicha investigación es detener la proliferación de las células de ese tipo, conocimiento que podría utilizarse en el desarrollo de fármacos para tratar cáncer de distintos tipos, señaló el coordinador de la investigación, Ángel Alfonso Zarain Herzberg.

En un comunicado, expuso que en las células cancerosas alteran la capacidad de división y se multiplican sin control, lo que produce tumores que afectan distintos órganos.

«Estudiamos los mecanismos involucrados en ese proceso, y en el laboratorio profundizamos en el impacto del butirato en la expresión de bombas de calcio (proteínas que regulan la homeostasis de calcio intracelular) en células de cáncer gástrico, de colon y de mama».

Agregó que al tratarlas en cultivo la expresión del gen ATP2A3 (que codifica para la bomba de calcio SERCA3) aumentó más de 50 veces, lo que activó los mecanismos de diferenciación celular y apoptosis (muerte programada) para detener la proliferación de las unidades malignas.

El objetivo es contribuir al desarrollo de terapias y fármacos para atender ese padecimiento, explicó.

El investigador del Departamento de Bioquímica expresó que además de componer los 206 huesos del esqueleto el calcio está en todas las células del organismo, en forma iónica y soluble.

El ión calcio es transportado por las bombas relacionadas desde el citosol, la parte soluble de las células, al organelo intracelular que lo almacena (llamado retículo endoplásmico) y así controla su concentración.

La transferencia consume grandes cantidades de energía, obtenida a partir de la síntesis de ATP (trifosfato de adenosina), la «moneda energética» de la célula, detalló.

El estudio de los mecanismos celulares presentes en las enfermedades es fundamental en el diseño de estrategias para atender ese padecimiento y reducir la mortalidad; esa es la relevancia de este trabajo, concluyó. Abril 17/2014 (Notimex)

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Uno de cada dos pacientes con cáncer avanzado desarrollará metástasis óseas, según un nuevo informe desarrollado por el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), que muestra también que, al menos, hasta tres de cada cuatro de los que fallecen por esta patología presentan metástasis en hueso en el momento de su muerte

El informe, que «tiene como objetivo conocer las necesidades de los pacientes con metástasis óseas y sus cuidadores para darles respuesta y abordarlas adecuadamente», deja patente que la edad más habitual de aparición de la enfermedad metastásica es a partir de los 40 años, y, sobre todo, se presenta en pacientes con cáncer de mama o próstata avanzado.

«Sabemos que los cánceres de mama y próstata producen sustancias que actúan en el hueso creando un medio «favorable» para que las células tumorales asienten allí», ha explicado el doctor Antonio Sánchez Ruiz, del Servicio de Oncología Médica del Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda, en Madrid.

Asimismo, las complicaciones más comunes en la metástasis de huesos son dolor, compresión medular o fracturas en los huesos, que pueden disminuir la calidad de vida de los pacientes. Suelen estar localizados a lo largo de la columna vertebral, siendo la región lumbar la más afectada, seguida de la torácica, cervical y sacra además de costillas y pelvis.

«El principal síntoma que producen las metástasis óseas es el dolor. También debilitan el tejido óseo y pone al paciente en un mayor riesgo de fractura de huesos, denominada fractura patológica. La compresión de la médula espinal es otra complicación aguda que requiere tratamiento inmediato dado que puede llevar a una paraplejia del paciente», ha añadido.

Estos síntomas producen limitaciones para caminar e incluso la imposibilidad de hacerlo, pérdida de equilibrio, vértigo y cansancio. Todo esto provoca una inseguridad en el paciente a la hora de hacer una vida normal, de salir a la calle o de hacer cualquier tarea autónomamente.

Todas estas complicaciones repercuten también en la vida laboral de los afectados, que muchas veces se desconoce. «El objetivo con este informe ha sido realizar un acercamiento, en primer lugar, a los pacientes que tienen metástasis óseas para conocer cómo les afecta en su día a día, y en segundo lugar, a sus cuidadores, que conviven con la enfermedad de su familiar», ha explicado Begoña Barragán, presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC).

La manera de afrontar esta situación depende de cada paciente, mientras que «los familiares y allegados son los que más sufren» como lo afrontan. «El propio paciente puede llegar, en ocasiones, a descargar su frustración con las personas queridas», ha destacado la psicóloga Laia Carda, quien ha destacado que, por otra parte, terminan sobreprotegido al paciente, lo que a la larga «ocasiona discusiones familiares».

Hay que tener en cuenta que además en la mayoría de los casos, los cuidadores son los propios familiares, así que no es de extrañar que el estado emocional del paciente repercuta directamente en el de la persona que lo cuida. «Es importante que éstos (los cuidadores) se sientan bien (…).  Por ello, es fundamental una buena comunicación cuidador-paciente-sanitario, para poder sobrellevar mejor la enfermedad», ha afirmado.

Desmitificar la palabra «metástasis»

La presidenta de GEPAC ha abogado por la necesaria labor de desestigmatización de la palabra metástasis, «que tenemos asociada a enfermedad terminal, a final de la vida». Cuando hablamos de metástasis ósea, el cáncer está avanzado, pero ello no impide que muchos pacientes convivan con ella durante años y con una calidad de vida cada vez mejor.

«Desmitificar y transmitir una imagen del paciente con metástasis que se ajuste a la realidad actual, a la que hemos podido llegar gracias a los avances científicos, es fundamental para que los afectados y sus familiares normalicen la enfermedad», afirman.

Por otro lado, han señalado que los pacientes consultados en este estudio remarcan la necesidad de que la oncología no sólo se centre en el tratamiento de la enfermedad sino también en otros aspectos relacionados con la calidad de vida del paciente, algo que para muchos es incluso más importante. «Tan importante es el tratamiento de la enfermedad como el trabajar en mejorar la calidad de vida de los pacientes, y por ende, de sus cuidadores», ha apuntado la presidenta de GEPAC.
abril 8/2014 (EP)

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La detección temprana es la mejor arma contra el cáncer, y una nueva investigación permite dar un paso más en esa dirección. Un equipo de químicos ha desarrollado un nuevo sistema electroquímico tan sensible que es capaz de detectar unas cuantas células cancerosas en el torrente sanguíneo, en una proporción tan baja como una célula cancerosa entre mil millones de células sanas.

El equipo de Hui Wang y Qian Wang, de la Universidad de Carolina del Sur en la ciudad estadounidense de Columbia, y Jun-Jie Zhu, de la Universidad de Nanjing en China, ha construido una nanosonda ultrasensible que ha resultado capaz de detectar cuatro células tumorales circulantes, y no requiere de ninguna enzima para producir una señal detectable.

El cáncer puede hacer metástasis mediante la liberación de células tumorales capaces de transmitir la enfermedad a otras partes del cuerpo. Pero estas células circulantes también representan una oportunidad de oro para la medicina moderna, pues detectarlas en un paciente indica la presencia de un tumor.

Sin embargo, dichas células son difíciles de encontrar. En mil millones de glóbulos rojos, podría haber tan solo una célula tumoral circulante para activar la alarma, y es inviable que esa célula, o incluso unas pocas más, hagan saltar la alarma de los métodos convencionales si están mezcladas entre tantas células sanas.

Por eso es tan importante la capacidad ultrasensible de detección del nuevo sistema. Todavía hay un largo camino por recorrer para conseguir darle al prototipo ideado el estatus de dispositivo práctico y apto para su aplicación clínica, pero las perspectivas son prometedoras.
abril 8/2014 (Diario Salud)

Expertos reunidos en un encuentro organizado con motivo de la celebración del Día Internacional del Síndrome de Lynch, han avisado de que el «desconocimiento» por parte de la comunidad médica sobre esta enfermedad está provocando un infradiagnóstico.

Y es que, pese a que causa en torno al 2 % de los cánceres de colon en España, se trata de una enfermedad poco conocida entre la sociedad y raramente diagnosticada. De hecho, según ha informado el responsable de la Clínica de Alto Riesgo de Cáncer Colorrectal del Hospital Clínic de Barcelona, Francesc Balaguer, cada año más de 700 casos de cáncer de colon se podrían prevenir si se diagnosticase a tiempo la enfermedad.

«El síndrome de Lynch es el paradigma de la prevención. Al diagnosticarlo sabemos que existe predisposición y podemos articular medidas de reducción de riesgo para evitar casos de cáncer. Pese a esta realidad, es raramente diagnosticado a nivel clínico y ocurren muertes que se podrían haber prevenido», ha apostillado el experto.

Estas declaraciones han sido corroboradas por la presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), Begoña Barragán, quien ha asegurado que la difusión de esta enfermedad es importante tanto a nivel social como de la comunidad médica. En este sentido, María Ricart, presidenta de la Asociación de Familias Afectadas por el Síndrome de Lynch (AFALynch), ha explicado que en la organización trabajan siempre para  «hacer la suficiente fuerza para que un médico pueda sospechar si se encuentra ante un posible caso de Síndrome de Lynch».

Concretamente, el síndrome de Lynch está causado por una alteración o cambio en la información genética (mutación) que se puede heredar o transmitir a la descendencia, en uno de los genes reparadores del ADN llamados MLH1, MSH2, MSH6, PMS2 y EPCAM. Se trata de un síndrome autosómico dominante, lo que significa que el paciente portador de la mutación tiene un 50 % de probabilidades de transmitir la enfermedad a la descendencia.

Se caracteriza fundamentalmente por una predisposición al desarrollo de cáncer colorrectal, cáncer de endometrio y cáncer de ovario. Sin embargo, y aunque con menor frecuencia, puede generar una predisposición a otras neoplasias: estómago, vía biliar, intestino delgado, páncreas, SNC (síndrome de Turcot), uréter y pelvis renal, y piel.

Asimismo, las estrategias preventivas están orientadas a disminuir la incidencia y mortalidad de las principales neoplasias asociadas al síndrome (principalmente cáncer colorrectal y cáncer de endometrio) e incluyen el análisis molecular de los tumores, el análisis genético, el cribado endoscópico del cáncer colorrectal, el cribado de las neoplasias asociadas, la cirugía profiláctica y la vigilancia de la población afectada.

Además, el diagnóstico genético de este síndrome permite conocer, dentro de una familia, quiénes son portadores de la mutación causante y ofrecer medidas de seguimiento eficaces para evitar o detectar de forma precoz la aparición de los tumores más frecuentes.

Las personas afectadas tienen hasta un 82 % de posibilidades de desarrollar un cáncer de colon antes de los 70 años, comparados con el 2 % de la población general. No obstante, las mujeres con este síndrome tienen hasta un 71 % de posibilidades de desarrollar un cáncer de endometrio antes de los 70 años, comparados con el 1,5 % de la población general.

«Hasta hace muy poco se analizaba de manera independiente cada gen, pero recientemente se ha avanzado mucho en este ámbito y ahora existe la evidencia de que es más eficiente realizar el estudio de los 5 genes implicados a la vez, lo que redunda igualmente en un evidente ahorro de costes y tiempo. En España nuestro test específico para detectar el Síndrome de Lynch está teniendo una buena acogida entre la comunidad médica, pero también detectamos una falta de conocimiento sobre esta enfermedad», ha zanjado la coordinadora del Programa de Cáncer Hereditario de Myriad Genetics, Nina Bosch.
marzo 19/2014. (EP) –

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El achachairú, un árbol frutal de origen boliviano, se mostró eficaz para combatir ciertos tipos de células cancerígenas en pruebas realizadas en laboratorio por científicos de la brasileña Universidad do Vale do Itajaí (Univali), se informó recientemente.

Los investigadores de la Univali consiguieron aislar dos compuestos de extractos de la planta que, al menos en laboratorio, tuvieron efecto para inhibir las células tumorales en casos de cáncer de próstata, mama y riñón, señaló este miércoles la universidad en un comunicado.

El descubrimiento, hecho en asociación con investigadores de la también brasileña Universidad de Campinas (Unicamp), fue destacado en un artículo publicado recientemente en una revista científica internacional.

El achachairú («Garcinia achachairu»), una fruta comestible muy apetecida por los bolivianos, que la usan para producir refrescos, helados y postres, constituye una «nueva esperanza en el combate del cáncer», señaló la Univali.

En Bolivia la medicina tradicional utiliza la cáscara de la fruta y la corteza del árbol del achachairú como cicatrizante y para tratar problemas como reumatismo, inflamación, problemas gástricos y manchas en la piel.

Pese a ser prácticamente desconocido en Brasil, el fruto ya fue adaptado a diferentes regiones brasileñas, entre las cuales Santa Catarina, estado del sur del país en que la Univali tiene su sede.

La investigación de la universidad brasileña fue realizada en el desarrollo de un proyecto apoyado por el Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (Cyted) para identificar nuevos agentes terapéuticos a partir de la biodiversidad regional.

«Hicimos pruebas con extractos de diferentes partes de la planta y obtuvimos los mejores resultados con las ramas», afirmó el investigador Rivaldo Niero, uno de los responsables por el estudio, citado en el comunicado de la Univali.

«Ya aislamos e identificamos dos sustancias raras que parecen ser las responsables por el efecto biológico evidenciado», agregó el científico, quien admitió que esas propiedades, así como su seguridad y toxicidad, aún tiene que ser probadas en humanos.

Valdir Cechinel Filho, otro de los investigadores de la Univali, explicó que los estudios proseguirán en adelante en asociación con el Centro de Investigación en Cáncer de la Universidad de Salamanca (España).

La nueva fase de la investigación, con pruebas en modelos «in vivo», se propone elucidar los mecanismos de acción de los principios activos, según Cechinel Filho.
marzo 13/2014 (EFE)

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Investigadores han estudiado en los últimos años el efecto de una proteína denominada conexina 43, que consigue frenar la proliferación del glioma, el tumor cerebral más frecuente, gracias a que hace disminuir el oncogén c-Src en células madre de glioma.

La conexina 43 es fundamental para que los astrocitos se comuniquen entre sí, pero se ha comprobado que cuando hay un tumor cerebral, dejan de trabajar de manera cooperativa debido a la desaparición de la proteína y, por lo tanto, de su forma de comunicación.

Los investigadores descubrieron que la conexina 43 interactuaba con la proteína c-Src, que tiene unas funciones muy importantes en la proliferación de las células, ya que se trata de un oncogén, es decir, ayuda a convertir una célula normal en tumoral. De alguna forma, la conexina 43 consigue modular la proliferación de las células tumorales y ahora se ha hallado que sólo una pequeña parte interactúa con c-Src, y ello parece ser suficiente para disminuir la proliferación celular y, por tanto, el tumor.

Sin embargo, es inviable aplicar la proteína completa como herramienta terapéutica, así que los investigadores han logrado diseñar un péptido, es decir, una molécula formada por varios aminoácidos, que reproduce el efecto de la proteína, haciendo disminuir a c-Src y, a su vez, la proliferación de células tumorales.
febrero 17/2014 (Neurologia.com)

Gangoso E, Thirant C, Chneiweiss H, Medina JM, Tabernero A.A cell-penetrating peptide based on the interaction between c-Src and connexin43 reverses glioma stem cell phenotype.Cell Death and Disease 5, e1023;23 Ene 2014, doi:10.1038/cddis.2013.560

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