agosto 2010 Archivos

El aumento de los casos de diabetes mellitus en América Latina impacta la economía de la región con la reducción de la capacidad de producción de los trabajadores portadores y los costes para combatir la enfermedad, expusieron científicos durante la «Cumbre Latinoamericana para la Diabetes».
Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), indican que el coste para el tratamiento de la afección y su impacto directo en la economía alcanzó -el año pasado- los 8100 millones de dólares en América Latina. El 30% de esa cifra corresponde al presupuesto para tratar a pacientes con edades entre 50 y 60 años.
En Brasil, el mayor país de la región, los gastos sanitarios por persona portadora de diabetes mellitus, cuya enfermedad es costeada por el sistema público de salud, tiene un promedio anual de 870 dólares. En un mensaje dirigido a la cumbre, el ministro de Salud de Brasil, José Gomes Temporao, afirmó que el impacto que la enfermedad «tiene en Latinoamérica no debe ser subestimado, tanto desde la perspectiva de la salud pública como de los costes financieros que generan el tratamiento y la pérdida de productividad».
«La amenaza a la prosperidad económica, provocada por los casos de invalidez y muerte prematura, es grave y se agudiza, lo que provocará pérdidas sustanciales en la renta nacional, marginando familias y niños en un espiral descendente de pobreza», apuntó Gomes Temporao.
El director de la Fundación Mundial para la Diabetes (WDF), Pierre Lefebvré, comentó que para los seguros privados de salud y para muchas empresas la política de prevención y tratamiento adecuado de la condición se ha convertido en una de sus banderas.
La “Cumbre Latinoamericana para la Diabetes” reunió a médicos, epidemiólogos y expertos sanitarios de 34 países. En Centro y Suramérica, la diabetes mellitus representa más del 9% de la mortalidad en la población adulta, mientras que en los países del Caribe alcanza el 12%. En Brasil, la prevalencia de la afección es del 6,4% y junto a México, la nación suramericana integra la lista de los diez países más afectados por la enfermedad.
Para este año, la región tiene un cálculo que 18 millones de personas padecerán la condición y que la prevalencia de la enfermedad aumentará en un 65% en los próximos 20 años. El Informe Global de Riesgos del Foro Económico Mundial incluyó este año, por segunda vez consecutiva, a las enfermedades crónicas no transmisibles, encabezadas por la diabetes mellitus, entre los primeros problemas y desafíos para el mundo actual.
Ante el aumento de la incidencia de la enfermedad en la región y sus costes para combatirla, la cumbre abordó en esta edición la discusión de políticas públicas para su prevención y adecuado tratamiento desde el punto de vista de la planificación de programas y proyectos.
Brasil, julio 2/2010 (EFE)

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Investigadores de la Clínica de Mujeres Kato de Tokio (Japón) han descubierto que, cuando se trasplantan ovarios de ratones hembra jóvenes a ratones de edad avanzada, el procedimiento no solo devuelve a las últimas la fertilidad, sino que rejuvenece su comportamiento y prolonga su vida. El descubrimiento se anunció en la 26 Conferencia Anual de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE), celebrada en Roma.
Según la doctora Noriko Kagawa, directora Asociada de Investigación de la Clínica de Mujeres Kato de Tokio (Japón), «en la actualidad, los trasplantes de ovarios se llevan a cabo con el objeto de preservar la fertilidad de las mujeres tras un tratamiento contra el cáncer o para prolongar su etapa reproductiva».
«Sin embargo, el beneficio adicional, totalmente inesperado, de los procedimientos de preservación de la fertilidad en nuestros estudios con ratones indica que existe la posibilidad de que la aplicación de procedimientos similares en mujeres pueda prolongar su vida en general».
El número de trasplantes de ovarios en mujeres en el mundo es muy reducido y han tenido un éxito dispar. La doctora Kagawa subraya que todavía queda mucho por investigar antes de que se pueda saber si los trasplantes de ovarios producen efectos rejuvenecedores similares en las mujeres, sobre todo porque supone esperar muchos años a que las pacientes envejezcan.
Los autores de este trabajo desarrollaron dos experimentos con ratones. En el primero, se extirparon los dos ovarios a ratones hembra jóvenes -de unos 140 días de edad- y se trasplantaron en seis ratones hembra mucho mayores -de más de 525 días de edad-, que ya eran demasiado viejas para ser fértiles.
En el segundo experimento se extirpó un solo ovario a los ratones hembra jóvenes -de unos 170 días de edad- y se trasplantó en ocho ratones hembra mayores, de más de 540 días de edad.
El ciclo de vida medio de esa raza de ratones (C57BL/6J) es de 548 días, y normalmente llegan a la «menopausia» murina en torno a la edad de 525 días.
Todos los ratones hembra que recibieron trasplantes en ambos experimentos recuperaron la fertilidad, a diferencia de los ratones hembra de control, que no recibieron trasplantes.
En el primer experimento, los ratones hembra reanudaron ciclos reproductivos normales que duraron más de 80 días y en el segundo experimento, dichos ciclos duraron más de 130 días.
Según la doctora Kagawa, «todos los ratones hembra de ambos experimentos que recibieron trasplantes reanudaron el comportamiento reproductivo normal de los ratones jóvenes». «Mostraron interés hacia los machos, se aparearon y algunos tuvieron crías», asegura.
Normalmente, los ratones hembra viejos se quedan en un rincón de la jaula y muestran poco movimiento, pero la actividad de las que recibieron trasplantes de ovarios se equiparó a la de los ratones jóvenes, reemprendiendo los movimientos rápidos.
Además, la vida de los ratones hembra que recibieron ovarios jóvenes fue mucho más larga que la de las de control: los ratones que recibieron dos ovarios vivieron un promedio de 915 días y los ratones que recibieron un ovario, un promedio de 877 días. Los datos mas recientes indican que la vida de los ratones hembra que recibieron trasplantes de ovarios jóvenes se prolongó en más de un 40%.
“Los resultados demuestran que los ovarios normales de ratones hembra jóvenes trasplantados en ratones hembra de edad avanzada y estériles pueden funcionar y devolverles la fertilidad y que, además, les prolongan la vida”.
«A las mujeres que congelan tejido ovárico de jóvenes, quizás porque están a punto de iniciar un tratamiento contra el cáncer, se les puede volver a trasplantar su tejido ovárico joven cuando sean mayores. Normalmente, lo haríamos solo para preservar su fertilidad o para prolongar su etapa reproductiva», afirma.
La doctora Kagawa reconoce no saber por qué el trasplante ovárico prolonga la vida de los ratones hembra, pero dice que se puede deber a que los trasplantes inducen la continuación de las funciones hormonales normales.
Su equipo lleva seis años colaborando con el doctor Sherman Silber, del St Luke Hospital de San Luis, en Misuri (Estados Unidos), que ha realizado con éxito varios trasplantes ováricos en mujeres, que estaban a punto de someterse a un tratamiento oncológico o que todavía no habían encontrado a la pareja adecuada en su vida.
En su próxima investigación conjunta estudiarán también si es posible trasplantar en una mujer un ovario ajeno, con un mínimo de fármacos para suprimir la respuesta inmune natural del organismo a lo que percibe como un cuerpo ‘extraño’. También están estudiando el cultivo de folículos en el tejido ovárico en laboratorio para obtener óvulos maduros que se puedan utilizar para la fecundación in vitro.
Mientras tanto, los investigadores señalan que es muy importante que, tanto médicos como pacientes, conozcan que las mujeres tienen opciones cuando afrontan un tratamiento contra el cáncer que podría destruir su fertilidad.
«Hemos conseguido que los ovarios congelados tengan un funcionamiento totalmente normal tras su descongelación y trasplante», apunta la doctora Kagawa, para quien este procedimiento «ya no se debe considerar «experimental».
«El trasplante de ovarios es una opción adecuada y necesaria para un tratamiento que, de lo contrario, esterilizaría a las pacientes jóvenes con cáncer. No debemos descartar la congelación y deberíamos conservar al menos uno de los ovarios antes del tratamiento oncológico», concluyó. Madrid, julio 5/2010 (Europa Press)

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La Aspirina podría aumentar la supervivencia en pacientes intervenidos de cáncer de pulmón
Un estudio de un equipo de investigadores del Liverpool Heart and Chest Hospital (Reino Unido) ha demostrado que la toma regular y a largo plazo del ácido acetilsalicílico, comercializado como «Aspirina» por Bayer Health Care, podría aumentar la supervivencia en pacientes intervenidos de cáncer de pulmón no microcítico. La investigación, publicada en el European Journal of Cardio-Thoracic Surgery, se ha llevado a cabo en 1765 personas que habían sido operadas de cáncer de pulmón no microcítico entre octubre del 2001 y marzo del 2009. De ellas, 412 (un 23,3%) tomaban ácido acetilsalicílico a dosis bajas de forma regular antes de la intervención.
De este modo, el análisis comprobó que la supervivencia en este último grupo de pacientes, pese a tener un mayor riesgo cardiovascular y una peor predicción a cinco años, era un 5% superior comparado con el resto de enfermos.
Hasta la fecha, varios trabajos han demostrado las propiedades de la «Aspirina» en la prevención secundaria de episodios cardiovasculares, pero este fármaco “también podría tener un efecto incrementando la supervivencia de pacientes con determinados cánceres”, explican desde la farmacéutica alemana.
En este punto, los autores del estudio señalan que los beneficios de la «Aspirina» podrían estar relacionados con la acción inhibidora que ejerce sobre la ciclooxigenasa-2 (COX-2), una enzima directamente relacionada con los procesos inflamatorios y la progresión de determinados tipos de cáncer, como el de pulmón.
Otras de las conclusiones extraídas es que, a pesar de que los beneficios de la «Aspirina» a los tres años «no fueran del todo significativos» -algo que podría atribuirse a los fallecimientos originados por recidivas, según los autores-, al cabo de este tiempo el fármaco «sí pareció tener un efecto significativo en la  supervivencia».
Madrid, julio 5/2010 (Europa Press)

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Investigadores hallaron un patrón de genes que permiten pronosticar con más precisión qué personas vivirán hasta los 100 años o más, incluso si tienen otros genes asociados con enfermedades. Los resultados, publicados en la revista Science, ofrecen la tentadora posibilidad de pronosticar quién tendrá una larga vida. También ponen en duda la precisión de los test actuales que ofrecen vaticinar el riesgo de una persona de sufrir enfermedades crónicas como Alzheimer.
Varios equipos de investigadores identificaron patrones genéticos ligados con una edad extremadamente avanzada. Pero uno liderado por Paola Sebastiani y el doctor Thomas Perls, de la Boston University, dijo que su estudio ofrece el enfoque más exacto hasta el momento.
El equipo analizó a más de 1000 personas de 100 años o más y las combinó con otras 1200 personas para identificar los patrones genéticos más comunes en los más viejos, usando una técnica llamada estudio de asociación de genoma completo.
Sorpresivamente, las personas más longevas compartían muchos de los genes ligados con enfermedades. Los genes «de la vejez» parecían cancelar los efectos de los genes asociados con dolencias físicas.
«Mucha gente podría decir «bueno, quién quiere vivir hasta los 100 años», porque creen que (a esa edad) se sufren todas las enfermedades relacionadas con la vejez, se está al borde de la muerte y seguro se padece Alzheimer, pero no es así», dijo Perls.
«Hemos notado en trabajos previos que el 90% de las personas centenarias no tienen discapacidades a la edad promedio de 93 años. Antes creíamos que para llegar a los 100 no había que tener ciertas variantes asociadas con enfermedades. Pero, en este caso, vimos que no era así», afirmó.
El equipo identificó 19 patrones entre alrededor de 150 genes y dijo que éstos lograron pronosticar qué personas integrarían el grupo de los extremadamente ancianos con un 77% de exactitud.
«Algunas marcas se relacionan con una mayor supervivencia, otras con la demorada aparición de enfermedades relacionadas con la edad, como demencia, enfermedad cardiovascular o hipertensión arterial», dijo Sebastiani.
Los investigadores enfatizaron que tener estos genes no daría un pase libre para fumar, tomar y comer en exceso.
Los devotos a la iglesia Adventista del Séptimo Día tienen una esperanza de vida promedio de 88 años, ocho años más que sus contemporáneos estadounidenses.
«Llegan hasta ahí en virtud de que su religión les pide ser vegetarianos, de que hacen ejercicio regularmente, no toman alcohol (…) y no fuman”, puntualizó. “Esto realmente habla de la increíble importancia del estilo de vida», opinó.
Los investigadores de Boston dijeron que no planean comercializar un test para identificar los genes de la longevidad y que están trabajando en una página web para que las personas que hicieron una secuenciación de su ADN puedan comprobar si tienen alguno. Actualmente, una de cada 6000 personas viven hasta los 100 años y una de cada 7 millones hasta los 110.
Washington, julio 6/2010 (Reuters)

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La supervivencia global al linfoma de células del manto (LCM), entre los 3 y 4 años, se ha duplicado en los últimos 30 años y se espera que, en el futuro pueda elevarse hasta los seis años, según el doctor Mariano Provencio, del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda y coordinador de la I Jornada de Actualización en Linfoma de Células del Manto (LCM), celebrada en Madrid.»Gracias a los recursos invertidos en la investigación de esta enfermedad, desde 1975 la mediana de supervivencia global se ha multiplicado por dos, y se prevé que con la ayuda de nuevos diagnósticos y los tratamientos existentes se logre una supervivencia en torno a los 6 años», afirma el doctor Provencio.
Este encuentro, que cuenta con el aval del Grupo Oncológico para el Tratamiento y Estudio de los Linfomas (GOTEL) y con la colaboración de la compañía Pfizer, tiene como objetivo actualizar los conocimientos de expertos nacionales e internacionales sobre el tratamiento del linfoma de células del manto.
El LCM, enmarcado dentro de los Linfomas No Hodgkin y en concreto, perteneciente al subtipo de los Linfomas de Células B, muestra la peor supervivencia dentro de este grupo de linfomas. La evolución de la enfermedad es variable en cada paciente, pero en general la mediana de supervivencia global es, tan solo, de 3 a 4 años.
Por lo general, afecta a mayores y especialmente a varones, entre la franja de los 65 y 70 años de edad. Su incidencia mundial se estima en torno al 6% de todos los subtipos del Linfomas no Hodgkin, los cuales afectan a 10 de cada 100 000 personas en todo el mundo. Según estos datos, el LCM afecta a 0,6 personas de cada 100 000. Este es el motivo por el que se considera una enfermedad rara.
En prácticamente todos los casos de LCM se produce un aumento de la ciclina D1, una proteína que forma complejos celulares y causa un defecto genético que constituye el rasgo distintivo de la enfermedad: la translocación cromosómica recíproca t. En el tratamiento de esta enfermedad se ha descubierto que la actividad quinasa de los inhibidores de mTOR es fundamental en la regulación de proteína ciclina D1 que se sobreexpresa en el LCM.
En este sentido, el doctor Provencio destaca que la actividad quinasa de mTOR es «fundamental en la regulación de la proliferación, crecimiento y supervivencia celular». «La molécula indirectamente posee un efecto antiangiogénico, que disminuye la formación de vasos por parte del tumor y con ello la velocidad de crecimiento», concluyó.
Madrid, julio 6/2010 (Europa Press)

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Las personas infectadas con el virus de la hepatitis B son casi dos veces más propensas a desarrollar linfoma no-Hodgkin, informaron investigadores.
Anteriormente se sabía que la hapatitis B puede causar cáncer hepático y algunos científicos sospechaban que también podía provocar linfoma. El estudio, publicado en Lancet Oncology, lo confirma. Asimismo, la hepatitis C también está vinculada con el linfoma.
Los expertos indicaron que este cáncer de sangre no es común y que la vacunación masiva contra los virus de la hepatitis no afectaría las tasas de linfoma no-Hodgkin y agregaron que, no obstante, se podría tratar el virus y ayudar a los pacientes con el linfoma.
El doctor Eric Engels, del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, y Sun Ha Jee, de la Universidad de Yonsei en Seúl, estudiaron los registros de más de 600.000 personas de Corea del Sur, donde la hepatitis B era extremadamente común antes de que comenzara una campaña de vacunación en 1995.
De ese total, unos 53.000 pacientes o alrededor del 9 por ciento, presentaron evidencia de infección con hepatitis B.
Después de 14 años, las tasas de linfoma no-Hodgkin eran más comunes entre las personas infectadas: 19,4 frente a 12,3 casos por cada 100.000 personas entre los pacientes sin el virus.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por su sigla en inglés), la hepatitis viral es la principal causa de cáncer de hígado y de trasplante hepático.
Los distintos virus de la hepatitis, que significa inflamación del hígado, no están íntimamente relacionados.
Alrededor de 350 millones de personas en todo el mundo poseen hepatitis B, que causa 340.000 casos anuales de cáncer hepático y provoca la muerte de 500.000 a 1,2 millones de pacientes.
Los investigadores creen que tanto la hepatitis B como la C podrían causar linfoma al estimular en exceso el sistema inmune que intenta combatir la infección en el hígado. WASHINGTON, ago 4 (Reuters).

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Un estudio científico difundido hoy intenta explicar la presencia de melanomas en determinadas zonas del cuerpo, aunque toda la piel se encuentre expuesta al sol.
Investigadores de la Universidad escocesa de Edimburgo señalaron que existen zonas más resistentes al bronceado que otras, como los glúteos.
Sin embargo, eso no significa que sean menos susceptibles al cáncer de piel.
Son precisamente estas partes del cuerpo que se oscurecen menos las que necesitan una mayor protección contra el cáncer, dijeron los científicos en la revista Experimental Dermatology.
El equipo de Edimburgo basó sus conclusiones en un experimento con 100 personas a los que pidieron que se colocaran bajo una cama solar con el propósito de observar como la piel se bronceaba.
Con instrumentos precisos midieron la profundidad del bronceado alcanzado, principalmente en dos áreas del cuerpo, las nalgas y la espalda.
Durante el estudio comprobaron que los glúteos tendían a mantenerse más blancos, aunque recibieran la misma exposición solar.
El bronceado se obtiene como resultado de un aumento de la producción de melanina que es una defensa del organismo a los rayos ultravioletas.
Sin embargo, para los científicos resultaba un misterio porqué el número de lesiones malignas difieren tanto en distintas zonas de la piel.
Según Jonathan Rees, autor principal de la investigación, existen partes de la piel que responden de forma distinta a la radiación solar, por lo que es posible que las personas se permitan diferentes grados de protección contra los rayos ultravioletas. Londres, 4 ago (PL).

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