En Cruces, pueblo natal, escapó de la casa a los 15 años, pues los padres detractaban la vocación religiosa. Por la calle Abreu, del barrio de «La Trocha», transcurrió la niñez de Lidia; estuvo en la escuela primaria «Carlos Manuel de Céspedes». La capital habanera fue el escenario donde entreveraron sus dos vocaciones durante la juventud, las primeras incursiones como devota y su carrera de Medicina hasta los 23 años:
«Me desbandé de mi hogar y en La Habana fui monja de clausura «Carmelita Descalza», en el Convento de Calle 13, entre 20 y 22, en El Vedado; alternaba con la carrera de Medicina, estuve allí nueve años, pero la salud no me acompañó para esa vida y debí regresar.
«Más tarde, la Hermana Catalina, de la congregación «Hijas Mínimas de María Inmaculada», que vivía en México, vino a Cruces para cuidar a su mamá enferma.
«Aunque yo me sentía parte de «las Carmelitas», accedí mediante ella a la agrupación, cuyo objetivo consiste en estar donde haga falta y así me puse a ayudar a niños, ancianos y enfermos».
¿Cuando se reinserta en la Medicina de la provincia sureña?
«El sexto curso de la carrera lo pasé en Santa Clara; ya hace siete lustros que egresé de allí. Posteriormente me hice cirujana en el hospital villaclareño ‘Celestino Hernández’, la ubicación en Cienfuegos resultó casual».
«La Mastología también fue al azar, pues de improviso llegué aquí a los dos días de graduada. En 1989 se inauguró en este territorio el grupo provincial de la especialidad y me dediqué a eso; así desarrollé mi segundo perfil y para eso viajaba al «Oncológico», de La Habana; luego realicé mi tesis en patología de mama».
Durante un Congreso Internacional esta doctora recibió el título de «Miembro de Honor de la Sociedad Cubana de Cirugía» y la medalla por el aniversario 80 de la fundación de esa institución.
¿Cuándo usa los hábitos?
«Tengo una dispensa en Roma para prescindir de ellos en instituciones de Salud, sólo los llevo en actos místicos. Hoy soy una religiosa con votos perpetuos y me siento orgullosa de que el suceso se hiciera en mi patria».
“En la ceremonia, monseñor Emilio Aranguren Echeverría, entonces obispo de Cienfuegos, tuvo el detalle de presentar mis ropas de cirujana. Estoy satisfecha con mi vida, de ser una trabajadora más, que espera coches, marca tarjetas y regresa en botella para Cruces. Además, soy especialista de segundo grado de cirugía y profesora auxiliar, a punto de discutir la tesis doctoral».
¿Alguna contradicción entre la monja y la cirujana?
«No, nuestro país aboga por el respeto a lo diverso»
El reverendo Pablo Odén Marichal, diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y secretario ejecutivo del Consejo de Iglesias de Cuba, expresó al periódico «Trabajadores», que cuando alguien se humaniza es por sus valores y puede llevarlos en cualquier fila. ¿Comparte su opinión?
«Sí, hay muchas razones para que desde todas las posiciones luchemos por la razón y la justicia, en contra de discriminaciones».
¿Cuáles son sus mayores satisfacciones ahora, luego de tantos años en el servicio de Mastología?
«Cienfuegos es la única provincia del país que ha generalizado a la atención primaria las consultas de mama y realizan incluso los ultrasonidos en las áreas. Los casos con diagnósticos positivos se llevan a la consulta multidisplinaria del Hospital Provincial «Gustavo Aldereguía Lima» (GAL). Ello posibilita que el 70 por ciento sean curables, por la precocidad del diagnóstico.
«Me siento contenta con los avances, porque Cuba y Cienfuegos no escapan al aumento de cáncer de mama, el carcinoma se detecta cada vez más»
¿Qué amó primero, el decálogo de Esculapio o el evangelio?
«Considero que ambas actitudes nacieron conmigo, no podría prescindir de ninguna de las dos. Creo que sirvo a Dios en mis enfermos, esa es mi mayor felicidad».
Lic. Dagmara Barbieri López.
Periodista Cienfueguera
Los lectores comentan