La frase es popular: «críate fama y échate a dormir». Sin embargo, acatarla no es fácil para quienes sufren de insomnio. En su caso, el sueño no surge con facilidad, se interrumpe con frecuencia o, simplemente, no resulta reparador. Para estas personas, intentar dormir puede convertirse en su peor pesadilla.
El insomnio no es lo mismo que pasar una mala noche porque la preocupación y la ansiedad se introdujeron bajo las sábanas. A cualquiera le quita el sueño un problema laboral, el calor de la noche o el mosquito que revolotea sin cesar.
El insomnio es más que eso; incluso puede ser la primera señal de depresión y, en algún punto, provocar graves consecuencias en muchas situaciones de la vida cotidiana. Es por eso que, para corregirlo, no basta con contar ovejas brincando la cerca o tomar leche tibia.
La clave para poder curarlo es averiguar qué es lo que está provocándolo, de modo que quienes lo padezcan durante 30 días seguidos deben buscar ayuda profesional.
Las consecuencias negativas de dormir mal se pueden reflejar en cambios de humor, irritabilidad, falta de concentración, problemas de memoria, dolor de cabeza y fatiga. El sistema inmunológico puede verse amenazado, y dependiendo del origen del trastorno, este puede generar hipertensión arterial, impotencia, sobrepeso, arritmia cardíaca y hasta infartos o derrames.
Los especialistas mencionan algunas variantes del insomnio: el crónico es el más grave de esta familia de trastornos, por su constancia, mientras que el primario se caracteriza por entrometerse en el sueño durante tres o más noches de la semana, y el secundario aparece de forma más esporádica e irregular.
En el 2010, el doctor Alexandros Vgontzax, profesor de psiquiatría de la Escuela de Medicina de Penn State University, publicó un estudio en la revista Sleep, en el que aseguraba que el insomnio crónico puede causar la muerte.
La investigación se realizó a lo largo de 14 años, y las conclusiones señalaron que, de una muestra de 1700 hombres, los que dormían menos de seis horas por noche eran cuatro veces más propensos a morir que quienes dormían más tiempo.
Por otra parte, el estudio señaló que los problemas para dormir en las mujeres pueden ser menos severos que en los pacientes masculinos.
Diferente opinión tiene Ariel Miremberg Rubinstein, otorrinolaringólogo y especialista en medicina del sueño. El doctor opina que son más los casos de insomnio en mujeres que en hombres «por su papel de madres o por cuestiones hormonales».
Según el doctor, las horas de sueño por noche de un adulto deben ser siete u ocho. «La exigencia de horas está basada en estadísticas, pero no todo el mundo necesita dormir esa cantidad de tiempo. Fisiológicamente, hay personas que se llaman dormidoras cortas, que con cuatro horas, pueden descansar todo lo que a otra persona le tomaría más».
Por el contrario los «dormidores largos» requieren cerca de 10,5 horas para sentirse descansados.
A veces, los factores que están provocando la falta de sueño se relacionan con el lugar donde la persona duerme. Si el paciente descansa cerca de un salón de baile o expuesto a una luz, la dificultad para dormir está a simple vista. En otros casos el problema entra por los oídos, cuando son los ronquidos propios los culpables de que el individuo se despierte repetidamente.
La apnea, un trastorno respiratorio, también puede ser responsable de malas noches. Según el periódico médico de la Public Library of Science, el 4% de los adultos padece de este trastorno.
«Encontramos pacientes con malos hábitos y también hay personas con hiperalerta, a las que cualquier sonidito las despierta», comenta Miremberg.
«El insomnio es muy común, lo que pasa es que las personas no le dan la importancia que merece. Piensan que duermen mal y viven con la queja de que no tienen sueño reparador», añade.
Entre las recomendaciones para tratar de conciliar un mejor sueño se incluye ducharse con agua tibia antes de acostarse, para así relajar el cuerpo. A toda costa, hay que evitar las bebidas con cafeína así como los ejercicios en la tarde y noche para evitar que la persona se active. Además, se aconseja tener horarios regulares para dormir.
También ayuda recurrir a una «higiene del sueño», con prácticas como desarrollar el hábito de la lectura antes de dormir y anotar en un papel los asuntos que quedaron pendientes. El cometido es dejar el estrés y las preocupaciones cotidianas fuera de las sábanas.
Un porcentaje mínimo de quienes tienen problemas de sueño sufre de «insomnio familiar fatal», un trastorno hereditario. En esos casos, hay una alteración grave a nivel cerebral y la persona puede llegar a sufrir crisis de angustia y convulsiones por la falta de un sueño reparador.
Hasta en los padecimientos extremos, las personas duermen en algún momento. No es posible que un paciente evada el sueño permanentemente, pues luego de muchas horas o días de no dormir el cuerpo exige descanso.
Hipersomnia. «Hay pacientes que tienen varios relojes despertadores: uno en la mesa de noche, otro puesto en la muñeca, un tercero en la computadora y además le piden a alguien que los llame para despertarse», cuenta el doctor Miremberg. Sin embargo, para algunos ni eso es suficiente para librarse del sueño.
Las personas que sufren de hipersomnia tienen dificultades para levantarse, padecen de somnolencia diurna excesiva y tienen la necesidad de dormir a cada rato. Entre sus consecuencias, también está el deterioro en la capacidad mental durante el día, los dolores de cabeza y complicaciones vasculares periféricas.
En los casos más peligrosos, incluso hay ataques de sueño repentino durante la realización de cualquier actividad, desde conversar hasta conducir.
Estos episodios incontrolables de sueño son un gran riesgo pues podrían provocar accidentes cuando la persona pierde el control sobre su estado de alerta.
Además, una interferencia continua en las responsabilidades laborales puede llegar a ser motivo de despido.
«Todos los que tengan hipersomnia por más de un mes deben buscar ayuda», comenta el otorrinolaringólogo. «Es un error recurrir a bebidas energizantes para curar el trastorno, pues estas, por su alto contenido de cafeína, tienen efectos secundarios y pueden generar adicción».
Cuando se busca la causa sin hallarla, el trastorno se cataloga como hipersomnia idiopática, uno de los principales tipos de hipersomnia. A veces, la alteración en el sueño se debe a traumas de tipo cerebral por alguna lesión, pero también podría ser efecto de una enfermedad respiratoria, renal o hepática.
También hay pacientes a quienes la hipersomnia les viene del uso de ciertos fármacos, que deben dejar de ingerir.
Para otros, la hipersomnia puede estar relacionada con malos hábitos. Dormir muchas horas seguidas no es necesariamente sinónimo de descanso, pues a veces el sueño «no rinde» por diversos factores.
«Debe haber un balance entre cantidad y calidad del sueño», agrega Miremberg.
Este trastorno se puede curar cuando se halla la razón que lo provoca. Entonces, se trata la enfermedad de fondo y así se busca resolver el sueño excesivo.
julio 11/2011 (Intramed)
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