Si las manifestaciones cardíacas por la COVID-19 son el resultado de una infección viral en el corazón o una respuesta inflamatoria y/o trombosis microvascular, sigue siendo un tema de debate en la comunidad científica de cardiología. Ampliar…
Científicos de la Escuela de Medicina Perelman, de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, han descubierto las causas moleculares de una forma congénita de miocardiopatía dilatada (MCD), un trastorno cardíaco a menudo fatal, según publican en la revista Cell Stem Cell. Ampliar…
La Insuficiencia Cardiaca (IC) es la primera causa de hospitalización y uno de los principales motivos de defunción en nuestro país (37 409 muertes en nuestro país en 2011)
El control de la Insuficiencia Cardiaca (IC) se está convirtiendo en uno de los principales retos de la medicina actual, no solo por el elevado número de personas que la padecen, el 6,8% de los mayores de 45 años y entre el 15 y el 20% de los mayores de 85 (según el estudio PRICE), sino también porque es la principal causa de hospitalización en nuestro país, lo que representa un importante porcentaje del gasto sanitario.
«El envejecimiento progresivo de la población y el aumento de los principales factores de riesgo cardiovascular (hipertensión, obesidad, diabetes, etc.) ha provocado que en los últimos diez años, la incidencia de esta enfermedad haya aumentado un 30% y se prevé que siga aumentando en los próximos años», se lamenta el Dr. Nicolás Manito, presidente de Sección de Insuficiencia Cardiaca y Trasplante de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). «La hospitalización por IC supone el 70% del gasto sanitario de esta enfermedad, por lo que reducir las tasas de rehospitalización de los pacientes es un reto para los profesionales».
Existen diversas opciones de tratamiento para la IC según su gravedad. El control de los factores de riesgo, la administración de fármacos vasodilatadores o de betabloqueantes, la realización de una angioplastia primaria o la implantación de un desfibrilador son algunos de ellos. «Cuando todos estos tratamientos no funcionan, o ante la IC avanzada que se da en el 10% de los casos, la única opción terapéutica que nos queda es el trasplante cardiaco, ya que el corazón del paciente es incapaz de bombear sangre en un volumen adecuado por sí mismo. Desgraciadamente, y tal y como muestra el Registro Español de Trasplante Cardiaco que presentamos en esta reunión, el número de trasplantes de corazón se está estancando en los últimos años (247 implantes en 2012 frente a los 354 del año 2000», explica el Dr. Manito. «Por suerte», prosigue el doctor, «en los últimos años se están creando nuevos dispositivos mecánicos que tienen la capacidad de cumplir la función cardiaca».
Existen diversos tipos de dispositivos de asistencia ventricular (AVM) según la función que deben realizar:
Como puente al trasplante cardiaco, para mantener al paciente con vida mientras llega un corazón
Como puente a la recuperación de la IC, cuando se implanta como parte del tratamiento con el objetivo de que el corazón acabe de recuperar su capacidad normal
Como sistema de asistencia definitiva, en aquellos casos en los que es necesario un reemplazo del corazón, pero no se es candidato al mismo por alguna contraindicación
«Aunque se ha demostrado la enorme utilidad de este tipo de dispositivos, su implantación en España está siendo lenta, especialmente por el alto coste derivado. Así, uno de los temas que debatiremos en la reunión, es la necesidad de crear grupos multidisciplinares en el tratamiento de la IC, llamados Heart Team. Este grupo de trabajo mejorará el abordaje de la IC, ya que permitirá obtener decisiones más eficientes, como es la selección del paciente idóneo para recibir este tipo de dispositivos. Lo consideramos como un proceso de «control de calidad», lo que no solo mejorará el tratamiento a nuestros pacientes, sino también el control de los gastos sanitarios», anuncia el Dr. Manito.
Otro de los aspectos que abordarán los más de 300 especialistas congregados en Málaga, es la necesidad de crear una acreditación de experto en Insuficiencia Cardiaca. «Debido a la importancia de la IC, tanto en su alta incidencia como en el enorme gasto sanitario que conlleva, creemos necesaria la creación de una subespecialidad en cardiología. Así, los médicos que traten esta enfermedad deberán acreditar o una formación especial o más de dos años de experiencia en una unidad de IC», explica el Dr. Manito.
Este año, por primera vez, se otorga el premio «INSUFICIENCIA CARDIACA a la trayectoria profesional» al Dr. Eduardo de Teresa, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga, quien recibirá este reconocimiento por su aportación a la terapia de resincronización cardiaca, pues fue el primer cardiólogo a nivel internacional, que realizó un artículo científico sobre los marcapasos tricamerales (aquellos que tienen tres cables -uno en la aurícula, otro en el ventrículo derecho y otro en el izquierdo y actúan mejorando la función de bomba del corazón).
«Desde nuestra sección estamos muy orgullosos de la reunión de este 2013, ya que ha conseguido posicionarse como la más importante que se realiza en España en esta materia. Este año trataremos los aspectos más relevantes y las principales novedades relacionadas con esta enfermedad, pero además, dispondremos de la primera exposición de ‘corazones artificiales’ que se hace en nuestro país, con más de nueve dispositivos disponibles», concluye el Dr. Manito.
La IC es una grave enfermedad que afecta a la estructura o funcionamiento del corazón, provocando que este no pueda bombear el suficiente flujo de sangre para satisfacer las necesidades de oxígeno y nutrientes que necesita nuestro organismo. Esto provoca que nuestro cuerpo no pueda eliminar los desechos naturales que produce, lo que genera una acumulación de líquido en los pulmones y en otras partes del cuerpo, como por ejemplo las extremidades inferiores y el abdomen.
Esta patología aparece como consecuencia del padecimiento de otra enfermedad que ya ha dañado anteriormente el corazón, como un infarto de miocardio, enfermedad coronaria, hipertensión arterial, cardiopatía valvular, enfermedad del músculo cardiaco o inflamación del corazón, anomalías cardiacas congénitas, enfermedades pulmonares o bien por el alcoholismo y la drogadicción.
junio 21/2013 (vademecum)
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Un equipo de Suiza que entrevistó a más de 500 adultos mayores con insuficiencia cardíaca halló que tres cuartos preferirían vivir más tiempo con síntomas que vivir menos pero sin síntomas.
«Los resultados me sorprendieron bastante», dijo el autor principal, doctor Hans-Peter Brunner-La Rocca, del Hospital de la Universidad de Basilea, en Suiza.
«Cuando los pacientes llegan a una edad en la que se percibe más la probabilidad de morir en cualquier momento, la supervivencia sería lo más importante», agregó Brunner-La Rocca, que también trabaja en el Instituto de Investigación Cardiovascular del Centro Médico de Universidad de Maastricht, en Holanda.
La insuficiencia cardíaca es una enfermedad crónica e incurable en la que el corazón no puede bombear suficiente sangre a todo el organismo. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por su sigla en inglés), afecta a 6 millones de estadounidenses.
Los síntomas son disnea, fatiga, debilidad, inflamación de las piernas y los pies, y pérdida de la capacidad de caminar o hacer ejercicio. La presión alta, la enfermedad coronaria o la diabetes van debilitando el músculo cardíaco, lo que puede causar insuficiencia cardíaca.
El equipo entrevistó a 555 pacientes con insuficiencia cardíaca (la mayoría tenía 70 u 80 años) sobre sus preferencias para el final de la vida. Los autores repitieron la encuesta al año y, de nuevo, al año y medio.
Al inicio del estudio, el 74 % dijo que no cambiaría un año más de vida con excelente salud por dos años más de vida con el estado de salud actual.
Al año, el 80 % expresó que cedería tiempo de vida a cambio del alivio de los síntomas y a los 18 meses, muy pocos habían cambiado de idea.
Al preguntarles si querían recibir maniobras de resucitación cardiopulmonar (RCP) durante una crisis, un tercio dijo que no quería ser resucitado. Pero aun en quienes tenían la indicación «no resucitar» en la historia clínica, un tercio expresó que sí desearía recibir RCP.
El doctor Eugene Storozynsky, del Centro Médico de la University of Rochester, señaló que la muestra estudiada representaba un amplio rango de pacientes con insuficiencia cardíaca, desde aquellos con pocos síntomas hasta personas con problemas mucho más severos.
Para los pacientes con formas más leves de la enfermedad, los síntomas no serían tan malos como para ceder un poco de tiempo de vida a cambio de mejor calidad de vida.
En cambio, los pacientes con insuficiencia cardíaca muy avanzada quedan internados varias veces en un período breve debido a los síntomas. «La expectativa de vida sería de seis meses o menos sin el uso de terapias avanzadas», precisó.
«A los participantes del estudio no les molestaban tanto los síntomas, de modo que los definiría como no tan enfermos como aquellos con insuficiencia cardíaca avanzada», manifestó Storozynsky.
Los participantes que dijeron que cederían el alivio de los síntomas a cambio de más tiempo de vida tendían a ser mayores, generalmente mujeres y tenían más síntomas, lo que sugiere que los pacientes modificarían el manejo de la enfermedad con los años.
«Deberíamos conversar con los pacientes sobre todos los estadios de la insuficiencia cardíaca para que sepan que en la etapa más avanzada se les acortará la vida. Y no para asustarlos, sino para informarlos y adaptar el tratamiento a sus deseos», finalizó el experto.
Diciembre 1 /2011(Intramed)
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Una investigación en la que han participado científicos españoles ha permitido descubrir cómo se regula la hipertrofia cardíaca, un aumento de peso del corazón que puede conducir a la insuficiencia cardíaca.
El estudio, coordinado por el grupo del Dr. Stuart Cook del Medical Research Council de Londres y por el Dr. Daniel Sanchis del IRBLLEIDA-Universidad de Lleida, y que ha contado con la colaboración de investigadores del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR), la UAB y la Plataforma de Investigación Aplicada en Animal de Laboratorio del Parc Científic Barcelona (PRAAL-PCB), ha identificado la proteína que se encarga del mantenimiento de la forma y la función del corazón, lo que la convierte en responsable de la regulación de la hipertrofia cardíaca.
Hasta ahora se desconocían los mecanismos reguladores de dicha enfermedad, es decir, qué induce y cómo se produce el engrosamiento del corazón, sobre todo cuando no guarda relación con el aumento de la presión arterial. El hallazgo del equipo dirigido por Cook y Sanchis, y cuyos resultados se publican en Nature, abre las puertas a que la proteína identificada (cuyo nombre es EndoG) se utilice como diana terapéutica para el análisis y pronóstico de enfermedades del corazón.
Uno de los principales problemas de las dolencias del corazón es que las células cardíacas (cardiomicitos) no se regeneran. Estas células se van formando durante la vida embrionaria y dejan de proliferar poco después de nacer. A partir de ese instante, se siguen desarrollando pero no crecen en número. Cuando los cardiomiocitos mueren (debido, por ejemplo, a un infarto), no es posible regenerar la parte afectada, que nunca más vuelve a funcionar.
Por esta razón, y aparte del camino iniciado por la medicina regenerativa, muchos investigadores centran sus esfuerzos en entender cómo enferma el corazón, cómo evitar que estas células cardíacas mueran, cómo intervenir en esta destrucción celular y cómo prolongar la vida de estas células al máximo.
El descubrimiento del grupo de investigadores se ha centrado en los fenómenos de destrucción de las células cardíacas. Éstas, curiosamente, no experimentan el mismo proceso biológico de destrucción que otras células del organismo, lo que llamamos apoptosis, sino un proceso muy diferente. Lo explica el Dr. Daniel Sanchís: «Este hecho tiene lógica si tenemos en cuenta que el corazón intenta dotarse de mecanismos que lo protejan de la muerte celular; por tanto, poco después de nacer hay un silenciamiento génico que frena los mecanismos de apoptosis; es como si se cerrara el interruptor».
«Sabíamos que en el corazón abunda la proteína endoG», prosigue el Dr. Sanchis, «lo que nos sugería la posibiliad de esta proteína pudiera tener una función importante en el funcionamiento del corazón». «Los análisis genéticos llevados a cabo por los colaboradores ingleses», continúa, «permitieron descubrir que aquellos corazones de modelos animales de hipertrofia no tienen EndoG».
«El análisis microscópico del corazón de los ratones deficientes en EndoG nos permitió identificar que el tejido cardíaco estaba dañado, por lo que podía haber alteraciones metabólicas», añade el Dr. Xavier Cañas, responsable de la PRAAL-PCB. El estudio concluyó que, en animales de laboratorio, la falta de EndoG en el corazón altera el metabolismo de este órgano, disminuyendo su capacidad para generar la energía suficiente para el bombeo. Este fenómeno se acompaña de un aumento de los radicales libres que, a la postre, acaban por resultar en hipertrofia.
La hipertrofia cardíaca es un mecanismo fundamental de adaptación del corazón al aumento del trabajo cardíaco producido por circunstancias normales (como el entrenamiento físico) o patológicas (como la hipertensión arterial). Sin embargo, la hipertrofia puede darse en ausencia de estos estímulos, causando la muerte de las células cardíacas y el aumento de fibras de colágeno, lo que puede comprometer la función del corazón y favorecer la aparición de insuficiencia cardíaca, un cuadro clínico grave caracterizado por sensación de falta de aire durante el esfuerzo (o el reposo, en los casos más graves) y edemas.
La insuficiencia cardíaca (IC) es una de las principales causas de mortalidad e incapacidad en el mundo y supone un problema social de primera magnitud. La investigación de los mecanismos que conducen a la aparición de IC y las formas de prevenirla y tratarla constituye una prioridad sanitaria y científica.
Octubre 9/2011 (JANO.es)
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