La psiquiatría cubana en tiempos de COVID-19

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En el siguiente artículo, confeccionado por la Dra. Annia Duany Navarro, Jefa del Grupo Nacional de Psiquiatría; se muestran algunas de las acciones que como parte del Plan Nacional para el Enfrentamiento a la COVID -19, se concibieron para el área de la Salud Mental.

Durante el transcurso del año 2020 el mundo ha estado azotado por la pandemia producida por la enfermedad de la COVID-19, originada por el virus SARS Cov-2, un nuevo tipo de coronavirus. Esta afección es todo un desafío para los sistemas de salud, y la economía de muchos países. La psiquiatría cubana también participa de esta batalla

Por las características de la enfermedad, desde muy temprano la Organización Mundial de la Salud (OMS), planteó que la salud mental era uno de los factores que había que proteger y dedicar recursos, pues no solo se debía preocupar por las personas con trastornos mentales que podían ser más vulnerables (adultos mayores) a la infección por coronavirus, sino también visualizar la atención a los profesionales del sector sanitarios por el número de profesionales que enfermaban, el estrés que producía la atención a los pacientes graves con esta enfermedad, y la alta demanda de los servicios de terapia.

Cuba, preparó un Plan Nacional para el Enfrentamiento a la COVID -19, en el cual se incluían acciones para todos los ámbitos de la sociedad, liderado por el Ministerio de Salud Pública. Como parte del plan siempre estuvieron concebidas las tareas de la salud mental. Para dar salida a las mismas se creó un Programa de apoyo psicosocial, a desarrollarse en todos los niveles de atención, enfocados en los diferentes grupos poblacionales, los profesionales de la salud vinculados al trabajo de los pacientes sospechosos y positivos y a las personas convalecientes de la infección por el SARS Cov-2.

Este programa contiene actividades preventivas, asistenciales, terapéuticas, de rehabilitación y de investigación. Por la novedad de esta enfermedad y los vacios de conocimiento alrededor de ella, se decidió desde un inicio que los resultados de las investigaciones nacionales e internacionales, las sugerencias de OMS/OPS, se tendrían en cuenta para realizar las actualizaciones y modificaciones que fueran necesarias.

En la Atención Primaria de Salud (APS) se mantuvieron abiertos todos los servicios de la salud mental, dígase, los equipos de los policlínicos, los Departamentos de Salud Mental (DSM) de cada municipio, encargados de garantizar la atención, seguimiento, tratamiento de las personas y familiares con trastornos mentales, así como, dar respuesta a las demandas de sus áreas de cobertura asistencial, de las personas que dada las nuevas circunstancias de aislamiento social, que trajo el enfrentamiento a esta enfermedad, mostrarán o sintieran la necesidad de atención especializada.

A este nivel también se estableció la alternativa de atención telefónica por personal calificado, con el objetivo fundamental de mantener la atención y seguimiento con las personas que se encontraban en los grupos de psicoterapia en el momento en que aparecieron las restricciones por la enfermedad, pues los grupos psicoterapéuticos suspendieron su funcionamiento en todos los niveles de atención. Cuando se produjo la descompensación de pacientes con patologías crónicas se utilizó con mayor frecuencia la alternativa del ingreso domiciliario, con apoyo de los médicos y enfermeras de los consultorios, para evitar la movilidad de las personas.

Una actividad asistencial nueva incluida en el programa, fue la atención a los centros de aislamiento, diseñados para la vigilancia y cuidado de las personas sospechosas de COVID-19 por ser contacto de positivos. Estas instituciones contaban con personal especializado, para brindar atención cuando fuera demandada tanto por las personas de forma directa o por los demás profesionales que atendían a los pacientes.

El nivel de atención secundaria, conformado por los servicios de psiquiatría de los hospitales clínico-quirúrgicos y los hospitales pediátricos, mantuvieron la funcionabilidad con el mínimo de personal de los servicios; además fueron los responsables de garantizar la asistencia médica a las urgencias psiquiátricas, y de la hospitalización de los pacientes que así lo requirieran para lograr su estabilidad clínica o evolutiva, se mantuvo la psiquiatría de enlace. Se garantizó la realización de PCR (prueba para diagnóstico confirmado de COVID-19) a todos los pacientes y familiares con sospecha epidemiológica y/o clínica que ingresaron en los servicios de psiquiatría.

En los hospitales designados para la atención a los positivos se planificó la participación de los especialistas de psiquiatría como parte de las tripulaciones (sistema de trabajo establecido por el MINSAP) los cuales no solo debían asistir las intercurrencias posibles de los pacientes con trastornos mentales que ingresaran y otras demandas psicopatológicas presentes en los positivos, sino que también formaron parte de los profesionales que brindaban asistencia médica en la zona roja.

Los hospitales psiquiátricos por contar con una población de alta vulnerabilidad por sus características psicopatológicas, la limitación para muchos de los pacientes de la compresión y cumplimiento del uso permanente del nasobuco o mascarilla (medida preventiva fundamental), así como la edad avanzada de muchos pacientes donde existe comorbilidad entre las llamadas enfermedades crónicas y los trastornos mentales ( por lo que la presencia de la infección por SARS-Cov2 sería una sindemia), se consideró en el programa de apoyo psicosocial limitar los ingresos en las salas de agudo y larga estadía en estas instituciones.

Se mantuvo la atención a la urgencia psiquiátrica en los hospitales especializados que siempre tuvieron este servicio, a los pacientes que eran tributarios de ingreso hospitalario, se les realizaba PCR y de ser negativo, ingresaban en una sala temporal por un periodo entre 10-14 días en observación para advertir si aparecía alguna sintomatología relacionada con COVID -19.

Al calificar la mayoría de los pacientes de los hospitales psiquiátricos como vulnerables, entre abril y mayo, se les aplicó tratamiento preventivo al 100% de la población interna con Biomodulina, los trabajadores se protegieron con PrevengHoVir, además de reforzar todo el control del cumplimento de las medidas higiénicas establecidas. La efectividad de esta acción ha traído como consecuencia que no enfermara ningún paciente de estas instituciones en el país.

A pesar del control que hay en Cuba con esta enfermedad, y como parte del tránsito a la nueva normalidad, se mantiene el riesgo para la población de pacientes en estas instituciones, por lo que se decidió hacer un nuevo ciclo de aplicación del tratamiento con Biomodulina y mantener como requisito para el ingreso a estos centros, la realización de un PCR, cuyo resultado negativo permitirá la hospitalización.

Como parte de este programa también se crearon herramientas para el apoyo psicológico del personal de la salud, consistentes en productos comunicativos. La línea 103 de consejería telefónica, antes dedicada a atención de los problemas de las adicciones, diversificó sus temáticas, se incluyeron todos los temas de la salud mental, la cual funciona las 24 hrs del día, los siete días de la semana, de 8am-4pm de forma provincial y luego de ese horario con enlace para cobertura nacional.

En relación con los convalecientes se aprobaron tres investigaciones nacionales que incluyen todos los grupos de edades, en las cuales se seguirán por un periodo de un año al total de personas que padecieron la enfermedad, y consientan participar en las mismas. Estos estudios tiene como propósito la búsqueda de psicopatologías y secuelas en el área de la salud mental de los participantes. Los convalecientes que requieran atención especializada la recibirán con su correspondiente seguimiento, con independencia de su participación o no en las investigaciones que se desarrollan.

Las nuevas modificaciones a los protocolos de atención para la COVID-19, trasladan a la APS parte de la asistencia que se brindaba con anterioridad en los centros de aislamiento, al ingresar los sospechosos y viajeros en los hogares, lo que incrementa la exposición al riesgo de un grupo de profesionales de este nivel de atención, por lo cual los equipos de salud mental y los DSM de los territorios deben garantizar además de la atención a la población, el programa de apoyo psicológico destinado a los profesionales que asuman esta actividad.

Los desafíos para los profesionales de la psiquiatría se mantendrán durante mucho tiempo, debido a las características de esta nueva enfermedad. A esto se le agrega las afectaciones económicas reconocidas que produce la misma, lo que afecta a las familias (factor de riesgo para la aparición de psicopatología). Estas condiciones aunque minimizadas en nuestro país por las políticas sociales, son realidades a enfrentar. Otro factor es el relacionado con la migración, por los muchos cubanos que quedaron varados por la pandemia y retornan enfermos, los familiares que viven en el exterior que enfermaron, murieron, o están en condiciones económicas que les impiden viajar a visitar a sus seres queridos en Cuba, y por último no menos importante, el incremento de medidas prohibitivas impuestas por el gobierno de los Estados Unidos como parte de arreciar el Bloqueo a la isla.

Los equipos de salud mental conformados por especialistas de varias profesiones, ante la nueva normalidad además de contribuir a la estabilidad de las personas con trastornos mentales tenemos otras objetivos entre los que se encuentran: contribuir a una afectividad positiva, a la responsabilidad del control de las enfermedades crónicas no transmisibles, a tener pensamientos de aceptación y comprensión de la nueva realidad, que impone de modificaciones prolongadas en el tiempo de la forma de relacionarnos, las condiciones de trabajo y la recreación. Aceptar el uso del nasobuco, el distanciamiento físico, y la desinfección de las manos como medidas sanitarias imprescindibles para mantener controlada esta enfermedad. Es decir, cambiar estilos de vidas y así poder disfrutar de lo que hacemos, cumplir los planes personales y familiares trazados, en lo que la ciencia encuentra una forma más efectiva de control a la COVID-19.

Dra. Annia Duany Navarro Dr. C http://http//orcid.org/0000-0003-1978-5234
Especialista en 2do grado en Psiquiatría.
Profesora e Investigadora Auxiliar
Jefa del Grupo Nacional de Psiquiatría
Hospital Docente Clínico Quirúrgico Dr. Salvador Allende

 

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