Datos aportados por centros especializados de la Argentina advierten sobre el creciente y preocupante uso de la leche de vaca en menores de un año. Este alimento no es el adecuado para la primera etapa de la vida.
El consumo frecuente de leche de vaca antes de los 12 meses puede acarrear implicancias negativas en la salud de los niños, como anemia, sobrecarga renal (por la gran cantidad de proteínas) y lesiones intestinales», alertó el doctor Víctor Rolando Gallo. Él es jefe del servicio de Nutrición del Hospital de Niños y jurado en la certificación y recertificación para la especialidad de médico nutricionista.
En la Argentina, un tercio de los menores de dos años padece anemia y su principal causa es la falta de hierro. Teniendo en cuenta que la leche es el principal alimento y la principal fuente de provisión de hierro en la dieta de los niños pequeños, el doctor Gallo y el licenciado en Nutrición Sergio Britos dieron la clave. En aquellos casos en los que no sea posible sostener la lactancia materna está científicamente comprobado y ampliamente aceptado que las fórmulas infantiles tienen ventajas como fuente de hierro en relación con otras leches.
Gallo destacó que hay suficiente evidencia sobre la relación que existe entre la ingesta de leche de vaca y el microsangrado intestinal, lo que potencia la deficiencia de hierro. Añadió además que las proteínas y las grasas de la leche de vaca son más difíciles de digerir y absorber para el bebé.
Por su alto contenido de sodio, excesiva cantidad de proteínas y escaso aporte de hierro y de ácidos grasos esenciales, distintas organizaciones como Unicef, la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) y expertos en nutrición infantil recomiendan no introducir leche de vaca en la alimentación de un niño hasta que no haya cumplido el año de vida.
Un relevamiento realizado el año pasado por Opinaia determinó que el 37% de las madres argentinas alimentaron con leche de vaca a sus bebés antes del año, señalando como principales motivos la dificultad para amamantar y el hecho de que les resulta más económica que las de fórmulas infantiles. El sondeo incluyó a más de 400 madres de entre 20 y 40 años. Esta tendencia coincide con datos de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (Ennys) de 2007, que revelaron que si bien el inicio de la lactancia materna en la Argentina es elevado (con un 95% de adherencia), la cifra se reduce al 70% entre los seis y ocho meses, y al 50% al año.
El doctor Gallo remarcó que es muy importante tener en cuenta que la leche de vaca no contiene la cantidad adecuada de hierro, vitamina C, zinc y otros nutrientes que necesitan los bebés. «La leche de vaca podría provocar una anemia por deficiencia de hierro en algunos bebés, debido a que la proteína de la leche puede irritar la pared intestinal y causar sangrando en las heces. Además, la leche de vaca no contiene los tipos de grasas que son más benéficos para la salud de los bebés en desarrollo. Las mamás tienen que tener mucho cuidado con la alimentación de su hijo», insistió el pediatra
En la encuesta nacional se observó además que la mayoría de los niños de entre seis y 24 meses, que ya no eran amamantados, consumían leche de vaca sin fortificar (más del 70%), cuando lo que necesitan es justamente una leche suplementada con hierro. Apenas el 22% en el primer año, y el 11% en el transcurso del segundo año de vida consumían una fórmula infantil o bien leche fortificada con hierro.
Por sus beneficios nutricionales e inmunológicos para el desarrollo infantil, las autoridades sanitarias nacionales e internacionales y los expertos en nutrición infantil vuelven a insistir en la necesidad de fomentar la práctica de la lactancia materna durante los primeros dos años de vida de un bebé. Y si esta no es posible o no alcanza, la mejor opción, aseguran, es reemplazarla o suplementarla con una fórmula infantil.
«Antes de que el niño cumpla un año hay que evitar la leche de vaca pero también la de cabra, de oveja, de arroz o de soja. Mientras las madres puedan amamantar a sus hijos, no hay motivos valederos para no hacerlo», sentenció Gallo.
Generalmente, cuando se habla de alergia se piensa en gérmenes o en sustancias del aire y del ambiente que provocan en el organismo molestias y reacciones de defensa exageradas. Sin embargo, algunos alimentos también representan una importante fuente de alergenos, como la leche, el huevo, el maní, las frutas secas, el pescado, los mariscos, la soja y el trigo. Si bien la alergia no se puede prevenir porque tiene un importante componente hereditario, científicos de la Facultad de Medicina John Hopkins, en Estados Unidos, concluyeron: «la lactancia exclusiva durante los primeros seis meses de vida ejerce un efecto protector en niños que presentan alto riesgo de atopia, o tendencia genética a desarrollar enfermedades alérgicas».
Después del año la leche de vaca es un poderoso aliado de la salud. Una vez que el sistema digestivo del bebé esté listo para digerirla, la leche de vaca se transformará en una excelente fuente de calcio. Le ayudará a tu hijo a tener huesos y dientes fuertes. Es también esencial en el proceso de coagulación de la sangre y el control de los músculos, y una de las pocas fuentes de vitamina D, que ayuda al organismo a absorber mejor el calcio (los rayos ultravioletas son otra fuente de vitamina D, pero se bloquean con el protector solar). La leche de vaca proporciona proteína para el crecimiento y carbohidratos que brindan energía. Estudios indican que el riesgo de que un niño sufra hipertensión, apoplejía, cáncer de colon y fracturas de caderas, disminuye de por vida si recibe el calcio que necesita desde pequeño.
De acuerdo con la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP por sus siglas en inglés), la mayoría de los niños obtienen la suficiente cantidad de calcio y vitamina D si beben de dos a a dos tazas y media de leche de vaca diariamente. Los niños de un año tienen que tomar leche entera, a menos que tengan un alto riesgo de padecer obesidad. No le ofrezcás a tu hijo más de tres tazas de leche al día, porque no le quedará espacio en el estómago para los demás alimentos que necesita ingerir diariamente para tener una alimentación equilibrada. Si la sed de tu hijo continúa, tenés que darle agua. Una vez que el niño cumpla 2 años -y si no tiene ningún problema de crecimiento -podés ofrecerle leche descremada o semidescremada.
Fuente: La gaceta
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