La oncología y la cirugía oncológica pediátricas son especialidades que van estrechamente de la mano en el tratamiento de niños con afecciones oncológicas. Los cirujanos pediátricos no solamente operan, sino que también están involucrados en los procesos de diagnóstico, tratamiento y seguimiento de estos pacientes.
Son conocidas las consecuencias negativas que puede tener el tratamiento oncológico tanto quirúrgico como no quirúrgico sobre los pacientes, sin embargo, son escasos los estudios que evalúan estas consecuencias a largo plazo,
pues los pacientes con larga supervivencia hacen la transición a la vida adulta y con frecuencia pierden el seguimiento por la atención pediátrica.
Un conjunto de autores españoles encabezados por S. Silvente Bernal, han publicado el estudio «Efectos tardíos del tratamiento del tumor de Wilms» en la revista Cirugía Pediátrica (Vol 37, No 3, 2024). A continuación ofrecemos su resumen:
Introducción. El tumor de Wilms (TW) es el tumor renal más frecuente en la infancia. La evolución del manejo terapéutico ha incrementado la tasa de supervivencia y, como consecuencia, los efectos secundarios a largo plazo.
Material y métodos. Realizamos un estudio retrospectivo descriptivo a partir de una serie de casos entre 1977 y 2023. Estudiamos las características de los tratamientos recibidos y los efectos secundarios que constaban en la historia clínica y a través de cuestionarios telefónicos.
Resultados. Localizamos 50 pacientes (25 hombres-25 mujeres) con edad media al diagnóstico de 3,6 años (3 meses-11 años). La mayoría fueron tratados según protocolo vigente de las guías europeas de oncología pediátrica (94%) caracterizadas por el uso de quimioterapia neoadyuvante. En un paciente se siguió el esquema americano de trata-miento. Los fármacos más utilizados fueron vincristina y actinomicina D (78%); solo 12 pacientes (28%) recibieron antraciclinas. La nefrectomía unilateral fue la técnica quirúrgica más empleada (84%). Las alteraciones renales fueron las más frecuentes (46%). Sin embargo, la aparición de segundas neoplasias (9%) y aquellas alteraciones relacionadas con la reproducción (8% entre hombres y mujeres) han supuesto un mayor impacto en la calidad de vida de los pacientes. Se describen múltiples alteraciones: cardíacas (23%), endocrinas (26%) o pulmonares (15%), relacionadas con los tratamientos recibidos.
Conclusiones. El tratamiento del TW afecta a la salud general. Una cirugía adecuada y rigurosa, limitar las dosis de quimioterapia, minimizar la exposición a la radiación y un seguimiento estrecho puede minimizar las secuelas a largo plazo.
El artículo completo está disponible en este enlace.
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