genética

Los hombres con mutaciones en un tipo de gen específico son más propensos a desarrollar un agresivo cáncer de próstata y tienen menos posibilidades de sobrevivir, publicó la revista Clinical Oncology (DOI:10.1200/JCO.2012.43.1882).

Según el artículo, las personas con afectaciones en el gen hereditario BRCA2, relacionado con el cáncer de mama, el de ovario y el de próstata, desarrollan la peor forma de la enfermedad.

«La mayoría de los pacientes con cáncer de próstata tienen un pronóstico excelente, pero existe el reto de identificar aquellos en los que la enfermedad puede ser letal», explicó David Olmos, jefe del Centro de Investigaciones Oncológicas (CNIO).

Especialistas del CNIO analizaron el historial médico de pacientes esas afecciones, para encontrar indicadores genéticos que aportaran datos sobre la evolución del padecimiento.

El estudio incluyó hombres portadores de mutaciones en el gen BRCA2, a otros con un gen mutante similar llamado BRCA1, y a unos terceros sin tales variaciones.

La investigación concluyó que los enfermos con mutaciones en BRCA2 tienen menos posibilidades de sobrevivir y más de desarrollar la peor manifestación del cáncer.

«Estos datos convierten al BRCA2 en el primer factor genético para el pronóstico del cáncer de próstata», declaró la doctora Elena Castro, miembro del equipo del CNIO.

Castro sugiere que los pacientes que portan mutaciones en los genes BRCA deben tener un tratamiento diferente, pues los actuales parecen ser insuficientes y no existen guías específicas de actuación, aseguró.

«Ahora que hemos conseguido identificar pacientes en los que la enfermedad es potencialmente letal, nuestro reto es explorar los tratamientos más adecuados y con menos efectos secundarios que tengan un impacto real en supervivencia», según Olmos.
abril 9/2013  (PL)

Tomado del boletín de selección temática de Prensa Latina: Copyright 2013 «Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.»

Castro E, Goh C, Olmos D, Saunders E, Leongamornlert D, Tymrakiewicz M. Germline BRCA Mutations Are Associated With Higher Risk of Nodal Involvement, Distant Metastasis, and Poor Survival Outcomes in Prostate Cancer.J Clin Oncol. 2013 Abr 8.

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Más de 80 «errores de ortografía» genética pueden aumentar el riesgo de cáncer de mama, próstata y ovario, según una investigación internacional llevada a cabo en el marco del Estudio de Colaboración Oncológica Gene-ambiental (COG), un consorcio de la Unión Europea.

En última instancia, los científicos confían en entender cómo se desarrollan estos tumores y así generar nuevos tratamientos. Las principales conclusiones se publican en cinco artículos de un número especial sobre factores de riesgo genético para el cáncer, en Nature Genetics.

Los cinco estudios tuvieron en cuenta a 100 000 pacientes con cáncer de mama, ovario o próstata y 100 000 individuos sanos. Los científicos realizaron análisis genéticos de todos los participantes y se estudió la atmósfera de bases nitrogenadas A, G, C y T en 200 000 secciones seleccionadas de la cadena de ADN.

Cuando los pacientes con cáncer presentaban composiciones muy distintas en comparación con los controles sanos, las diferencias se consideraron relevantes para el riesgo de la enfermedad. Las alteraciones pueden ser descritas como un «error de ortografía genética», donde A, G, C o T se han reemplazado por otra carta. Este «error ortográfico» se llama polimorfismo de un solo nucleótido (SNP).

Para el cáncer de mama, los investigadores encontraron 49 errores tipográficos genéticos o SNP, que es más del doble del número previamente encontrado. En el caso del cáncer de próstata, descubrieron otras 26 desviaciones, lo que significa que un total de 78 SNP pueden estar relacionados con la enfermedad, mientras que para los tumores de ovario, se identificaron ocho SNP relevantes.

«Un hallazgo igualmente importante es que hemos identificado cómo muchos SNP podrían influir en el riesgo de cáncer de mama y de próstata, respectivamente. También tenemos una imagen de los lugares del genoma en los que debemos buscar en futuros estudios», señala Per Hall, profesor en el Instituto Karolinska de Suecia y coordinador del consorcio.
marzo 28/2013 (JANO.es)

Kyriaki Michailidou, Per Hall, Anna Gonzalez-Neira, Maya Ghoussaini, Joe Dennis, et al. Large-scale genotyping identifies 41 new loci associated with breast cancer risk. Nature Genetics 45, 353-361. doi:10.1038/ng.2563 .

Más:

Multiple independent variants at the TERT locus are associated with telomere length and risks of breast and ovarian cancer

Genome-wide association studies identify four ER negative–specific breast cancer risk loci

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Un estudio que se publica en la edición on-line de The New England Journal of Medicine (NEJM)(doi:10.1056/NEJMoa1213261) demuestra que el ADN tumoral circulante constituye un biomarcador específico muy sensible del cáncer de mama metastásico.

Los autores del trabajo, cuya primera firmante es Sarah-Jane Dawson, del Departamento de Oncología de la Universidad de Cambridge, compararon las imágenes radiográficas del tumor con el análisis del ADN tumoral circulante, el biomarcador CA 15.3 y las células tumorales circulantes en 30 mujeres que padecían cáncer de mama metastásico y que estaban recibiendo terapia sistémica.

Pudieron detectar el ADN tumoral circulante en 29 de las 30 mujeres (97 %) en las que se habían identificado alteraciones genómicas somáticas. Se apreció CA 15.3 en 21 de 27 mujeres (78 %) y células tumorales circulantes en 26 de 30 (87 %).

Carga tumoral
Los niveles de ADN tumoral circulante mostraron un mayor rango dinámico y estaban más correlacionados con los cambios en la carga tumoral que los otros dos marcadores. Este test fue, asimismo, el que proporcionó la medida más precoz de la respuesta al tratamiento en 10 de las 19 pacientes (53 %).

Los autores de un editorial sobre la cuestión, Marc Lippman y Kent Osborne, de la Universidad de Miami y el Baylor College of Medicine (Houston), señalan que se trata de un estudio preliminar de eficacia, por lo que será necesario realizar más investigaciones antes de que el método pueda pasar a la clínica habitual.
marzo 18/2013 (Diario Médico)

Dawson SJ, Tsui DW, Murtaza M, Biggs H, Rueda OM, Chin SF.Analysis of Circulating Tumor DNA to Monitor Metastatic Breast Cancer.N Engl J Med. 2013 Mar 13

Investigadores españoles han observado, por primera vez en un cáncer humano, un gen esencial, el POT1, que aparece mutado para proteger los telómeros, la parte final de los cromosomas.

Un estudio publicado en la revista Nature Genetics documenta la exploración de un mecanismo que podría contribuir al desarrollo de diversos tumores, incluyendo la leucemia linfática crónica, una forma de cáncer que cada año afecta en España a más de mil nuevos pacientes

Este trabajo, dirigido por María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), Carlos López-Otín, del Instituto Universitario de Oncología de la Universidad de Oviedo y Elías Campo, del Hospital Clínic/Universidad de Barcelona, representa un nuevo avance del Consorcio Español en el estudio del genoma de la leucemia linfática crónica.

«La leucemia linfática crónica es la leucemia más frecuente en los países occidentales», explica López-Otín. «Una vez descifrados los cambios genéticos y epigenéticos más frecuentes en su desarrollo, es necesario conocer los mecanismos bioquímicos alterados, para poder mejorar el diagnóstico y el tratamiento de esta enfermedad».

Siguiendo los trabajos previos dirigidos por Campo y López-Otín, los investigadores se centraron en las mutaciones que afectan a POT1, uno de los genes implicados en la protección de los extremos de los cromosomas, los telómeros.

«Llevamos mucho tiempo estudiando la biología de los telómeros, ya que alteraciones en su mantenimiento se asocian al cáncer y también al envejecimiento. Aunque se conocen mecanismos por los que las células tumorales alteran sus telómeros, las mutaciones en POT1 revelan otra ruta hasta ahora desconocida», señala Blasco.

Cada cromosoma tiene en su extremo, en los telómeros, un capuchón protector formado por proteínas, y POT1 es la «grapa» que lo fija uniéndolo al ADN telomérico. Todas las mutaciones ahora halladas en POT1 impiden a este gen cumplir su función. El ADN del extremo del cromosoma se queda por tanto sin su cubierta protectora.

En el trabajo que ahora se publica, los investigadores han encontrado que el 3,5 % de los pacientes con leucemia linfática crónica presenta mutaciones en POT1, pero esta cifra asciende al 9 % del subgrupo de pacientes con una forma especialmente agresiva de la enfermedad.

Para los autores, el estudio de la ruta bioquímica que lleva de estas anomalías al crecimiento descontrolado de los linfocitos B puede proporcionar importantes claves sobre la leucemia linfática crónica y sobre el cáncer en general.

Gen mutado con frecuencia en leucemia

Además, tras analizar el genoma de 341 pacientes de leucemia linfática crónica -comparando en cada caso los genes de células sanas con los de células tumorales-, los investigadores han descubierto que POT1 es uno de los genes más frecuentemente mutados en esta enfermedad.

Los resultados previos del Consorcio Español para el estudio del Genoma de la Leucemia Linfática Crónica, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, ya habían mostrado que en esta enfermedad intervienen más de mil mutaciones, y que cada paciente presenta una combinación única de centenares de ellas.

Es más, los diversos genes mutados identifican subgrupos relativamente pequeños de pacientes con características diferentes en su enfermedad. De hecho, las mutaciones que más se repiten se dan en solo el 15 % de los pacientes. Aun así, su identificación representa un gran avance, «porque es un paso hacia el objetivo de las terapias personalizadas, adaptadas al perfil genético de cada tumor.»

«Los pacientes con mutaciones en POT1 pertenecen al grupo con peor pronóstico. Por tanto, la intervención terapéutica sobre esta ruta podría ayudar al tratamiento de un grupo de pacientes cuyas perspectivas clínicas son, en la actualidad, muy desfavorables», concluye Campo.
marzo 22/2013 (JANO.es)

Andrew J Ramsay, Víctor Quesada, Miguel Foronda, Laura Conde, Alejandra Martínez-Trillos, Neus Villamor, et.al. POT1 mutations cause telomere dysfunction in chronic lymphocytic leukemia. Nature Genetics 2013. doi:10.1038/ng.2584.

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Científicos españoles han hallado un gen que acompaña a las células móviles tumorales en su desplazamiento por el organismo y ayuda a entender el hasta hoy desconocido proceso del inicio de la metástasis, responsable de nueve de cada diez muertes por cáncer.

Este gen, conocido por su papel durante el desarrollo embrionario y denominado «Prrx1″, fue caracterizado por un equipo dirigido por  Angela Nieto en un centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España y la Universidad Miguel Hernández de Elche (este).

Nieto relató a Efe que lleva años tratando de describir los mecanismos que dan origen a la metástasis a partir del movimiento de las células tumorales (lo que se conoce como «transición epitelio-mesenquimal» o TEM).

Estas células se desprenden del carcinoma inicial y provocan el desarrollo del cáncer en otra parte del cuerpo con resultados a menudo mortales.

El avance ha sido publicado en la revista científica internacional Cancer Cell (doi: 10.1016/j.ccr.2012.10.012).), y ha sido objeto de interés en Nature, que lo califica de «emocionante capítulo en la comprensión de la metástasis».

A partir del conocimiento de que las células tumorales «viajeras» portan un gen llamado «snail» (caracol en inglés), el equipo de Nieto descubrió el «componente adicional» del «Prrx1″ que, igual que el anterior, conlleva movilidad.

Sin embargo, el «Prrx1″ tiene el añadido de que, cuando se apaga, la célula deja de moverse y pasa a activar unas propiedades similares a las de las células madre que los expertos consideran «iniciadoras de tumores y que hacen que aún sea más eficiente la formación de la metástasis».

Nieto apuntó que ahora el reto es determinar cuáles son las señales que hacen «apagar» estos nuevos genes (lo que a su vez crea las metástasis), con el fin de diseñar una terapia específica que impida este proceso sin otros efectos secundarios.

Hasta ahora se pensaba que bloqueando el movimiento celular se reduciría el riesgo de metástasis, pero los últimos estudios constatan que las primeras células cancerosas salen del carcinoma incluso antes de que haya capacidad real para detectar el cáncer.

Por ello, bloquear el movimiento cuando la realidad es que las células ya circulan sólo consigue el efecto contrario al deseado y favorece la aparición de metástasis.

Según Nieto, hay que «pensar completamente distinto a como se hacía hasta antes de este trabajo» de cara a un futuro tratamiento, hay que evitar atacar esa movilidad de las células tumorales (TEM) ya que es imposible evitar que estén circulando en un paciente con cáncer y, además, porque mientras estén desplazándose «no son peligrosas».
marzo 13/2013 (EFE).-

Tomado del boletín de selección temática de Prensa Latina: Copyright 2011 «Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.»

Ocaña OH, Córcoles R, Fabra A, Moreno-Bueno G, Acloque H, Nieto MA.Metastatic colonization requires the repression of the epithelial-mesenchymal transition inducer Prrx1.Cancer Cell. 2012 Dic 11;22(6):709-24.

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Una prueba que combina la capacidad de detectar el ADN del cáncer con la tecnología de secuenciación genómica, se podría usar para buscar cánceres, monitorizar la recurrencia de los pacientes con cáncer y encontrar el cáncer residual que queda después de la cirugía.
Para desarrollar la prueba, los científicos del Centro de Cáncer Johns Hopkins Kimmel (Baltimore, EUA) tomaron muestras de sangre de pacientes en la fase final de los cánceres de colon y mama, y de individuos sanos, y buscaron el ADN que hubiese sido descartado a la sangre. Se aplicó tecnología de secuenciación de todo el genoma al ADN hallado en muestras de sangre, lo que permite a los investigadores comparar las secuencias de los pacientes con cáncer con las de las personas sanas. Entonces, los científicos buscaron signos de cáncer en el ADN: reordenamientos dramáticos de los cromosomas o cambios en el número de cromosomas que se producen solo en las células cancerosas.
No se encontraron signos de cambios cromosómicos específicos del cáncer en la sangre de individuos sanos, pero los investigadores encontraron varias alteraciones específicas del cáncer en la sangre de los siete pacientes con cáncer de colon y tres pacientes con cáncer de mama. Usando métodos especializados bioinformáticos, fueron capaces de detectar estas alteraciones en una pequeña fracción de los millones de secuencias de ADN contenidas en la muestra de sangre.
“Este método utiliza el poder de la secuenciación genómica para detectar ADN tumoral circulante en la sangre, proporcionando un método sensible que se puede utilizar para detectar y vigilar el cáncer”, dijo Victor Velculescu, MD, PhD, profesor de oncología y codirector del Programa de Biología del Cáncer de la Universidad Johns Hopkins.
Un informe que describe el nuevo método aparece en la edición del 28 noviembre de 2012, de la revista Science Translational Medicine.
El Prof. Velculescu dijo que la investigación adicional se centrará en la determinación de cómo la nueva prueba podría ayudar a los médicos a tomar decisiones sobre el tratamiento de los pacientes. Por ejemplo, la prueba en sangre podría identificar ciertos cambios en los cromosomas que guían a los médicos a formular ciertos medicamentos anticáncer o decidir la inclusión de pacientes en ensayos clínicos para medicamentos contra defectos genéticos específicos. Actualmente, los médicos usan material celular obtenido de las biopsias del tumor original para tomar estas decisiones, pero el material tumoral puede estar inaccesible o no disponible.
enero 7/2013 (Hospimédica.es)
Rebecca J. Leary, Mark Sausen, Isaac Kinde, Nickolas Papadopoulos,  John D. Carpten, David Craig, et. al. Detection of Chromosomal Alterations in the Circulation of Cancer Patients with Whole-Genome Sequencing. Sci Transl 2012 4:162ra154, DOI:10.1126/scitranslmed.3004742.

Los genes activos en la grasa que una persona acumula alrededor de la cintura son significativamente distintos de los activos en la grasa de los muslos, según un estudio que publica la revista Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism (doi: 10.1210/jc.2012-2953).
Asimismo, los investigadores señalaron que los hombres tienden a acumular grasa en el área abdominal, pero habitualmente no tienen mucha grasa en las caderas o los muslos.
Por el contrario, las mujeres a menudo tienen más grasa en los muslos y caderas que en el vientre.
No son claras las razones para estas diferencias pero vale la pena investigarlas, indicó Steven Smith, director del Instituto Sanford Burnham de Investigación de Metabolismo y Diabetes del Hospital de Florida.
“Es importante porque la grasa en torno al vientre está asociada con riesgos más altos de enfermedad cardiaca y diabetes”, añadió.
“Por otro lado la grasa de las caderas y los muslos no parece desempeñar un papel especial en esas enfermedades”.
En su estudio, Smith y sus colegas explican la discrepancia por la determinación de cómo difieren genéticamente la grasa de los muslos y la del vientre.
“Esta investigación podría cambiar la forma de pensar común acerca de la grasa”, señala el artículo. “En lugar de enfocarnos en cómo impedir la acumulación de grasa en el vientre, quizá necesitamos ocuparnos de la grasa beneficiosa para el corazón en la parte más baja del cuerpo”.
Smith y sus colegas primero tomaron muestras de grasa de hombres y mujeres y luego compararon los genes más activos en la grasa del vientre con los de los más activos en la grasa de los muslos.
Así encontraron que los genes que operan en la grasa del muslo de una persona son enormemente diferentes de los de su grasa en el vientre.
En el caso de los hombres hay 125 genes que se expresan de manera diferente en la grasa del vientre y la del muslo. En cuanto a las mujeres hay 217 genes que se expresan de manera distinta; en su mayoría son genes únicos de las mujeres, pero 59 de ellos son los mismos que mostraron variación en los hombres.
Los genes que difirieron más notables se conocen como genes homeobox que desempeñan un papel en la formación del embrión en
formación determinando qué células y qué órganos van a dónde. Muchos genes homeobox son vulnerables a la influencia de las hormonas tales como el estrógeno.
“Creemos que estos genes de hecho programan esas células de la grasa para que respondan de manera diferente a distintas hormonas y otras señales”, indicó Smith.
En el curso de su trabajo, Smith y su equipo también aislaron células madre de la grasa del vientre y del muslo y las cultivaron en el laboratorio.
Eso proporcionó un conveniente grupo de control porque las células de grasa cultivadas en el laboratorio no responden a la influencia de nervios, hormonas u otras señales externas.
Pero, aún así, los investigadores vieron las mismas diferencias relacionadas específicamente con la ubicación en lo que hace a la actividad de genes en la grasa que se desarrolló a partir de esas células madre.enero 11/2013 (EFE).-
Tomado del boletín de selección temática de Prensa Latina: Copyright 2011 “Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.”
Karastergiou K, Fried SK, Xie H, Lee MJ, Divoux A, Smith SR. Distinct developmental signatures of human abdominal and gluteal
subcutaneous adipose tissue depots. J Clin Endocrinol Metab. 2013 Ene ;98(1):362-71.

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