Como toda ciencia, las ciencias médicas necesitan un vocabulario que presente un máximo de garantías en cuanto a la exactitud. Por ello se trata de eliminar del léxico médico todo término oscuro o inexacto, y se procura sustituirlo por otro, cuya referencia etimológica no ofrezca dudas.
Sin embargo, en ocasiones la falta de un término que nombre determinado concepto hace que se adopte uno —y en ocasiones varios— que no ofrece las garantías necesarias, con el correspondiente riesgo de que se incurra en inexactitudes.
Esto ha ocurrido en el campo del tratamiento de las quemaduras y sus secuelas, pues la falta de una palabra adecuada para nombrar la especialidad, así como al que la ejerce, ha llevado a la adopción de términos incorrectos, tenidos portales incluso por los mismos que los utilizan.
Se trata de las voces «quemología» y «quemólogo», los cuales no reúnen las condiciones necesarias para integrar el inventario léxico de la medicina y no aparecen registrados en ningún diccionario médico. El presente trabajo es el fruto de una
investigación acerca de este problema, realizada en las raíces griegas o latinas que conforman la mayor parte del vocabulario médico.
Esta búsqueda ha reafirmado el criterio de que no se debe seguir usando los términos «quemología» y «quemólogo», y que se deben sustituir por otros dos que se proponen y que sí reúnen los requisitos para entrar a formar parte de la terminología médica. Las dos palabras propuestas son caumatologia y caumatólogo. La fundamentación necesaria para el cambio se
establece a lo largo de este artículo.
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