El 21 de diciembre de 1764 nació en San Cristóbal de la Habana, Tomás Romay Chacón, a quien podría considerarse como el iniciador de la inmunología cubana por sus esfuerzos en la vacunación antivariólica de la población de la isla. A continuación, resumimos algunos de los hechos en los que fue protagonista.
La primera administración exitosa de la vacuna contra la viruela en Cuba tuvo lugar en Santiago de Cuba, el 12 de enero de 1804. El cirujano francés JA Vignaud (apellidado Vignard, también aparece en ocasiones como Duvigneau, fonéticamente similar al primero) trajo la vacuna en cristales preparados al efecto desde la isla de Santo Tomás, entonces colonia danesa, en una escala de su viaje hacia Guadalupe. En la villa caribeña la administró a una niña que desarrolló las lesiones requeridas para propagar el proceder; se dice que inmunizó a más de 600 personas y dejó a cargo al Dr. Miguel (Manuel en algunas fuentes) Rolland, quien para el 26 de febrero la había aplicado a 115 habitantes.
Parece que el recelo de la población, por el desconocimiento ante el nuevo proceder y las campañas en su contra, terminó por limitar la diseminación de la profilaxis antivariólica y el inóculo se perdió. Por ello se califica esta experiencia como aislada, al no lograrse su sostenibilidad y la protección de la población.
La historia cambió definitivamente el 10 de febrero de 1804. Ese día llegó al puerto de La Habana la señora María Bustamante con sus hijos y esclavos; su niño de diez años y dos pequeñas esclavas, de seis y ocho años, habían sido vacunados el día antes de viajar desde Puerto Rico.
La habanera María Antonia García visitó a la recién llegada familia Bustamante y, tras conocer de los niños vacunados, se presentó al día siguiente en la casa del Dr. Tomás Romay con la mayor de aquellas esclavas y el menor de sus propios hijos. Romay reconoció en las características de la lesión lo que había estado buscando y de inmediato vacunó en ambos brazos a cuatro niños: el hijo de la visitante y los tres hijos mayores del médico.
Con el pus de los otros dos niños llegados de Puerto Rico, el varón de María Bustamante y la menor de las esclavas, extendió las inmunizaciones hasta llegar a 42 personas, desde el menor de sus hijos, de apenas 29 días de nacido, hasta adultos de más de 40 años.
Con la vacunación de sus hijos, Romay mostró su confianza en la seguridad del proceder.
El primer experimento de reto inmunitario en seres humanos en Cuba fue realizado por Romay el 23 de marzo de 1804, para dar solidez a su propuesta. Ese día inoculó pus de pacientes con viruela a cuatro niños que habían sido inmunizados un mes y medio antes; dos de los pequeños eran hijos suyos. Convocó a otros médicos, algunos de los cuales habían conocido la enfermedad y la vacunación en España y Puerto Rico, quienes comprobaron sus resultados. Convinieron todos en su similitud con lo que habían apreciado en Europa y se dispusieron a la propagación de la inmunización.
Otro gesto de loable humanidad tuvo Romay: propuso enviar hacia México la vacuna, para el beneficio del vecino país. Se decidió remitir el producto en barcos militares hacia Veracruz, en una fragata que salió el 3 de abril. No sería la única vez en que los cubanos darían semejantes muestras de altruismo: en 1809, el profesor Juan Bautista Alech llevó la vacuna a Pensacola y Mobile, en Estados Unidos; en 1812, el licenciado santiaguero Joaquín Navarro remitió el pus protector a Jamaica, Santa Marta (Colombia) y Maracaibo (Venezuela)18. Como a Cuba llegó la inmunización a través del mar Caribe, por las costas vecinas diseminaron los médicos cubanos el principio protector de la salud que todos anhelaban.
Una medida trascendental tomada en la primera sesión de la junta fue declarar la vacunación gratuita para todos, que se ofrecía los miércoles y los sábados, en el horario que se divulgaba a través del diario del gobierno. Se indicó la distribución del pus vacunal hacia todas las localidades del país y otras colonias, así como otra notable medida de impacto epidemiológico: la vacunación de los esclavos recién llegados de África antes de su venta. Se aseguraba así la más amplia cobertura poblacional y niveles inmunitarios que en el más breve plazo redujeran las posibilidades de trasmisión de la infección.
Romay vacunó hasta poco antes de su muerte, ocurrida el 30 de marzo de 1849. Por sus muchos méritos, particularmente por su entrega a la vacunación, le había sido concedido el título de Médico de la Real Familia.
Tomado de: Serrano Barrera OR. Historia de la Inmunología en Cuba del siglo xv hasta mediados del siglo XIX. Rev Cubana Hematol Inmunol Hemoter, 2017;33(2):1-18.


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