Fallecido recientemente en la ciudad de Santa Clara, el profesor Muñiz deja un legado imborrable en la familia de la Cirugía Pediátrica cubana. El Dr. Liván Veitía, cirujano pediátrico que fue su amigo, comparte sus impresiones acerca del legendario profesor.
«José Muñiz Escarpanter fue un hombre excepcional, un erudito innato con una personalidad para muchos difícil porque nunca aprendieron a leerlo, pero para los que lo «conocimos» fue un gran maestro y amigo.»
Cuando empecé mi residencia y lo escogí como tutor de formación muchos me preguntaron que si yo estaba loco por su carácter y exigencia extrema. Siempre fue muy exigente lo que le agradezco mucho por haberme forjado cual herrero tenaz. En cuanto a su carácter aprendí a conocerlo y a respetarlo y tuvimos las mejores relaciones desde el mismo comienzo. Siempre fue un libro de los mejores, me enseñó a no conformarme con estudiar las materias sino a buscar, a investigar de donde venía todo, la importancia de la embriologia, la fisiología y la bioquímica para explicarnos cualquier enfermedad, a que si me quedaba con alguna laguna, cuando pasara a estudiar otra materia esa laguna seria cada vez más grande hasta convertirse en un océano. Él no sólo sabia de Cirugía Pediátrica, por cierto, para mí el que más sabía, era un especialista en terapia intensiva como no había dos. Además con él se podía conversar de cualquier materia, siempre decía que el médico que solo sabe de medicina, ni de eso sabe a ciencia cierta.
Muñiz era un tipo que llamaba a las cosas por su nombre en todo momento, tenia fama de contestatario, en las reuniones siempre decía las cosas que la mayoría pensaba pero que nadie se atrevía a decir. Pero no tenia horario para sus pacientes de terapia intensiva, se le veía pasando visita los domingos y hasta de madrugada si era necesario. Por eso ese tipo «contestatario» era imprescindible. Visitó los Estados Unidos y allá funcionaba de la misma forma, incluso alla lo tildaron de comunista, qué paradoja pues era el mismo «contestario» que aquí.
Como padre siempre fue ejemplar, adoraba a su hijo Pepito y cuando nació su nieta, que solo pudo disfrutar unos meses se deshacía de ternura por la pequeña. Aunque el Muñi, como lo llamabamos cariñosamente, tuvo muchos hijos pues siempre nos trato como un padre que se empeña en hacer de su hijo un hombre de bien, y yo tengo el privilegio de haber sido uno de ellos. Donde quiera que estés ahora Muñi se que seguirás velando celosamente por la formación de nosotros, tus «hijos».
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