enfermedad cardiovascular

El hecho tuvo lugar luego de que el rey Jorge II de Inglaterra falleciera en el retrete de su habitación, en la mañana del  25 de octubre del propio año. Frank Nicholls, quien era el médico personal del Rey, recibió instrucciones de abrir y embalsamar el cuerpo real. Esto proporcionó una oportunidad para que Nicholls descubriera y documentara meticulosamente algunos de los hallazgos más interesantes. Ampliar…

Las complicaciones cardiovasculares se han mostrado desde un primer momento como un factor de riesgo en la enfermedad por COVID-19. Sin embargo, los mecanismos subyacentes al efecto desproporcionado de la infección en pacientes con estas comorbilidades aún se entienden de manera incompleta. Ampliar…

Más de una de cada seis muertes en Estados Unidos puede estar relacionada con la exposición al plomo, un metal pesado con alta presencia en el entorno, según un estudio publicado en The Lancet Public Health. Nuestras conclusiones sugieren que, de las 2,3 millones de muertes cada año en Estados Unidos, unas 400 000 pueden ser atribuidas a la exposición al plomo, una estimación diez veces superior a la actual, apuntan los autores. Ampliar…

El aumento de la probabilidad de fallecimiento es de 7,1 veces si la madre presenta hipertensión arterial preexistente y el parto es prematuro.

Las mujeres que sufren complicaciones durante el embarazo presentan un mayor riesgo de morir por enfermedad cardiaca que las que tienen embarazos sin complicaciones, según un estudio que se publica en «Circulation», la revista de la Asociación Americana del Corazón. Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la primera causa de muerte en mujeres estadounidenses, con 399 503 mujeres fallecidas en 2013, según la Asociación Americana del Corazón. Las ECV son también la causa principal de muerte entre hombres estadounidenses.

Los investigadores analizaron el «Public Health Institute»s Child Health and Development Studies» (CHDS), en el que participaron 15 528 mujeres embarazadas del área metropolitana de Oakland, California, en Estados Unidos, desde 1959 hasta 1967. A partir de 2011, 368 mujeres (con una media de 66 años de edad) habían muerto de ECV.

Los científicos confirmaron varias complicaciones en el embarazo asociadas con las enfermedades cardiovasculares detectadas en otros estudios (preeclampsia, parto prematuro y bebés pequeños para la edad gestacional del parto), pero también detectaron que la preeclampsia en el embarazo temprano predice la muerte prematura por ECV antes de los 60 años.

Asimismo, estos expertos detectaron que el riesgo de muerte por ECV se incrementó significativamente por la combinación de eventos durante el embarazo: 7,1 veces cuando la madre tenía hipertensión arterial preexistente (diagnosticada hasta 20 semanas de embarazo) y un parto prematuro.

El riesgo de fallecimiento por enfermedad cardiovascular fue también 5,6 veces más elevado cuando la mujer embarazada padecía hipertensión preexistente y preeclampsia (caracterizada por presión arterial alta y alto nivel de proteínas en la orina); 4,8 veces superior cuando había hipertensión preexistente y tamaño del bebé pequeño para la edad gestacional, y 5 veces más riesgo cuando la mujer presentaba hipertensión gestacional y parto prematuro.

Los investigadores también identificaron dos nuevas complicaciones en el embarazo que predisponen a las mujeres a la muerte por ECV: 4,2 veces con glucosuria en la orina, o altos niveles de azúcar en la orina, y 1,7 veces en el caso de descenso de la hemoglobina, una medida de la capacidad de las células rojas de la sangre para transportar oxígeno por todo el cuerpo.

El embarazo, una prueba de esfuerzo

La glucosuria y la disminución de la hemoglobina son dos nuevas complicaciones en el embarazo identificadas por los investigadores, que también ponen a las mujeres en riesgo de enfermedad cardiovascular. «El embarazo es realmente una prueba de esfuerzo para el sistema cardiovascular», afirma la doctora Barbara A. Cohn, autora principal del estudio y directora del CHDS en Berkeley, California.

«Estos factores de riesgo, que están en el registro de salud del paciente, deben llevar a los médicos a hablar con estas mujeres acerca de las maneras de reducir su riesgo de ataque cardiaco y otras enfermedades cardiovasculares», subraya esta investigadora.

Los autores también revelan un resultado inesperado: la hipertensión arterial que se desarrolló después de las 20 semanas de embarazo se asoció con ECV solo en las mujeres afroamericanas. Las afroamericanas, que constituían el 22 % de la población de estudio, tenían 1,7 veces más probabilidades de morir de patologías cardiovasculares, mientras que las mujeres blancas, asiáticas e hispanas presentaban mayor riesgo de hipertensión gestacional.
septiembre 25/2015 (JANO.es)

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Durante las últimas décadas las mejoras en el tratamiento del cáncer han tenido como contrapartida un aumento de los fallecimientos por problemas cardiovasculares debido a los efectos negativos de la quimioterapia y la radioterapia.

El cáncer ha pasado de ser una amenaza súbita y violenta a convertirse en un enemigo silencioso y persistente. Gracias a los avances de la oncología, en las últimas décadas las tasas de supervivencia a la enfermedad han aumentado extraordinariamente. Sin embargo, el análisis posterior de los supervivientes por parte de los especialistas ha demostrado que en la actualidad fallecen por causas cardiovasculares en una proporción mayor a la habitual.

«Se trata de un problema relativamente nuevo que se empezó a detectar en los años 70, pues hasta entonces el paciente no sobrevivía al cáncer», aclara a Sinc Juan Carlos Planas, cardiólogo del Baylor College of Medicine de Houston, en Estados Unidos.

Buscando una explicación para este fenómeno, los expertos averiguaron que la quimioterapia y la radioterapia tenían también efectos sobre el corazón y, según los últimos datos, pueden triplicar el riesgo de sufrir algún problema cardiovascular. Estas complicaciones son las principales causas de muerte en cánceres como el de mama o el linfoma de Hogdkin.

Para combatir a esta amenaza surge la cardiooncología, una nueva disciplina médica que combina ambas especialidades con el objetivo de alcanzar una cura completa para el paciente.

«Durante muchos años, oncólogos y cardiólogos hemos hablado lenguajes diferentes, pero con lo que sabemos ahora es necesario que vayamos de la mano por caminos paralelos», destaca a Sinc Teresa López-Fernández, doctora en la única unidad de cardiooncología que opera en España, en el Hospital de la Paz, Madrid.

Estas unidades especializadas, que ya son habituales en los principales centros médicos de Estados Unidos, están formadas por equipos multidisciplinares de cardiólogos, oncólogos, dermatólogos o enfermeros que se coordinan para hacer frente al cáncer de la manera menos peligrosa para el corazón y los vasos sanguíneos.

Factores de riesgo

La información recopilada por estos expertos permite identificar a los pacientes más vulnerables a un ataque, aquellos a los que hay que vigilar más de cerca. Tal como señala López, «los principales factores de riesgo son el tipo de tratamiento y las características previas del paciente». Esto último se refiere no tanto a cuestiones como el sexo y la edad como a «si son hipertensos, diabéticos, obesos, fumadores o ya han sufrido alguna cardiopatía previa».

La radioterapia y la quimioterapia utilizadas para el tratamiento del cáncer provocan distintos daños de intensidad variable. En el primer caso, una de las radiografías más perjudiciales es la torácica, que afecta directamente a varias partes del corazón: tejido valvular, miocardio, pericardio y las arterias coronarias.

Entre los fármacos, uno de los más agresivos son las antraciclinas (muy utilizadas contra el cáncer de mama), que –si no se efectúa un tratamiento complementario adecuado– matan al 60% de los pacientes en un plazo de dos años debido a la disfunción ventricular que crean al ‘sabotear’ las células del miocardio.

Importancia de la detección temprana

Todos estos problemas hacen que se suspenda o modifique el tratamiento en hasta un 20% de pacientes, perjudicando así la lucha contra el cáncer. Para evitar que esto suceda es fundamental «la detección temprana de los problemas cardiovasculares que se derivan del tratamiento», señala Plana.

Una de los métodos más efectivos son los sistemas de imagen, como las ecografías, que permiten conocer estado del corazón. La otra opción es utilizar analíticas de marcadores bioquímicos vinculados a un mayor riesgo cardíaco.

«La tecnología necesaria para tratar estos problemas ya existe y no es muy cara, por lo que la falta de unidades de cardiooncología no se debe al coste económico, sino que se trata de una cuestión de concienciación», asegura la doctora.

Aunque las técnicas de imagen suelen ser menos accesibles, las analíticas se pueden realizar en casi cualquier centro hospitalario, incluso aunque no tenga una unidad especializada. En estos casos, lo fundamental es, según la doctora, «que exista una buena comunicación entre oncólogo y cardiólogo», una alianza que permita a ambos salvar sus respectivas lagunas.

Para sumar esfuerzos y compensar el relativo desconocimiento que todavía existe, se han publicado ya algunos manuales y se celebran encuentros como el I Simposio Internacional de Cardio-Oncología que la semana pasada reunió en la Fundación Ramón Areces a más de 300 especialistas provenientes de Europa, América u Oceanía.

Según los datos aportados en este encuentro, en el 80 % de los casos el tratamiento temprano –es decir, que toman una medicación complementaria– de los problemas cardiovasculares asociados a la cura del cáncer reduce el riesgo de sufrir complicaciones graves de un 29 % a un 5 %.

Implicación del paciente

Los especialistas también destacan la importancia de que los propios pacientes abandonen una actitud pasiva o expectante y se conviertan en un elemento activo de la lucha que se está desarrollando en su interior, asegurándose de hacer todo lo posible para influir en el resultado.

«Necesitamos un paciente del siglo XXI, informado e involucrado, que pregunte a los médicos por las posibles complicaciones y lo que debe hacer para reducir los riesgos», destaca Planas.

Los médicos detectan que, en ocasiones, la trascendencia del cáncer hace que se olviden otras cuestiones que también pueden ser decisivas para sobrevivir. En lugar de quedar relegadas por la enfermedad, prácticas como hacer deporte o vigilar los niveles de colesterol deben seguir siendo una prioridad.

«El cáncer no debe ser una excusa para dejar de tener un estilo de vida saludable», concluye López. De hecho, en muchas ocasiones estas actividades son el último esfuerzo necesario para culminar con éxito la compleja batalla contra el cáncer y sus peligrosas consecuencias.

junio 30/ 2015 (JANO)

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Los niveles en plasma de la proneurotensina están asociados con el desarrollo de diabetes, enfermedad cardiovascular y mortalidad total, y cáncer de mama en mujeres durante el seguimiento a largo plazo. Esta es la conclusión de un estudio que se publica recientemente en The Journal of the American Medical Association.
La neurotensina, un péptido aminoácido expresado fundamentalmente en el sistema nervioso central y el tracto gastrointestinal, regula tanto la saciedad como el crecimiento del tumor de mama a nivel experimental, pero poco se conoce sobre su papel en el desarrollo del cáncer de mama o de la enfermedad cardiometabólica en humanos. La proneurotensina es precursora de la hormona neurotensina.
El coordinador del estudio, Olle Melander, de la Universidad de Lund, en Malmo (Suecia), ha llevado a cabo este trabajo para evaluar si una concentración en plasma en ayunas de proneurotensina está asociada con el futuro riesgo de diabetes, enfermedad cardiovascular, cáncer de mama y muerte. La proneurotensina medida en plasma procedía de 4632 participantes en ayunas de la población del Estudio de Cáncer y Dieta de Malmo, examinada entre 1991 y 1994.
En mujeres
“Exclusivamente en mujeres, la proneurotensina se relacionó con la incidencia de diabetes, la enfermedad cardiovascular, el cáncer de mama, la mortalidad total y la mortalidad cardiovascular”, han señalado los autores del trabajo.
Los científicos han comentado que la elevación de la proneurotensina varios años antes del inicio de la enfermedad indica que la proneuroneurotensina podría ser un marcador de susceptibilidad a enfermedad subyacente más que una expresión de enfermedad subclínica.
octubre 9/2012 (Diario Médico)
Nota: Los lectores del dominio *sld.cu acceden al texto completo del artículo a través de Hinari.
Olle Melander, Alan S. Maisel, Peter Almgren, Jonas Manjer, Mattias Belting, Bo Hedblad, et. al. Plasma Proneurotensin and Incidence of Diabetes, Cardiovascular Disease, Breast Cancer, and Mortality. JAMA. 2012;308(14):1469-1475. doi:10.1001/jama.2012.12998

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