Después de 29 años de la muerte de Albert Einstein, un médico del mismo hospital en el cual murió, en Princeton (Nueva Jersey, EE.UU.), bautizó con su nombre a un cuadro similar a la colecistitis aguda ocasionado por la ruptura de un aneurisma de aorta abdominal.
Varios años antes de su muerte, debido a las molestias abdominales que el físico padecía, aconsejado por sus médicos y amigos Rudolf Ehrnann y Gustav Bucky, decidió someterse a una laparotomía exploradora el 31 de diciembre de 1948, en el hospital judío de Brooklyn, Nueva York.
En aquella cirugía realizada por el renombrado cirujano Rudolf Nissen, se encontró un aneurisma calcificado del tamaño de un pomelo en la porción final de la aorta. En aquellos tiempos no era posible su reparación, por lo cual se cubrió con celofán y se realizó una omentopexia. Permaneció relativamente asintomático por un periodo de 6 años y medio, hasta que el 10 de abril de 1955 comenzó a experimentar vagos dolores abdominales. Tres días después éstos se hicieron más fuertes, agregándose náuseas y vómitos. El doctor GK Dean, médico de cabecera, notó un crecimiento del aneurisma y diagnosticó una posible fisura del mismo. Horas más tarde el Dr. Dean discutió el caso con Ehrnann y Bucky, quienes sospecharon una colecistitis aguda. Al día siguiente, 14 de abril, al empeorar los dolores fue llamado como consultor el doctor Franz Glenn, cirujano cardiovascular de Nueva York, tras revisarlo, propuso la intervención dada la sospecha de colecistitis y una grieta en el aneurisma. Al no brindarle garantías sobre el resultado de esta, Einstein la rechazó. Posteriormente afirmaría: «Quiero marcharme cuando yo quiera, es de mal gusto prolongar la vida artificialmente; ya hice mi parte, y es hora de marcharme. Lo haré con elegancia».
Como los dolores no cesaban, siendo cada vez más intensos, y al sumarse ahora signos de deshidratación, fue internado en el Hospital de Princeton. En ese momento, el dolor se localizaba en el hipocondrio derecho y era muy evidente el latido del aneurisma.
A pesar de los analgésicos persistía el dolor, lo que no impidió que Einstein recibiera visitas, trabajara en sus cálculos y en un discurso pacifista que estaba redactando en colaboración con Bertrand Russell.
El día 17 de abril el médico de cabecera, en su última visita a las 23 horas, comprobó que dormía. Dos horas más tarde, tras murmurar unas palabras en alemán, Einstein de 76 años de edad falleció a la 1,15 hora del 18 de abril de 1955. El doctor Thomas Harvey, patólogo forense que realizó la autopsia, constató que la muerte se debió a una hemorragia por rotura aneurismática. La vesícula estaba intacta.