El concepto de estrés impregna nuestra cultura en múltiples niveles. Se trata de un estado exigente, a veces abrumador, acompañado de emociones negativas.
Ha sido descrito como la respuesta de «lucha o huida» ante una amenaza (respuesta adaptativa a un estímulo ambiental). En la actualidad, se lo considera una respuesta biológica negativa, resultante de varios mecanismos adaptativos que mejoran la supervivencia.
Se acepta que la biología del estrés no es simplemente un «sistema de emergencia», sino, más bien un proceso continuo: el cuerpo y el cerebro se adaptan a las experiencias diarias, estresantes o no. En la respuesta alterada, se produce una falta o falla de adherencia al ciclo circadiano y al entorno, lleno de gente, ruidos y peligros. El estrés crónico incontrolable no solo es negativo, sino que puede volverse tóxico, dañando la salud física y psíquica. Por eso, se ha diferenciado el «estrés bueno» del «estrés malo».
En esta visión se acepta el concepto de alostasis y carga/sobrecarga alostática, la cual se refiere al proceso activo de adaptación y mantenimiento de la estabilidad (u homeostasis) mediante la producción de mediadores (cortisol) que promueven la adaptación. Sin embargo, si las perturbaciones en el medio ambiente son implacables, el punto de ajuste del equilibrio debe ser modificado a una «nueva normalidad”, lo que puede ser costoso para el organismo.
La “carga alostática” se refiere al precio que paga el cuerpo por estar obligado a adaptarse a situaciones psicosociales o físicas adversas.» Este concepto implica que el cerebro, como centro de la respuesta a la experiencia, integra información sobre el entorno interno y externo y da forma a las respuestas, tanto sistémicas como conductuales.
El cerebro es un órgano vulnerable que puede dañarse por estrés tóxico, pero también posee plasticidad adaptativa y poder de resiliencia. Las adaptaciones neuronales al medio ambiente se acumulan durante toda la vida, y la función cerebral posterior, en la vida, resulta de las experiencias y alteraciones epigenéticas ocurridas desde antes mismo de la concepción. Son de gran importancia el nivel molecular, los circuitos neuronales y el nivel endócrino.
Igualmente, los trastornos psiquiátricos, adictivos y neurológicos suelen ser desencadenados o agravados por factores estresantes de la vida. La biología del estrés representa un trampolín para la investigación traslacional en toda la gama de trastornos cerebrales.
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Nuevos aportes al concepto del estrés, implicanciones del estrés en los trastornos afectivos y otros padecimientos
Autor/a: Bruce S. McEwen, Huda Akil
The Journal of Neuroscience, January 2, 2020 • 40(1):12–21
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