El 1ro de octubre de cada año se conmemora el «Día Internacional de las Personas de Edad». Esta efeméride fue designada el 14 de diciembre de 1990 por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), en su resolución 45/106, en seguimiento a iniciativas tales como el Plan de Acción Internacional de Viena sobre el Envejecimiento, aprobado por la Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento celebrada en 1982 y respaldado, el mismo año, por la Asamblea General de ONU.
Este año, el tema seleccionado para conmemorar la fecha es «Entrando en el futuro: Aprovechar el talento, la contribución y la participación de los mayores» y hace referencia a la necesidad de posibilitar y aumentar la contribución de las personas mayores en sus familias, comunidades y sociedades, a través de vías efectivas que garanticen su participación, teniendo en cuenta sus derechos y preferencias.
También alude al vínculo que existe entre aprovechar el talento y la contribución de esta generación para el logro de la Agenda 2030 y el Plan de Acción de Madrid, que en este momento lleva a cabo su tercera revisión.
La composición de la población mundial ha cambiado de manera espectacular en los últimos decenios. En la actualidad, casi 700 millones de personas son mayores de 60 años. Para 2050, las personas de 60 años o más serán 2.000 millones, esto es, más del 20% de la población mundial.
La discriminación por envejecimiento y en ocasiones el abandono y maltrato de las personas mayores es una actitud frecuente y perjudicial que se basa en el supuesto de que es una norma social y, por tanto, aceptable. Esta marginación es una realidad en la mayor parte de las sociedades, de una forma u otra, y se materializa en las actitudes de los individuos, las prácticas institucionales y normativas, y la representación mediática. Todas ellas devalúan y excluyen a las personas mayores. En 2014, los Gobiernos adoptaron una resolución en el Consejo Económico y Social que reconoció que la marginación por envejecimiento es «»a razón común, la justificación y la fuerza motriz de la discriminación de las personas de edad».
Tales formas de discriminación, de cómo las personas de edad son tratadas y percibidas por sus sociedades, incluso en los ambientes médicos y centros de trabajo, crean entornos que limitan su potencial y afectan a su salud y bienestar. El fracaso para hacer frente a esta discriminación socava los derechos de las personas mayores y dificulta su contribución a la vida social, económica, cultural y política.
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