ejercicios físicos

El ejercicio de resistencia y el de alta intensidad ralentizan y podrían revertir el envejecimiento celular, según un estudio de la Universidad de Leipzig, en Alemania, que se publica en European Heart Journal. No se obtendría el mismo efecto, por otra parte, con el entrenamiento de fuerza.

El estudio liderado por Ulrich Laufs, contó con la participación de 266 jóvenes sanos pero inactivos al comienzo del estudio a los que se asignó a cuatro grupos de forma aleatoria. Así, un grupo realizó durante seis meses ejercicio de resistencia (carrera de resistencia), otro entrenamiento interválico de alta intensidad (calentamiento seguido de cuatro series de carrera de alta intensidad alternada con trote y para finalizar vuelta a la calma con carrera lenta), entrenamiento de fuerza -con un circuito compuesto por ocho máquinas- y, en el último caso, los participantes continuaron con su estilo de vida inactivo.

Los individuos en los grupos de intervención con ejercicio realizaron tres sesiones semanales de 45 minutos cada una y solo 124 completaron el estudio. Los investigadores analizaron en muestras sanguíneas de los participantes -recogidas al comienzo del estudio y siete días antes de finalizar el trabajo- la longitud de los telómeros y la actividad de la telomerasa en los linfocitos.

“Nuestro principal hallazgo es que, al comparar los resultados con las muestras recogidas al comienzo del estudio y en el grupo control, se observó un aumento en la actividad de la telomerasa y en la longitud de los telómeros en los participantes que realizaron ejercicio de resistencia y ejercicio interválico de alta intensidad; un resultado que no se observó en el grupo que realizó ejercicio de musculación”, ha explicado Laufs.

De hecho, la actividad de la telomerasa aumentó de dos a tres veces y la longitud de los telomeros lo hizo de forma significativa en los grupos de resistencia y de alta intensidad en comparación con el resto de la muestra. “El estudio identifica un mecanismo por el cual el entrenamiento de resistencia mejora el envejecimiento saludable. Los resultados podrían ayudar a tener en cuenta la longitud de los telómeros como un indicador de la edad biológica en estudios de intervención futuros”.

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Tomado de Noticias Al Día. Diciembre 5 de 2018.

Un estudio realizado por investigadores del departamento de Fisiología y del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos “José Mataix” de la Universidad de Granada (UGR) (España) ha advertido del aumento en la incidencia de patologías osteomusculares (POMs) debido a una excesiva práctica deportiva, o a una mala técnica al practicar deporte. Las POMs son lesiones inflamatorias o degenerativas en el sistema músculo esquelético, con afectación articular, muscular, tendinosa y/o neurológica. Ampliar…

Según las conclusiones de una investigación reciente sobre los efectos neurológicos del ejercicio aeróbico (ejercicio físico que suscita un gran aumento de la respiración, como por ejemplo correr), podría ser posible incrementar la reserva de neuronas del hipocampo, y mejorar así las condiciones previas para el aprendizaje, al promover la neurogénesis a través de un ejercicio aeróbico sostenido, como correr. Ampliar…

La mayor parte de los ciudadanos en los países desarrollados no deberían preocuparse por las lesiones potenciales que pudiera provocarles el practicar ejercicio físico, sino por la falta de él en sus vidas, según un análisis global realizado por un equipo de expertos del ACC (American College of Cardiology), una organización del ámbito médico que cuenta con 49 mil miembros. Ampliar…

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De acuerdo con dos recientes estudios, aunque la práctica de actividad física durante al menos media hora diaria es suficiente para mantener la salud, el riesgo de morir joven disminuye considerablemente cuando la cantidad de ejercicio se incrementa moderadamente.

Bajo el título Leisure Time Physical Activity and Mortality, un estudio reunió información sobre los hábitos de ejercicio de más de 660 mil adultos, casi todos de mediana edad.

Los expertos los dividieron en diferentes grupos, desde aquéllos que no practicaban ninguna actividad física, hasta quienes se ejercitaban 10 o más veces, y después comparó sus registros de mortalidad durante los últimos 14 años.

Como un primer resultado, se encontró que los que llevaban una vida netamente sedentaria corrían mayor riesgo de morir prematuramente.

No obstante, quienes se ejercitaban poco, aún sin cumplir con las recomendaciones mínimas, disminuían dicho riesgo en 20 % .

Por su parte, aquellos que si cumplían con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) -30 minutos diarios de ejercicio-, corrían hasta 31 % menos riesgo.

Los científicos también descubrieron que las personas que realizaban ejercicio moderado durante 450 minutos a la semana -el triple de la recomendación de la OMS- elevaban su esperanza de vida hasta en 39 % .

Finalmente, aquellos individuos que se ejercitaban 10 o más veces la recomendación mínima, disminuían su riesgo de morir en porcentajes similares a los de quienes se apegaban a los 30 minutos al día.

Esto significa que, a pesar de las largas horas invertidas en actividades físicas, su ganancia en salud no era muy distinta a quienes se sujetaban a los tiempos mínimos de ejercicio recomendado.

En lo que toca al segundo estudio, Effect of Moderate to Vigorous Physical Activity on All-Cause Mortality in Middle-aged and Older Australians, sus autores llegaron a conclusiones similares.

Tras examinar los hábitos de ejercicio de más de 200 mil adultos australianos y determinar cuáles calificaban como vigoroso y cuáles como moderado, los compararon con las respectivas estadísticas de mortalidad.

Lo mismo que en el estudio anterior, confirmaron que ajustarse a los mínimos recomendados reducía sustancialmente el riesgo de una muerte temprana, incluso si la actividad física era moderada, como caminar o jugar un partido de dobles de tenis.

Asimismo, cuando el ejercicio era vigoroso, aunque sólo se practicara ocasionalmente, el riesgo disminuía un poco más.

Por ejemplo, quienes invertían 30 % de su tiempo de ejercicio semanal en actividades vigorosas resultaron 9. 0 % menos propenso  a morir jóvenes frente a los que se ejercitaban moderadamente.

Cuando el ejercicio vigoroso ocupaba más de 30 % de total de tiempo de ejercicio a la semana, ese porcentaje se elevaba a 13 %.

Finalmente, contrario a lo que algunos puedan pensar, el ejercicio vigoroso o las largas sesiones de actividad física intensa, aunque no disminuyen drásticamente el riesgo de morir prematuramente, tampoco ponen en peligro la vida, según concluyeron también ambas investigaciones.

Para Klaus Gebel, investigador de la Universidad James Cook en Australia y uno de los autores del estudio, la dosis para sacar el mejor provecho del ejercicio en términos de longevidad y salud consiste en «ejercitarse, cuando menos, en 150 minutos a la semana y dedicar de 20 a 30 minutos de ese tiempo a actividades vigorosas».

abril 27 /2015 (Notimex).-

Tomado del Boletín de Prensa Latina Copyright 2015 «Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.»

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El hallazgo refuerza la idea de que las señales generadas en un órgano están relacionadas con la circulación y la influencia de otros tejidos, tales como las células de grasa y el hígado.

Aunque está claro que el ejercicio puede mejorar la salud y la longevidad, los cambios que se producen en el cuerpo para facilitar estos beneficios están menos claros. Un equipo de investigadores norteamericanos ha descubierto una molécula que se genera durante el ejercicio y contribuye a los efectos beneficiosos del ejercicio sobre el metabolismo, tal y como describen en la edición de enero de la revista «Cell Metabolism».

«Nuestro hallazgo refuerza la idea subyacente de que las señales generadas en un órgano están relacionadas con la circulación y la influencia de otros tejidos tales como las células de grasa y el hígado», apunta el autor principa del trabajo, el doctor Robert Gerszten, de la División de Cardiología y Cardiovascular del Centro de Investigación en el Hospital General de Massachusetts y la Escuela de Medicina de Harvard, en Estados Unidos.

Estudios iniciales del laboratorio de Spiegelman, que colaboró en este estudio, han demostrado que una proteína denominada PGC-1alfa regula genes metabólicos en el músculo y contribuye a la respuesta del músculo al hacer ejercicio. En experimentos realizados en células y ratones, Gerszten y sus colegas forzaron la expresión de PGC-1alfa en las células musculares y luego buscaron metabolitos que se secretan de las células.

Así, identificaron el ácido beta aminoisobutírico (BAIBA) como uno de esos metabolitos y encontraron que aumenta la expresión de los genes que están involucrados en la quema de calorías en las células de grasa. Asimismo, ayuda a equilibrar los niveles de azúcar en sangre en ratones.

Los análisis realizados en estudios sobre el ejercicio en humanos y participantes en el Estudio del Corazón de Framingham revelaron que los niveles de BAIBA aumentan durante el ejercicio y se asocian inversamente con factores de riesgo metabólicos. En concreto, los niveles de BAIBA se correlacionaron inversamente con los niveles de azúcar en sangre en ayunas, insulina, triglicéridos y colesterol total y hubo una tendencia hacia una asociación inversa con el índice de masa corporal (IMC).

Los hallazgos sugieren que BAIBA puede contribuir a la protección frente a las enfermedades metabólicas inducida por el ejercicio. «La manipulación de BAIBA o las enzimas que generan BAIBA puede tener un potencial terapéutico -asevera Gerszten-. La quema de grasa podría influir en múltiples aspectos de la salud metabólica relacionados con la diabetes, enfermedades cardiacas y otras condiciones».
enero 9/2014 (JANO.es)

ß-Aminoisobutyric Acid Induces Browning of White Fat and Hepatic ß-Oxidation and Is Inversely Correlated with Cardiometabolic Risk Factors. Cell Metabolism 2014, V 19(1), págs. 96-108, 7.

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Una proteína cuya producción se incrementa mediante el ejercicio físico de resistencia, como correr, nadar o pedalear en una bicicleta, ha sido aislada y administrada a ratones que no hacían ejercicio físico, y el resultado ha sido la activación de genes que promueven la salud cerebral y estimulan el crecimiento de nuevas sinapsis, necesarias para el aprendizaje y la memoria.

Los llamativos resultados de esta investigación, realizada por el equipo de Bruce Spiegelman, Christiane Wrann y Michael E. Greenberg, del Instituto Oncológico Dana-Farber en Boston, dependiente de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, ayudan a explicar la capacidad que el ejercicio físico del tipo descrito tiene para mejorar la función cognitiva, particularmente en personas de edad avanzada.

Si la proteína puede ser obtenida en una forma estable e incluirse en un medicamento que resulte seguro y práctico de administrar a pacientes humanos, ello podría permitir la aplicación de mejores terapias contra la degeneración cognitiva en las personas ancianas y frenar los daños causados por enfermedades neurodegenerativas como la de alzhéimer y la de párkinson, según los investigadores.

Lo más notable es, sin duda, el hecho de que esta sustancia natural pueda ser administrada en el torrente sanguíneo y con ello se logren los mismos efectos sobre el cerebro que se consiguen mediante los ejercicios físicos de resistencia.

En una investigación anterior, el grupo de Spiegelman comprobó que la proteína, llamada FNDC5, es producida al esforzar los músculos, como sucede al correr, nadar o pedalear en una bicicleta, y se libera en el torrente sanguíneo en forma de una variante llamada irisina.

El incremento de FNDC5 estimula a su vez la expresión de una proteína, la que se conoce como Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro (BDNF por sus siglas en inglés), que es esencial para la creación de nuevas sinapsis en el hipocampo, una región cerebral esencial para la memoria y el aprendizaje, y más específicamente en el giro dentado, una parte del hipocampo.
octubre 1/2013 (Diario Salud)

Wrann CD, White JP, Salogiannnis J, Laznik-Bogoslavski D, Wu J, Spiegelman BM.Exercise Induces Hippocampal BDNF through a PGC-1a/FNDC5 Pathway.Cell Metab. 2013 Oct 8. doi:10.1016/j.cmet.2013.09.008

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