La idea de que algunas personas pueden tener sobrepeso o ser obesas y aún así permanecer sanas es un mito, según un nuevo estudio canadiense.
Incluso sin hipertensión, diabetes u otros problemas metabólicos, las personas con sobrepeso y obesas tienen unas tasas más altas de muerte, ataque cardiaco y accidente cerebrovascular tras 10 años, en comparación con sus contrapartes más delgadas, hallaron los investigadores. «Estos datos sugieren que el aumento en el peso corporal no es una afección benigna, incluso ante la ausencia de anomalías metabólicas, y contradicen el concepto de obesidad sana u obesidad benigna», advirtió el investigador, el Dr. Ravi Retnakaran, profesor asociado de medicina de la Universidad de Toronto.
Los términos obesidad sana y obesidad benigna se han utilizado para describir a las personas que son obesas pero que no presentan las anomalías que típicamente acompañan a la obesidad, como la hipertensión, la glucemia alta y el colesterol alto, explicó Retnakaran. «Hallamos que los individuos obesos metabólicamente sanos de hecho están en mayor riesgo de muertes y eventos cardiovasculares a largo plazo, en comparación con los individuos metabólicamente sanos con un peso normal», añadió.
Es posible que las personas obesas que parecen ser metabólicamente sanas tengan unos niveles bajos de algunos factores de riesgo que empeoran con el tiempo, sugieren los investigadores en el informe, publicado en la edición en línea del 3 de diciembre de la revista Annals of Internal Medicine.
El Dr. David Katz, director del Centro de Investigación en Prevención de la Universidad de Yale, se alegró del informe. «Dada la atención reciente que ha recibido la ‘paradoja de la obesidad’ en la literatura profesional y en la cultura popular, se trata de un trabajo muy oportuno e importante», aseguró Katz. (La paradoja de la obesidad sostiene que ciertas personas se benefician de la obesidad crónica).
Algunas personas obesas parecen sanas porque no todo aumento de peso es nocivo, apuntó Katz. «Depende en parte de los genes, en parte de la fuente de las calorías, en parte de los niveles de actividad y en parte de los niveles de hormonas. El aumento de peso en las extremidades inferiores entre las mujeres más jóvenes tiende a ser metabólicamente inocuo, mientras que el aumento de peso como grasa en el hígado puede ser nocivo a niveles muy bajos», señaló Katz.
Pero varias cosas funcionan para aumentar el riesgo de ataque cardiaco, ACV y muerte con el tiempo, añadió. «En particular, la grasa en el hígado interfiere con su función y con la sensibilidad a la insulina», apuntó Katz. Explicó que esto inicia un efecto dominó. «La insensibilidad a la insulina hace que el páncreas compense aumentando la producción de insulina. Unos niveles más altos de insulina afectan a otras hormonas en una cascada que provoca inflamación. Las hormonas de lucha o huída son afectadas, aumentando la presión arterial. La disfunción hepática también daña los niveles de colesterol en sangre», advirtió Katz.
En general, las cosas que las personas hacen para lograr una mejor condición física y salud tienden a adelgazarlas, añadió. «Las prácticas del estilo de vida que conducen al control de peso a largo plazo en general también conducen a una mejor salud total. Me gusta el enfoque en hallar la salud en lugar del enfoque en perder peso», anotó Katz.
Para el estudio, el equipo de Retnakaran revisó ocho estudios que observaron a las diferencias entre las personas obesas o con sobrepeso y a las personas más delgadas en términos de su salud y el riego de ataque cardiaco, ACV y muerte. Los estudios incluyeron un total de más de 61,000 personas.
En estudios con un seguimiento de una década o más, los que tenían sobrepeso o eran obesos pero no presentaban hipertensión, enfermedad cardiaca ni diabetes seguían experimentando un aumento del 21 por ciento en el riesgo de ataque cardiaco, ACV y muerte durante 10 o más años, en comparación con las personas con un peso normal, hallaron los investigadores.
Se observó un mayor riesgo de ataque cardiaco, ACV y muerte entre todos los que tenían enfermedad metabólica (como el colesterol y la glucemia altos), independientemente del peso, anotaron los investigadores. Como resultado, todos los médicos deben considerar tanto la masa corporal como las pruebas metabólicas al evaluar los riesgos de una persona, concluyeron los investigadores.
Tomado de HealthDay
Los lectores comentan