Montserrat Otero, doctora en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la UPV/EHU, ha diseñado un programa de ejercicio físico, basado en materiales muy básicos y rudimentarios, que mejora significativamente la fuerza de las extremidades superiores e inferiores de mujeres con osteoporosis posmenopáusica, así como su equilibrio estático y dinámico.
La osteoporosis es un trastorno de la estructura ósea caracterizado por una alteración de la resistencia del hueso, que aumenta el riesgo que tiene una persona de sufrir fracturas. En el caso de las mujeres, a partir de los 35 años, por primera vez en la vida, la tendencia natural es perder hueso. A partir de la menopausia, se puede sufrir además una aceleración de dicha pérdida.
Una de las principales dificultades en el diagnóstico de esta enfermedad es que la pérdida de masa ósea que se produce en la osteoporosis es progresiva y no provoca dolor. El hueso se vuelve tan frágil que un traumatismo mínimo puede generar una fractura. Por este motivo, la mayoría de las personas no son conscientes de que tienen los huesos debilitados hasta que sufren una fractura. Y es en ese momento cuando la enfermedad produce deformidades en el hueso y dolor, así como diferentes alteraciones crónicas.
Efectos de la práctica de ejercicio físico
Una de las principales actuaciones que se fomenta desde las diferentes entidades gubernamentales en la lucha contra la osteoporosis, respaldada también por evidencia científica, se centra en la prevención de las caídas mediante la práctica de ejercicio físico. Pero uno de los hándicaps más importantes de las entidades para activar programas de ejercicio físico dirigidos a este tipo de personas es el aspecto económico. Hay muy pocos estudios que avalan y que estadísticamente han conseguido obtener mejoras significativas con materiales muy básicos y sin necesidad de una maquinaria sofisticada, en ocasiones inaccesible debido al coste económico que supone. Es precisamente el objetivo que se ha marcado Montserrat Otero en su tesis doctoral, el de constatar si un programa de ejercicio físico con materiales básicos (botellas llenas de arena, canicas y piedra, cuerdas, sillas…) puede mejorar la fuerza de las extremidades superiores e inferiores y el equilibrio estático y dinámico de mujeres con osteoporosis postmenopáusica. Un ejercicio físico que tenga como objetivos principales la mejora de los niveles de fuerza muscular y equilibrio, ya que niveles bajos de estos componentes de la condición física han sido identificados como factores de riesgo de las caídas.
Para ello, Otero ha estudiado 68 mujeres con osteoporosis posmenopáusica, de edades comprendidas entre 50 y 72 años, de las cuales 34 fueron asignadas de forma aleatoria al Grupo Ejercicio y 34 al Grupo Control. Las participantes del Grupo Ejercicio siguieron un programa de ejercicio físico supervisado de entrenamiento de la fuerza y del equilibrio. Este programa tuvo una duración de seis meses, en los que se realizaron 72 sesiones de 60 minutos de duración cada una, consistentes en la realización de 5 a 8 ejercicios de equilibrio y de 8 a 12 ejercicios de fuerza por sesión. El Grupo Control no participó en el programa de ejercicio físico, pero sí realizó los tests de fuerza y equilibrio antes y después del mismo.
Al inicio del programa, no hubo diferencias significativas entre los dos grupos en ninguna de las variables. Sin embargo, tras la intervención, la fuerza de las extremidades superiores e inferiores de los grupos fue sensiblemente distinta. «El Grupo Ejercicio mejoró de forma significativa su rendimiento de fuerza muscular de las extremidades superiores e inferiores, mientras que el Grupo Control empeoró significativamente en ambas variables», explica Otero. Respecto a la variable del equilibrio, el Grupo Ejercicio experimentó una significativa mejora tras la intervención.
Otero concluye que un programa de ejercicio físico basado en ejercicios de fuerza de baja intensidad y ejercicios en los que interviene el equilibrio tanto estático como dinámico, llevado a cabo con una frecuencia semanal de tres días, en sesiones de una hora de duración durante 6 meses, produce mejoras significativas en la fuerza muscular de las extremidades superiores e inferiores, y en el equilibrio estático y dinámico en mujeres con osteoporosis postmenopáusica. Por ello, «en el caso de no tener acceso a materiales sofisticados debido al coste económico que suponen, hoy en día sabemos que, aun no teniendo eso, podemos disminuir los factores de riesgo de la principal consecuencia de dicha enfermedad, que son las caídas», subraya Otero.
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