Tomado de Muy Interesante (España), artículo «¿Por qué los médicos llevan batas blancas y no de otro color?», por Pedro Gargantilla.
Aunque ahora nos pueda parecer sorprendente, durante muchos siglos el color de las batas de los médicos era negro y no blanco.
Cuellos emperifollados y pulcros, junto con inmaculadas gorgueras que resaltan sobre el negro de los trajes, así era la moda que se impuso en la corte de Felipe II y que tantas veces hemos visto representada en los cuadros.
Y es que nuestro país impuso una moda en toda Europa: la del color negro, símbolo de elegancia y dignidad. La verdad es que no era nada nuevo asociar distinción con se color, pero sí era costoso y complicado obtener telas negras.
La solución nos llegó del Nuevo Mundo, allí se descubrió el palo de Campeche, un árbol espinoso, originario de México, y al que ya los mayas recurrían para teñir mantas y vestimentas. De este árbol era posible obtener colores como el negro o el café.
De Nueva España el tinte pasó a la corte española y desde ella al resto de Europa, convirtiéndose en objeto de deseo por parte de la nobleza francesa, inglesa u holandesa.
Cuando el negro era el color de la sanidad
Y, claro, los médicos no fueron menos, se sumaron a la corriente y adoptaron el color negro como identificativo. Si contemplamos cuadros, especialmente, de la escuela holandesa, en la que aparecen médicos realizando autopsias el color que impera es el negro, el color de la formalidad y la seriedad. En todas estas representaciones el blanco brilla por su ausencia.
Y eso a pesar de que el negro es el color de la muerte y del luto, la némesis del blanco, símbolo de la vida y de la pureza.
Hubo un tiempo que se operaba con ropa de calle
El color negro, además, tenía otras ventajas, disimulaba y ocultaba la suciedad, porque no hay que olvidar que durante siglos la falta de higiene acompañó como si de un fiel escudero se tratase a la profesión médica. Las ropas de los médicos se convirtieron en un foco de transmisión de infecciones.
Eran tiempos, evidentemente, en los que todavía no se había avanzado lo suficiente y no se conocía la importancia de la higiene para evitar la propagación de enfermedades.
La historia del arte, nuevamente, nos ha dejado imágenes verdaderamente curiosas en las que los cirujanos, en pleno fragor de su actividad profesional, van vestidos con trajes de calles y sin guantes ni mascarillas, algo que ahora nos parecería toda una aberración.
Y es que los guantes quirúrgicos fueron inventados en 1890 por el doctor Williamn Halsted, uno de los cirujanos más brillantes de Estados Unidos de aquel momento, padre de la cirugía moderna y médico del Hospital John Hopkins.
El blanco entra en escena
También fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando la medicina pasó a formar parte del Olimpo de la ciencia y el momento en que los pacientes comenzaron a abandonar el recelo hacia los galenos. Hasta ese momento confiaban más en los curanderos y cirujanos-barbero que en los propios médicos.
Una de las figuras que más contribuyó a ese cambio fue Ignaz Semmelweis, un médico húngaro, que observó el elevado porcentaje de mortalidad que había en las salas de parto de las madres que eran atendidas y que estaba asociada con la aparición de fiebre puerperal.
Después de un arduo análisis comprobó que tan solo con introducir el lavado de manos entre los profesionales que atendían a aquellas mujeres se conseguía reducir de forma drástica la muerte. Con un gesto aparentemente tan sencillo.
Poco después a esa medida se implementaron otras relacionadas con la higienización y esterilización de las zonas de trabajo y se empezó a dar prioridad a la limpieza en los hospitales y consultas. Fue en esta senda de progreso cuando aparecieron las batas blancas y la asociación de este color con la vida, la protección y la salud.
Además, la moralidad asociada al blanco conlleva la ausencia de un daño intencional, carente de mancha, así como un cierto grado de candidez. No hay que olvidar que el término “candor” -del que deriva candidez- en latín significa blancura.
El verde es el color de los cirujanos
El 1914 el cirujano estadounidense Harry Sherman dio un paso más al reflexionar sobre lo molesto que resultaba para él cuando las luces de los focos de quirófano apuntaban hacia la sangre. La tonalidad de la hemoglobina sobre el blanco de las batas producía un enorme cansancio visual. Este médico fue el primero en barajar la posibilidad de sustituir el blanco por ropa cromática en la zona quirúrgica.
Además del agotamiento visual ahora sabemos que el rojo reduce la concentración, un hecho que no sucede cuando la ropa es de color “verde espinaca”, ya que la asociación entre ambos se torna entre marronácea y grisácea.
El primer lugar del mundo en el que se implantó el uso de pijamas verdes en la zona quirúrgica –lo que en aquel momento se llamaba “teatro de operaciones- fue en un hospital de San Francisco. Corría el año 1914.
Referencias:
- Gargantilla P. Historia de la Medicina. Editorial Pinolia, 2023
- Thorwald, Jurgen. El siglo de los cirujanos. 3º ed. Barcelona: Destino; 2005
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