Las primeras directrices nuevas en 27 años para el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer, podrían duplicar la cantidad de estadounidenses que se definen como pacientes de esta enfermedad que ataca al cerebro.
Las directrices, publicadas recientemente por la Alzheimer’s Association y el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, difieren en dos maneras importantes de las recomendaciones más recientes, que han estado en uso desde 1984.
Primero, se reconoce al alzhéimer como un conjunto de etapas continuas: El alzhéimer mismo con síntomas claros, el deterioro cognitivo leve (DCL) con síntomas leves y también la etapa «preclínica», en la que no hay síntomas pero podría haber cambios reconocibles en el cerebro.
Segundo, las nuevas directrices incorporan el uso de los llamados marcadores biológicos, como los niveles de ciertas proteínas en la sangre o líquido cefalorraquídeo, para diagnosticar la enfermedad y evaluar su avance, aunque casi exclusivamente con fines de investigación.
Aún así, los autores de las directrices recalcaron que estas revisiones probablemente no cambien lo que sucede en los consultorios médicos al diagnosticar el alzhéimer o sus precursores.
«No va a cambiar la práctica», aseguró el Dr. Guy M. McKhann, uno de los autores de las directrices, en una conferencia de prensa.
El DCL, sin embargo, se convertirá en un diagnóstico nuevo. Eso podría significar que varias de las personas que podrían considerarse que se encuentran en el nuevo continuo del alzhéimer podrían duplicarse, según Marilyn Albert, otra autora y directora de la división de neurociencia cognitiva de la Johns Hopkins. Sin embargo, la forma como se determina el DCL no va a cambiar.
Las nuevas Directrices de Diagnóstico para la Enfermedad de Alzheimer del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento y la Alzheimer’s Association reconocen ahora tres etapas claras de la enfermedad.
La primera y la más grave es la demencia del alzhéimer, cuando los pacientes presentan dificultades cognitivas y funcionales claras. Esto se debe caracterizar ahora no solo por pérdida de la memoria, sino también por problemas de percepción visual y especial, así como de juicio.
Las nuevas directrices también hacen una distinción clara entre la demencia del alzhéimer y la demencia vascular (causada por un accidente cerebrovascular), señaló McKhann. El diagnóstico seguirá siendo hecho por el médico con ayuda de alguien que conozca al paciente, y quizá el paciente mismo, aunque se podrían incluir marcadores biológicos «para aumentar la certeza del diagnóstico», señaló McKhann, profesor de neurología y neurociencia de la facultad de medicina de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore.
Otra etapa, el DCL, puede representar una fase preliminar de demencia y consiste en dificultades modestas, principalmente con la memoria, que pueden ser precursoras del alzhéimer propiamente dicho años después. En el campo de la investigación, los investigadores estarán en busca de estandarizar los marcadores biológicos que indiquen, por ejemplo, la presencia de proteína amiloide o de daño nervioso en el cerebro.
Pero por ahora, la forma en que se hacen los diagnósticos, «será sumamente similar a lo que se ha usado durante los últimos diez años», aseguró Albert, que agregó que «una gran cantidad» de individuos que tienen DCL llegarán a desarrollar alzhéimer.
«Los adultos mayores que tienen DCL avanzarán a la demencia a mayor velocidad que los que no tienen ninguna dificultad, pero la progresión no es inevitable», según la revisión en línea del tratamiento para el deterioro cognitivo leve.
«No todas las personas a las que se diagnostica DCL llegarán a desarrollar alzhéimer», anotó la asociación.
La categoría preclínica fue formulada únicamente con fines de investigación, específicamente para estudiar los marcadores biológicos que podrían estar presentes en la sangre o el fluido cerebroespinal, o que sean evidentes en distintas pruebas con imágenes que indicarían la acumulación de placa amiloide o daño a las neuronas.
«El punto conceptual principal fue definir el alzhéimer a partir de los cambios cerebrales subyacentes, en lugar de requerir simplemente síntomas clínicos», aseguró la Dra. Reisa A. Sperling, neuróloga del Hospital Brigham y de Mujeres de Boston, y profesora asociada de neurología de la facultad de medicina de la Harvard en la misma ciudad. «Pensábamos que la mejor oportunidad que teníamos con la terapia de modificación de la enfermedad era detectar la evidencia de esta e intervenir mucho antes».
Al igual que con el cáncer y la diabetes, señaló McKhann, si está intentando con terapias «únicamente entre quienes ya presentan demencia avanzada, las probabilidades de que funcionen no son muy elevadas».
«Nos preocupa que podría haber medicamentos disponibles ahora mismo que podrían ser beneficiosos, pero que podríamos estarlos usando demasiado tarde en el curso de la enfermedad», agregó Albert.
Las nuevas directrices, según resumió William Thies, director médico y científico de la Alzheimer’s Association, «permitirán un cambio en la práctica clínica actual de la medicina en lo que se refiere a la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, los nuevos criterios realmente están ampliando nuestra capacidad para investigar esta enfermedad y, con el tiempo, hallar tratamientos que serán muy necesarios para evitar la epidemia de alzhéimer que vemos que se avecina.
Las nuevas directrices aparecen en cuatro artículos en Alzheimer & Dementia: The Journal of the Alzheimer’s Association. Abril 19, 2011 (HealthDay News) Medline Plus