Los últimos 50 años han transcurrido dentro de una era de innovación tecnológica que converge con la cultura, ahora dominante, de probar hipótesis utilizando ensayos clínicos y metodología de cohortes de casos con análisis estadístico riguroso. Se han realizado grandes avances en el diagnóstico precoz y, especialmente, en una terapia primaria menos tóxica y desfigurante.
Muchos de los avances en patología se han realizado de conjunto con los esfuerzos para apoyar iniciativas clínicas, mejorar la confiabilidad del diagnóstico y traducir los descubrimientos de la ciencia básica en pruebas que estratifican el manejo del paciente. Los patólogos, con el apoyo de epidemiólogos, han liderado avances significativos en la descripción y la importancia clínica de la enfermedad mamaria benigna.
Pero a pesar de los considerables esfuerzos, la cura del cáncer de mama aguarda una mejor comprensión de la fisiopatología de la metástasis. Estamos ahora al borde de una nueva era de la tecnología, en la que se pueden utilizar potentes ensayos genómicos para identificar los objetivos de la terapia y definir los mecanismos de progresión de la enfermedad.
Por lo tanto, los patólogos deben participar activamente para garantizar que los descubrimientos en este ámbito se optimicen asegurando la asociación con la correlación histológica adecuada y los criterios de valoración clínicos válidos.
Cabe señalar que la conexión entre la biología tumoral y la medicina clínica ha sido históricamente frágil, lo que refleja la separación entre el escenario de trabajo y las esferas de la publicación. Y los patólogos tienen un papel especial en el mantenimiento de este vínculo crucial.
Vea el artículo completo en:
Haga un comentario