La actividad física reduce los niveles de estrógeno en las mujeres mayores, afirma un estudio.
Las mujeres mayores que son físicamente activas tienen unos niveles más bajos de estrógeno y sus productos derivados en el organismo, lo que quizá explique por qué el ejercicio puede reducir el riesgo de cáncer de mama.
Los investigadores han relacionado desde hace tiempo el ejercicio con un riesgo menor de cáncer de mama para las mujeres que han pasado por la menopausia, en la creencia de que funciona, parcialmente, al reducir el nivel de estrógeno. Un mayor nivel de estrógeno puede aumentar el riesgo de cáncer de mama.
El nuevo estudio proporciona más pistas sobre el modo en que el ejercicio puede resultar protector, afirmó Cher Dallal, asociada de prevención del cáncer del Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU. Dallal presentó los hallazgos en la reunión anual de la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer (American Association for Cancer Research), en Washington, D.C. Debido a que este estudio se presentó en una reunión médica, sus datos y conclusiones deben ser considerados como preliminares hasta que se publiquen en una revista revisada por profesionales.
«Nuestro objetivo era intentar comprender mejor cómo la actividad física puede afectar en el nivel de estrógeno», explicó Dallal. Evaluó a 540 mujeres polacas, de 40 a 74 años de edad, que participaban como pacientes sanas de control en el Estudio Polaco sobre Cáncer de Mama del NCI. Ninguna de las pacientes estaba en tratamiento hormonal.
Las mujeres participaron en una variedad de actividades físicas. Durante siete días, llevaron en la cintura un dispositivo llamado acelerómetro mientras estaban despiertas que midió toda la actividad. Las mujeres también entregaron muestras de orina cada 12 horas. Dallal midió las hormonas estradiol y estrona, junto con un varios productos derivados, o metabolitos, del estrógeno en la orina. «La actividad física se asoció con un nivel más bajo de los estrógenos principales», comentó. La actividad también se asoció con un aumento del metabolismo de algunos productos derivados, descubrió. «El incremento de la actividad global parece aumentar el metabolismo del estrógeno», afirmó. «Esta es la primera vez que hemos podido evaluar estos 15 metabolitos».
Utilizar los acelerómetros proporciona una idea mucho más precisa de la actividad realizada durante el día que los otros métodos, como, por ejemplo, que las mujeres informen sobre el ejercicio que hicieron, afirmó Leslie Bernstein, profesora y directora de etiología del cáncer en el Centro Oncológico Integral City of Hope en Duarte, California.
Bernstein no participó en el estudio, pero fue una de las primeras en estudiar el ejercicio como modo de reducir la exposición al estrógeno y el riesgo de cáncer de mama. Este nuevo estudio, comentó, «simplemente añade más evidencia sobre el hecho de que se trata de un mecanismo con el que se reduce el riesgo de cáncer de mama. Se produce una excreción más baja de las hormonas, lo que significa que se producen menos. Sin embargo, todavía no se ha probado».
Pero, indicó, «sabemos que las hormonas juegan un papel importante en el riesgo de cáncer de mama. Esta es la primera vez que tenemos una fuerte evidencia de que la actividad física medida reduce los niveles hormonales. Nos ayuda a comprender lo que está ocurriendo y cómo está funcionando».
Eso no significa, sin embargo, que la actividad física no reduzca también dicho riesgo de otras maneras, como, por ejemplo, mejorando el metabolismo de la insulina, indicó. Se ha relacionado un nivel más alto de insulina con algunos cánceres, entre los que se incluye el cáncer de mama.
El ejercicio también ayuda a controlar el peso. La mayoría del estrógeno proviene del tejido graso después de la menopausia, y el hecho de tener más tejido graso aumenta el nivel de estrógenos y, a su vez, el riesgo de cáncer de mama.
Algunos investigadores también están considerando la idea de si la actividad física puede mejorar la capacidad de reparar el ADN, lo que quizá explicaría la reducción del riesgo de cáncer, explicó Bernstein.
La moraleja para las mujeres a partir de la nueva investigación sería hacer ejercicio, afirmó. Las mujeres que no han sido activas deberían consultar primero con su médico, y entonces, tras tener el visto bueno de su médico, empezar a hacer ejercicio que «ponga algo de tensión en el cuerpo», como puede ser el caminar a paso vivo, sugirió.
Tomado de HealthDay
Los lectores comentan