Septiembre, 2010
Una dieta baja en carbohidratos en la que las grasas y proteínas proceden de origen vegetal en lugar de la carne es probablemente más saludable, descubre una nueva investigación.
Al comparar los dos tipos de dietas durante más de dos décadas, los investigadores encontraron que las dietas bajas en calorías que se basaban en verduras daban lugar a menores tasas de mortalidad por enfermedad cardiovascular y cáncer, así como a una menor tasa de mortalidad en general por todas las causas.
«Estudiamos estas dos dietas bajas en carbohidratos y encontramos que el impacto de ambas era muy diferente», apuntó Hu.
«Los que seguían la dieta baja en carbohidratos que se basaba en alimentos de origen animal tenían un mayor riesgo de mortalidad total y por cáncer en particular», apuntó Hu, profesor de nutrición en la Facultad de salud pública de Harvard en Boston.
«Es la proporción lo que es importante», apuntó Karen Congro, directora del Programa de Bienestar para la Vida en el Centro Hospitalario de Brooklyn en Nueva York. «Esto nos dice que la carne es el problema. Sobre todo la roja».
Aunque estudios más pequeños y de corto plazo han demostrado que las dietas bajas en carbohidratos tipo Atkins conducen a la pérdida de peso, «es mucha la preocupación en torno a que una dieta baja en carbohidratos, que normalmente [incorpora] grasas y proteínas animales pueda aumentar el riesgo de enfermedades crónicas», dijo Hu. Entre las que se encuentran la diabetes tipo 2 y la enfermedad cardiaca coronaria.
Aquí se informa sobre dos estudios, uno que dio seguimiento a 85,168 mujeres entre 1980 y 2006, y uno que siguió a 44,548 hombres de 1986 a 2006.
Los hombres y las mujeres que seguían la dieta baja en carbohidratos de origen animal tenían un riesgo de muerte 23 por ciento mayor, un 14 por ciento más de riesgo de morir por enfermedad cardiaca y un 28 por ciento más de riesgo de morir por cáncer, encontraron los autores del estudio.
Los que seguían la dieta «Eco-Atkins», que incorpora grasas y proteínas de origen vegetal, tenían una tasa de mortalidad 20 por ciento menor y un riesgo 23 por ciento más bajo de morir por enfermedad cardiaca, indicaron los hallazgos.
Un editorial acompañante apunta que el diseño del estudio quizá no tomó en cuenta otras variables, como fumar y los niveles de educación, lo que subraya la necesidad de un ensayo clínico a gran escala.
FUENTES: Frank B. Hu, M.D., Ph.D., professor, nutrition, Harvard School of Public Health, Boston; Karen Congro, R.D., director, Wellness for Life Program, The Brooklyn Hospital Center, New York, N.Y.; Sept. 7, 2010, Annals of Internal Medicine
HealthDay
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