agosto 2010 Archivos

Los implantes de células madre pluripotentes adultas (iPS) en lesiones en la médula ósea fueron probados por investigadores japoneses, publica la más reciente edición de los Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
En el estudio preliminar los científicos lograron diferenciar las células del sistema nervioso y formar cúmulos llamados neuroesferas, capaces de regenerar tejidos dañados.
El fisiólogo Hideyuki Okano y sus colegas de la Escuela Universitaria de Medicina Keio, en Tokio, autores del estudio, afirman que las iPS necesarias para un transplante se pueden obtener del propio paciente, lo que evitaría el rechazo.
En investigaciones anteriores Okano y su equipo comprobaron que era posible diferenciar las células causantes de cáncer y las que no, mediante implantes en ratones inmunodeficientes.
Ambos grupos mostraron mejorías al recuperar, en solo semanas, la movilidad parcial, pero los casos a los que se les aplicó el tratamiento con células malignas, desarrollaron tumores y sus funciones motoras volvieron a deteriorarse.
A juicio de los especialistas esta práctica podría convertirse en una terapia prometedora y se espera que en 10 años inicien los primeros ensayos clínicos humanos en pacientes con daños en la espina dorsal usando células iPS.
Uno de los ejemplos significativos de este tipo de terapia se llevó a cabo en Maryland, Estados Unidos, los científicos implantaron células fetales en la espina dorsal de pacientes con esclerosis lateral amiotrófica, enfermedad degenerativa que provoca parálisis muscular progresiva.
Hasta la fecha las pruebas se encuentran en su primera fase, pero los expertos se proponen comprobar la viabilidad de esos transplantes, con el objetivo de detener las lesiones que causan diversas enfermedades.
Washington, julio 28 (PL).

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Una molécula llamada semaforina E3 regula la diseminación o metástasis en algunos tumores y bloqueándola se puede evitar que el cáncer se difunda en el organismo.
La investigación fue realizada por el Instituto para la Investigación y la Cura del Cáncer de Candiolo, Turín, Piamonte, lo publica The Journal of Clinical Investigation (JCI).
Las semaforinas son una gran familia de moléculas que regulan la migración de las células.
En estudios precedentes el grupo piamontés, conducido por Luca Tamagnone, descubrió que también los tumores tienen semaforinas propias, que a su vez están implicadas en la proliferación de metástasis por el organismo.
“Cuando una de estas moléculas, la semaforina E3, es muy abundante en los tumores -escriben los investigadores-, éstos son particularmente invasores, y forman metástasis”.
Según el estudio, esta particular semaforina es un indicador óptimo de la posibilidad de metástasis para el melanoma y para el tumor de colon de recto, y ya se están experimentando medicinas en grado de bloquear la acción de ésta, actuando sobre algunas proteínas que participan en el mecanismo.
En el mismo número de la revista se publica otro estudio del Instituto Candiolo, que es financiado por la fundación piamontesa para la investigación sobre el Cáncer de la Universidad de Turín: los investigadores, guiados por Alberto Bardelli, descubrieron que el Everolimus, un fármaco usado hasta ahora para el carcinoma de riñón, es eficaz también en los de colon que presentan una variante genética particular.
Roma, 29 de julio (ANSA)

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El gran avance de la ciencia marcado por la primera secuenciación del genoma humano en el año 2000 abrió a los investigadores un nuevo campo de exploración, el de unas 21 000 proteínas del cuerpo humano con sus interacciones y el eventual papel que juegan en enfermedades como el cáncer.
Tal es el objetivo de un programa internacional de investigación International Interactome Initiative o Tripe I que los investigadores rebautizaron i cube, piloteado por el canadiense Benoit Coulombe, director del laboratorio de transcripción genética y proteómica del Instituto de Investigaciones Clínicas de Montreal.
“Con la secuenciación del genoma, obtuvimos una lista de todas las proteínas que forman el cuerpo humano, conocemos su secuencia a través de la del ADN que las codifica, pero en gran proporción, estas proteínas nunca fueron vistas ni estudiadas”, explica el biólogo.
Estudiando algunas proteínas que pueden estar implicadas en una enfermedad de la piel, por ejemplo, se descubrió una nueva, responsable de una forma específica de la enfermedad.
Esta investigación es fundamental para encontrar un día el tratamiento correcto. Ya que, aunque se conozca el gen culpable de la enfermedad, es imposible, hasta ahora, modificar el ADN en todas las células. Pero se puede actuar sobre las proteínas dando con la molécula química correcta, explica el biólogo.
Si una proteína puede volverse “mala” por causa de un “mal” código genético en el ADN, tal evolución puede tener otra causa, epi-genética, por ejemplo una enzima que la modifica.
El “triple I” es un programa que implica a laboratorios canadienses, estadounidenses, austríacos, alemanes y suizos. Cada grupo de investigadores hace los mismos experimentos con treinta proteínas y luego comparan los resultados.
“Los especialistas del genoma se interesan en los genes, los médicos en las enfermedades, nuestra investigación es sobre el espacio desconocido entre los dos”, agrega. Montreal, julio 28 (AFP)

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