El modo principal por el cual las personas se infectan con el SARS-CoV-2 (el virus que causa la COVID-19) es a través de la exposición a gotitas respiratorias que transportan el virus infeccioso. Es posible que las personas se infecten a través del contacto con las superficies u otros objetos contaminados (fómites), pero generalmente se considera que ese riesgo es bajo.
En el informe científico “SARS-CoV-2 and Surface (Fomite) Transmission for Indoor Community Environments”, publicado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (en inglés Centers for Disease Control and Prevention, CDC) de los Estados Unidos de América, se exponen los resultados de los estudios cuantitativos de evaluación del riesgo microbiano (quantitative microbial risk assessment, QMRA) dirigidos a comprender y caracterizar el riesgo relativo de la transmisión del SARS-CoV-2 a través de los fómites y a evaluar la necesidad y la eficacia de las medidas de prevención para reducirlo.
En este reporte los autores destacan que el SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19, es un virus envuelto, lo que significa que su material genético está empaquetado dentro de una capa externa (envoltura) de proteínas y lípidos, que contiene las estructuras (proteínas de punta) para adherirse a las células humanas durante la infección. La cubierta externa del SARS-CoV-2, al igual que en otros virus respiratorios con envoltura, es lábil y puede degradarse rápidamente al entrar en contacto con los tensoactivos contenidos en los agentes para la limpieza bajo las condiciones medioambientales. El riesgo de transmisión mediado por fómites depende de:
- La tasa de prevalencia de la infección en la comunidad
- La cantidad de las partículas virales que expulsan las personas infectadas (que puede reducirse sustancialmente con el uso de los nasobucos)
- La deposición de las partículas del virus expulsadas sobre superficies (fómites), que se ve afectada por el flujo del aire y la ventilación
- La interacción con los factores ambientales (por ejemplo, calor y evaporación) que causan daño a los virus, tanto en el aire como en los fómites
- El tiempo que media entre el momento en que una superficie se contamina y una persona la toca.
- La eficiencia de la transferencia de las partículas virales de las superficies de los fómites a las manos y, desde estas, a las membranas mucosas de la cara (nariz, boca, ojos)
- La dosis de virus necesaria para causar una infección a través de las mucosas
Debido a la diversidad de los factores que afectan la eficiencia de la transmisión ambiental, el riesgo relativo de la transmisión por los fómites del SARS-CoV-2 se considera bajo en comparación con el contacto directo, la transmisión por las gotitas o la transmisión por el aire.
Sin embargo, en opinión de los autores, no está claro qué proporción de infecciones por el SARS-CoV-2 se adquieren por la transmisión a través de las superficies contaminadas. Existen pocos informes de personas infectadas con la COVID-19 potencialmente atribuibles a la transmisión a través de los fómites. Las infecciones a menudo se pueden adjudicar a múltiples vías de transmisión. La relacionada con los fómites es definitivamente difícil de probar, en parte porque no se puede descartar la transmisión respiratoria por las personas asintomáticas.
Los informes de los casos indican que el SARS-CoV-2 se transmite entre los individuos al tocar las superficies sobre las que una persona enferma ha tosido o estornudado recientemente y luego tocarse directamente la boca, la nariz o los ojos. La higiene de las manos, por tanto, es una barrera para la transmisión a través de los fómites y su correcta realización se ha asociado con un menor riesgo de infección.
Los resultados de los estudios cuantitativos de la evaluación del riesgo microbiano (QMRA) sugieren que el riesgo de la infección por SARS-CoV-2 a través de la ruta de transmisión por los fómites es bajo y, generalmente, menos de 1 en 10 000, lo que significa que cada contacto con una superficie contaminada tiene menos de 1 en 10 000 posibilidades de causar una infección.
Existen estudios que estimaron los riesgos de exposición fundamentalmente a través de la utilización de los datos de la cuantificación del ácido ribonucleico (ARN) ambiental del SARS-CoV-2 en el aire libre. Señalaron que estas estimaciones de QMRA están sujetas a las incertidumbres que pueden reducirse con datos adicionales para mejorar la exactitud y la precisión de la información que se emplea en los modelos.
Se podría esperar que las concentraciones del SARS-CoV-2 infeccioso en las superficies exteriores sean más bajas que en las superficies interiores debido a la dilución y el movimiento del aire, así como a las condiciones ambientales más duras, como la luz solar. Un estudio de QMRA también evaluó la efectividad de las medidas de prevención que reducen el riesgo de transmisión por los fómites y encontró que la higiene de las manos podría reducir sustancialmente el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2 desde las superficies contaminadas, mientras que la desinfección de las superficies una o dos veces al día tenía poco impacto en la reducción de los riesgos estimados.
Supervivencia en las superficies
Numerosos investigadores han estudiado cuánto tiempo puede sobrevivir el SARS-CoV-2 en una variedad de superficies porosas y no porosas. En las superficies porosas, los estudios informan la imposibilidad de detectar el virus viable en minutos u horas; mientras que en las superficies no porosas este tiempo se extiende a días o semanas. La aparente inactivación, relativamente más rápida, del SARS-CoV-2 en las superficies porosas en comparación con las superficies no porosas podría atribuirse a la acción capilar dentro de los poros y a la evaporación más rápida de las gotas de aerosol.
Los datos de los estudios de supervivencia indican que se puede esperar una reducción del 99 % del SARS-CoV-2 infeccioso, y de otros coronavirus, en condiciones ambientales interiores típicas dentro de los 3 días (72 horas) en las superficies comunes no porosas como el acero inoxidable, el plástico y el vidrio.
Sin embargo, las condiciones experimentales en las superficies tanto porosas como no porosas no reflejan necesariamente las condiciones del mundo real, como la cantidad inicial del virus (por ejemplo, la carga viral en las gotitas respiratorias) y los factores que pueden eliminarlo o degradarlo, como la ventilación y el cambio en las condiciones ambientales. Tampoco tienen en cuenta las ineficiencias en la transferencia del virus desde las superficies a las manos y de estas a la boca, la nariz y los ojos. De hecho, los estudios de laboratorio intentan optimizar la recuperación de las partículas virales de las superficies (por ejemplo, frotar deliberadamente la superficie varias veces o empapar la superficie contaminada en el medio para el transporte viral antes de recoger la muestra). Cuando se tienen en cuenta los datos de supervivencia en las superficies y los factores de transmisión en el mundo real, el riesgo de transmisión por fómites, después de que una persona con la COVID-19 ha estado en un espacio interior, es menor después de 3 días (72 horas), independientemente de cuándo se limpió por última vez.
Efectividad de la limpieza y la desinfección
Tanto la limpieza (uso del jabón o el detergente) como la desinfección (uso de un producto o proceso diseñado para inactivar el SARS-CoV-2) pueden reducir el riesgo de la transmisión por los fómites.
La limpieza reduce la cantidad de suciedad (desechos, microbios y otros agentes orgánicos y productos químicos) en las superficies, pero la eficacia varía según el tipo de limpiador utilizado, el procedimiento de limpieza y qué tan bien esta se realiza. Los autores no encontraron algún estudio publicado que haya investigado la eficacia de la limpieza de superficies (con jabón o detergente que no contenga un desinfectante registrado como externo) para reducir las concentraciones del SARS-CoV-2 en las superficies no porosas.
A partir de los estudios de la limpieza centrados en otros microbios, podría ser posible una reducción del 90.0-99.9 % en los niveles de los agentes biológicos según el método de limpieza y la superficie a limpiar. Además de la eliminación física del SARS-CoV-2 y de otros microbios, se puede esperar que la limpieza de las superficies degrade el virus. Los tensoactivos de los limpiadores pueden alterar y dañar la membrana de un virus envuelto como el SARS-CoV-2.
Para inactivar sustancialmente el SARS-CoV-2 en las superficies, los autores sugieren que esta debe tratarse con un producto desinfectante registrado en la Lista N: Desinfectantes para el coronavirus (COVID-19) [List N: Disinfectants for Coronavirus (COVID-19)] de la Agencia de Protección Ambiental (Environmental Protection Agency, EPA) de los Estados Unidos de América u otra tecnología que haya demostrado ser eficaz contra el virus. Los productos desinfectantes también pueden contener agentes de limpieza, por lo que están diseñados tanto para limpiar eliminando la suciedad como para inactivar los microbios.
Los limpiadores y desinfectantes deben usarse de manera adecuada, siguiendo las instrucciones del fabricante. Según los autores se ha observado un aumento en las intoxicaciones y lesiones por el uso inadecuado de limpiadores y desinfectantes desde el inicio de la pandemia de la COVID-19. Algunos tipos de dispositivos para la desinfección, en particular las que incluyen la atomización o la nebulización, no son seguras ni eficaces para inactivar el virus a menos que se utilicen correctamente.
Se ha demostrado que la desinfección de las superficies es eficaz para prevenir la transmisión secundaria del SARS-CoV-2 dentro de los hogares desde una persona infectada a otras que no lo están. Sin embargo, existe poco apoyo científico respecto al uso rutinario de los desinfectantes en entornos comunitarios, ya sea en interiores o en exteriores, para prevenir la transmisión del SARS-CoV-2 por los fómites.
En los espacios públicos y los entornos comunitarios, los datos epidemiológicos disponibles y los estudios de QMRA indican que el riesgo de la transmisión del SARS-CoV-2 a partir de los fómites es bajo, en comparación con los riesgos del contacto directo, la transmisión por gotitas o la transmisión por el aire. La limpieza de rutina realizada eficazmente con jabón o detergente, al menos una vez al día, puede reducir sustancialmente los niveles del virus en las superficies.
Respecto a las superficies de contacto frecuente, la limpieza con jabón o con detergente debería ser suficiente para reducir aún más el riesgo de transmisión relativamente bajo de los fómites, en situaciones en las que no ha habido un caso sospechoso o confirmado de la COVID-19 en ese espacio interior. En las situaciones en las que ha habido un caso sospechoso o confirmado de la COVID-19, dentro de las últimas 24 horas en espacios interiores, la presencia del virus infeccioso en las superficies es más probable y, por lo tanto, las de contacto frecuente deben ser desinfectadas.
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