La pandemia de la COVID-19 ha cambiado la conducta de millones de personas en el mundo y ha provocado afectaciones a la salud mental por las manifestaciones psíquicas asociadas a la enfermedad, el aislamiento y los duelos ante la pérdida de seres queridos.
A este problema de salud, del que no escapa ninguna nación, las autoridades sanitarias cubanas y la Organización Panamericana y Mundial de la Salud (OPS/OMS) dedican especial atención este 10 de septiembre, Día Mundial de Prevención del Suicidio.
Según refiere la OPS/OMS, varios estudios demuestran que la pandemia ha amplificado los factores de riesgo como las dificultades de empleo y económicas, los traumas o abusos, los trastornos mentales y las barreras de acceso a la atención de salud.
Precisa el organismo internacional que cada año más de 700 mil personas en el orbe se quitan la vida tras varios intentos de suicidio, lo cual lo convierte en una de las principales causas de muerte, y anualmente perecen más personas debido a ello que por el VIH, la malaria, el cáncer de mama, las guerras o los homicidios.
Entre los jóvenes de 15 a 29 años de edad, representa la cuarta causa de muerte a nivel mundial, después de los accidentes de tránsito, la tuberculosis y la violencia interpersonal.
De acuerdo con las Estadísticas Sanitarias Mundiales, en 2019 unos 97 mil 339 individuos fallecieron en las Américas por esa razón, y se estima que los intentos de quitarse la vida pudieron ser 20 veces esa cifra.
A Cuba también le afecta este fenómeno, que representa la décima causa de muerte en el cuadro de la mortalidad general y la tercera en el grupo de 10 a 19 años de edad en el territorio, a pesar de los múltiples esfuerzos mediante el Programa Nacional de Prevención y Atención a la Conducta Suicida, implementado desde 1989 por el Ministerio de Salud Pública (MINSAP).
La doctora Beatriz Corona Miranda, profesora e investigadora del Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología, señaló que este Programa se somete constantemente a nuevas versiones y revisiones con el propósito de disminuir lo más posible la morbilidad por intento y la mortalidad por suicidio.
«Como objetivos específicos se establece un sistema de vigilancia, donde en el país es obligatorio el reporte de todas las personas que tienen un intento suicida a través de las tarjetas de las enfermedades de declaración obligatoria, a partir de ese momento desde la Atención Primaria de Salud (APS) y los Departamentos de Salud Mental Municipales se realiza el proceso de dispensarización y se les garantiza el seguimiento especializado al individuo y la familia, agregó»
Además, acotó, aquellas personas que se suicidan son valoradas por los médicos legales, de ahí que estos datos se consideren confiables y a nivel internacional tengan el reconocimiento de la OMS.
Corona Miranda explicó que, como parte del Programa, se realizan investigaciones relacionadas con la salud mental, y hasta el 2020 se ha caracterizado el comportamiento del suicidio en la nación para determinar variables socio demográficas como edad, sexo y estratificación epidemiológica de riesgo, entre otros elementos.
A raíz de estos estudios se evidenció que en Cuba, como en el resto del mundo, el sexo masculino es el de mayor riesgo de morir de esa forma, pero el intento de suicidio es más frecuente en las mujeres; mientras, el grupo de 60 años y más es el de superior tasa de mortalidad, seguido por el de 20 a 59, y las provincias de Las Tunas, Holguín, Villa Clara y Sancti Spíritus son las de riesgo más elevado, por lo que se desarrollan estrategias con el objetivo de modificar estos indicadores.
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