adulto mayor

Los doctores Adriana Ugarte y Martín Sangueza del Servicio de Patología del Hospital Obrero Nro. 1 en La Paz, Bolivia, presentan este caso de un paciente masculino, de 79 años, que presenta ampollas de gran tamaño, con contenido líquido transparente en miembros superiores e inferiores, predominantemente en pliegues y asociadas a escozor. Ampliar…

La diabetes mellitus tipo 2 es uno de los problemas de salud más preocupantes en la actualidad. Sus cifras le confieren proporción de epidemia: se estima que 246 millones de personas en todo el mundo la sufren y, si su progreso no sufre variación, se prevé que alcance la suma de 380 millones de afectados en 2025. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), representa el 90% de todos los casos y se debe, sobre todo, al sobrepeso y al sedentarismo. Hasta hace poco era particularidad de los adultos pero, en la actualidad, se diagnostica también en la infancia.

Sus síntomas son similares a los de la diabetes tipo 1 aunque, en ocasiones, se manifiestan con menos intensidad, y esto hace que se tarde más años en diagnosticar. Así, puede hacerse evidente después de años de evolución en los que no se han manifestado signos de la enfermedad. No obstante, sufrir una hiperglicemia crónica (niveles altos de glucosa en sangre), a pesar de que no provoque síntomas, induce a lesiones en los pequeños vasos sanguíneos del organismo, como en la retina, los riñones y el sistema nervioso periférico, que ocasionan ceguera, insuficiencia renal y amputaciones, respectivamente.
Diabetes en edades avanzadas

En España, la prevalencia de la enfermedad en mayores de 75 años es del 30,7% en varones y del 33,4% en mujeres, y en los mayores de 85 años de ambos sexos se acerca al 40%, como señalan los resultados del estudio di@bet.es. A este escenario hay que sumarle, según datos aportados por este mismo trabajo, que cerca del 40% de todos los casos no están diagnosticados. Esta investigación es una iniciativa del Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CIBERDEM), la Sociedad Española de Diabetes (SED) y la Federación Española de Diabetes (FED, disuelta recientemente).

Sufrir diabetes en edades avanzadas, a grandes rasgos, aumenta el riesgo de muerte prematura y discapacidad física y mental. Un anciano afectado es más vulnerable a padecer enfermedades como hipertensión arterial y las cardiovasculares, o a que se le potencien condiciones asociadas al proceso de envejecimiento, como depresión, disminución de la función cognitiva e incontinencia urinaria. Además, que la persona padezca alguna demencia, como la enfermedad de Alzheimer, hace mucho más complicado controlarla. Actuar contra la diabetes en ancianos.

Para el Dr. Ricardo Gómez Huelgas, coordinador del Grupo de Diabetes y Obesidad de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), la diabetes tipo 2 puede encuadrarse dentro de las enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento. «Esto es así porque con la edad empeoran los dos principales factores de riesgo: la falta de producción de insulina por parte de las células beta pancreáticas y la resistencia al efecto de la insulina en los diferentes órganos. En la actualidad, asistimos a un progresivo envejecimiento de la población y, además, a una epidemia de obesidad que en conjunto explican el gran número de casos que se presentan en personas ancianas», declara el especialista.

Entonces, ¿qué medidas habría que tomar para prevenirla? Para este experto, la principal es «luchar contra la obesidad y el sedentarismo. La dieta y el ejercicio son la mejor prevención, también en las personas de edad avanzada».

Así, la mejora en la calidad del cuidado del paciente anciano es una de las preocupaciones actuales de los especialistas, como también lo es optimizar el uso de los recursos diagnósticos y los tratamientos para los ancianos con diabetes. Además, a pesar de las altas cifras de incidencia en edades avanzadas, se disponen -se quejan los expertos- de pocos ensayos clínicos sobre el riesgo-beneficio del tratamiento antidiabético intensivo a largo plazo dirigidos a esta población.
junio 11/2014 (Diario Salud)

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La saliva podría utilizarse con fines diagnósticos debido a que en ella se encuentran componentes del plasma y presenta numerosas ventajas por su accesibilidad.

La saliva como fluido diagnóstico supone más ventajas frente a otros fluidos corporales, ya que es un método no invasivo, sencillo y accesible, en la que se pueden encontrar componentes plasmáticos. Por eso, un grupo de investigadores de la Universidad Europea (UE) de Madrid asegura que su uso en pacientes ancianos permitiría una mejor monitorización de enfermedades sistémicas y medicamentos.

Esta investigación forma parte de un estudio sobre la saliva que está realizando el departamento de Odontología de la UE desde 2011, donde están haciendo una revisión bibliográfica de las principales aplicaciones diagnósticas actuales de este fluido descritas hasta el momento. Concretamente se han centrado en el uso de biomarcadores salivales para el estrés, cortisol y alfa-amilasa salival, así como el estudio de la respuesta cardiovascular ante la presencia de un agente estresor.

El equipo de investigadores tomó en cuenta a los pacientes geriátricos, puesto que «se encuentran en la mayoría de los casos polimedicados, y resulta interesante poder monitorizar, el uso de mediante la saliva, medicamentos como el paracetamol o las benzodiacepinas, que son los fármacos más habituales entre los ancianos, «, afirma Carmen Martín Carreras-Presas, profesora de Patología Médica Bucofacial y Clínica Integrada de Pacientes Especiales de la UE y autora principal del estudio. Además, comenta que este grupo de pacientes «parece ser una población diana importante para implementar nuevas técnicas diagnósticas».

Menos riesgo de contagio
Por este motivo, los expertos señalan que utilizar la saliva como método diagnóstico supondría mayores beneficios tanto para profesionales sanitarios como para los pacientes. «La saliva se puede recoger de manera sencilla, y de forma no invasiva, de manera que el paciente está más cómodo y además se podría minimizar el riesgo de contagio de enfermedades como el VIH o la Hepatits C en facultativos».

De hecho, según este trabajo, en la actualidad se utilizan los análisis de saliva de forma rutinaria en controles policiales o estudios forenses debido a que numerosos componentes del plasma se pueden encontrar en la saliva, incluso ciertas hormonas, como el cortisol. En el estudio, los autores señalan que se ha demostrado que el 27 %  del proteoma salival coincide con el proteoma plasmático.

«También se ha descrito la utilización de saliva para identificar enfermedades infecciosas víricas (VIH, Hepatits, Herpes simple, Rubeola, Sarampión), fúngicas (Candidiasis) y bacterianas (Caries, Enfermedad Periodontal, Helicobacter Pylori), enfermedades cardiovasculares, cáncer, celiaquía o fibrosis quística, entre otras», añade Martín.

Sin embargo, tal y como reflejan las conclusiones del trabajo, la saliva no se utiliza normalmente como indicador de salud, y la implantación de una teconología diagnóstica supone un reto a causa de su dimensión económica. «Se están desarrollando nuevas tecnologías que eliminarán la necesidad de los análisis por radioinmuniensayo o enzimoinmunoensayo, obteniéndose los resultados directamente con una pequeña muestra de saliva mediante biosensores y biochips», puntualiza la autora.
agosto 5/2013 (Diario Médico)

La hiperglicemia está asociada con un mayor riesgo de cáncer colorrectal, según un estudio dirigido por investigadores del Albert Einstein College of Medicine, de la Universidad de Yeshiva, en Estados Unidos. Los resultados, basados en una muestra de cerca de 5000 mujeres posmenopáusicas, fueron publicados en el British Journal of Cancer. Según la Sociedad Americana del Cáncer, el cáncer colorrectal es el tercero más diagnosticado y la tercera causa de muerte por cáncer en hombres y mujeres en los Estados Unidos. Las estadísticas compiladas por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) en el 2007 (el año más reciente para el cual hay cifras disponibles) muestran que 142 672 estadounidenses son diagnosticados con cáncer colorrectal anualmente. La nueva investigación involucró a mujeres inscritas en un estudio sobre cáncer y salud del Instituto Nacional de Salud, a las que se midieron sus niveles de azúcar en sangre en ayunas y los niveles de insulina al inicio del estudio, y luego varias veces más durante los siguientes 12 años. Al final del período de 12 años, 81 mujeres habían desarrollado cáncer colorrectal. Los investigadores observaron que los niveles elevados de glucosa en la línea de base fueron asociados con un mayor riesgo de cáncer colorrectal, y que las mujeres agrupadas en el tercio más alto de los niveles de glucosa en la línea de base tuvieron casi el doble de probabilidades de desarrollar cáncer colorrectal que las mujeres en el tercio más bajo. Los resultados fueron similares cuando los científicos examinaron los niveles de glucosa en el tiempo. Por otro lado, no se encontró asociación entre los niveles de insulina y el riesgo de cáncer colorrectal. La obesidad, que suele ir acompañada de niveles elevados de insulina y glucosa, es un factor de riesgo conocido para el cáncer colorrectal; los investigadores daban por seguro que la obesidad influía en el riesgo de desarrollar este tipo de cáncer debido a los niveles elevados de insulina que produce. Sin embargo, el nuevo estudio sugiere que el impacto de la obesidad en este tipo de cáncer puede ser debido a niveles elevados de glucosa. «El próximo reto es encontrar el mecanismo por el cual los niveles crónicamente elevados de glucosa pueden conducir al cáncer colorrectal», afirma el doctor Geoffrey Kabat, epidemiólogo y autor principal del artículo, quien agrega que «es posible que los niveles elevados de glucosa estén vinculados a factores de crecimiento y factores inflamatorios que estimulen el crecimiento de pólipos intestinales, algunos de los cuales más tarde se convierten en cáncer».
Diciembre 4/2011 (JANO.es)

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Un equipo de Suiza que entrevistó a más de 500 adultos mayores con insuficiencia cardíaca halló que tres cuartos preferirían vivir más tiempo con síntomas que vivir menos pero sin síntomas.
«Los resultados me sorprendieron bastante», dijo el autor principal, doctor Hans-Peter Brunner-La Rocca, del Hospital de la Universidad de Basilea, en Suiza.
«Cuando los pacientes llegan a una edad en la que se percibe más la probabilidad de morir en cualquier momento, la supervivencia sería lo más importante», agregó Brunner-La Rocca, que también trabaja en el Instituto de Investigación Cardiovascular del Centro Médico de Universidad de Maastricht, en Holanda.
La insuficiencia cardíaca es una enfermedad crónica e incurable en la que el corazón no puede bombear suficiente sangre a todo el organismo. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por su sigla en inglés), afecta a 6 millones de estadounidenses.
Los síntomas son disnea, fatiga, debilidad, inflamación de las piernas y los pies, y pérdida de la capacidad de caminar o hacer ejercicio. La presión alta, la enfermedad coronaria o la diabetes van debilitando el músculo cardíaco, lo que puede causar insuficiencia cardíaca.
El equipo entrevistó a 555 pacientes con insuficiencia cardíaca (la mayoría tenía 70 u 80 años) sobre sus preferencias para el final de la vida. Los autores repitieron la encuesta al año y, de nuevo, al año y medio.
Al inicio del estudio, el 74 % dijo que no cambiaría un año más de vida con excelente salud por dos años más de vida con el estado de salud actual.
Al año, el 80 % expresó que cedería tiempo de vida a cambio del alivio de los síntomas y a los 18 meses, muy pocos habían cambiado de idea.
Al preguntarles si querían recibir maniobras de resucitación cardiopulmonar (RCP) durante una crisis, un tercio dijo que no quería ser resucitado. Pero aun en quienes tenían la indicación «no resucitar» en la historia clínica, un tercio expresó que sí desearía recibir RCP.
El doctor Eugene Storozynsky, del Centro Médico de la University of Rochester, señaló que la muestra estudiada representaba un amplio rango de pacientes con insuficiencia cardíaca, desde aquellos con pocos síntomas hasta personas con problemas mucho más severos.
Para los pacientes con formas más leves de la enfermedad, los síntomas no serían tan malos como para ceder un poco de tiempo de vida a cambio de mejor calidad de vida.
En cambio, los pacientes con insuficiencia cardíaca muy avanzada quedan internados varias veces en un período breve debido a los síntomas. «La expectativa de vida sería de seis meses o menos sin el uso de terapias avanzadas», precisó.
«A los participantes del estudio no les molestaban tanto los síntomas, de modo que los definiría como no tan enfermos como aquellos con insuficiencia cardíaca avanzada», manifestó Storozynsky.
Los participantes que dijeron que cederían el alivio de los síntomas a cambio de más tiempo de vida tendían a ser mayores, generalmente mujeres y tenían más síntomas, lo que sugiere que los pacientes modificarían el manejo de la enfermedad con los años.
«Deberíamos conversar con los pacientes sobre todos los estadios de la insuficiencia cardíaca para que sepan que en la etapa más avanzada se les acortará la vida. Y no para asustarlos, sino para informarlos y adaptar el tratamiento a sus deseos», finalizó el experto.
Diciembre 1 /2011(Intramed)

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