La región de las Américas comprende personas que disfrutan de grandes privilegios y otras que se enfrentan a graves violaciones de los derechos humanos debido a su posición socioeconómica, etnia, género, orientación sexual, discapacidad o por ser migrantes. Cada uno de estos factores, por sí solos o combinados, puede contribuir a generar profundas desigualdades en cuanto a la salud entre los países del continente y dentro de ellos.
En la medida en que las desigualdades sistemáticas en la salud puedan evitarse con medios razonables, son injustas y, por lo tanto, inequitativas. Corregirlas es una cuestión de justicia social. Los datos que se presentan en este documento demuestran que gran parte de los problemas de salud están determinados socialmente.
La razón por la que la esperanza de vida de la mujer en Haití es de un poco menos de 66 años, mientras que en Canadá es de 84 años, no reside en que las mujeres haitianas son biológicamente diferentes de las canadienses, sino que se debe a las condiciones en las que cada una nace, crece, vive, trabaja y envejece. Del mismo modo, en Chile, el hecho de que la esperanza de vida de un hombre con un nivel educativo bajo sea de 11 años menor que en un hombre con educación universitaria es, principalmente, la consecuencia de los determinantes sociales de la salud. Como se refleja en este informe, las iniciativas sobre educación e inclusión social, por ejemplo, aportan beneficios para la salud y otros de tipo social.
El resumen ejecutivo del informe fue preparado en nombre de la “Comisión de la Organización Panamericana de la Salud sobre Equidad y Desigualdades en Salud en las Américas” por el Institute of Health Equity (IHE), University College London (UCL). (Más información)
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